9: WORK



—Oye, toma asiento —la voz gruesa de Byron una vez más llegó a mis oídos. Lo escuchaba y entendía, pero es que aún seguía sin creerme lo que estaba ocurriendo. —Es la última vez que lo digo. Toma asiento, vamos, tengo otros asuntos por atender —esta vez se escuchaba su molestia, y ya el pedido no era en forma cordial como las anteriores cuatro veces. Ahora era una orden, una muy clara

Me giré lentamente en mi propio eje, y allí estaba él. Se había terminado de arrebatar la corbata, y la camisa ahora iba abierta hasta el tercer botón, dejando al descubierto una pequeña parte de su pecho. Estaba a unos tres metros de mí, sentado en la cabecera de la mesa, la cual no era muy grande, sólo cuatro plazas. La misma llena de papeles, una botella, y su vaso con alcohol

—¿Es en serio? —fue todo lo que preguntó cuándo tomé asiento frente a él, dejando un asiento de por medio entre ambos

—¿Mmm? —me hice la despistada, obviamente sabía a qué se refería

Lo ví entrar en otra de las facetas que me comentó mi padre, es decir, estresado. Se escuchó el ronco gruñido que abandonó sus labios, y el cómo se alborotó el cabello frustrado. Lo próximo, fue que se bebió el contenido en su vaso de un tirón, y se levantó de su asiento para sentarse junto al mío.

Tan cerca el uno del otro la situación era aún más incómoda. Por un instante miró a lo más profundo de mis ojos, y entonces.. sonrió

¿Es en serio?

No sé qué le ocasionaba gracia. Yo me encontraba de lo más incómoda, nerviosa; y debo admitirlo, el tal Byron me intimidaba

—¿Que te sucede? —su tono de voz, era ahora un poco divertido, y yo diría que hasta zarzoso —¿Me temes? —y sus ojos brillaron tras hacer la pregunta. Sonrió con cinismo y se mostró expectante ante la que sería mi respuesta

—Yo.. no —mi negativa fue tan baja, que prácticamente fue un susurro

El sólo asintió complacido —Pero que mal educado soy —aquello me hizo alzar la cabeza para verle de frente, ya que me encontraba mirando hacia el suelo —¿Quieres un trago? —y sin siquiera esperar mi respuesta extendió su mano y agarró la botella

No sé cuánto tiempo llevaba ahí con ese tipo, quizás minutos, segundos o horas, ni idea. Pero lo que si sé con claridad, es que me estaba sacando de honda. Literalmente

—No gracias

—Vamos mujer, deja de ser..

—¡Puedes centrarte! —y ahí estaba la verdadera Paola. Estaba bastante cansada ya de esos juegos absurdos

Byron obviamente no esperaba que reaccionará de esa forma tan incontenible. Su cara que se encontraba —digamos, iluminada— se apagó, y soltó la botella con tanta fuerza que pudo haberse quebrantado

Esto me recuerda por qué nunca he conseguido empleo

Cuando sus ojos volvieron, ya su cara y expresión eran desconocidas para mí. Se veía tan furioso, tanto, que creí que explotaría. Sus manos las hizo puños y las apretó con toda su fuerza, o al menos eso parecía. Y comenzó a respirar con tanta rapidez y pesadez, que parecía un toro listo para el ataque. Las venas de su cuello se comenzaron a marcar, y una muy gruesa en el centro de su frente. Su pecho ahora era más fornido, debido a las exhalaciones tan fuertes que soltaba, y las mangas de su camisa se ajustaron tanto a sus brazos, que parecía ser dos tallas menor que la suya

¿Ya les dije que estaba que me cagaba?

—Aquí —su voz salió gruesa y cortante, pero en un tono neutral. Obviamente temblé al escucharla. Su dedo índice estaba sobre una carpeta blanca que se encontraba abierta frente a nosotros, y que además, llevaba encabezado:

Contrato de trabajo

»¿Aún me va a dar trabajo?

Eso claramente no lo pregunté. No quería ver ninguna otra faceta suya

Dos horas después la reunión con Byron había terminado, al menos por hoy. Oficialmente estaba contratada, por tiempo indefinido, aunque aún no firmaba, sólo necesitaba leer el contrato y si estaba de acuerdo firmarlo. Byron ya había explicado lo más importante, es decir, los horarios, vacaciones, salarios, y esas cosas. Lo más COOL, es que sería vendedora. Es lo más COOL porque es algo que sé hacer. Bueno, tengo algún que otro conocimiento al respecto

—Y eso sería todo. Toma el contrato para que lo estudies esta noche —dijo y cerró la carpeta para entregármela

—Está bien. ¿Ya puedo marcharme?

