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Quizás las heridas hacen más fuertes a los humanos. Quizás a otros más vulnerables y tan solo quizás se vuelven inocencia.
Mayte Rodriguez.
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Aurora
Una semana no ha sido suficiente para recomponer me de muchas miradas por mis colegas de trabajó acerca de la muerte de aquel inocente. Ahora Camino por el pasillo de la clínica, mi bata de colores y dibujos animados me cubre la ropa, mis guantes y este gorrito en forma de oso en mi pelo junto a un muñeco mediano cuelga en mi mano, masticó la goma de masticar en mi boca sabor a melocotón. Llegó a mi consultorio y abro la puerta.
—Fatima ya llegue, pueden ir pasando las personas —le comente a la chica de recepción cerca de mi puerta.
Encendí el aire acondicionado y organice mi escritorio y algunas de mis cosas personales, lápices, juguetes, medicamento, un peso, un medidor, un armario de colores donde tengo algunas de mis cosas para atender al paciente, a mano izquierda una cortina verde divide con animales de la Era del Hielo, ahí detrás tengo una camilla pequeña.
—Buenos días doctora —saluda una madre joven que entra con un bebé de unos cuatro meses.
—Llámame Aurora no pasa nada —le hago señas para que se siente.
—¿Que tiene el bebé?.
—No le se explicar muy bien, solo llora mucho, fiebre y vómitos aveces, no quiere ni la leche.
Cogí al bebé en brazos y lo puse encima de la camilla, revise su respiración, su temperatura, quite su ropa. Y observe su piel, garganta, encías un chequeo general.
—Le mandare ha hacer unos analices creo que quizás la leche que le das le hace daño, no deberías dejar de amamantarlo, la lactancia materna es lo mejor para estos pequeños.
...
Mi mañana se fue de paciente en paciente, unos mas grandes y otros unos bebés acabados de nacer. Hice mi recorrido por maternidad a pasar chequeo a los recién nacidos.
Estoy por empezar a comer ya mi almuerzo en la cafetería acá en la clínica y viene una enfermera corriendo a mi.
—Se le solicita con urgencias acaban de traer un bebé por Emergencias.
Me levante rápido y fui a mi consultorio, ya dentro estaban las personas que me esperaban. Lo primero que alcanzo a ver es su cabellera castaña, su espalda, se gira tiene los ojos rojos, tiene al bebé en sus brazos. Me mira desconcertado quizás no se esperaba que yo trabajara aquí, cierro la puerta rápido y me concentro en el bebé.
—Buenas tardes ¿Que le pasa al bebé? —hablo al tiempo en que se lo quito de las manos y lo acuesto en la camilla, el bebé llora, esta muy caliente y veo que tiene toda la Carita y manos con ronchas y una pequeña bolita roja en la labio inferior.
—Estábamos en el parque, le lleve a jugar y de pronto empezó a llorar, se puso muy caliente y se le empezaron ha hacer estas ronchas rojas y ahora veo esa bolitas —se sienta a mi lado en una silla mientras chequeo al bebé al tiempo que trato de calmarlo.
Miro a Esteban y este me mira. Fijo mi vista al pequeño, le quito la ropa y le dejo en pañal, tomo su temperatura, y observo mejor las ronchas y reviso la bolita abro su boquita.
—Donde ustedes estuvieron al parecer el bebé es alérgico a algo que había en el lugar, por lo que se quizás al polen, aparte lo que tiene en el cuerpo fue ocasionado por la alergia, la fiebre igual y esa incomodidad que tiene es por los dientes que les están saliendo. —le mire y este asintió.
Le dije que sujetara al bebé y fui a mi armario de colores y saque una crema fui y se la puse en el cuerpo para las ronchas. Le puse la ropa y le dije a este que se sentara con el bebé enfrente de mi escritorio, me senté yo delante cogí la hoja y apunte la receta que debía comprarle para la alergia y un jarabe para las molestias de los dientes.
—Mire puedes comprarle esto acá mismo a mano derecha de la clínica es posible que le empiecen a salir cositas en la piel no por la alergia solo si no por lo dientes, estará unos días ñoñito —le sonrío al bebé y acaricio su mejilla este ya esta mas tranquilo.
—Muchas gracias Doctora... —miro el sello en mi bata. —Doctora Mendez —volvió a enfocar mi vista.
—Aurora —le mire. Puede tutearme.
Me miro.
—Gracias ...Aurora no sabia que trabajas aquí y disculpa por lo de hace una semana en mi casa es que aveces yo...
—Esta olvidado, solo ahí personas como yo que nos encariñamos rápido con ángeles como este pequeño —comente.
—Adios.
