Capítulo 6
Julian.
Sigo los pasos de Noah hasta el tercer piso del complejo de apartamentos; por lo visto el edificio no cuenta con ascensor y no puedo imaginar cómo será para Noah subir todos los días estas escaleras, sobre todo ahora con la ligera molestia de su tobillo. Quizás no debí de aceptar la invitación, a lo mejor debí despedirme luego de dejarle aquí y regresar a casa, sin embargo, la calma y tranquilidad que sentí a su lado durante el trayecto era tan grande que me costó abandonar esa sensación.
Desde que mi esposa falleció ha sido todo muy duro, los fantasmas de mi propia culpa me persiguen y no me dejan vivir tranquilo; ni siquiera en el trabajo puedo relajarme por completo, además, la presión de tener la vida de varios marines en mis manos siguiendo mis órdenes tampoco vuelve las tensiones más sencillas. Tuve que aprender a ser padre soltero y criar yo solo a mis hijas y ni siquiera he podido mostrar la verdadera debilidad que siento en mi interior. No obstante, desde que Noah ha llegado a casa todo se ha vuelto más sencillo.
Ver a mis hijas reír el día de hoy cuando entre en el salón fue lo mejor que he experimentado en mucho tiempo, sentí como mi garganta se cerraba de las emociones que reinaban en mi interior y que Noah estuviese causando esa alegría en mis hijas ha sido la gota que derrama el vaso.
Desde que el joven llegó a mi casa con su tierna mirada y su timidez ha puesto todo de cabeza, me ha causado intriga desde que le conocí hasta el punto de conversar con el director de la universidad sobre él. Me sorprende como una persona con una vida tan dura es capaz de sonreír de forma tan sincera y salir hacia delante, siendo tan joven es capaz de soportar tanto sobre sus hombros. No puedo evitar sonreír cuando él está cerca y contagiarme con su alegría.
Al llegar a la tercera planta Noah se detiene frente a una de las puertas del piso y abre, me observa sobre su hombre y noto sus mejillas sonrojadas a pesar de la oscuridad del ambiente.
—Está un poco regado, pero siéntete como en tu casa.
Noah termina de abrir la puerta y presiona un pequeño interruptor que se halla junto a la entrada para encender la luz. La primera idea que tuve sobre este conjunto de apartamentos llega a mi mente, el lugar es verdaderamente pequeño y algunas de las paredes se ven manchadas por el moho en sus esquinas, sin embargo, a pesar de lo que Noah me dijo el sitio no está para nada regado. Siempre imaginé el apartamento de un estudiante universitario con bastante ropa tirada y quizás algunos trastes acumulados en la cocina, un poco estereotipado, pero incluso yo en la universidad no era una estrella del orden. La verdad es que Noah lo tiene todo muy limpio y recogido. La sala es pequeña con un sofá y un pequeño mueble con un televisor. La estancia está compartida con la cocina comedor compuesta por un fogón, una meseta, un refrigerador y una mesa para comer. Hay dos puertas e imagino que una de ellas deba ser una recamara y la otra algún baño.
Debo de admitir que a pesar de lo viejo que es el edificio el lugar es bastante acogedor para un estudiante que vive solo. Me adentro a la casa cerrando la puerta detrás de mí. Noah deja la mochila sobre el sofá y sacando una pequeña hoja de papel de su interior veo que camina hacia el refrigerador y cuelga la hoja bajo uno de los imanes.
Me acerco con curiosidad y abro los ojos sorprendido al darme cuenta que es un dibujo de Amelia y Samanta. Noah parece notar mi curiosidad y me sonríe.
—Me lo hicieron hoy para pedirme perdón, mira. —Señala la única figura de cabellos oscuros en el papel—. Ese soy yo.
—E imagino que el del centro debo ser yo.
Noah asiente y miro el más detenidamente el dibujo.
—Creo que mis nenas se han maravillado contigo—digo medio en broma medio cierto.
—Soy una persona encantadora. —Ríe y camina hacia la cocina, yo me quedo cerca de la meseta mirándole detenidamente—. En verdad tienes buenas niñas, sería lindo vivir ellas.
—¿Vives solo Noah? —No puedo evitar preguntar, siento curiosidad hacia su persona.
