Capítulo 21
Noah.
Dos semanas…
Dos semanas han transcurrido desde que Mariana se presentó en casa de Julian para informarle que comenzaría una batalla legal en su contra para obtener la custodia de las niñas; dos semanas desde las que nos acusó a ambos de embaucadoras mentiras que podrían arruinar nuestros futuros si continuábamos juntos y, por ende, también han sido dos semanas desde que rompí con Julian.
Cada vez que pienso en ello puedo sentir una punzada de dolor atravesar mi pecho; fue una decisión correcta, pero no por ello significa que duela menos. No solo las malas elecciones deben traer sufrimiento, para mí, estar alejado de Julian y las niñas es como sentir que arrancan un pedazo de mi alma ahora que finalmente sentía que pertenecía a un sitio especial con una familia que me quería y no debía de ocultarme.
El juicio hacia Julian se dividió en dos partes, el día de ayer fue la primera y, aunque Cameron me ha mantenido informado, daría incluso lo que no tengo por estar en la sala junto a Julian para ofrecerle mi apoyo. Por lo visto, el testimonio de Mariana está basado es que Julian no es apto para cuidar a las niñas por él mismo, trabaja demasiadas horas seguidas y no tiene casi tiempo en el día para estar con ellas.
Además, ha alegado que debido a todo ello Julian no sabría de los cuidados básicos de dos niñas, su difunta hija es quien se encargaba de todo ello antes de morir…
«¡Patrañas!, ¡pura mierda todo!».
Julian es el mejor padre que esas niñas podrían desear, se preocupa por ellas y basa sus decisiones pensando siempre en las mejores opciones para sus hijas. Es cierto que ha contratado niñeras, pero incluso yo mismo fui testigo de la dura entrevista que le realiza a cada una de las candidatas antes de aceptarlas, incluso mira los antecedentes penales y exige recomendaciones.
Cualquiera con dos ojos en su cara se daría cuenta de que las calumnias de Mariana son solo eso…calumnias. Estamos demasiados avanzados como sociedad como para suponer que un hombre soltero no es capaz de cuidar de dos pequeñas. Lástima que habrá personas que preferirán creer en la versión de la indefensa abuelita, es por ello que debo de hacer algo.
—¿Estás seguro de esto Noah? —pregunta Alexander con suavidad a mi lado.
Giro mi mirada hacia mi amigo, su rostro muestra preocupación y no necesito mirarme en un espejo para darme cuenta que mi cara debe de verse de la misma manera. Aprieto mi puño con fuerza y Alexander desliza su mano por encima de la mesa para sostener mi puño, el apoyo de mi amigo logra relajarme.
—Saldrá bien, debe salir bien. —De otra manera este tiempo lejos de Julian hubiese sido en vano.
¡Joder! Ni siquiera le he llamado por teléfono por miedo a que Mariana sea capaz de detectar las llamadas, es necesario que esa mujer crea que en verdad rompimos.
Miro mi reloj nervioso fijándome en la hora, una y media de la tarde.
—Vendrá en cualquier momento.
Estábamos en un restaurante público a la espera de una reunión, todo parte de un plan que formulé minutos antes de romper con Julian solo con la promesa de que confiase en mí, aunque para ser sinceros ni siquiera yo mismo estaba seguro de mis acciones en este instante. Un paso en falso y todo se complicaría más de lo que ya está.
Bebo un poco de mi limonada mientras vuelvo a observar mi reloj. Una y treinta y cinco minutos…rápidos pasos de tacón se escuchan acercándose a nosotros, volteo mi mirada ansioso y justo como lo pensé, la alta figura de Mariana con su pelo demasiado amarillo pollito y su rostro hinchado y estirado se manifiesta delante de nosotros.
Había quedado para conversar con ella esta tarde o, mejor dicho, le pedí que viniese. No estaba seguro de que aceptara, pero por la forma es que nos ha tratado hasta el momento supe que asistiría a nuestra cita tan solo como una nueva manera de presumir su triunfo y su poder delante de mí.
—Mariana. —No estiro mi mano para saludarla ni finjo la alegría que no presento, no voy a ser hipócrita.
La mujer toma asiento delante de nosotros a la par que nos observa a ambos con ojos llenos de superioridad y una sonrisa mal disimulada en sus labios.
—Espero que tengas un buen motivo para hacerme venir aquí, no es bueno que me reúna contigo ahora que estoy en un juicio contra Julian. —Al menos es inteligente la arpía.
—Hablar conmigo no te afectará— contrataco—. Después de todo no es como si tuviese algo que ver con Julian ya, tú te aseguraste de ello.
—No te obligué a nada, te hice una oferta de libre elección.
—Una oferta que no podíamos rechazar o destrozarías nuestras vidas.
—¿Y cómo puedo saber que en verdad has cortado todos los lazos con Julian?
La tensión crece por mi cuerpo al ver la cínica sonrisa de la odiosa mujer, mi deseo más profundo es tomar el vaso de limonada frente a mí y vaciárselo por completo en la cabeza, sin embargo, la mano de Alexander volviendo a sostener la mía es lo único que me mantiene bajo una conducta lógica e impide que mande todo a la mierda, ¿cómo es posible que esa mujer actúe tan campante cuando está a punto de destruir a una familia?
