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Esteban
Agarre sus manos y lo ayude a ponerse de pie, elevo su rostro y me sonrió enseñándome ya casi todos sus dientes, me puse detrás, le ayudaba a dar varios pasos en el pasillo que da a la parte detrás de la casa.
Domingo por la mañana. Nosotros dos y nada mas, me senté en el suelo y mi pequeño se tiro de golpe en mi abdomen, me saco el aire casi pero solo me eche a reír por su cara de susto. Me puse de pie y lo cargue a modo caballito, ya debo darle de comer, son mas de la una de la tarde.
Voy con el a la cocina y le preparó un puré suave mientras este jugaba con algunos juegos que se encontraba en el piso, le observé quererse llevar un juguete a la boca y hice un sonido con mi garganta, me miro y lo arrojo lejos, soy muy cuidadoso en el tema de la limpieza por él, tampoco mi hogar tiene escaleras, por eso no tengo nada que me suene a peligro para él. No se que seria de mi si le llega a pasar algo a el.
Lo cojo del piso y lo siento en su silla de bebés para comer, le pongo su puré, con mi ayuda termina todo el plato, ya luego comeré algo yo.
El timbre suena dos veces y me levanto abrir la puerta.
—Hola —la saludo al ver a Nereida en la entrada de la puerta.
—Hola —tiene esa falta de animo en su voz.
Esta entro por completo a la casa, se agachó y dejo un beso en la frente de mi bebe. Se sentó en un sofá.
—Vengo a despedirme ya me voy. Solo serán unas semanas, estoy teniendo problemas con un contrato que le hice a una empresa en Francia —hablo mirando al bebé.
—¿Vuelves? —me senté.
—Claro que si, ya no podría estar lejos de Gabriel —enseña los dientes.
—Bueno que tengas buen viaje, que todo salga bien estoy aquí para lo que necesites —le miraba.
—Lo se. El taxi me espera a fuera con las maletas —sonrió sin ganas y se le notaba triste. Me puse en pie y la abrace cariñosamente.
Espero que vuelva pronto.
...
Aurora
Me siento un poco mal, mi única amiga con la que soy yo misma, la loca Aurora. Se ira por unas semanas pero ya se como son esas semanas que terminan convirtiéndose en meses, solo espero y esta vez no. La extrañare mucho.
Me llevo el cigarrillo a los labios y suelto el humo, miro a ambos lados. Me encuentro en un parque, ahí pocas personas lo normal, domingo y es por la mañana aún. Mi celular vibra en el bolsillo de mi abrigo, es un número desconocido. Aún así deslizó mi dedo al verde y me llevo el aparato al oído.
—¿Si, buenas? —suelto la colilla al aire.
—¿Catalina? —aquella voz detrás de la otra línea me sonó conocida pero no la recordaba con certeza.
—Hay muchas Catalina en el mundo. Sea mas especifico.
—Aurora Catalina soy el hombre del restaurante el que pecó al fumar por usted —se escucho sarcástico y escuche su risa.
Reí a carcajada y negué con la cabeza. Que pecó por mi, no me digas.
—Entonces ex Ángel ahora pecador ¿A que debo su llamada? —Sonreí al teléfono.
—¿Aceptaría usted verse de nuevo conmigo, darme el privilegio de que mis ojos vuelvan a ver tanta belleza en una sola persona? —su voz sonó como si estuviera en una obra literaria de poesía y amor prohibido y no pude aguantar la risa. —Estoy tratando de agradarte —dijo nuevamente riéndose.
—No sabe usted si soy una asesina o una loca que cambia de humor a cada instante —dije poniéndome sería.
—Se que no es así, de lo contrario, estoy dispuesto a afrontar las consecuencias ¿Quien sabe quien es el loco aquí? —le escuché respirar despacio
Difícil de espantar el hombre... Y deja mucho que pensar. Y si es un acosador.
—¿Donde? ¿Cuando? ¿Y a que hora? No acepto un retraso y no me gustan mucho las cosas empalagosas, otra cosa, no somos amigos —concluí.
—Perfecto estoy de acuerdo tranquila. Será esta noche, si puedes claro, avenida treinta el pequeño Restaurante bar, a las siete en punto y no lo veas como una cita imagina que somos dos viejos amigos, perdón, mejor dicho nuevos amigos se juntan para charlar un poco —enfatizó juntos.
—Esta bien, adiós —Colgué.
Me levante de aquel asiento y empecé a caminar sintiendo la brisa arropar mi cuerpo y las hojas crujir bajos mis pies.
...
Saque una falda de tuvo hasta mis rodillas, negra con un poco de brillo, y una blusa de tirantes simples color rojo por dentro y una chaqueta de algodón cómoda encima, con unas zapatillas negras no tan altas, me giré al tocador y me aplique la base, polvo, labios, recogí mi pelo en las manos y lo eleve en forma de un moño pequeño con dos flecos por mis orejas, me puse los aretes en mis orejas.
Cogí el pequeño bolso rojo y lo colgué de mi hombro, baje a la sala haciendo sonar mis tacos en el silencio pulcro de mi hogar. Las lámparas iluminaban la sala, me mire antes en el espejo de cuerpo entero y abrí la puerta. Me metí en el ascensor y pulso el cero. A los poco minutos ya estoy en la calle me pienso si en irme en mi auto o llamar un taxi pero lo mio es lo seguro así que cruzo la calle, veo mi auto estacionado, abro la puerta y subo, enciendo, doy la vuelta y me pongo en marcha.
