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Aurora



Ruedo una silla del pequeño comedor en la cocina para sentarme. Soplo sobre la taza. Ahora me estoy tomando un té de manzanilla siento mi estomago descompuesto. Desde mi lugar lo sigo viendo desde que salí del baño, me vestí con pijama y baje a hacer el té y aun sigue en la misma posición. Mirando por el balcón con los brazos cruzados. Dejo la taza en el fregadero y camino a su lugar de puntitas poniendo mis manos en sus hombros y haciendo como si le estuviera dando un masaje. Dejando un beso en su cuello pasando mi nariz cerca de su oreja estando de puntitas.

—Estando así no resolverás nada mi vida —me pongo enfrente suyo poniendo mis manos en sus mejillas acariciándola mirándole a los ojos.

—Lo se. Pero no tengo sueño —levanta sus manos agarrando las mías que aún siguen en sus mejillas las coge y las besa sonriéndose.

—Ven conmigo a la cama. Quiero ver esos hermosos ojos cerrados y escuchar esa respiración tranquila sabiendo que descansas —tome su manos y camine con él a mi habitación.

—¿No se cae de la cama Gabriel? —pregunta.

—No. Le puse muchas almohadas y cojines pero si gustas lo traigo con nosotros —entramos a la habitación y subimos ambos encima haciendo a un lado al colcha para entrar dentro.

Gracias a Dios que siempre intento tener mis colchas limpias.

—No esta mejor así —se pone boca arriba con los brazos detrás de su nuca y opto su misma posición mirando al techo con las sabanas hasta la cintura.

—Te amo —digo sin mirarlo pero siento como gira su rostro al mio. Siento su mirada clavaba en mi y se acerca hasta poner su cabeza en mi pecho. Bajo una mano acariciando su pelo.

—Gracias —lo oigo en un susurro, es la mejor respuesta que me ha podido dar y sonrió. Me acerco mas a él hasta quedar completos abrazados con su cabeza justo en mi corazón. Le acaricio el pelo.

Voy sintiendo como su respiración se relaja. Como su corazón se calma. Y como se va apagando la noche en mis ojos.



...

Corro en la sala a descolgar el teléfono para que no despierte al niño.

—Halo —lo sujeto con el hombro en mi oído mientras me subo bien el pantalón y lo abrocho.

—Bueno días Aurora. Espero que estén bien ¿Esta Esteban cerca tuyo? Es que quería saber si no necesita algo ya sabes como cosas personales. Su cartera la veo acá en su auto, ya sabes que me lo traje ayer y supongo que aquí están sus tarjetas o identificación —como siempre tan atenta.

—Se fue súper temprano a la empresa me lo dejo escrito en una nota. Pero supongo que necesita esas cosas.

—Bueno pues en un rato paso a tu casa así le dejo su auto y todo.

—Te quiero —cuelga. Sonrió Nereida es una buena chica.

Cuando desperté ya no estaba a mi lado solo una nota donde me ponía que iba a la empresa. Aparte de que los medios de comunicación no se hicieron de esperar para que saliera todo en las noticias. Por lo menos se que anoche logro dormir algo. Me miro en el espejo ya en la habitación arreglando mejor mi camisa blanca por dentro del jeans engomado color café y unas bailarinas iguales. Peino mi pelo con una línea en medio en una cebolla baja atada en mi nuca. Gabriel aun no despierta.

Voy a su habitación y sigue en la misma posición de anoche entre las almohadas en una esquina de la cama pongo las toallas húmedas, una toalla, pamper, polvo, aceites. Así cuando despierte no tendré que dar tantas vueltas. No he tenido tiempo ni de avisar a mi secretaria que cancele todas mis consultas.






Esteban

Estoy en pie desde la seis de la mañana a base de café y no porque tenga sueño. Otra cosa no me bajaría por la garganta y que mi estomago resista. Me muevo en la silla de mi escritorio inquieto acabando de firmar para devolverle todo el dinero que fue dado por el auto y ya no existe. Por lo menos ya no me siento comprometido con ese señor. Otra cosa que he podido resolver fue el arreglo de las casas que fueron víctima también de la explosión cerca de la mía.

—Adelante señor puede pasar —mi secretaria le abre la puerta al arquitecto que mi prima contacto.

—Tome asiento por favor —le hago señas con mi mano.

