Capítulo 18

Julian.

A medida que van transcurriendo los días era como si las pesadillas y males que me han acechado en los últimos tiempos fuesen desapareciendo. Todo lo que invade mi mente es Noah riendo y siendo feliz. Pasa la mayor parte del tempo jugando y divirtiéndose con las niñas, incluso la abuela de Noah se ha comportado de manera cariñosa con nosotros, a pesar de que me dedica miradas de complicidad cada vez que estoy con su nieto ni en un solo instante me ha realizado preguntas incómodas ni nada por el estilo.

Hemos dado diversos paseos por los terrenos y las niñas no dejan divertirse con los animales que encuentran, cuando fuimos al río a nadar sentí como mi sangre ardía de ver a Noah en bañador y las frías gotas de agua recorriendo cada uno de los músculos de su cuerpo, aunque Noah era delgado y bajo tenía un cuerpo bastante definido, aunque no es de extrañar, es un chico trabajador, que se esfuerza día a día en salir adelante, incluso ahora mismo que se supone que viene de vacaciones se encuentra en las caballerías limpiando los caballos para que Carmen no pase trabajo con ello.

Veo como Samanta y Amelia dibujan en la mesa de la cocina a la par que yo preparo un café, llevo día deseando hablar con ellas, pero siempre es un poco difícil, como le explico mi situación a dos niñas pequeñas sin que se lo tomen mal o piensen que su mamá ha quedado en el olvido. Con cuidado me acerco a las niñas y me siento junto a ellas en la mesa carraspeando mi garganta para llamar la atención de ambas. Dejan los lápices de colores sobre las hojas llenas de dibujos y palabras y giran sus tiernos ojos azules en mi dirección.

Sonrío nervioso sin tener demasiado claro por donde iniciar, sin embargo, ha llegado el momento de hacer esto.

—Niñas, ustedes quieren mucho a Noah, ¿cierto? —intento que mi voz salga tranquila, sin todo el nervio que estoy sintiendo en mi interior. Cuando ambas asientes sonrío y prosigo—. El punto es: papá también lo quiere mucho.

—¿Cómo amigo? —pregunta Samanta y yo niego con la cabeza.

—Noah es muy importante para mí, y lo quiero para pasar tiempo con él, que viva en casa, abrazarlo...

—¿Cómo a mamá? —Es Amelia quien realiza la interrogante ahora y pienso detenidamente la respuesta.

«¿Quiero a Noah como a Carla?». ¡No!, no creo que sea justo igualarlos ni que uno suplante al otro. Carla siempre será alguien importante en mi vida, fue mi gran amor del pasado y la madre de mis hijas, fue mi amiga y compañera; Noah es mi presente y deseo que sea mi futuro, me ha hecho volver a tener esperanzas y pasión, sentimientos que creí muertos en mí.

—Mamá siempre será importante para nosotros toda una vida Amelia, no quiero que ustedes se olviden de ella nunca, pero me gustaría que Noah forme parte de nuestras vidas ahora también, sin embargo, me gustaría saber que piensan ustedes primero.

Ambas sonríen y siento el aire escapar de mis pulmones, quizás esta sea una de las cosas más difíciles a la que me he enfrentado en mi vida.

—A nosotros nos gusta Noah y queremos que se quede en casa. —Comienza a hablar Samanta cuando Amelia prosigue con la explicación.

—Noah nos cuenta cuentos, nos ayuda a estudiar y juega con nosotras, nos gusta él.

Tengo que sonreír y besar a mis dos pequeñas en la frente. No puedo evitar pensar que es muy cierta esa frase popular sobre los niños y las emociones. Si los adultos viésemos el mundo con ojos de niños habría menos problemas en el planeta, los niños están llenos de amor y comprensión, no juzgan bajo criterios de moralidad, solo son felices.

—Entonces le pediré a Noah que viva con nosotros—declaro y ambas rompen en aplausos de alegría, el pequeño gatito no solo se ha ganado mi corazón, sino también el de mis niñas y eso, quizás, es lo más importante de todo esto—. Vayan a recoger los colores para que se bañen y luego a la cama.

Guiño un ojo y ambas salen corriendo de la cocina con los dibujos y lápices de colorear en sus pequeñas manitas, no puedo evitar sentirme orgulloso y feliz de ellas. Doy media vuelta, pero me detengo de repente al notar que a mis espaldas se encuentra Carmen recostada contra la pared de la cocina, una enorme sonrisa surca el rostro de la señora mayor y sus ojos están llenos de brillo y admiración; no me cuesta comprender que ha escuchado la conversación o al menos parte de ella.