Esteban
Me acerco a la cuna, aún duerme, será un calvario luego cuando despierte pues ya son las siete de la tarde y aún duerme desde las cuatro, deje su puerta junta y voy a la ante sala. Saco unas cintas de la gavetas del estante y la pongo a reproducir en la televisión. Las luces apagadas, solo la luz de la sala ilumina un poco donde estoy, en la pantalla lo primero que aparece es su sonrisa, su voz hace que me palpite el corazón y se haga un nudo en mi garganta, luego salgo yo untándole crema de pastel en su nariz, se acerca y me besa los labios, su risa y la voz que ponía cuando me reclamaba algo hace que mis oídos vuelvan a nacer. Grabamos este vídeo el día de su cumpleaños, lo celebramos juntos solos en mi antigua casa. Apague y saque la cinta, me estaba haciendo daño, soy consciente de eso. Me recuesto en el sofá con la cabeza para atrás y cerré los ojos fuertemente, respire profundo tratando de calmar mi corazón que palpitaba desenfrenado.
—No te aferres al dolor mi Adán, vive Los bonitos recuerdos y las vivencias que tu y yo construimos, jamás podre marcharme, tus lágrimas y tu ira por mi partida me atan en esta oscuridad que no me deja salir, sabes que te amo, fuiste el amor de mi vida...
Abrí los ojos espantado, he escuchado su voz, lo juro por Dios que escuche su voz susurrante. Aquellas palabras al oído, ella la única que me llamaba Adán, es mi segundo nombre, me puse de pie rápido y tire de mi pelo frustrado.
—Lo siento tanto —susurré al vacío —Pero aun no logro poder sanar ni un poco este dolor que me desgarra —volví a decir en medio de aquel silencio en el que me encontraba era poder sentir que ella estaba conmigo, que me escuchaba.
Su llanto me saco de aquel abismo en el que mi ser quería sumergirse y volví en si, respire profundo y volví a mi pequeño que me esperaba agarrado de los palos de colores de su cuna con su mirada puesta en mi y los ojos llorosos, trate de ocultar una lágrima, tome en brazos a mi pequeño.
Aurora
Estaciono mi auto en el aparcamiento de aquel Restaurante Bar, salgo del auto y suelto sin querer la puerta de golpe llamando la atención de algunas personas. Pensaran que vienes a pillar a tu pareja pegándole el cuerno, por suerte no es así.
Camino a la entrada y por unos de los cristales de las ventanas puedo verle, va casual, muy guapo, su pelo cae en rulos por los lados, tiene los codos puestos en la mesa, se lleva una copa de vino creo a la boca es sin duda un hombre misterioso y guapo de esos que desean unas ganas de conocer hasta cual fue su primer pecado. Aunque tiene algo que aun no me deja confiar bien. Pero apartare ese sentimiento de mi, es justo conversar con alguien algún día.
Entro y camino entre las mesas ocupadas, el olor a vino caros, cigarrillos y tabaco me dan la bienvenida combinado con aromas a perfumes sencillos y caros, no de esos que molestan y comida. Su mirada es elevada y se topa con mis ojos, me da una sonrisa de lado y de asombro, quizás pensó que no venia, no soy una mujer fácil pero tampoco me hago la complicada y mucho menos de rogar.
Si no hubiera querido venir desde el principio no le hubiese dado mi numero pues sabia que ese dato traería esta consecuencia y es una salida. Eleve la silla y me senté en ella enfrente suyo, su perfume es suave y sencillo, sus bonitas pecas en su nariz y sus labios rosas, acompañados de unos ojos mieles como su pelo eran dignos de su bonito rostro nada exagerado. Aunque no tan guapo como Esteban. Eso lo dijo mi subconsciente no yo conste.
—Es un gusto querida, Aurora —con una mano libre paso sus dedos por la mías que reposaba en la mesa y eleve una de mis cejas.
—Gracias por la invitación —dije observándole.
—Estas hermosa, mejor dicho es usted hermosa, resalta entre todas las que están acá —sus ojos miraban mi rostro y se que le dí una buena vista al venir caminado hasta aquí.
—Gracias. Veo que usted ya pidió vino —intente hablar de algo.
Asintió, un mozo llego, pedí vino del mismo de el ya que no se mucho de vinos y calidad además el que tomaba él olía muy bien y creo haberlo tomado en mi graduación, una ensalada con pechuga a la plancha y el pidió una pasta.
—¿Y a que te dedicas? —pregunto después de meter su tenedor a la boca.
Achine los ojos y le mire fijo.
—Soy pediatra y bueno no soy psicóloga pero ayudo en lo que puedo a algunos niños —respondí llevándome la copa a la boca.
—¿Y usted?.
—Me sorprende, eres interesante Aurora, eres muy joven si no me equivoco. Yo soy arquitecto aunque por el momento no estoy viviendo de eso —Sonrie con cierto misterio.
—Que bien —sonreía.
Termine de cenar y me quede tomando de la copa de vino él también termino.
—¿Te molesta si me fumo un cigarrillo? —le pregunte cómplice.
—No, claro que no, aquí se puede fumar —dejo a la vista sus blancos dientes.
Abrí mi cartera, saque mi encendedor y mis cigarrillos, encendí uno y me lo lleve a la boca, este me miraba interesado. Me sonrió. Solté el humo y mire a mi alrededor. Las personas estaban en sus mundos, fumando, cenando, tomando, hablando, riendo, sacándose fotos. Volví mi vista al frente, sus ojos me miraban curiosos y se llevo la copa a los labios, lo mismo hice después de soltar el humo teníamos una batalla de miradas.
—Te voy a ser sincero Aurora, me atraes, me gustas no me eres indiferente en cuestión de mujer, me atrae desde que te vi y no quiero pretender querer venir hacerme tu amigo y morirme por dentro, me gustaría que lo tuvieras presente suelo ser muy sincero.
¿Que paso?
Sebastián que directo amigo xd
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