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Salgo del auto y cierro la puerta. Desde donde me encuentro puedo ver varias personas vestidas de negro, camino por el césped entre los árboles y mientras me acerco se me hace un nudo en la garganta, meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón de tela negro, ya estoy lo suficientemente cerca pero dejando un espacio considerado. Sus ojos hacen contacto con los míos y me parte el alma verle. Su madre corre a mis abrazos y yo hago lo mismo, la abrazo fuerte mientras le digo al oído que acepto que soy culpable que me perdone, trato de calmar algunas lágrimas. Se separa de mi aun con mis manos en las suyas.
—No lo eres, no tienes la culpa Dios sabe con que propósito hace todo —llora. —Hiciste siempre lo mejor para él, yo misma te rogué para que le dejaras estar en casa conmigo fue como una despedida te debo agradecer por dejarlo ir a casa.
Lo siguiente que paso fue tan rápido que no me dio tiempo ha analizar solo veía su rostro decirme cosas mientras su esposa lo trataba de alejar.
—Haré que tu título este por los suelos ¡Mataste a mi hijo! ¡Lo mataste! Fuiste tú —grito aquel padre dolido enfrente de todos los presentes.
Empecé a dar varios pasos atrás mientras negaba y me mordía el labio inferior tratando de no llorar. Los demás familiares empezaron a acusarme igual todos me miraban como una asesina.
Mis pacientes son mi vida ese niño solo quería estar con su madre ese fin de semana y no con unos aparatos conectados a su cuerpo, quizás esa estaba siendo su despedida y no me había dado cuenta. Yo solo hice lo mejor para el.
Corrí entre aquellas tumbas, árboles, me detuve y puse mis manos en las rodillas para descansar. Las plataforma no hacían que me dolieron los pies pero tampoco estaba muy cómoda. Mire al frente y me lleve la gran sorpresa.
Esteban esta aquí... Pero... Aah
Esta sentado en el césped con las rodillas en su pecho, sus mejillas y nariz rojas, sus labios están entre abiertos mientras pronuncia algo que no entiendo, su pelo alborotado. Veo que se limpia unas lágrimas me acerco con cuidado y puedo leer.
Patricia Violeta Ramírez de Calderón descansa en paz. Te recordamos con esa sonrisa y ese amor que siempre brindaste a tu familia y cercanos.
Pise unas hojas y estas crujieron debajo de mis zapatillas, este fijo sus ojos en los míos y se quedo observándome. Me tomo por sorpresa que sonriera de lado y negara a ambos lados se levanto del suelo.
—Pero que sorpresa —su voz sonó gruesa.
—Disculpe no fue mi intención molestar su momento íntimo y menos espiarle solo estaba ...
—Entiendo no...
Una voz detrás de nosotros interrumpió.
—No te saldrás con la tuya, haré que vayas a la cárcel para que no mates mas niños ¡No mereces tener ese título! —grito el señor de hace un rato el padre de mi paciente mejor dicho expaciente.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mire a Esteban con disimulo quien miraba la escena sin comprender.
—Le he dicho que solo cumplí una petición de su hijo, solo quería compartir con sus padres sus últimos días quizás él ya lo sabia muy dentro de inocencia —seque mis lágrimas, su esposa trato de calmarlo y se alejaron aunque su voz seguía diciendo pestes de mi persona.
—Aveces ellos deciden sin que podamos hacer nada —me giré y le vi mientras me hablaba y miraba aquella tumba seguro se encuentra ahí su esposa.
Lo mire y seguí caminando sin lugar hasta que salí a la parte de atrás del cementerio y tuve que darle la vuelta para buscar mi auto. Me subí y cerré la puerta, pude respirar mejor no fue buena idea haber venido estuve en el auto un buen rato, hasta que conducía sin rumbo y entre a una cafetería un poco apartada de la ciudad, me senté en una mesa para dos y pedí un chocolate caliente con leche y un trozo de pastel de manzana. Saque mi celular antes de empezar a desayunar y vi varios mensaje de la clínica.
—¿Disculpa esta ocupada? —levante mi rostro y me encontré con unos ojos mieles y un piercing en una sola oreja de argolla, tenía una mirada coqueta y transmitía cierta paz. Mire a mi entorno y me fije que ya las demás estaban llenas que pequeño es esto.
Me compuse en mi silla.
—No.
Este levanto la silla y fue con ella a otra mesa donde habían varias personas riendo y desayunando.
Ya sabia yo que era demasiada suerte. Te la creiste ni tan buena estas.
Mierda que vergüenza pensé que se quería sentarme a mi lado. ¿Que fue lo que creíste pequeña Aurora que este sexy hombre iba a sentarse contigo?.
Para no parecer una estúpida hice creer que estaba sumergía en mi celular mientras comía de mi pedido como una empresaria que estaba súper apurada sin importarle nada, deje el dinero y salí de allí rápido.
Busque mi auto y me fui a mi departamento hoy sería un día largo y de soledad en casa.
Esteban
Me siento vacío cada vez que vengo al cementerio algo en mi se rompe mas. Mientras conduzco su rostro llega a mi mente, sus ojos estaban llorosos, todo lo que esa familia le dijo no le encuentro sentido ¿Por que la culpaban de algo tan grave? Como una muerte. Al llegar a casa varias personas me miran salir a la calle de mi coche. Sin mirar mucho entro a casa y veo a Nereida en la alfombra de la ante sala con varios juguetes y jugando con mi hijo que esta en pañales tumbados los dos.
Este comienza a gatear a mis pies pero no lo cojo ya que vengo del cementerio y debo darme una ducha.
—Nereida oye quería pedirte perdón se que...
—No. No Esteban tu tienes razón no volveré a meterme en tu vida y tus asuntos yo no he pasado ni lo mas mínimo que tu y quizás por eso no entiendo lo que realmente se siente y como quiero seguir siendo tu amiga, tu prima y confidentes que somos tan unidos me mantendré al margen de esa situación. Te quiero y quiero que siempre sepas que solo quiero lo mejor para ambos —me mira y luego al niño.
Asiento un poco triste. Nereida es la única persona capaz de entenderme y aun así no la se entender yo a ella. Me gustaría que las cosas fueran diferente, se que ella es la que ha permanecido en la vida de mi persona pero quizás no entienda lo que se siente. Tampoco quiero para ella nada semejante a esto.
Miro a mi hijo esta se levanta y va la cocina.
—Casi te quemo la cocina pero he logrado hacer la comida —sonrie.
Voy a ducharme.
Entro la cuchara de nuevo en mi boca y como la lasaña y papas al horno.
—He visto a tu amiga en el cementerio —comento mirándola. Esta sentada con la computadora en sus piernas y haciéndole gracia a mi hijo.
—¿Como? ¡Paso algo! —pone interés.
—No se exactamente solo le acusaba una familia de muerte, estaban vestidos de negros y ella igual.
Frunce el ceño.
—Si es lo que estoy pensando creo que debo ir a verla —dice cogiendo su celular.
—¿Y que es lo que crees?.
—Que se le ha muerto algún paciente.
Me quedo mirándola y analizando sus palabras.
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