—Creo que tu serías la primera en saber si miento, luego de todo nos seguiste por mucho tiempo; es obvio que sabes que Julian y yo terminamos, de otra manera hubieses llevado a cabo tu amenaza en mi contra.
—Tienes razón. —Y el juego comenzaba, Mariana se relajaba y comenzaba a mostrar sus verdaderas cartas—. Tú y Julian deberían agradecerme de que no hablé de más en el jurado.
—Si fueses a hablar con la verdad no nos importaría, a Julian no les quitarían a sus niñas solo por el simple hecho de amar a otro hombre, rompimos por las mentiras que inventaste.
Puedo notar como el ceño de la mujer se frunce y un pequeño regocijo crece en mi interior.
—¿Me has pedido que viniese solo para juzgarme?
—No.
—¿Entonces?
—Te he pedido que vengas para preguntar tu verdadera razón. ¿Por qué te inventas mentiras? ¿Por qué demandas a Julian? ¿Por qué quieres joderle la vida a tus nietas y a su padre?
—Solo quiero a Amelia y a Samanta conmigo, quiero a mi familia conmigo.
—Podrías irlas a visitar sin problemas si no le hicieras tantos males a Julian, cuéntame la verdad, al menos ten esa decencia. Ganaste de todos modos…
La sonrisa de Mariana desaparece y sus ojos pasan a mostrarse vacíos y carentes de cualquier emoción, es como si su alma hubiese muerto por completo, solo es un cascarón hueco. Suelta un largo suspiro recostando sus manos sobre la mesa y, cuando me observa directamente a los ojos, puedo jurar que en sus pupilas se evidencia por primera vez sus verdaderos años.
—El no merece tenerlas— Por unos instantes sus palabras muestran dolor—. El merece ser tan miserable como yo, no estuvo ahí para mi bebé, mi hija murió porque él estaba demasiado ocupado en su trabajo.
Y entonces comienzo a comprender, esto ni siquiera es por las niñas, es a causa de la difunta esposa de la difunta esposa de Julian, recuerdo que el hombre incluso me mencionó una vez que la crueldad de Mariana aumentó luego de la muerte de esta.
—Siento lo de tu hija— intento ser sincero en esta parte— Pero fue un accidente, Julian no tuvo la culpa.
—¡Te equivocas! —su mano choca sobre la mesa provocando un alto ruido que a su vez conlleva a que varias personas nos observen curiosos, Mariana vuelve a recomponerse en su asiento y cuando habla de nuevo su voz es baja otra vez—. Él tenía que haber estado con ella, debió morir él.
—¿Y piensas que Julian no se ha sentido igual en todo este tiempo que pasó?
La risa de Mariana escapa seca de sus labios.
—Me importa una mierda como se ha sentido Julian, nunca me agradó, nunca lo quise con Carla; pero ella se enamoró, fue su gran capricho y terminó muerta. El perdió a su mujer, pero luego te tuvo a ti, yo nunca recuperaré a mi hija…
Por unos segundos puedo sentir casi su verdadero dolor y un potente sufrimiento, no obstante, rápidamente vuelve a ocultarlo detrás de su frialdad.
—¿Y se supone que Carla estaría feliz con esto? ¿Se supone que esté feliz de que crees mentiras para destruir la vida de tus nietas y del hombre que tanto ella amo?
—Ya no importa lo que haya deseado Carla, ella no está con nosotros.
—¿Todas las mentiras que estás creando son por una venganza?
—Y lo seguiré haciendo.
—¿Continuarás fingiendo que Julian es un mal padre?
—Por supuesto, haré lo que sea necesario para arrebatarle lo que más quiere; ya te perdió a ti; ahora solo quedan las niñas.
Mariana va a levantarse, pero rápidamente estiro mi cuerpo por encima de la mesa y tomo su mano entre las mías.
—Por favor, no lo hagas, aunque sea por las niñas…
Mariana se zafa con suavidad.
—Voy a llevar esto al final, no pararé hasta verlo en la ruina, aunque para ello deba inventarme las peores historias de la humanidad y conseguir las pruebas que sean necesarias. Por tu propio bien, olvídate de él o arruinaré tu vida también.
Observo como Mariana se aleja caminando hacia la salida a medida que mi cuerpo tiembla debido a la impotencia y las lágrimas se agrupan en mis ojos por el mismo motivo. Solo me doy cuenta de que me encuentro mordiendo mi propio labio con fuerza cuando Alexander para su mano alrededor de mis hombros para jalarme hacia su cuerpo y darme un abrazo en el que pega su frente a la mía proporcionándome consuelo.
—Tranquilo Noah, lo has hecho bien, saldremos de esta.
Dejo que las lágrimas caigan de manera silenciosa, el enojo sustituyendo ahora al dolor.
—El juego no ha terminado, no dejaré que dañe a los que quiero.
—Sé que no lo harás pequeño.
Es lo malo de tener tan asegurada la victoria, en cualquier instante un jaque mate puede voltear el juego al favor del contrincante…y es mi turno de mover el peón.
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