—Sí, ya que no has querido cenar, eso sería todo —contestó mientras tecleaba algo en su móvil. Ya se encontraba mucho más relajado, al menos, ya no parecía un toro, en el mal sentido de la palabra

—Entonces, hasta mañana —pegué la carpeta a mi pecho y me levanté de la silla. —¿No te vas? —me atreví a hacerle otra pregunta cuando aún no respondía la primera

—Mm, no. Aún debo resolver algunos.. asuntos —se aclara la garganta y deja el móvil sobre la mesa —¿Te llamo un taxi?

Segundos después el silencio nos rodeó, y el alzó una ceja ante mi comportamiento, debido a que aún no le contestaba. Yo con mucha calma lo escrutaba a ojos achinados. Sí que soy discreta cuando me lo propongo

Lo que me intrigaba era.. ¿Que otro asunto podía tener a estas horas?, cuando pasaban de las diez de la noche

—¿Llamo? —movió el móvil en el aire y hasta entonces reaccioné

—Oh, no gracias. Que tenga buena noche. Hasta mañana

—Sí, lo mismo para ti—y digamos que dejó de prestarme atención porque su móvil volvió a sonar. Así que la caballerosidad de acompañarme hasta la puerta no llegó. Simplemente salí de la habitación y tomé el ascensor

En recepción pedí que me llamaran un taxi, me encontraba bastante lejos de casa, y no pensaba caminar con semejantes tacones. Esperaría lo que fuese necesario

—Llega en diez minutos —me comunica la misma que me atendió al llegar, sin siquiera verme a la cara

—Bien, esperaré

—Siéntese por allá —con su mandíbula hizo un gesto señalando los sillones del lobby

Ash, ¡Que odiosa!

Bien que podría pedir el libro de quejas

Al parecer, no me había espabilado tanto. ¿Por qué?, al tomar asiento en el lobby, recordé que había olvidado algo. Ese algo, devolver a Byron su pañuelo

Bueno, será mañana

Dos minutos después me encontraba dando con el tacón del zapato en el suelo del hotel. Si, así de ansiosa me pongo cuando una idea se apodera de mi mente

—Disculpa, ¿cuantos minutos tardará? —la chica hizo un gesto de cansancio y alzó la vista para verme.

—Está a siete minutos

—¡Bien!, ya regreso —y corrí para meterme al ascensor, siete minutos me sobraban para lo que debía hacer

×××

Byron

Byron

Byron

Ash, su nombre no se me va de la cabeza. Llevo desde las cinco de la madrugada despierta, y cada vez que intento pegar el ojo, ¡Bum!, él llega a mi mente. ¿Y cómo no hacerlo?, ¿Existe la posibilidad de que la recepcionista me estuviera gritando a mí?, pues a mí no me lo pareció. De igual manera todo eso cambió cuando llegué a la habitación 69 y..

¡PRIMNN!

El sonido del despertador me aleja de aquellos pensamientos. Solamente tengo que estirar el brazo y apagarlo, ya que me encuentro sentada en forma de indio sobre la cama, con mi espalda apoyada al respaldo de la misma. Todo por Byron, y por mí, por ser tan falta de tacto

Ya son las ocho, así que me estiro porque tengo el cuerpo dormido, y me meto al baño

Tomo una ducha rápida y desayuno. En la parada del bus no tardo mucho, la guagua llega unos diez minutos después. Llevo un pantalón tobillero y un pulóver blanco con el logo Adidas en una esquina, y mis zapatillas levis negras. Me veo bastante bien. Es una de las mejores cobas que pude comprar en una tienda no muy costosa cuando trabajaba con Noel

Noel..

Eh llorado tanto por su causa, tanto, que solamente yo sé hasta qué punto me ha dolido. Es increíble que me engañara desde el primer momento. Valla, me hace sentir como una verdadera estúpida

Con la mirada inquisitiva de algún que otro pasajero bajo del bus. Es evidente que aún hay personas que siguen juzgándome y discriminando como si yo fuese culpable de algo. Cuando sólo soy una víctima más

Unas tres calles después llego a mi destino, y.. tengo que decirlo, ¡Wow!, ¡qué grande es la empresa!

