01|Nuevo comienzo.
Akira Oyako siempre fue una niña alegre, intrépida y llena de energía, adorada por sus padres, pero ese día todo cambió.
Cuando Akira estaba por cumplir los diez años de edad fue separada de su madre y de su aldea, todo lo que la pequeña alguna vez amó se había consumido en unas fieras llamas que lo arrasaron todo. Su madre, fue asesinada sin piedad ante sus ojos, aquel día fue el comienzo de todo.
Akira fue golpeada brutalmente, hicieron infinidad de experimentos con su frágil cuerpo, pero un buen día después de caer desmayada todo terminó. Unas manos grandes y frías la sacaron de aquel infierno que amenazaba con tragársela viva, siempre estaría agradecida profundamente con la persona que la rescató. Un hombre de aspecto tenebroso, pero un corazón tan grande que opacaba lo demás.
Este misterioso hombre la llevó hasta un lugar al que pudo llamar "hogar" quizá no era lujoso, un tanto pequeño y de aspecto acabado, pero cálido, como el lugar en el que creció.
El hombre extraño tenía amigos igual de extraños, pero la cuidaron, la entrenaron y con el tiempo se volvieron su familia.
— Akira, necesito hablar contigo— sentenció el hombre frente a ella.
La niña se limitó a asentir.
— Sígueme— le indico mientras tomaba la delantera.
Un pasillo largo después se encontraban a solas en una habitación de tamaño mediano.
— ¿Qué ocurre? — la peli plata arqueó una ceja.
El hombre suspiró antes de iniciar su discurso, esto iba a ser difícil.
— Sabes que no eres mi hija o algo parecido—
La niña solo asintió.
— Desde un inicio, cuando te encontré en aquel entonces me llamó la atención tu color de cabello— remojó sus labios antes de seguir hablando — Sobre todo porque mencionaste que tu madre era castaña—
— Supongo que lo heredé de mi padre...— fue interrumpida.
— También lo supuse ya que dices que jamás lo conociste—
Un pequeño silencio se formó en la habitación.
— Entonces...— lo animó a seguir hablando.
— Encontré a tu padre—
— ¿Y? — le restó importancia.
La niña había dejado de soñar con una familia pues ya tenía una grande y cálida familia. Aunque esta familia fuese rara y totalmente demente, pero no era tan malo.
— Tienes que irte con tu padre— su voz sonó más dura de lo que hubiese querido.
— ¿Por qué? ¿Acaso me estas echando? — esta herida, aunque trató de sonar sarcástica.
— No te estoy echando— suspiró.
— Entonces solo se hartaron de mí— sus ojos comenzaron a picar.
— Akira, nosotros no somos nada parecido a una familia para ti, no podemos involucrarte en lo que nos pasará— su tono era neutral.
— Pero...— fue interrumpida por segunda vez.
— No hay pero que valga, te quiero a salvo ¿entendiste? —
Asintió insegura.
— Eres inteligente y talentosa, eres fuerte Akira — la tomó por los hombros — Solo tienes trece y creo que eres una de los mejores ninjas de este lugar —
Akira soltó un bufido mientras se sonrojaba.
La habitación se volvió silenciosa de repente, la tensión era palpable. El hombre comenzó a hablar de nuevo.
— Alguien te espera en la entrada, buen viaje— esa fue la despedida.
La niña caminó hasta la entrada, una mochila pequeña era todo lo que llevaba consigo. Una cabellera rubia es lo primero que pudo distinguir, sonrió al instante. Su rubio favorito.
— Cuídate— el rubio le entregó un pergamino, era un mapa y en la parte superior tenía un solo nombre escrito.
— Cuídate también— dijo la peli plata antes de marcharse.
*Flashback*
Akira se encontraba entrenando junto a uno de los amigos de su "padre" pero al parecer había usado demasiada fuerza en su último ataque y su contrincante permanecía en el suelo sin moverse, Akira solo tenía once años en ese entonces y resultaba ser demasiado sensible. La niña se acercó preocupada, pero antes de que pudiese preguntar cualquier cosa sobre el estado de su rival, este la recibió con un golpe certero en la boca del estómago que la dejó sin aire de inmediato.
— No te preocupas por tu rival en medio de una batalla, reprime esas emociones infantiles, no puede confiar en nadie, todos te apuñalarían si tuvieran la oportunidad— sus palabras sonaron duras y eran filosas como pequeños pedazos de cristal.
Akira se desmayó.
*Fin flashback*
La peli plata siguió su camino a paso firme, retuvo las lágrimas que amenazaban con salir, no importa cuánto tiempo hubiese estado con esas personas, no importa cuánto hayan cuidado de ella, tenía que olvidar eso y reprimir sus sentimientos, reprimir esa debilidad.
Después de algunos días de camino se encontraba frente a unas enormes puertas, era la entrada a la aldea que marcaba su mapa. Tomo el pergamino con una mano y después de leer por última vez el nombre escrito en una de sus esquinas, creó llamas azules que devoraron el papel de inmediato, y así se deshizo de la evidencia de su vida durante los últimos años.
— Kakashi Hatake— repitió en voz baja— Mi padre biológico—
Akira no tenía que entrar en la aldea, con sus habilidades podría vivir como asesina a sueldo, podría hacer eso o tantas otras cosas, pero en el fondo, donde aún no había logrado reprimir sus sentimientos en su totalidad, en esa cavidad aún permanecía el anhelo de una familia verdadera.
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