Capítulo 11

Julian.

Una semana, una semana que pasé castigándome a mí mismo por lo ocurrido en el despacho. Una semana que me odié por mi propia culpabilidad. Besar a Noah me dio las sensaciones que creí muertas cuando Carla murió y yo, en cambio, le lastimé. Amé sus labios y su dulce sabor, lo suaves que se sentían entre mis bocas; las ansias que tuve de morderlo y marcarlo. Nunca me sentí atraído por hombres, siempre me vi como alguien heterosexual, sin embargo, Noah no es cualquiera y con solo verlo mi respiración se acelera.

No obstante, en el mejor de los momentos no pude evitar pensar en Carla, y me sentí mal porque mientras yo estoy volviendo a ser feliz ella nunca más lo sería y mis hijas no tendrían a su mamá. Esos sentimientos son mi propio castigo. Pero al ver la tristeza en los ojos de Noah todo se vino abajo, notar como me ha ignorado toda la semana ha sido de las peores sensaciones que he tenido en mi vida.

Pero al menos he tenido una semana completa para considerar toda la situación con calma y a pesar de mi propia auto tortura quiero darme una oportunidad con el pequeño gatito, no me importa la diferencia de edad o que ambos seamos chicos; si Noah está dispuesto a darme una oportunidad quiero estar con él, sé que es lo mejor que nos ha podido suceder a mí y a las niñas en todo este tiempo. Noah no solo ha llegado para alegrar mi vida, sino que por primera vez desde hace un año mis hijas vuelven a reír las veinticuatro horas del día; corren, saltan, dibujan, ya no lloran hasta quedarse dormidas ni tienen pesadillas en las que gritan por su mami. ¡No!, ¡ya no! Y Noah es la causa de todos estos cambios; no quiero ser tan imbécil de perderle a él también solo por mi inseguridad.

Es por ello que vine a su casa esta noche, para hablar con él y dejar claro todo lo que siento. Sin embargo, no esperé encontrármelo medio borracho cuando abrió la puerta de su casa; aunque he de admitir que mi estabilidad estaba al borde y le hubiese besado y pedido perdón de rodillas ahí mismo de no ser por la presencia de su amigo.

Sentí como mis nervios se desbordaban al verle juntos, cada roce entre ellos llevaba a mis nervios al borde, pero lo peor de todo fue el desafío en los ojos de Noah cuando besó a Alexander, no pude contenerme, no quise hacerlo. Mis manos fueron rápidas a agarrar a Alexander y arrojarle sobre la pared, quizás le hubiese golpeado de no ser por la risa de este.

«Ya me demostraste a mí que Noah te gusta, ahora es momento que se lo demuestres a él». Fue el susurro que Alexander me dio antes de que le dejase marchar y me quedase solo en el apartamento con Noah quien aún me ignoraba. Vi cómo se alejaba de mí y la ansiedad volvió a mi cuerpo, no quiero que Noah vuelva a darme de lado. Esta semana con el ignorándome ha sido una de las peores cosas que he tenido.

No pude contenerme, antes de darme cuenta mis manos envolvían la cintura de Noah para pegar su espalda contra mi pecho, oculté mi rostro en la curva que junta su cuello con su hombro para aspirar su embriagador aroma de colonia masculina y agua de jazmín y sentirle más cerca de mí.

—Una oportunidad, solo pido eso...por favor...

Las palabras salieron de mis labios por sí solas, buscando la libertad que ansiaba mostrarle, soltando el nudo de emociones que permanecían en mi pecho. Una vez dicho me percaté del fuerte peso de las palabras, es como si al decirlas en voz alta hubiesen adquirido el doble de valor: Yo quiero a Noah conmigo.

Noah se gira hasta quedar de frente a mí, sus manos colocadas sobre mi pecho dando pequeños golpes en mi cuerpo. Su rostro denota un fuerte enfado, sin embargo, sus lindos ojos azules están bañados en cristalinas lágrimas.

—¡Eres imbécil! —grita y su voz se escucha enojada—. Luego de todo lo que me dijiste quien dijo que puedes pedirme nada.

Sus mejillas lucen de un agradable tono colorado y en estos momentos no estoy seguro de si es por la molestia o el alcohol en su cuerpo.

—¡Sí!, soy imbécil Noah, sé que actúe mal y pagaste tú por mi propia frustración y mis inseguridades.

—Pues ya no me interesa, no quiero saberlo.

—Y si tan poco te importa, ¿por qué me sigues ignorando?, ¿por qué no quieres verme?

Noah se queda quieto mirando directamente a mis ojos, con sus labios medio abiertos, pero sin llegar a transmitir ningún sonido y es entonces que veo mi oportunidad no dudo ni un solo instante en comenzar a hablar.