Quedo como tonta parada en la entrada del que se convertirá en ni nuevo lugar de trabajo. Pero es que por más tonto que resulte, no puedo apartar la vista del enunciado

"Empresa Lozano"

Dentro, todo parece un palacio. La estructura del lugar logra dejarme sin aliento con muchísima facilidad, y las personas con las que me cruzo hasta llegar a recepción parecen bastantes ordinarias, pese a que en algunos instantes me he sentido fuera de lugar al ver la clase con que visten aquí, y lo demasiado común que vengo a mi entrevista

¡Malditas clases sociales!

—Hola, soy..

—Hola, ¡sí!, eres Paola ¿cierto? —la chica recepcionista me corta a mitad de mi presentación

—Si —respondo algo sonriente, esta chica me ha caído bien

—El señor Byron la espera en su oficina, tome este solapin y diríjase al tercer piso, el allí le espera

—Gracias..

—Patricia —completa a la vez que extiende su mano

—Mucho gusto, Patricia —estrechamos las manos y me voy al ascensor

Cuando me voy acercando al tercer piso siento que dejo de respirar, y cómo el nervio toma el control de mí. Mis manos sudan, y por instinto comienzo a golpear el suelo del elevador con mi pierna derecha

El tercer piso no tarda en hacerse presente, y con la misma rapidez las puertas de este se abren. Demoro algunos segundos en salir de aquella caja metálica, y pese a que ando despistada, no paso dificultad para hallar la oficina de Byron, pues la puerta lleva bien tallado el nombre. Doy un leve toque en la puerta y el "adelante" no se hace esperar. Su voz logra que mi corazón martille en mi pecho con mucha fuerza, y el sudor de mis manos se intensifique al verlo. Toda esa serie de alteraciones sufre mi delicado cuerpo con tan solo sentirlo cerca

Entro con recelo a la oficina y hago todo lo posible por no verle directamente a la cara

—Hola —digo por lo bajo sin alzar la vista del suelo

—Toma asiento —su voz se escucha seria, pero no llega a ser de molestia, sino más bien de formalidad

Con miedo alzo la vista y noto que no se encuentra solo, y eso aunque suene raro me tranquiliza. La muchacha que le acompaña se encuentra sentada en un cómodo sillón frente al suyo, anotando lo que él dicta. Se ven muy cómodos el uno con el otro, pero en el tema laboral, es evidente que entre ellos no ocurre más

—Eso sería todo —concluye Byron aflojándose la corbata con lentitud

—Perfecto. Le recuerdo que tiene una reunión en unos diez minutos —recalca ella, demostrando que es su secretaria

—Estaré ocupado, cancélala —dice logrando al fin deshacerse de la corbata

—Pero señor..—la chica hace por protestar y este nuevamente ordena que cancele la reunión. Sólo que en esta ocasión con menor paciencia

Demasiado tarde me percato de que los observo sin tapujo alguno, y llego a esta estúpida deducción al ser consciente de los pares de ojos que se hayan sobre mí

La chica susurra un "sí señor" y se apresura en escribir algo en el cuaderno, para más tarde lanzarme una fulminante mirada que obviamente pasa desapercibida para Byron que se encuentra observándome de una forma que no comprendo

—Retírate —agrega sin nada más, ni siquiera la mira al decirlo. La chica lanza el bolígrafo dentro de su cuaderno y sale de la oficina resonando el tacón de sus zapatos

Una vez solos siento que la oficina se reduce, el aire comienza a extinguirse y mi garganta se seca. Camino hasta quedar sentada donde antes se encontraba la secretaria, con la profunda mirada de Byron sobre mí. No comprendo que significado tiene esa profunda y oscura mirada, sin embargo, los recuerdos de la noche anterior afloran en mi mente dejándome desconcertada

Nunca en mi vida había experimentado sentir tanta vergüenza

—Creo que le debo una disculpa —digo con la vista posada en mis zapatos

—¿Crees? —alzo la mirada y lo encuentro con una ceja alzada, pero igual de indescifrable. No sé si está molesto, avergonzado, o arrepentido por darme empleo

Y tras esa pregunta y lo oscuro de su mirada me pierdo. El recuerdo mío abriendo la habitación 69 del hotel Palca me absorbe. Así como la imagen de Byron teniendo sexo con esa rubia que se hallaba a cuatro patas sobre la cama

¡DIOS! ES QUE LO RECUERDO TODO

Los gritos y gemidos. Como colisionaban sus pieles. La forma tan brusca en que él le propinaba nalgadas, cómo la apretaba. Recuerdo cada una de las veces que ingresó en ella a estocadas abruptas. Cómo llevaba su cabello enredado en su mano y tiraba del mismo hundiéndose con bravura dentro suyo. Rememoro incluso las súplicas, y ruegos. Las toscas caricias, cómo cuando apretó su cuello, o peor aún, cuando oprimió su pezón en un acto alocado, buscando —me imagino — goce y regocijo

—Paola —su voz me atrapa de sorpresa haciéndome sobresaltar

¿Será siempre así?

