El Último Juego II
Continué esto. Buenas tardes.
- Taylors Falls -
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-Steven, ¿Estás seguro que quieres que me quede? – Preguntó Spinel mientras veía asombrada los altos árboles de aquella reserva natural. El lugar era hermoso y no se había dado el tiempo de apreciarlo. Apenas ayer se había unido al viaje del chico y, en teoría, hoy debía retirarse. Sin embargo, las cosas habían variado un poco. Volteó a ver al chico con duda.- La verdad, no esperaba que me pidieras algo así. -
-Bueno, pensé que un poco de compañía me haría bien. Además, cuando me lo pediste, noté que realmente querías quedarte más de un día.- Respondió el joven mientras sacaba una estaca de la casa de campaña.
-Bueno, eso no lo puedo negar, yo estoy muy feliz de estar aquí; hay árboles y cielo azul y pasto...- Dijo la gema mientras miraba a su alrededor con los brazos extendidos. Se detuvo de pronto sorprendida. -Steven, a lo lejos se oye agua.- Y apresuradamente comenzó a andar hacía donde venia el acuoso sonido.
-No te alejes mucho.-
Steven se apresuraba a guardar la casa de campaña, deseaba manejar hasta la próxima ciudad para comenzar a buscar un nuevo empleo. Aun contaba con ahorros de su último trabajo, pero sabía debía encontrar uno nuevo, pronto.
Tenía la esperanza de poder ahorrar en gastos de renta si lograba encontrar un lugar en los muchos lagos y reservas de la zona, donde pudiera acampar de forma más o menos permanente. En caso de verse en la necesidad, entonces rentaría una cabaña.
Aun no se hacía una idea clara de cómo iba a ser la situación, ahora que Spinel iba a quedarse con él.
-Spinel...- susurró mientras la veía corretear entre la hierba, cortando algunas flores y observando todo. Le recordó tanto a su versión anterior; la Spinel ingenua, que le llegó un deja vu.
En la madrugada de ese día, después de un ataque de culpabilidad bastante retrasado, Steven le había pedido súbitamente que se quedara con él. Sentía que algo de ella era su responsabilidad e increíblemente, después de meses, no se sintió seguro de dejar a la gema con las Diamantes. Antes de dejarla volver, deseaba preguntarles a ellas, algunas cosas que le habían surgido esa misma noche. Cosas que creyó haber enterrado pero que, al final, no era así. Tendría que haber una charla más. Sabía que necesitaba zanjar las cosas. Para eso debía retener a la gema con él, y esperar el momento adecuado.
Sabía que Spinel no rechazaría quedarse, de hecho, estaba muy feliz. A lo lejos la vio curioseando un escarabajo, muy cerca ya de la zona de los pinos. Suspiró.
-¡Spinel! ¡Que nos vamos ya!-
-¡Espera! ¡Estoy segura que esta cosa va a hacer algo!-
-¡Tuviéramos más tiempo si "alguien" se hubiera levantado cuando se le dijo! ¡Ahora ven que hay que manejar hasta la ciudad!-
-¡Pero Steven, la cosa esta haciendo algo con su espalda!- Luego vino un grito cuando el escarabajo voló y se chocó con la nariz de la gema; la cual corrió un poco en circulo para terminar detrás de Steven.
-Esa cosa me quiso morder.-
-En realidad lo asustaste y huyó.- Dijo el chico mientras le palmeaba la cabeza a la gema. Luego procedió a cerrar la cajuela del vehículo y subir.
-Y con respecto a eso de que me levanté tarde; me dijeron que dormir era bueno, por eso me quede lo más que pude.- Dijo Spinel mientras se subía al carro, haciendo una mueca y cruzándose de brazos.
-Si, pero una persona normal duerme 8 horas, no 12 como ya llevabas tú. Ponte el cinturón, por favor.-
-¿Esta cosa? ¿Para que?- Respondió mientras imitaba a Steven, quien ya se había puesto su cinturón de seguridad.
-Si hay un accidente, esta cosa podría salvarnos la vida.-
-Soy de goma, no lo necesito. Y sé de buena fuente que tú tampoco.-
-Puede ser, pero pueden multarme si no lo llevamos. Así que tenemos que portarlo obligatoriamente.-
-¿En serio?, wow, muchas reglas. Sin embargo, ¿por qué las obedeces, Steven?, ¿no eres tú como el rey de este lugar?, ¿el héroe del planeta tierra o algo así?-
El chico sonrió. -No, ja, ja, no, Spinel. No soy ni de cerca un rey. Solo soy un ciudadano más de este planeta. Lo que hice queda en el pasado, y nada más.
-Ya veo.- Expresó la gema, mientras salían tomando por fin la carretera federal.
El camino fue más callado de lo que Steven hubiese pensado. Spinel observaba las colinas y laderas con sumo interés. Sacaba la cabeza por la ventana y dejaba sus coletas ondear. Steven intervino cuando la vio abrir la boca y jugar con el aire.
