|•23•|Abrazos










Esteban

Por fin mi día había acabado en la empresa y he llegado a casa, abro la puerta y todo esta en silencio. La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya, el silencio se esfumó al escuchar la risa inocente de mi hijo, sonreí y luego la de ella, camino a su encuentro y los veo en el balcón sentados en un sofá silla, ella esta sentada con las piernas al estilo haciendo yoga y el encima de estas, abrazándola fuerte por el cuello y sobando su nariz graciosamente por la mejilla de ella, ella también lo abraza y ríen. Reí en alta voz al verlos así.

Se giraron los dos a mi persona y me hijo me abrió los brazos enseguida deseoso de que Papá lo cargara y así lo hice, lo abrazo fuerte a mi pecho dejando muchos besos en su mejilla, cabeza y brazos, giro su cabeza a Aurora y le sonrió teniéndole una mano.

—Quiere que te levantes —le hable.

Se puso de pié y sonrío para nosotros tomando la mano de mi hijo que la abrazo con su mano por el cuello haciendo que los tres quedemos abrazados. Puso su cabeza en nuestro hombros, aunque Aurora es mas pequeña que yo tiene que medir 1,58. Me sentí extraño, en cambio ella se veía normal, quizás estoy viendo cosas donde no las hay, es un simple juego de mi pequeño, es un bebé, mi pequeño al parecer no piensa soltarnos, ella levanto su rostro y me miro a los ojos. Sonreí un poco extraño y elevo sus hombro en manera divertida haciéndome reír. Gabriel nos había soltado ya quedando en mis brazos.

—Te he guardado algo que me hecho mientras Gabriel me animaba cantando alguna canción que en mi vida había escuchado —camino delante de nosotros y la seguí, haciéndome reír con su último comentario mire sus pies y está en calcetines de estrellas.

Fuimos a la cocina y me senté en la mesa de cuatro que ahí en la cocina, aun no me quito ni la chaqueta. Puso un plato enfrente mio y lo destapo, es espaguetis rojo, encima tiene queso amarillo y puso un vaso de jugo rojo al lado, la mire y me sonrió, se sentó enfrente mio.

—No debiste ponerte a esto Aurora de verdad.

—No te hagas de rogar y te lo advierto siempre lo haré, es como un regalo de Gabriel, además no quiero que luego que me vaya te quedes haciendo tu cena. Gabriel ya ceno, está duchado y huele rico ¿verdad? —lo cogió en brazos y se sentó con el enfrente mio, los dos me miraban fijamente y me sentí acosado pero me eche a reír a ver sus rostros fijos en mi.

Empecé a mover el tenedor encima de los espaguetis y los lleve a mi boca así dure casi quince minutos comiendo, estaban deliciosos, muy ricos y ellos lo duraron enfrente mio, al terminar puso a Gabriel en el piso que se quiso bajar a jugar con juguetes que le tire y le hacia gracia, cogió el plato antes de que me pusiera en pie y lo lavo poniendo todo en su lugar.

Como me entristece esto, me haría feliz que fueras tu amada mía quien me esperaras en casa todas las noches, con un abrazo, un beso, una caricia, que me hablarás de como te fue en el trabajo, serías una excelente contable, que me esperaras con él en brazos y me dieran besos ambos, o que me esperes en la cama, como antes lo hacías, leyendo un libro o con aquel encaje que tanto me gustaba o me llevaras aquel té a la oficina de la casa cuando me quedaba hasta tarde y me acompañabas, aquella manera con la que te entregabas a mi, aquellos besos que me hacían delirar, aquellas caricias llenas de suspiros, aquella primera lágrima ese día...

—Esteban. ¿Estas bien? Llevo unos cinco minutos hablándote y pareces perdido —su voz me volvió a la realidad que tanto me duele y me encontré con sus ojos verdes mirarme.

—No fue mi intención, perdón, supongo que ya te vas —hable cogiendo a Gabriel del suelo.

Asintió.

—Pequeño te veré el viernes ha sido todo un placer nuestro primer día, ha sido increíble luego le cuentas a papá  —le hablo a mi hijo al tiempo que dejaba un beso en su frente.

—¿Por que no le demuestras a Aurora que aun sabes tirar besos? —le miro a mi pequeño este se lleva la palma de la mano a la boca y pone un beso hay para luego soltarla como mandando su beso haciendo que riamos.

