|•69•|Bañera
Aurora.
Tres semanas de casados y nada ha cambiado. Solo una felicidad que se siente por cada esquina de nuestro hogar y por cada parte de nuestro cuerpo. Mis días son cada día más maravillosos. Como ahora que estoy dentro de la bañera llena de agua tibia y denuda dejándome consentir por mi amado. Afuera el ambiente esta frío y no tengo ganas de salir de aquí. Aunque tengo cita con el doctor.
La puerta esta abierta. Una toalla blanca encima de la tapa del váter. Con mis manos acarició mi panza pequeñita con mis bellos que resaltan y unos lunares. Observó mejor mi ombligo y mis pechos que están mas grande.
—¿Aun estas dentro? Eh, te volverás una pasita —me sorprende mirándome entrando con ropa abrigada y los pies descalzos.
Me mira sonriente agachándose a mi lado poniendo sus manos en el borde de la bañera.
—Afuera esta frío —hago una mueca en queja moviendo mis dedos en el agua.
—Afuera. No en la casa —entra sus manos en el agua acariciando mi panza con ternura y acercando sus labios a los mios. —Venga arriba preciosa que en una hora tenemos la cita —me hace parar con él.
Me visto abrigada con botas sin tacón de rodilla y leggins,
blusa suave de lana. Bebiendo un té de manzanilla casero.
Esteban
La observo en silencio mirando como sus labios se pegan de la taza que sujeta de mano mirando nuestras fotos en cuadros de la sala pequeña en la cocina. En cada parte de nuestro hogar ahí un pequeño detalle nuestro, ya sea una flor en un jarrón con agua o algún juguete especial del pequeño.
—Gabriel ya esta listo ¿nos vamos? —capto su atención.
—Si —responde poniéndose de pie.
Entro el cochesito pequeño de Gabriel detrás en el auto mientras ella sube con el detrás poniendo sus cinturones.
—¿Listos? —les miro por el espejo.
—¡Si pa pá!—le mire con amor no evitando echar mi cabeza atrás para dejar un beso en su mejilla feliz. Cada día habla más claro, tanto como un perico, en las mañanas al despertar no hay quien le aguante y por igual en la noche.
Al llegar lo entro en el cochesito y para que se estuviera tranquilo he puesto una bolsa de golosinas mientras se empeña por abrirla. Me hace mucha gracia.
—Pueden pasar —nos abre paso a la puerta del doctor su secretaria. Ambos entramos sentándonos en unas sillas frías por el aire.
—El doctor vendrá en un momento —ella asiente pasando unos mechones por sus orejas.
—¿Nerviosa? —contesta moviendo su cabeza en un si sonriendo. Tomo su mano dejando un beso en esta. Mira a Gabriel concentrado aun en las golosinas.
—Buenas buenas —saluda el doctor entrando por la puerta con bata gris de unos cuarenta y tantos años y gafas de leer en la cabeza, mirándonos a ambos.
—Buenos días —saludamos. Incluido mi pequeño con un hola exclamado llamando su atención haciendo que todos riésemos.
Después de bromear un poco y darnos cuenta que el doctor es un bromista. Seguro para que las personas entren en confianza incluido las madres. Fuimos ya al ámbito laboral
—Entonces Aurora ¿no? ¿Cuántos meses tiene de embarazo? ¿Como son tus síntomas? ¿Te has hecho los chequeos generales de presión sanguínea? ¿La orina?. ¿Posibles anomalías?.
—Si ya he echo los primeros chequeos y como soy pediatra hay cosas que puedo auto diagnosticar junto a unos compañeros ginecólogos. Un chequeo en general todavía no —me mira buscando apoyo, la miro con amor. —Y meses tengo un mes y tres semanas de embarazó.
—Bueno haré unos exámenes y que les parece una ecografía ya que viendo su expediente paso por una prueba y cirugía.
Aurora
Me emocionó mucho cuando hablo de ecografía. Se que es muy poco probable ver algo pero si sentir y ver como se mueva algo pequeñito. No habrá nada más emocionante.
Después de exámenes de orinas. La presión. Examen de sangre y por fin la ecografía. Me subí con su ayuda en la camilla levantado mi blusa. Su mano aun sigue unida a la mía sonriendo y moviendo sus labios en un te amo que pude descifrar. El frío gel en mi panza me hizo poner los pelos de puntas, pasando el transductor por todo el gel haciéndome sonreír mirando la computadora. No se podía ver gran cosa pero me sentía demasiado emocionada tanto como mi amado que no aparta su mirada de mi.