—Disculpe señor, yo solo.. quería devolverle su pañuelo —respondo precipitada y arrepentida

—Preferiría no hablar de ello —sentencia y pese a que para mí también resulta lo mejor, aún no logro descifrar su mirada —¿Has leído el contrato? —inquiere y abro mis ojos sorprendida

—¡Por supuesto! —me apresuro en responder algo que evidentemente es mentira. Ayer no tuve tiempo de hacerlo, porque la imagen de todo aquello quedó grabada en mi mente de una forma traumática

—¿Te pareció bien? ¿Estás de acuerdo en todo? —la seriedad en su voz me pone de los nervios, la misma con que antes le hablaba a su secretaria

Me discutí la idea de sincerarme y confesar que no leí dicho contrato, y que por lo mismo no tengo ni idea de lo que estamos hablando. Pero por otro lado la idea de hacer quedar mal a mi padre y todo lo que eso conlleva me aterra, así como el que Byron se replantee contratarme, porque ¿qué clase de persona no se toma en serio su contrato de trabajo?

Ya he ocasionado muchos problemas, tengo que al menos hacer algo bien por mí, debo de salir adelante y regalarme una mejor vida. Es hora de hacerme una mujer responsable y dejar de comportarme como chiquilla —Por otro lado, ¿qué tan mal me podría ir?. Byron ha fundado una de las empresas petroleras más grandes del país

—Todo perfecto. ¿Cuándo comienzo? —hablo con seguridad haciendo que cambie su expresión. Ahora se nota algo.. ¿Aliviado?, ¿Satisfecho?

—Comienza por firmar —dice extendiendo un folio blanco donde se halla el contrato. Agarro el bolígrafo que me tiende con temor, y a ojos cerrados dejo mi firma en aquella hoja de papel

—Listo —suelto una gran cantidad de aire tras decir eso —Entonces, ¿cuándo comienzo?

—Primero debo darte algunas indicaciones, y mostrarte tu puesto de trabajo. Vamos —se levanta de su asiento color negro, y me guía hasta las afueras de su oficina

Caminando tras de él logro soltar el aire contenido, incluso se me hace más fácil el respirar. Y al no encontrarme bajo esa dura mirada me permito observar con mucha más calma la empresa

Montamos juntos el ascensor, y gracias a dios hay par de empleados. Uno le comienza a explicar algo a Byron, por lo que me siento igual de relajada al no ser el centro de su atención, pese a la mirada curiosa que en ocasiones me lanzan los demás

Las puertas se abren en el segundo piso y Byron sale junto con el chico con que platicaba, se quedan conversando un poco más y luego se despide asegurando hacerse cargo de lo que sea que hablaban

Byron me hace una seña de que lo siga y así lo hago. Al parecer, aquí será mi lugar

El segundo piso se encuentra igual de arreglado que el tercero y el primero, pero con la diferencia de que en este se encuentra ubicada la mayor parte del personal. Mientras que en el primer piso se encontraban alrededor de 16 personas, aquí como mínimo hay treinta, cosa que para nada cuadra con el tercer piso, dónde todas las oficinas son a puertas cerradas. No llegué a ver más de cuatro, y entre ellas, la oficina de Byron y la sala de reuniones

Me sorprende ver que pese a que Byron pasa por todo el lugar, los trabajadores siguen igual de concentrados. Nadie parece asustado o achantado por su presencia. Todos se hallan ocupados, y el ruido de las teclas e impresoras inunda la estancia

Me hallo tan perdida en mis pensamientos que apenas logro entender cuando Byron me jala del brazo y me lleva nuevamente al ascensor

—Eres bien despistada —agrega haciéndome un gesto con su dedo índice

—Creí que allí trabajaría —digo sin hacerle caso a sus observaciones

Una pequeña carcajada sale de su boca dejándome atónita. ¿Es que acaso se ha vuelto loco?