—¿No le molesta? —No puedo evitar preguntar a la sonriente mujer quien comienza a acercarse a mí a un ritmo muy lento, al llegar a la mesa toma una de las sillas y se sienta en ella sin dejar de mirarme.

—Sabes Julian, Noah me contó hace muchos años que era gay, creo que lo sabía desde que inició la adolescencia. —Me siento junto a la mujer para escuchar su narración, es la primera vez que conoceré algo de la infancia del gatito, además de la muerte de sus padres claro está—. Estaba muerto de miedo cuando me contó, se sentó en esa misma silla en la que te hallas ahora. —Sonríe por el recuerdo y no pude evitar hacer lo mismo al imaginarme a un pequeño Noah temblando asustado por una confesión de este tipo—. Cuando finalmente me habló recuerdo que guarde silencio por unos segundos, lo único que se me ocurrió preguntarle fue: «¿Eres feliz?, ¿es esto lo que te hace sonreír?» Me dijo que así era.

—¿Y qué le dijiste?

—Que eso era lo único que me importaba a mí.

Sonrío a la par que Carmen estira su brazo sobre la mesa para tocar mi mano con cariño. No puedo evitar considerar a esta mujer como una madre adoptiva, me siento feliz de que mis hijas tengan la influencia de esta mujer de alguna u otra manera en sus vidas.

—Espero que cuides a nuestro gatito Julian, me agradas mucho.

—De por seguro que lo voy a hacer.

Carmen me guiña un ojo y ambos terminamos de beber nuestro café.

***

Cierro la puerta de la habitación de invitados donde las niñas y yo hemos estado durmiendo hasta ahora para que la claridad del resto de la casa no perturbe el sueño de ninguna. Bajo las escaleras con cuidado intentando no hacer ningún tipo de ruido, es bastante tarde y Carmen también se fue a dormir hace varios minutos atrás. Al llegar a la sala puedo ver a Noah sentado en el sofá y envuelto en una enorme manta frente a la chimenea, el fuego contornea su figura provocando que sus hermosos ojos azules resplandezcan como estrellas debido a la claridad.

Al ser un viaje familiar no hemos tenido tanto tiempo para nosotros mismos en estos días, sin embargo, estoy más que dispuesto a cambiar este pequeño detalle. Tomo asiento junto a Noah y paso uno de mis brazos sobre sus hombros para envolverle en un abrazo contra mi cuerpo. Mis labios acarician su cuello provocando que la suave piel de la zona se erice y estremecimientos recorran su cuerpo.

Noah comienza a girarse poco a poco hasta quedar enfrente de mí, sus manos apoyadas en mi pecho y su boca buscando la mía con deseo, pequeños besos vuelan entre nosotros, sin embargo, cuando noto que sus manos intentan zafar mi camisa le detengo. Acordé con él que no tendríamos ningún tipo de relaciones sexuales en casa de su abuela y pienso cumplirlo por ahora, no puedo evitar que me dé un poco de vergüenza eso.

Noah coloca sus labios en forma de puchero y tengo que reír por la tierna expresión de enfado en su rostro, digamos que el pequeño gatito no se ha mostrado muy contento con nuestro acuerdo luego de que lo sugerí.

—Ya hablamos de eso Noah.

—No es justo. —Muerde el lóbulo de mi oreja con sus dientes en un intento de provocación y debo decir que lo hace bastante bien, un jadeo escapa de mis labios a medida que el escalofrío recorre mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna, siento como el calor se desenvuelve en mi cuerpo y la dureza va llenando mis pantalones.

—No, no lo es, es por ello que quiero que vengas conmigo.

Hay curiosidad en sus lindos ojos color cielo y aprovecho ese momento para ponerme en pie arreglando la erección de mis pantalones; tomo unas mantas que dejé sobre el sofá y una linterna para luego estirar mi mano hacia Noah para que la tome, una vez que nuestros dedos están entrelazados camino con él hacia la salida de la casa, puedo notar la sorpresa en su rostro y una pequeña sonrisa escapa de mis labios.

—¿A dónde vamos a esta hora?

—Digamos que...quiero explorar un poco.

Guiño el ojo en su dirección y noto como Noah sonríe al mismo tiempo que yo. Al salir de la cabaña enciendo la linterna para guiarnos en medio de la oscuridad y una vez que la visibilidad deja de ser un problema inicio nuestro camino. El silencio de la noche tan solo se ve interrumpido por el sonido del viento entre los árboles y algunos animales de los alrededores; a medida que avanzamos también es posible sentir el ruido del agua del río. Al llegar junto a este noto como Noah abre sus ojos de par en par a ver lo que hay preparado.