Esteban
Jamas me hubiese imaginado que ella trabajara aquí, me lleve una gran sorpresa y me dio vergüenza al verle, siendo sincero quizás exagere hace una semana cuando fue a mi hogar, también hubo asombro al verme allí sus ojos verdes me miraban sorpresivo.
Conduzco a casa después de comprarle la receta. Mi pequeño Gabriel Ángel se ha quedado dormido en su asiento detrás, le observo por el espejo y este como si supiera que le miro abre los ojos y empieza a chuparse el dedo pulgar, supongo que le pica la encía, decidí hacer parada y entrar al súper para hacer la compra del fin de semana, me estaciono afuera, abro mi puerta y luego la suya. Lo cogí en brazos y cerré la puerta, camine a la entrada y cogí unos de esos carritos donde puedes poner al bebé dentro con cinturón.
Este se quedo tranquilo ahí mirando a todos los lados. Ya tenía todo lo necesario. Las mujeres me miraban coquetas y le hacen gracias al bebé para llamar a mi atención este solo me mira y gire mis ojos arriba que pesadas sigo con el Carrito por las filas.
Me harte y me metí a la fila de pagar, mi pequeño me elevo los brazos y lo saque del carrito y lo cargue en lo que me tocaba pagar.
—Pampam —agarro mi pelo con sus manos y reí.
—Si pampam esta aquí para mi bebé —bese su carita y le abrace, este dejo su carita escondida en mi cuello.
Aurora
Encendí un cigarro y lo fume fuera de la clínica en un restaurante donde se podía fumar y pedí un café cargado. Tengo mucho sueño, aun llevo la ropa de la clínica con mi bata de colores que de lejos se sabe que lo mio es con niños.
—¿Puede prestarme su encendedor? —me hablo un hombre a mi lado de unos treinta y tantos, apuesto con mirada misteriosa. Sus labios rosados apetecibles y aquellas pecas en la frente le hacían ver juvenil, aunque su mirada tenia ese toque de alejate.
—Opino que todo fumador debe llevar su encendedor —le mire fijamente.
Sonrío y elevo una ceja.
—Es una broma —conclui y le pase mi encendedor color púrpura con mis iniciales, sus dedos tocaron mi mano.
Le observé mientras encendía su cigarrillo y se lo llevaba a los labios y soltaba el humo. La gente hablaba tranquilamente, fumaban y hacían sonar sus tazas de café en el platillo.
Su cuerpo se levanto de su silla y se sentó en la mía, en la silla que queda enfrente mio tapando la vista que tenía. Eleve unas de mis cejas delineadas y bien pintadas. En señal de, que lanzado.
—Soy Sebastián Roquer —me tendió su mano con mi encendedor dentro.
Lo mire y negué mi cabeza sonriendo de lado.
—Es usted muy directo —su mano aun seguía delante.
Le acerque la mía y la estreche a la suya.
—Aurora Méndez
Cogí mi encendedor y lo guarde en el bolsillo de mi bata.
—Es usted una Mujer hermosa, permite me decirte que no fumo, lo hice para llamar un poco tu atención —puso sus codos en la mesa y acerco más de lo normal.
—¿Es este el momento donde debería sentirme halagada? —pregunte fingiendo Inocencia y sonriendo. —Permitame decirle que se ha hecho daño al hacer tal cosa, fumar hace daño —hice una mueca y lleve la taza a mis labios rojos.
Sonrío con Pillería.
Me levante de la mesa y deje el dinero encima, abrí la puerta del restaurante Café y salí a la calle ya el sol se ocultaba.
—Espere, por favor —me giré y este venia detrás mio, me detuve en la calle, ahora que le miro mejor va vestido sport.
—¿Que quiere ahora? ¿Dinero para el taxi y luego resultará que apareces donde este? —se ríe e hice lo mismo.
—Quiero su número, si puedes claro está —se acerco a mi.
—Aun no sabe si soy una mujer casada —Eleve mis cejas metiendo mis manos en los bolsillos.
—No lleva una sortija —se defiende.
—O no sabe si la deje en mi casa —le mostré mis dientes.
—Es una mujer difícil, me gustan los retos —ladeó la cabeza.
—¿Tiene dónde apuntar? —pregunte ya que me di cuenta que este hombre no se daría por vencido.
Sonrió coqueto el condenado en verdad es guapo.
Saco su teléfono y me lo paso, apunte mi número y lo guarde con mi segundo nombre Catalina. Se lo devolví.
—Solo una cosa, no me vengas con una llamada cita al cine, una cita a almorzar en un restaurante, no somos ni amigos aún —me giré y cruce la calle a la clínica.
Estas loca ¿Por que le distes tu numero a un extraño? Vamos a romper la rutina, hacer un amigo no tiene nada de malo, además esta guapo capaz al final terminamos siendo Buenos amigos.
¡No eres buena ni en eso lo sabes!.
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