—Tienes muy buen sentido del humor —me dice cuando termina de reírse. Comportamiento que no es de mi agrado. Así como tampoco el que nos paseemos por todo el primer piso y que ahora se haya sentado en un todo terreno ordenando que suba

Definitivamente está loco

—No lo repetiré nuevamente Paola —el tono amenazante que utiliza me dice que su paciencia se está agotando

—Creí que me mostrarías mi puesto de trabajo —digo algo molesta montándome junto a él

—Y eso haré —asegura colocándose el cinturón, y le imito a regañadientes

Unos minutos después logro calmarme. Byron tiene su empresa y una serie de negocios que rinden frutos a la misma. Quizás me ubique por allí, quien sabe si en una gasolinera o algo similar. Recuerdo muy bien que preguntó si tenía experiencia en tiendas

Debo admitir que estando allí junto a él me sentí mucho más cómoda de lo que en algún momento pude imaginar que me sentiría a su lado. El auto portaba un exquisito olor, él solo me observaba de soslayo, y la baja melodía que había puesto en la radio daba buena armonía

Lo vi doblar y aparcar en el estacionamiento de un lugar que desde luego no tenía pinta en absoluto de tienda, ni nada relacionado al petróleo

—Hemos llegado —comunicó al ver mi cara de póquer

—¿Seguro? —inquirí

—No es un momento para chistes, ya estás trabajando —dijo serio bajando del auto

Una vez más me hallaba caminando tras de él, con recelo y perspicacia. Rodeamos el parqueo y tras subir una pequeña escalera, nos encontrábamos abriendo las puertas de lo que puedo asegurar con toda certeza era una galería

¿Qué diablos hacíamos allí?

¿Acaso debía saber de arte?

No le veo sentido a ello, ¿que tenía que ver el arte con el petróleo?

Pues no tengo la más mínima idea del porque Byron y yo nos hallábamos en esa galería, y menos porque decía que ya estaba en horas de trabajo cuando no sabía ni entendía nada. Pero allí estaba él caminado con la misma seguridad que en su empresa, llamando la atención de todo aquel presente, marcando la diferencia.

¿Y cómo no?

Con ese tamaño, ese porte, esa ropa obviamente de marca, ese rico olor. ¿Cómo no llamar la atención?, él sin mucho esfuerzo llevaba las palabras dinero, lujo y buena vida talladas en la frente.

—Sr. Byron, que gusto verlo —una chica, contemporánea conmigo, quién además tiene pinta de ser la dueña del lugar, salió corriendo a recibirlo sin prestar atención a los pocos clientes que se encontraban observando las obras. La galería era ridículamente hermosa, en mi opinión, un lugar para millonarios. No sé mucho de arte, nada en realidad, pero es evidente que las piezas de la galería son caras, lujos que sólo se pueden permitir personas de alta alcurnia

—Kenia, que gusto —responde él en saludo. —Quiero presentarte a Paola, será la otra trabajadora en el negocio —frunzo el ceño al escucharlo, por tres razones. La primera, es que la chica le hacía mucho caso. La segunda, Byron le hablaba como si de su jefe se tratase, cómo si el lugar le perteneciera. Y la tercera, ¿yo trabajaría en que negocio?, por más que lo pensara no veía relación con el petróleo y esto. ¿Qué sucede?

—Hola, soy Kenia. Es un gusto —la chica de tés blanca y cabello castaño me saludó con muchísima efusión, la misma que empleó la recepcionista cuando llegué a la empresa. Al menos Byron tenía buen ojo para elegir a sus empleados, excluyendo a su secretaria, claro está

—Paola, el gusto es mío —respondí con el mismo entusiasmo de ella. Era tan alegre que contagiaba con su alegría, al menos a mí, Byron era un caso aparte. Él simplemente nos observaba como par de bichos raros

—No le prestes atención, es un cascarrabias —me dice la chica sin tapujo alguno. Y me sorprendió que pese a referirse a Byron, este no se mostró enfadado en lo absoluto. —Ven, que te muestro el lugar —me jaló del brazo alejándome completamente de él

Kenia es ese tipo de chica que cómo bien dije, era alegre y contagiosa, además de parlanchina. Desde que le aclaré que no sabía nada con referencia al arte estuvo contándome anécdotas e historia de sus obras favoritas. Cosa que en ocasiones me cansaba, pero que no le comenté puesto a que se portaba muy bien conmigo, sin contar el ser una completa desconocida para ella. Bien que pudo haberme preguntado cómo es que había conseguido el empleo cuando era más que evidente que de arte no sabía ni lo más mínimo, sin embargo no lo hizo, y puso todo su esfuerzo para atiborrarme de sus conocimientos. Así que en esos instantes donde me aburro, simplemente observo a Byron que se relaciona muy bien con los clientes y conversa muy a gusto



Liety G. R
2021©

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