—Mi abuela vive en Montana, es bastante mayor y tiene su propio hogar, no sería justo traerla a vivir conmigo a un alquiler por lo que voy a visitarla durante las vacaciones, aunque este año creo que solo iré a verla para Navidad.
Noto la tristeza en su mirada y las ansias de abrazarle y reconfortarle un poco me llenan el pecho; debo de controlar mi cuerpo para no estirar la mano y acariciarle.
—¿Y tus padres? —pregunto con suavidad, sin embargo, al notar como la tristeza de sus ojos se profundiza me dan ganas de golpearme a mí mismo.
—Mis padres murieron cuando tenía quince años, desde entonces vivo con mi abuela.
—Lo siento mucho.
Noah se gira en mi dirección y puedo notar sus ojos azules comenzar a cristalizarse, esa simple visión provoca que mi autocontrol patine. Camino pocos pasos hasta quedar a pocos centímetros de él y alzando mi mano permito que mis dedos acaricien la suave piel de su mejilla, mis dedos suben un poco más hasta rozar con sus cabellos color de ébano. Noah vuelve a morder sus labios y siento mi respiración entrecortarse. Esa manía suya me ha estado causando mucha ansiedad el día de hoy. Tuve que recordar en más de una ocasión que es un hombre, mucho más joven que yo y, para colmo, el niñero de mis niñas.
Aunque lo más contradictorio es que nadie ha tenido ese efecto en mí hace demasiado tiempo.
—Fui muy insensible, lo siento de verdad —repito las palabras sin apartar mis dedos de su rostro.
—Tus hijas son muy afortunadas de tenerte Julian, en verdad tienen suerte.
Las palabras salen casi en un susurro, nos quedamos observándonos y Noah se acerca un poco más a mí, sin embargo, cuando el móvil de este suena es como si la atmosfera culminase y ambos retrocedemos varios pasos con los rostros demasiado sorprendidos por nuestra propia actitud, yo soy el primero que no está seguro de que es lo que deseaba. Noah deja la cafetera encendida y luego de ello dedicándome una tímida mirada va en busca de su teléfono celular el cual permanecía dentro de su mochila.
Cuando lo toma entre sus manos y ve el número noto que pone los ojos en blanco.
—Alexander... ¿pasa algo?
Noah se aleja unos instantes dedicándome una mirada de disculpa, una vez que se da la vuelta paso mis manos por mis cabellos intentando respirar con normalidad.
«¡Qué diablos estás haciendo Julian, no está bien, esto no está bien!».
Camino hacia la sala esperando a que Noah termine su conversación telefónica. Sabía que no era buena idea dejarme llevar por mis instintos y subir, debí escuchar mi lado lógico. Noto que el chico luce un poco alterado mientras conversa con la persona del otro lado de la línea.
—Ahora no voy a hablar de eso Alexander, no quiero que tenga mi número, dije que no estoy interesado y punto. —Me mira de reojo—. Mira solo ignóralo, gracias por avisarme, pero ahora en verdad no voy a hablar, tengo visita ahora. —Más palabras—. Sí ahora, no seas pesado Alexander, nos vemos mañana.
Cuelga el móvil un poco molesto y noto como pasa sus manos por su rostro para retirar la tensión que posee.
—¿Todo bien?
Noah da un pequeño sobresalto al escucharme.
—Sí, solo algo sin importancia, lo siento.
—No pasa nada, será mejor que me vaya ya, debes ponerte a realizar tus deberes y mañana tienes escuela.
—¿No te quedarás a tomar café?
—Quizás podamos tomarlo para la próxima.
—Eso me gustaría.
Caminamos juntos hacia la entrada y cuando Noah abre la puerta me detengo a su lado.
—Gracias por traerme.
Me permito el atrevimiento de acariciar con suavidad si rostro por una última vez para despedirme.
—Nos vemos mañana pequeño, buenas noches.
Y sin decir otra palabra salgo de la casa y bajo las escaleras hacia la salida del edificio; necesito volver a sentir el aire en mis pulmones, pero, sobre todo, necesito pensar. Casi cometo un error que pudo volverse peligroso. Debo tomar medidas con respecto a esto y aclarar mis pensamientos...y debo de hacerlo pronto.
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