A pocos metros de las aguas del río se alza una pequeña casa de campaña y fuera de ella se encuentra una fogata encendida. Apago la linterna cuando somos iluminados por la luz del fuego y no puedo evitar sonreír por la emoción en la cara de mi gatito. Envuelvo mis manos en su cintura y le apego a mí para comenzar a besar cada punto visible de su blanca y suave piel.

—Pensé que querías explorar.

—Quiero explorarte a ti.

Arrastro a Noah hasta la hoguera y le dejo sentado en una de las rocas cercanas a esta, busco un paquete de malvaviscos que traje en la tarde y los dejé guardados en la tienda de campaña al mismo tiempo que dejo las mantas en el suelo; al retornar ambos reímos por un rato a la par que cocinamos los macarrones dulces, los de Noah van quedando dorados mientras que, por otro lado, los míos terminan quemados.

—Por lo menos así están muy dulces.

—¿Cómo tú?

Noto los labios de Noah curvándose en una sonrisa, poco a poco se gira para quedar de frente a mí, sus dedos desabrochando con agilidad mi camisa a medida que jala mi cuerpo hacia la casa de campaña, abre el cierre de la misma y puede notarse que en el interior de hallan las mantas, unos sacos de dormir, una bolsa con otros alimentos y bebidas en casi de que nuestro apetito se abra o nos dé sed y...otras cosas para lo que estamos a punto de hacer. Noah se acuesta sobre las mantas a medida que retira su propio pullover y yo me encargo de volver a echar el cierre a mis espaldas.

Me dejo caer sobre el cuerpo semi desnudo del menor asegurándome de apoyar mi peso sobre una de mis manos para no aplastarlo. Los labios de Noah se encuentran con los míos a medio camino entre ambos y es difícil confesar quién de nosotros posee mayor necesidad y deseo en estos instantes. Siento los dedos de Noah enredarse en mis cabellos y acercarme más a él, el chico muerde y reclama mi boca casi a un ritmo necesitado y la verdad es que no puedo culparlo por ello porque yo me siento igual. Pequeñas mordidas llenan mis labios a medida que desato los pantalones de Noah y comienzo a bajarlos por sus esbeltas piernas.

Abandono la boca del menor y desciendo mis labios por su cuello probando cada centímetro de piel disponible. Dejo a mi mano vagar bajo los calzones de Noah para ahuecar las mejillas de su trasero en la palma de mis manos. Muerdo con suavidad el elástico de la ropa interior y la retiro también dejando al pequeño totalmente desnudo con su erección a muy pocos centímetros de mi rostro.

Permito que mi aliento acaricie la sensible piel y los dedos de Noah se agarran con más fuerza a mis hombros a la par que los escalofríos le recorren.

—No tienes que hacer eso Julian.

Niego con la cabeza.

—Quiero tomar todo de ti, dije que iba a probarte.

Y no demoro en ello, paso mi lengua por la longitud de Noah dejando que las gotas de pre-semen llenen mi boca, disfruto del sabor de Noah, probando y adaptándome a él al mismo ritmo que masajeo sus bolas y parte de su erección con mis manos. Cuando finalmente siento que ambos estamos bastante cómodos profundizo en el miembro tragándolo hasta la base, utilizando mi lengua en su rendija y provocando que jadeos de placer escapen del gatito.

Noah intenta cerrar sus piernas, pero no se lo permito, comienzo los vaivenes arriba y abajo con mi boca, es la primera vez que le hago sexo oral a un hombre, por lo que intento realizarlo de una forma placentera, recordando mis propios puntos sensibles y por los estremecimientos que recorren a Noah creo que tan mal no lo estoy haciendo.

—Julian, no...no voy a durar. —Su voz sale entrecortada al igual que su respiración.

—Dámelo todo gatito.

Y dicho y hecho, la espalda de Noah se arquea y sus caderas se mueven a un ritmo mayor hacia mi boca, no pasa demasiado que comienzo a sentir el calor sobre mi lengua y un grito de placer escapa de los labios de Noah a la par que su orgasmo explota. Intento tomarlo todo, quiero saborearlo, no quiero perderme ni el mínimo detalle de él por lo que lo trago completamente.

Una vez termina dejo que el pene flácido de Noah salga de mi boca y comienzo a ascender de nuevo hacia su rostro para depositar tiernos besos en sus mejillas a la espera de que su respiración se relaje.

—Eso...eso ha sido asombroso...

—No hemos terminado gatito.