—El embrión esta correctamente en el útero. Ese punto es su futuro bebé —nos señalo aun pasando el transductor —limpie unas lágrimas bajando por mi cuello. —Aun no se puede escuchar su corazón. Pero lo importante es saber que el embarazó va muy bien y el embrión esta bien ubicado y todo marcha bien, la placenta esta en un buen lugar —nos mira ambos.
...
Nuestra cita ya había acabado y me sentía mas que feliz. Vamos en el auto cantando una canción.
—¿De verdad podemos pasar por los tacos mexicanos? —le miro.
—Si preciosas, todo lo que quieras.
...
—¡Por favor! Tres para mi solita —le susurré en el oído atrás de él escondiéndome mientras una señora nos atendía. No evitó reírse y Gabriel halándolo de los cabellos.
—¿Algo mas? —se dio la vuelta mordiendo mi mejilla derecha.
—Por el momento, nada más.
...
Esteban
Al llegar a casa no hizo otra cosa que ponerse cómoda con un camisón mio y ponerse en el pasillo de casa sobre la alfombra con Gabriel y comer sus tacos sin siquiera preguntarme si quería. Igual no quiero.
—Voy a estar en la oficina haciendo un trabajo aquí, vale —me quedo mirándola.
—Anja —ni siquiera me miro, esta concentrada.
—Te estoy hablando, comelona —me pego a la pared sonriendo pasando una mano por mi pelo.
—¿He? —ahora si me mira con salsa por sus labios chupándoles.
—Que estaré en la oficina cariño. Cualquier cosa me llamas de una.
—Si, vete que me quitas el apetito —mueve la cabeza a un lado haciendo berrinche levantando las manos sucias de los tacos.
—¡Ah me estas botando, pues ahora me quedó! —Gabriel no hacia otra cosa que mirarnos a ambos moviendo su cabeza con sus pequeños dedos sucios de la salsa, a el si le compartió. Quiero molestarla en plan broma.
Agacha la cabeza soltando un gran suspiro levantándola mirándome con los ojos húmedos.
—Oye me estas quitando el gusto, vete, sólo quiero comerme esto tranquila y tu me estas hablando mucho, ya no quiero —empieza a llorar sorprendiéndome y camino a ella pero se levanta del suelo rápido yendo a la habitación encerrándose.
—Cariño, oye —hablo en tono suave tocando con los nudillos la puerta apoyándome de esta. Pudiendo escuchar su llanto. —No te pongas así, abre preciosa, no quería molestarte.
Escuchó sus pasos a la puerta abriéndola, caminando a la cama sentándose en la orilla con la cabeza gacha.
—¿Porque te haz puesto así mi amor? No quería molestarte, vale —me arrodilló delante suyo poniendo una mano en su piernas y otra levantado su rostro mirando sus verdosos ojos.
—Solo quería comerme eso tranquila. Tenia mucho gusto y apetito por eso. Y me has estado hablando un montón. Ya no tengo ganas de comerlo —desvía su mirada cristalizada de mi.
—No me digas eso por favor, ven o me sentiré muy mal —la hago levantarse dejando un beso en su frente abrazándola. —Me siento mal si me dices eso ¿entiendes? —miro sus ojos y la llevo de nuevo a la alfombra sentándola en mis piernas delante de Gabriel que viene en su apoyo.
—¿Me podrías ayudar a comerlo? —me mira sorbiendo por la nariz.
—Claro que si.
—¿Y me perdonas también? Es que no se que me pas...
—No digas nada —acarició su pelo.
Entre los tres terminamos de comer los tacos. La había dejado durmiendo con Gabriel. Ahora por fin entro a la oficina a terminar el trabajo y luego investigó un poco sobre los cambios de humor en las primerizas. Patricia nunca presentó estos cambios, era mas de dormir y estar siempre oliendo las cosas.
Bostezo mientras cojo a mi pequeño dejando un beso en sus mejillas abriendo su habitación y dejándolo en esta. Vuelvo a la nuestra. Esta en forma de feto acurrucada en las mantas. Me abrazo a ella poniendo mis manos en su barriga dejando un beso húmedo en su cuello oliendo el aroma del gel. Se remueve en su lugar y la dejo tranquila cerrando mi ojos abrazándola más a mi cuerpo.
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