Capítulo 19
Noah.
Regresar a casa luego de una semana en Montana, no voy a mentir, fue un poco devastador. Echaré de menos toda la tranquilidad y paz que viví esta semana, extrañaré el hecho de que pude ser yo mismo en cada segundo que pasara sin temor a la reacción de nadie. Ver a Julian disfrutar con mi abuela y las niñas ha sido sumamente relajante, compartir el tiempo como una verdadera familia…
Me sorprendió como las niñas me aceptaron sin dificultad como el novio de su papá, sin molestias de ningún tipo, solo con la promesa de que ellas ya me querían desde antes. Es reconfortante la manera en que ahora Julian toma mi mano o me abraza más libremente, obviamente nunca comenzamos ningún acto en extremo cariñoso delante de ellas, tampoco queremos forzarlas a aceptar la nueva situación de forma tan apresurada o que se sientan incómodas. También le aseguré a Julian que no quiero que se retire ninguna de las fotografías de su ex esposa de la casa, Amelia y Samanta necesitan verlas y continuar sintiendo a su madre cerca.
Otro hecho bueno de nuestro viaje es que, al parecer, Julian parecía mucho más tranquilo, con sus demonios desapareciendo poco a poco, como si por fin se diese cuenta de que no es necesario que llevase todo el peso del mundo sobre sus hombros él solo; por fin aceptaba que era hora de salir adelante, que no todo a su alrededor no era mala suerte y que la vida debe de continuar.
Al llegar a casa la sorpresa mayor fue encontrarnos a Alexander y a Cam esperándonos en la entrada para recibirnos; esto quizás no hubiese sido raro de no ser porque Cam no dejaba de abrazar a Alex o de besar su mejilla. Al bajar del carro corrí en busca del abrazo de mi amigo quien también se acercó a mi lado dispuesto a recibirme con un abrazo; hay que admitir que he extrañado a Alexander y sus sarcásticos comentarios, el chico es como un hermano mayor para mí debido a todo el tiempo que hemos pasado juntos.
—Te he echado tanto de menos. —Los brazos de Alex casi ni me dejaban respirar, pero no me quejaba por ello—. Cuéntame todo, ¿cómo está Nana?, ¿pasó algo interesante entre tú y el Daddy?
No puedo evitar soltar una risotada y alzar la mirada hacia Cam que en estos momentos se halla abrazando con entusiasmo a Julian y a las niñas.
—Creo que eso mismo podría preguntarlo yo, después de todo fuiste tú quien llamó para saber cómo conquistar a Cam, ¿lo lograste?
Alexander mira sobre su hombro y cuál es mi sorpresa cuando noto una sonrisa tímida en sus labios y el rubor creciendo por sus mejillas; no necesito que mi amigo me dé respuesta a mi pregunta, cuando Cam choca su mirada con Alexander le guiña un ojo y debo contener la risa. Antes de irme la burla y las provocaciones eran perceptibles entre esos dos y ahora, apenas una semana después, se puede percibir la calidez que circula entre ambos.
Cam y Alexander nos ayudan a entrar las maletas y a acomodar todo; Julian pide comida a domicilio mientras que Alex y yo preparamos unos entrantes en la cocina y dejamos a los militares poniéndose al día sobre los sucesos. Ahora que estamos solos mi amigo por fin me cuenta como fue al club en busca de Cam luego de habernos llamado en busca de consejo, nos narra la forma en que Cameron fue a desecharlo y el arranque de furia que el propio Alexander experimentó en ese instante. No puedo dejar de sorprenderme al ver esta nueva faceta de mi amigo. Generalmente él no pide citas, se las piden a él. Tampoco suele insistirles a las personas luego de un no.
Una de las partes que más gracia me da es el macabro plan de Alexander de tratar a Cameron como una cenicienta gay y provocar que sea el hombre quien deseara besarlo, por lo visto mi amigo no es el único jodido en esa relación, son sumamente tiernos. Solo me enojo un poco cuando escucho lo sucedido con Taylor, debí de hacerle frente hace mucho en lugar de que Alexander le despidiese por mí, pero me alegro de que Cameron estuviese ahí para apoyarlo. Quizás sea hora de que yo también le aclare par de cosas.
—¿Y qué opina Andrei de él? —interrogo curioso, sé que Alexander es demasiado cercano a su hermano menor y sea cual sea la opinión de este último sobre Cam, Alex la tendrá en cuenta.
—Le encanta Cam, además, creo que el militar le da una ventaja de burlas sobre mí a Andrei, así que no tengo porque preocuparme. Entonces, ¿ahora eres madrastra y futura esposa del Daddy?
—Idiota.
Ambos reímos y la verdad es que no puedo evitar la sensación de calidez que se propaga sobre mi pecho al pensar en la nueva vida que me espera.
—Acepté vivir con Julian— confieso y Alexander me envuelve en un profundo abrazo lleno de ternura.
—Me alegra gatito, ya te tocaba ser feliz.
Un ligero carraspeo suena desde la puerta de la cocina y Alex y yo nos separamos entre sonrisas para encontrarnos a Julian observándonos.
—Alex creo que Cam está esperándote en la sala, deberías de ir.
Mi amigo no cuestiona la indirecta, sino que sale luego de guiñarme un ojo. Julian no tarda en cruzar el espacio que nos separa y envolverme en sus brazos dejando un tierno beso en mi frente a la par que sus dedos juegan con la piel de mis mejillas. Poder sentir su cercanía sin temor a escondernos es de las mejores sensaciones que pueden existir en este instante.
—Las niñas subieron a dormir temprano, estaban agotadas del largo viaje.
—¿Espero que la hayan pasado bien con Nana?
Julian sonríe.
—Creo que Carmen ha sido la mejor influencia femenina que han tenido desde que su mamá falleció.
Entrelazo mis dedos con Julian al ver un poco de preocupación en sus ojos.
—Te tienen a ti, van a estar bien.
—Nos tienen a nosotros, porque no pienso dejarte ir a partir de ahora.
Me empino para besar sus labios, sin embargo, el timbre de la puerta suena en ese instante provocando que me detenga en el acto. Ninguno de los dos tiene demasiado interés en moverse del sitio hasta que la aguda coz de una mujer llena el silencio de la casa. Incluso desde la cocina es posible escuchar las respuestas cargadas de mal humor proveniente de Cameron. El cuerpo de Julian se crispa y no tarda ni cinco minutos en salir de la cocina conmigo siguiéndole los talones.
La alta figura de Mariana se visualiza delante de nosotros, la sonrisa cínica cubriendo su rostro demasiado estirado debido al Botox; sus ojos pasan de Julian a mí como si fuésemos dos payasos de una feria y no puedo evitar el horror que crece en mi interior.
—Creo que te dije que no eras bienvenida en esta casa sin avisar Mariana.
La voz de Julian sale casi como un gruñido.
—¡Oh!, tranquilo yerno. —La manera en que pronuncia la palabra retuerce mis entrañas—. Solo vine a traerte un pequeño regalo. Insistí en venir en persona a entregarlo.
Mete la mano en su bolso de manera desinteresada y su sonrisa solo aumenta cuando saca un sobre blanco del mismo para extendérselo a Julian.
—¿Qué es esto?
—Una citación judicial, quiero la custodia de las niñas y acabo de pedirla en el juzgado…
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