Los ojos de Noah se abren de la sorpresa y siento que una segunda erección vuelve a alzarse en su cuerpo. Sus ojos me observan con asombro y deseo, sus mejillas rojas debido al calor corporal. Me retiro solo lo suficiente para quitar mis pantalones y dejarlos a un lado permaneciendo totalmente desnudo; estiro mis manos hacia las bolsas para tomar un pomo de lubricante y un paquete de condones, rompo el paquete y coloco el suave látex sobre mi propia erección, los ojos de Noah no dejan de observarme ni en un solo instante y noto como lame sus labios por el deseo, la simple acción pone mi sangre a arder.

Vacío una buena cantidad de lubricante sobre tres de mis dedos y rápidamente me abro paso entre las piernas de Noah, masajeo y juego un poco con su abertura antes de introducir el primero de mis dedos un poco más allá del nudillo. Lo muevo con lentitud y sonrío cuando Noah se estremece.

—¿Te gusta gatito? —Noah asiente—. Dime si es demasiado y pararé.

Niega con la cabeza.

—Quiero más Julian, te quiero a ti.

Sonrío cuando Noah intenta estirar sus manos para acercarme a él y se lo permito. Desciendo hacia sus labios con suavidad para besarle a la par que introduzco un segundo dedo en su interior. Abro y cierro los dedos creando espacio para mi propia erección, no dejo de besarlo en ningún instante. El sabor de su clímax se entrelaza con el de sus labios brindándome algo más adictivo que cualquiera de las drogas que puedan existir en este planeta. Intento introducir un tercer dedo, pero Noah niega con la cabeza.

—Te quiero a ti, dámelo ya.

Su ruego envía a mi propio autocontrol de paseo; un quejido escapa de sus labios cuando retiro mis manos, sin embargo, no dura mucho. Alineo mi propia erección con su entrada y empujo. Ambos gemimos mientras que el apretado y caliente interior de Noah me envuelve, se siente tan bien que todo mi cuerpo tiembla y debo de distraer mi mente en cualquier cosa para no correrme en este mismo instante. Las uñas de Noah se encajan en la piel de mi espalda y no tengo ninguna duda en que en la mañana tendré sus pasionales marcas en todo mi cuerpo.

Cuando me aseguro de que Noah está preparado comienzo a embestir su interior con anhelo y deseo, salgo de él casi por completo solo para volver a introducirme con fuerza. Mi pelvis choca con su trasero cuando me toma por completo y ambos jadeamos del puro placer. Coloco una de las piernas del gatito sobre mi hombro y la otra envuelve mi cintura dándome más acceso a su interior. Mis manos agarran sus caderas para apoyar las embestidas.

Sudor y lujuria envuelven la tienda de campaña mientras lo poseo. Noah vuelve a gotear liquido pre-seminal, aunque no puedo decir que me quede atrás, no obstante, intento contenerme, quiero darle placer y escucharle gritar antes de permitirme yo mismo mi propia liberación.

Bajo mi mano hasta la erección que se le había vuelto a formar y acaricio su húmeda longitud agrandando el placer del gatito de tal manera que siento sus piernas tensarse a mis costados. Su mirada luce cristalina y una sonrisa de placer reina en su rostro.

Beso los labios de Noah hasta dejarlos rojos e hinchados y al sentir la calidez envolver nuestros estómagos sé que ha alcanzado el orgasmo nuevamente, pocas embestidas después yo también me corro con fuerza dejándonos a ambos saciados y jadeantes.

Me dejo caer sobre las mantas saliendo de Noah con suavidad y envolviéndolo en mi pecho con mis manos. Retiro el condón usado y me aseguro de llenar a Noah de mimos y besos.

—Te amo.

El susurro escapa de sus labios y no puedo evitar sonreír, beso su frente llena de sudor y aparto sus cabellos para que no le molesten.

—Yo también te amo gatito.

Siento como nuestras respiraciones van volviendo poco a poco a la normalidad y no puedo evitar pensar que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Hacer el amor con alguien a quien quieres y que te devuelve ese cariño no tiene comparación.

—Le conté a las niñas de nosotros y también hable con tu abuela —informo y puedo ver la sorpresa en los ojos azules.

—¿Y bien?

Sonrío, no puedo evitar pensar lo lindo que se ve Noah en estos momentos, quien lo vea no tendría duda de lo que hemos estado haciendo. Sus labios aún se mantienen rojos e hinchados, el sudor cubre su frente y sus cabellos están por completo alborotados.

—Todos están felices, igual que yo.

Noah vuelve a acurrucarse sobre mi pecho y acaricio su desnuda piel mientras le lleno de besos, su respiración se ralentiza y sé que se ha quedado dormido. No puedo evitar pensar que esto es lo que quiero, aquí es a donde pertenezco, a los brazos de Noah; y quiero que así sea para siempre.

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