—Sé que me he portado mal, pero eres lo mejor que me ha sucedido en el último año Noah, no quiero perder lo que tú me ofreces, no quiero perder la calma que me brindas o la oportunidad de tenerte a mi lado...no quiero perderte a ti.

Noah ha dejado por fin de golpear mi cuerpo, sus lindos ojos azules están clavados en los míos y a medida que se cristalizan paso mis dedos con suavidad por sus mejillas deseando que no llore.

—No te creo —susurra suavemente.

—Entonces déjame mostrártelo.

Mi rostro se acerca con suavidad al de Noah, puedo sentir como su respiración se va acelerando a medida que me acerco más. Mis labios primero rozan con suavidad los suyos de manera casta como si pidiese permiso y luego de ello profundizo nuestro beso apoyando más una de mis manos en su rostro y la otra en su espalda, todo por tal de acercarle más a mi cuerpo. Noah tiene un sabor entre cerveza y su dulzor natural que es capaz de embriagarme por sí solo, siento sus manos rodear mi cuello y sus dedos enredarse de forma tímida entre mis cabellos.

Hay inseguridad en sus toques y me siento como una mierda por haber sido yo el causante de ello.

Un pequeño gemido escapa de su boca y no puedo evitar que un escalofrío de deseo recorra todo mi cuerpo. Muerdo sus labios llenos de lujuria, esperando volver a escuchar un nuevo gemido proveniente de Noah y lo consigo. El beso se acrecienta volviéndose más salvaje a cada instante hasta que por fin aparto mi boca de la suya y comienzo a besar su mejilla y descender hasta su cuello. Nuestras respiraciones están agitadas con nuestros pechos subiendo y bajando al mismo compás mientras continúo explorando el dulzor de su piel.

Las manos de Noah comienzan a desabrochar los botones de mi camisa y me separo un poco de él para mirarle a los ojos.

—¿No quieres? —pregunta y puedo notar la inseguridad en su voz, me tomo un instante para planteármelo dado que no deseo mentirle, pero la verdad es que la respuesta es demasiado sencilla.

—Por supuesto, solo quiero saber que no te vas a arrepentir luego.

Noah suelta una risa nerviosa.

—Esa debería ser mi frase.

Río en conjunto con él y antes de poder decir algo más es Noah quien toma el control de la situación y volviendo a besarme comenzamos a caminar al unísono hacia la puerta que da a su habitación. De reojo puedo notar que el sitio no es más grande que el resto del departamento, apenas tiene una cama, un closet y una mesa de escritorio; aunque la verdad es que no puedo fijarme demasiado porque toda mi atención está puesta en Noah. Mis cinco sentidos han sido reclamados solo por él.

Noah me lleva hasta el borde de la cama provocando que caiga sentado en esta y él se sienta sobre mi regazo; debo de alzar un poco la mirada para observar su dulce rostro, pero no importa. Sin embargo, ahora me siento nervioso. Puede sonar a chispe, pero al ser mi primera vez con un chico no sé cómo he de actuar. Noah debe de notar mi intranquilidad, pues rápidamente su ceño se frunce como si estuviese preocupado.

—¿Ocurre algo? —Puedo notar como muerde sus labios con nervio— ¿En verdad quieres esto?

Por la actitud de Noah tal parece que voy a salir corriendo en cualquier instante, pero no es de extrañar, no debido al comportamiento que he tenido en la última semana; Noah merece por lo menos mi sinceridad luego de todo lo que ha ocurrido.

—Nunca he estado con un hombre Noah, no sé cómo debería tocarte, lo que he de hacer...quiero que lo pases bien y a la vez temo que no sea así.

El rostro del menor por unos instantes revela confusión para luego de ello evidenciar una tierna sonrisa antes de que sus labios vuelvan a fundirse con los míos.

—Tócame donde te guste, has lo que desees, estoy seguro de que ambos podremos pasarla bien.

Doy media vuelta para dejar al pequeño gatito arrojado boca arriba sobre el colchón a la par que yo me mantengo encima de él. Comienzo a besar nuevamente sus labios y su cuello a medida que mis manos viajan bajo su pullover y acaricio la tersa piel de su cuerpo. Noah termina de quitar mi camisa y me retiro un poco para zafarla de mis brazos y volver a prestarle atención al pequeño; siento como sus uñas se encajan en mi espalda a medida que los besos y caricias se vuelven más salvajes y, finalmente, llego a la zona de los pantalones.

Debo admitir que me siento satisfecho de notar la erección a través de los pantalones de Noah, así me doy cuenta que no soy el único tan ansioso por esto. Retiro sus pantalones por completo y poniéndome en pie por unos instantes también me desnudo yo. Noah aprovecha ese momento para buscar una pequeña botella de lubricante y unos condones en su mesita de noche y colocarlo todo sobre el colchón. Casi no hablamos, pero en este momento las palabras sobran. Ambos estamos embriagados por el puro deseo y la lujuria.

