⌁. ࣪˖❛Dos˖ 🎤
Un astuto castañito se sujetaba fuertemente de las tiras de su pequeña mochila, observando detenidamente hacia dónde iba el grupo de personas con la palabra <<staff>> en sus polos negros.
JiSung había observado durante la mayor parte del concierto el cómo esas personas ayudaban a los artistas allá en el escenario, por lo que supuso que sabrían también la dirección exacta del alfa a quien estaba buscando.
El corazón golpeaba fuerte contra su pechito. Se sentía tan extraño como cuando era su turno en las presentaciones de la escuela. Y el problema era que ahí no estaba su lindo papi para arrullarlo en sus brazos o brindarle de esa sensación tan calmada a través de su mirada, esa que le hacía recordar a los gatitos de YongBok, su mejor amigo.
Y probablemente era mejor así, porque si su papi se enteraba... No tenía dudas de que estaría en un gran problema, con más de un regaño por haberse soltado de la mano de su tío YuYu y asustar a su dramático tío HongJoong.
¡Pero no era del todo su culpa!
Jamás esperó que la persona a la que tanto quiso ver desde hace un año atrás, estuviera frente a él. Cantando y luciendo tan increíble como siempre, con bailes que hacían gritar a todos.
JiSung solo había visto a SeongHwa por la televisión y periódicos, o esas revistas que su escandalosa vecina Lalisa siempre traía cuando lo cuidaba algunas veces. Ah, también aprendió a reconocerlo en las fotos que su papá Sanggie guardaba entre una de las cajitas debajo de la cama.
JiSung no quería considerarse como un niño malo al esculcar las pertenencias que no le pertenecen, sobre todo cuando su papá bonito le enseñó a tener muy buenos modales. Sin embargo, a veces la curiosidad era mucho más inmensa y grata que recordar lo correcto y lo que no, más que nada teniendo esa corta edad.
A veces el castañito se preguntaba por qué su papá veía esas fotografías con un deje de tristeza, en una faceta apacible y que muchas veces no mostraba cuando estaban con él o sus abuelos, los vecinos o sus amigos.
Su papá siempre sonreía y bromeaba con sus tíos, pero desde esa noche luego de su cumpleaños número cuatro... El infante vio el momento preciso en que su papi sacó tres fotos y las observó por un largo tiempo. JiSung simplemente se había quedado apegado a la pared, evitando ser visto mientras estudiaba el estado anímico distinto en su papi a como estuvo en su pequeña fiesta en el patio.
──Me gustaría que vieras al maravilloso hijo que tenemos, SeongHwa.
Esas palabras, esa frase emitida en un suave susurro lastimero caló muy en el fondo del pequeño JiSung. Quien aún sabiendo muy poco de la vida, recordaba ese momento. Y al contrario de sentirse triste, una gran sonrisa se dibujó en su rostro, emocionado de al fin saber que su otro papá era el de esas fotografías. Que su papá estaba ahí, existía al igual que en todas las demás familias que veía de sus compañeros en la guardería.
Desde esa noche, cada que podía y de forma sigilosa, sacaba la cajita de su escondite y apreciaba las imágenes, acariciando con su dedito regordete la sonrisa de sus papás en esas fotos. Se veían muy felices, él suponía que se amaban mucho hasta el día de hoy. Haciendo que una linda sensación recorriera su pequeño cuerpo.
Por supuesto que no se lo contó a nadie, para él era una información confidencial y muy, muy especial. JiSung sacó sus propias conclusiones con el paso de los días y meses. Llegando al problema de que su papá SeongHwa era demasiado famoso y exitoso, alguien muy ocupado que tenía que trabajar para en algún momento descansar y volver a la casa en Daegu para las vacaciones.
No obstante, en su cumpleaños número cinco y con muchas emociones a flote... Su papá SeongHwa nunca llegó.
Ni ahí, ni en Navidad. Mucho menos en Año Nuevo.
Y en momentos como ese, se sintió afligido por no poder recordar cuando era un bebé. Cuando quizás en ese tiempo su papá sí iba a visitarlo fuera de su trabajo. Porque lo quería, ¿Verdad?
El corazón inocente de JiSung creía fielmente que sí.
Eso por eso que, en su difícil misión de investigar todo lo que podía de su otro papá, no obtenía nada más que las presentaciones que veía en la televisión de la sala, en el celular de su tío YuYu o los enormes anuncios por todos lados al salir camino a la escuela con su papi Sanggie.
Y el hecho de que sus tíos lo llevaron a escondidas al gran festival a cambio de golosinas, jamás esperó que el golpe de suerte llegara a él cuando vio a su papá cantar tan bello. Y tampoco podía perder su única oportunidad.
