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Aurora
Llevo mas de media hora con Gabriel en la habitación, el pequeño hasta en mis brazos se durmió y lo puse en su cuna, camine por la habitación, los colores llamativos y distintos en cada lugar. Las paredes con muchos puntos de colores y animales pintados, con las yemas de mis dedos acaricie su armario de gavetas, abrí una. Su ropa olía muy bien y suave en completo orden, recogí los juegues esparcidos en el piso de madera reluciente y los puse en su lugar, gracias a Dios no escucho nada de lo que se habla allí afuera, no me interesa saber cosas que no me corresponden aunque me pude dar cuenta que la sola presencia de esa señora formaba en el ambiente esa energía palpable e incómoda, y su presencia le hacia daño, no se exactamente su historia pero me doy cuenta que no la ha pasado genial.
Unos golpes en la puerta naranja de la habitación me hacen girar rápido y abrirla despacio para no despertar al pequeño Ángel, nada mas verlo, pongo mi dedo en los labios haciéndole señas de no hablar y este me hizo señas de salir al pasillo, cerré la puerta y lo seguí en silencio, este es junto el momento donde me siento incómoda se perfecto que hay líneas donde no debemos meternos.
Se detuvo en la ventana de la sala y se recargo de esta, me miro sin expresión exacta en su rostro y respiro profundo.
—Gracias, has sido de gran ayuda para un día como hoy y... No se que hubiera echo yo solo acá con el bebé y esa... Mujer en mi casa, te pido disculpas por todo lo que acaba de pasar y te agradezco una vez más.
—No... No tienes nada que agradecer, se que estar aquí no es pura casualidad todo en la vida tiene un por que y no se si te has dado cuenta pero ese pequeño me tiene en sus manos —sonreí un poco tímida.
Sonrío solo un poco.
—Creó que debería irme.
—Esta bien, gracias y cuidate.
...
Meto la llave en la cerradura de la puerta y entre, los casi últimos rayos del sol se colaban por las ventanas y el balcón de la sala, me saque la chaqueta y solo di tres pasos cuando el timbre sonó, fruncí el entre cejó y me extrañe. Me di la vuelta y camine a la puerta, la abrí y está Sebastián del otro lado, no dije nada solo abrí la puerta completa dejándole pasar y la cerré.
Esta vestido muy casual, parece un adolescente. Se quedo parado en medio viéndome y yo intentando no hacer mucho contacto visual con el.
—Hola —hablo entrado sus manos en los bolsillo de su pantalón.
—Antes que nada Sebastián ... Yo quiero que sepas que lo de ayer... Yo me siento mal, no soy así y no tengo cara para seguir mirándote no se que me paso —hable mirando ahora a la cara.
—Sabia que dirías eso, conmigo no hay problema Aurora, me gusto demasiado no te imaginas, no he hecho otra cosa en todo el día que pensar en ti, en ayer en...
—Basta, Sebastián —me paso una mano por mi frente.
—Niega que no te gusto —se acerco demasiado a mi quedando mi cuerpo pegado a la pared que da al pasillo de entrada al salón.
—No podría mentirle a mi propia persona lo admito pero...
No pude seguir hablando sus labios me habían callado. Me tenia sujeta de la nuca marcando el ritmo de aquel beso y su cuerpo muy pegado al mio.
—Deja los pero —hablo encima de mis labios separándose un poco.
—Me gustas no lo niego, no eres desapercibido pero es que date cuenta esto no llegara lejos —hable sincera mientras este se movió despacio haciendo que nuestros sexos se rozarán.
—No importa, te quiero tener a ti sin ningún tipo de compromisos si eso quieres.
—No estoy de acuerdo, empezamos con mal pie y...
Nuevamente me besaba, chupando mi labio inferior y mordiendo, no pude aguantarlo y empecé a corresponder aquel beso de la misma forma, con pasión, deseo, los sonidos que hacíamos al besarnos o la respiración excitada de ambos era lo que se escuchaba en la casa. Me fui dando cuenta que volvería a caer y me separé de golpe como si su cuerpo ardiera en fuego.
—Por favor vete, lo mejor será que olvidemos todo, es lo mejor —hable con la respiración aún descontrolada y una mano en mi pecho.
—¿Estas segura? —mordió sus labios.
Asentí con la cabeza.
Abrió la puerta no sin antes mirarme una vez más y la cerro. Me puse la otra mano en el pecho controlando mi respiración. El teléfono de casa sonó y fui por el.
—Halo —lo lleve a mi oreja izquierda.
—Aurora soy yo Nereida ¿Cómo estas?.
Su voz no se hizo esperar.
—Qué gusto escucharte, te hecho de menos todo va muy bien aunque tengo que contarte muchas cosas.
—Tenemos mejor dicho, oye dime por favor que has sabido algo de Esteban he hablo con el hoy por motivo de su cumpleaños pero digamos que lo siento un poco extraño ¿crees poder ir a su casa? —su voz sonó preocupada por lo menos el tiene a alguien que se preocupa por él.
—Tranquila, solo te diré que aquel pequeño me tiene en sus manos y digamos he estado un poco pesada en cuanto a la visita a su hogar —me salio un risita.
—Eso me alegra mucho y me tranquiliza, eres genial te quiero, creo en unas semanas me tendrás de vueltas vale.
—Perfecto acá te espero un beso.
—Te llamo mas tarde.
¿Hola como están?
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