23|Rabbit.
Todo marchaba en relativa calma, Akira había cumplido su promesa con el pelirrojo, ciertamente practicar con una bestia real era fantástico para la peli plata, ambas partes se beneficiaban.
Después de las preliminares no había tenido mucho contacto con nadie en especial, se mantenía rígida a su rutina de entrenamiento por la mañana y después volvía a casa para pasar todo el día encerrada en su habitación leyendo.
Kakashi no parecía particularmente preocupado por las actitudes de la Akira, después de todo no tenía ni idea de cómo se debía comportar normalmente una niña.
La tercera prueba de los exámenes chunin estaba a la vuelta de la esquina, Akira había hecho su mejor esfuerzo entrenando y aprendiendo cosas básicas sobre diversos jutsus, aunque no se podía ver un avance enorme, ella se sentía plenamente orgullosa de su progreso.
Akira llegó a casa después del entrenamiento encontrándose con Kakashi completamente dormido en el sillón de la sala principal, sonrió antes de cubrirlo con una manta y subir a su respectiva habitación. La peli plata se dejó caer sobre la cama, estaba bastante cansada, pero no tan cansada para no leer un poco antes de dormir, se deslizo por la cama y llegó hasta el piso, de abajo del colchón saco un libro que tenía bastante bien escondido, Icha Icha se había convertido en una obsesión, una no muy sana.
Dos golpes en la ventana la hicieron saltar de su sitio y terminar de cara en el piso, enfadada se levantó dispuesta a golpear a quien fuese el que la asusto de esa manera.
Nadie, detrás del vidrio cristalino de la ventana no había nadie. La cara de confusión de la chica fue reemplazada con una pequeña sonrisa, un pequeño trozo de papel se encontraba atorado en medio de las dos puertecillas de la ventana.
Con cuidado y en un movimiento rápido, Akira abrió las ventanas de par en par mientras tomaba el papel antes de que este se fuese volando.
Cuando ya tenía el papel entre sus manos un objeto blando le dio de lleno en la cara haciéndola caer de espaldas, un conejo de felpa color purpura estaba sobre su cara.
Akira quito de mala gana el conejo de su cara mientras leía la nota aun tirada en el piso.
"Feliz casi cumpleaños Rabbit"
¿Cómo pudo olvidar su propio cumpleaños?
Sonrió al ver el apodo infantil, aun recordaba el día en que los conoció y de donde provenía ese tan meloso apodo que la perseguiría por el resto de sus días. Los recuerdos comenzaron a acumularse, se mezclaban y hacían una rara combinación en su memoria, para cuando se dio cuenta estaba sollozando mientras sonreía.
Mientras en sus labios se formaba una gran sonrisa, sus ojos eran otra historia, la mirada blanda y borrosa mostraba que, aunque era feliz en Konoha, seguía extrañando aquel lugar gris.
Cuando encontró las fuerzas suficientes para dejar de llorar y levantarse del piso, puso el conejo en su pequeño librero justo al lado del regalo de Naruto, lavo su cara, tomo su banda ninja y la coloco en su frente a la par que se miraba en el espejo con una mirada seria y dura.
Había hecho muchas cosas mal, pero no seguiría la senda del dolor, no más.
Tenía que hablar con el Hokage.
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