—Gracias —es un hombre de unos cuarenta y tanto años, en sus manos trae una cartulina blanca y otros planos que están a la vista.

—Me gustaría señor Torres ir al grano y quiero saber si usted puede hacer que mi casa esta en pie en quince días —veo que mi lanzamiento lo toma por sorpresa, lo veo en su rostro.

—Bueno señor dadas las circunstancias y como las cosas han quedado me temo que como mínimo a prisa un mes o dos meses.

—Es mucho tiempo —niego.

—Quedo todo destruido hay que empezar de cero. Su casa era bastante grande y amplia, las columnas que se le fueron hechas calculo que por lo menos una llevó tres días. Es imposible construir en menos de dos o tres meses eso haciéndolo rápido.

—Esta bien, dos meses —abre el plano y la cartulina y empieza a dibujar y enseñarme todo.



...

Así fue siendo mi mañana, súper agobiante. No he llamado a Aurora aún. Conduzco en su auto a la estación de policías donde tienen a ese desgraciado al cual no tengo ganas de ver su asqueroso rostro. Voy porque un agente me llamo que tenia que venir. En todo los noticieros y radios sólo se escucha esta tragedia. Estaciono el auto y bajo caminando dentro. Abrocho mi camisa gris un botón más que por cierto tiene buen gusto comprándome.

—Buenas tarde soy Esteban Ramirez me llamaron que tenia que venir —me brinda asiento un señor de edad un poco mayor con muchas placas y estrellas en su traje de policía.

—Si. Soy el agente Felipe a cargo del caso suyo. Le llamamos porque el señor sebastian ya recibió un familiar, un hermano tengo entendido, que pide que un psicólogo le sea asignando a su hermano para determinar que tiene problemas mentales, lo que esta claro que seria trasladado a un hospital psiquiátrico y no pudiéramos hacer mucho —mientras el hablaba yo negaba todo, es imposible.

—Imposible señor, quiero que todo el peso de la ley le cae como es debido. Usted tiene entendido que esa persona pudo acabar alrededor con diez seres humanos incluidos mi pareja y mi hijo, hay heridos, fue un atentado terrorista es ...

—Tranquilo, estamos haciendo todo lo que esta en nuestras manos y lo que sabemos es correcto en estos momento, ese familiar y su abogado están hablando con el.

Me paro de la silla caminando a la salida de visita.

—Señor detente no puede pasar allí ...

Llegue donde estaban. El alboroto hizo que su asquerosa cara hiciera contacto con la mía, su abogado y su hermano que tienen buen parecido físico. Me pare cerca de ellos queriendo lanzarme encima de sebastian que sonríe como loco.

—¡No se van a salir con la suya! —gire mi rostro a su hermano mientras forzaba con dos policía que sujetaban mis brazos  —¡Y tu eres el cruel y peor hermano que quiere que esta! Basura No cumpla con su condena. ¡Lo voy a refundir en la cárcel!. —salí de allí echo una furia tratando de respirar.

—No debió reaccionar así y menos delante de su abogado —Camino a la oficina con el agente, cojo mi chaqueta y salgo sin decir nada pasando mi mano por mi pelo mirando al cielo mientras el sol me da en la cara.

—Espere —escuche la voz de su hermano.

—Debería mantenerse alejado de mi —le miro a los ojos con odio.

—Soy Fabián y desgraciadamente soy hermano de sebastian, mi familia y yo no tenemos que pagar los platos rotos de él pero tampoco puedo permitir que vaya a la cárcel cuando solo esta mal de la cabeza, es mas que obvio —habla desesperado.

—Aquello que esta allí no es ¡Un ser humano! Es un animal que necesita una jaula.

—Tendrá su castigo pero un lugar donde el pertenece, una clínica para tratar su problema.

—Usted esta mas loco que el —me río sin gracia dándome la vuelva para abrir la puerta del auto.

—Espere por favor, mire. Esto me ha dolido tanto como a usted. Perdí a mi novia, su prima, Nereida —me giro sin entender mirándolo —Perdí al verdadero amor que había encontrado por mi hermano y se que perdí una buena amistad con su novia Aurora.

—¡Con mi familia no permitiré que te metas! —lo agarro del cuello —levanta las manos al aire y lo suelto metiéndome al auto conduciendo con mil dudas.

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