── Uh... ── arrugó su entrecejo, pasando desapercibido para el gigante que estaba al lado de la entrada hacia donde entraba varios bailarines.
Corrió todo lo que sus piernitas pudieron, escondiéndose entre los pomposos vestuarios de esos colgadores. Caminó colándose entre otro grupo muy ajeno a lo que pasaba a su alrededor z más ocupados en levantar otra escenografía.
JiSung tenía cinco años. Sin embargo, es uno de los alumnos más sobresalientes de la clase, muy energético y participativo cuando tenía la confianza suficiente. Por lo cual, sacando una hojita de papel que siempre llevaba en la mochila, observó la forma en cómo había escrito el nombre de sus papás, y en ese caso necesitaba el de: Park SeongHwa.
Sus ojitos se abrieron con algo de desmesura al por fin encontrar la puerta indicada. El nombre estaba perfectamente escrito, con una estrella dorada brillando en el medio.
── ¡Debemos llamar a Yeosang! ── dijo HongJoong, sacudiendo al menor en un acto de desespero.
── ¿Acaso quieres morir? ¡No sabía que valorabas tan poco tu vida!
── ¿Tienes idea de lo que pasará si no encontramos a JiSung? ¡Esto se pondrá peor! ── se sacudió el cabello, tratando de respirar mejor. ── Ni siquiera le pedimos permiso para traerlo...
── Definitivamente nos matará.
── Ya hemos comunicado al centro de revisión del estadio, pero Yeosang es su papá. Tiene el derecho de saberlo mientras seguimos buscando con el personal de seguridad.
YunHo bufó rendido, sacando el celular del bolsillo en la chaqueta y seleccionando el contacto de su hermano mayor. A los segundos cuando timbró, se lo extendió a HongJoong. ── Tú se lo dirás.
── ¡¿Qué?! ── exclamó aterrado, devolviendo el aparato. ── No haré eso, tú eres su hermano.
── Tú su mejor amigo.
── ¡JiSung estaba agarrado de tu mano!
── ¡También podías ver hacia dónde caminaba!
── ¿Aló? ¿Pasó algo, Yunnie?
El mentado soltó un chillido, intentando que HongJoong cogiera el celular. Ambos forcejeando como si el objeto fuera una bomba y jugaran a «la papa se quema».
── YunHo... ── llamó con más firmeza.
Y el menor tuvo que agarrar el celular antes de que cayera al piso. ── Ho-hola, hyung...
── ¿Qué pasó? Me llamas y tardas en contestar. ¿Sungie está bien?
── Qué- ¿ah? ── su lengua se trabó, apegando el teléfono a la cara del rubio. ── HongJoong tiene algo que decirte.── rapeó la frase y el aludido abrió la boca sorprendido.
── ¿HongJoong? ¿YunHo? ── un resoplido se escuchó a través de la línea. ── No me han respondido sobre mi pequeño, ¿qué sucede?
── Yeosang-ah... ── tragó saliva, tomando al fin el celular. ── Tal vez te-tenemos problemas, uhm... técnicos.
── ¿Qué? Agh, por favor. Dejen sus boberías para otro momento, ahora pásame con Sungie. Quiero hablar con él y descubrir qué travesura hicieron ustedes, ya casi salgo del trabajo.
── ¿Eh? ¿Travesura? ── el peor descuido, dirás. ── Pff, para nada.
── HongJoong... A ver, pon en alta voz y dale el celular a Sungie.
──Es que él, él...
── ¡Lo siento, hyung, pero perdimos a Jisung!
── ¡¿QUE USTEDES QUÉ?!
El grito fue tan potente que HongJoong tuvo que alejar el aparato de su oreja, posiblemente tendría secuelas en contra de su sentido auditivo.
SeongHwa tecleaba rápidamente por mensajes, cancelando su asistencia en una grandiosa fiesta en piscina porque quería pasar el tiempo con su familia. Esos días iban a ser como un tesoro.
Así que, dejando el celular en otra silla, logró escuchar unos toques muy suaves en su puerta. Algo extrañado a que JongHo llegara tan rápido con su pedido y avisando su llegada cuando normalmente abría sin importar qué, terminó por ponerse de pie.
Abrió la puerta, y bajando la mirada. Se topó con unos ojitos curiosos que empezaron a brillar.
SeongHwa le sonrió, acariciándole el cabello castaño para ponerse de cuclillas y a la estatura del niño. Iba a hablarle, preguntarle sobre qué hacía ahí. Tal vez estaba perdido pero...
── ¡Papá, al fin te encontré!
El grito lleno de euforia y esos brazitos rodeando su cuello con fuerza y cariño, lo dejaron estático.
Sintió como todo el mundo se detuvo ante esas palabras, con demasiado sorpresa acumulada.
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