Volviendo a la cama me coloco entre sus muslos y bajo mi cabeza hasta su entrepierna. No estoy muy seguro de lo que estoy haciendo, pero sé que quiero probarlo.

—Julian.

El jadeo escapa de los labios de Noah cuando mi lengua roza la cabeza y la longitud de su erecto miembro. Mi nombre en sus gemidos es lo más erótico que he escuchado en mi vida.

—Dilo de nuevo. —ruego antes de continuar en la labor de provocarle placer a Noah.

Mi lengua viaja por toda su intimidad arrancando chillidos y emociones. Siento el salado sabor de su líquido pre-seminal en mi boca a medida que mis manos juegan con sus testículos.

—Ten —murmura Noah entre jadeos y me percato que en una de sus manos posee una pequeña botella de lubricante la cual, por lo visto, se hallaba guardada cerca de nosotros.

Me retiro solo lo suficiente para tomar la botella de lubricante y descorchándola echo un buen chorro sobre mis dedos. Que nunca haya estado con hombres no significa que no sepa que llevan preparación y lo que menos anhelo es arruinar el momento provocándole daño a mi hermoso gatito.

Introduzco el primero de mis dedos en el interior de Noah y jadeo gustoso al ver como este se retuerce de placer debido a mi toque.

—¿Te gusta gatito? —pregunto juguetón a medida que muerdo la oreja de Noah y siento que las caderas de este se mueven contra la mano que tengo en su interior provocando pequeñas embestidas.

El de ojos celestes asiente y yo coloco un segundo dedo en él. Es apretado y sé que en el momento en que entre en su cuerpo no duraré mucho, es por ello que quiero otorgarle placer el máximo tiempo posible. Sin embargo, verle retorcerse y jadear está siendo demasiado para mí, juro que si todo continúa así podría correrme con tan solo mirarle. Este pequeño es el ser más erótico y lleno de lujuria que he visto en mi vida.

Retiro mi mano para tomar el preservativo y rompiendo el envoltorio saco la goma y la estiro alrededor de mi longitud. Cuando me coloco en posición alineando mi erección con su entrada las manos de Noah rodean mi cuello y me empujan hacia él.

—Hazlo ya —suplica y me doy cuenta que en su ruego están los sentimientos de ambos.

Con suavidad comienzo a introducirme en él y el caliente cuerpo de Noah me envuelve, suelto un sonoro gruñido de excitación a medida que las uñas de Noah se clavan en mi espalda, sus piernas rodean mis caderas y una vez que me he asegurado de que se ha acostumbrado a mi cuerpo comienzo las embestidas. Los sonidos lujuriosos llenan la habitación, ambos nos movemos al mismo compás acompañando la acción con besos desesperados y salvajes. Incluso puedo jurar que mi labio suelta un poco de sangre debido a una de las mordidas, sin embargo, estoy demasiado excitado como para darle importancia a eso.

Entre sonoros jadeos Noah alcanza el clímax y llega al orgasmo, al correrse puedo sentir como las paredes interiores de su trasero se contraen y sin poder contenerlo más yo también llego al orgasmo. Siento mi respiración agitada cuando mi cuerpo se derrumba a un costado de la cama junto a Noah, aun así, no puedo dejar de besarle ni acariciarle mientras ambos recuperamos el aliento.

Salgo de su húmedo interior y arrojo el preservativo en un pequeño cesto de basura junto a uno de los costados de la cama para luego retornar a abrazar al de ojos celestes.

—¿Cómo se sintió tu primera vez con un hombre? —interroga Noah con picardía.

—De lo mejor que he probado en mi vida. —Le sonrío para luego besar sus labios.

Dejo que Noah se acurruque sobre mi pecho, parece cansado, pero a pesar de ello sus ojos se niegan a cerrarse.

Beso su cuello y pegando su cuerpo más al mío le susurro con suavidad.

—Deberías descansar.

—¿Vas a irte?

Me duele un poco la inseguridad que demuestra, pero siento que me lo merezco por haberle hecho pasar una mala semana, solo espero que todo podamos resolverlo luego.

—No Noah, voy a quedarme y a partir de ahora demostrarte que te quiero conmigo; no es un juego bebé, esto es algo nuevo para mí y quizás cometa errores, pero me esforzaré en demostrarte lo mucho que me importas.

Noah cierra sus ojos poco a poco hasta quedar totalmente dormido y luego de varios minutos imito el acto; por primera vez en mucho tiempo siento que al levantarme tendré mi pequeño rayo de esperanza.

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