—Adios Esteban que duerman bien y no se olvide de vivir siempre el instante, el pasado no existe y el futuro tampoco, el tiempo que debe valorar es en el que se encuentre —hablo y camino a la sala, escuche la puerta abrirse y cerrase y me quede pensando en sus palabras.

...

Apague su luz y dejé su puerta abierta, el aparato con que puedo escucharlo lo encendí y lo puse en mi habitación. Ya me había duchado y me puse solo un chándal, ya han pasado dos o tres horas y aun sus palabras siguen en mi, levanto la primera sábana de la cama y me meto en ella, me doy la vuelta, mirando por la ventana, la noche es silenciosa, me recuerda a aquel día, suspiro y cierro los ojos. Apago mi lámpara e intento dormir, o mejor dicho descansar el cuerpo. Pero no tengo ni ganas de eso, salgo de la cama y camino a la oficina, abro la puerta, enciendo luz y me siento en la silla. Busco en el escritorio de las gavetas, la última donde están nuestras sortijas de matrimonio, duro tan poco, pero cada nuevo día lo vivíamos como si fuera el primero, solo tres años de matrimonio, nos conocíamos tan bien, ni recuerdo cuanto duramos siendo novios, amaba aquella mujer, la extraño, todo de ella. Aun la amo.





Aurora

Nada mas llegar a casa encendí los mensajes de voz del teléfono de casa, todos eran de Nereida. ¿Qué como estoy? ¿Cómo me siento en el primer día con Gabriel? ¿Qué si necesito algo? Y que me tiene que contar algo, pensé que solo eran de ella un último de Sebastián donde me decía "se que te he acosado, me disculpo por ello, no volverá a pasar, entendí que lo que paso, paso, lamento haber dañado quizás una buena amistad que hubiera surgido no volveré a llamarte y mucho menos buscarte puede estar tranquila, gracias por todo".

Suspire cansada y subí a mi habitación.

...

Una paciente especial tiene cita conmigo.

Meto los caramelos y golosinas en la canasta y organizo mi chaqueta color marrón con mi nombre y logo de la institución al lado de mi corazón, tres toques en la puerta me confirman que ya esta mi primer paciente. Esta se abre y veo a la secretaria con una niña.

—Hola bonita —se sienta, siete años

—Hola —enseña sus dientes pequeños.

—¿Y tu mami? —justo entra su madre.
Justo entra su madre saludándome, tiene varicelas por lo general debería verla un dermatólogo de la piel pero también yo puedo atenderle.
Mi platica con ella había terminado, poco tiempo después bajo las escaleras acomodando mi bolso en mi hombro que cuelga y saliendo a la calle, Nereida me espera en la cafetería cerca de la clínica, camino por la acera, la brisa se cuela en mi cuello y me acomodo mas mi pelo, las zapatillas no muy altas pero si de tacón fino hacen sonido en el suelo, la gente va y viene, once de la mañana, en una mano llevo un vaso de sorbete jugo de manzana y me llevo a los labios. Llego a la cafetería, la veo mirando por la ventana atenta a mi llegada, me levanta la mano y sonrió. Llego a ella y me siento de frente dando un beso en ambas mejillas.

—Buenos días o buenas casi tarde —me acomodó en la silla.

—¿Cómo estas?.

—Mejorando. ¿Y tu? Me tienes que contar muchas cosas ¿no? —hablo.

—Asi es —suspiro.

—Cuenta —hablo al tiempo en que levanto mi mano y le pido al camarero una tostada doble.

—Ayer salí con Fabián, ya vino y... No la pase tan bien —hizo una mueca.

—¿Por que? ¿No le hiciste de turista? —le guiño un ojo con doble sentido.

—Si pero, no me había dicho que tenia un hermano aquí. Me contó que tiene problemas así como mentales, sufre de nervios y es impulsivo, en resumen, al hermano le dio para ir con nosotros, ya te puedes imaginar, lo peor es que actúa como una persona normal, es guapo, atento, osea con educación, aparenta el mejor hombre del mundo, me sacaba de casilla su manera tan pulcra, según lo que me dijo Fabián, sufrió un accidente y quedó así, era el mejor arquitecto de la zona, lo peor fue que le dio por empezar a gritar cosas raras, ya te puedes imaginar, me dio mas pena con Fabián.

—¡Oh Dios mio Nereida! Entonces seguro vuelven a salir, ya veras no pierdas esperanza.

Duramos casi una hora y olvidamos el tema, me acompaño a la clínica y luego se fue.

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