-Te vas a tragar una mosca.- Comentó. Sin embargo, la gema no paraba de atrapar el aire con su boca mientras intentaba preguntar:
-¿Gue esg uga osgca?-
-Un insecto chiquito y asqueroso.-
-¿Cómo esa Amatista?-
-No seas grosera.-
-Ja, ja es broma, Sunshine. Ríete, ríete.- Y comenzó a picarle las mejillas. Steven sonrió levemente.
-¡Eso! Ja, ja. Aun así, me agrada cuando te pones así todo "Seeerio".
-Si creo que, me he vuelto un poco aburrido en este tiempo.-
-Sólo has estado solo mucho tiempo. Créeme, sé de eso.- Spinel se recostó en la silla y puso los pies en el tablero.
Stvene vio esos enormes botines rojos y puntiagudos. Una sensación molesta le invadió de pronto.
-¿Sabes, Steven?, dormir fue muy agradable.-
-Spinel, ¿tus botas chillan cuando tú quieres o siempre?-
La gema se le quedó viendo ante una pregunta que se le pareció sumamente extraña. -¿Mis botines? ¿Estos?- Y los levantó graciosamente.
-¿Tienes otros?- Devolvió la pregunta el chico.
-También tengo estos.- Los pies de Spinel brillaron cambiando a los zapatitos de punta redonda que solía usar en su versión "linda" (Nombre que la gema se daba a sí misma en su anterior forma).
-Vaya, no creí volver a ver esos botines.-Dijo el chico sorprendido.
-Estos si chillan todo el tiempo, los puntiagudos solo cuando yo quiero.- Se llevó un dedo a la barbilla, luego pregunto directamente.- ¿Por qué te interesa eso?, ¿Tiene que ver con que me pidieras disculpas anoche?- Lo miró directamente.
Steven sintió el peso de la mirada y no supo que responder al momento, por lo que se presentó un incómodo silencio en donde todo lo que sonaba eran las revoluciones del motor.
-Oye...Steven...mira...tu... ¿Te sientes culpable por...?-
-Dame un segundo. Voy a cargar gasolina.- Interrumpió Steven, mientras encendía las luces intermitentes del vehículo y se aparcaba en lo que parecía una tienda. Spinel notó que, en algún momento, habían llegado a un pequeño pueblo.
Taylors Falls, decía un letrero al lado de la gasolinera.
***
-¿Esta es la gran ciudad que me querías mostrar? Se ve bastante, bastante pequeña.-
-En realidad no es aquí, Spinel. Originalmente mi idea era llegar a la ciudad de Minneapolis, que está todavía como a media hora; pero...-
-¿Pero?- Preguntó la gema rascándose la cabeza.
-Pero creo que nos quedaremos unos días.-
-¿En serio? ¡Excelente! Me gusta este lugar; está lleno de árboles como donde estábamos antes, pero con gente, casas de madera y baños. Ya vi que no muy lejos pasa un río grande, podemos pescar algo por la tarde para comer y hacer una fogata aquí.-
Spinel era toda emoción haciendo planes de todo tipo mientras Steven la observaba, aún le sorprendía su total optimismo.
Taylor Falls no era el objetivo de Steven. El chico acostumbraba quedarse en ciudades grandes sobreviviendo los primeros días en el carro o acampando en algún parque (si no había problema con la policía) o en la casa de alguien del trabajo que consiguiere, una vez que había tomado confianza. Pero no quería involucrarse en esos problemas si venia con una gema. Taylor Falls era un poco más que un pueblo pequeño, bastante turístico por estar en contacto con lo mejor de la región holártica y contaba con zonas para acampar, para hacer rapel, y demás actividades al aire libre. Podría encontrar un trabajo de medio tiempo de lo que fuese y aprovechar para hacer la visita que deseaba a sus tías antes de devolverles a Spinel.
-Devolverles, si ni que fuera un cachorro.- se reprendió.
Habían aparcado en una de las zonas de campamento que técnicamente rodeaban al pueblo, esperaba poder encontrar algún empleo allí o en alguna zona cercana.
Spinel, por su parte, y aún presa de la emoción; le había pedido a Steven permiso para explorar el lugar, bajo la promesa de portarse bien y estar de vuelta en una hora. Steven estuvo de acuerdo insistiendo en que no se alejara mucho, y cada quien salió por su lado.
Steven se dirigió a la administración para hablar con el encargado de las cabañas; bajó un pequeño sendero algo escabroso y desde allí vio las oficinas administrativas que se encontraban en cercanía con el río. Notó, además, que había algo de gente en el lugar, la mayoría familias con niños que se dirigían bosque adentro, y jóvenes como él, que charlaban animosamente sobre escalar las pendientes antes de que cayera el sol. Sobre el río, dos pequeñas embarcaciones de las llamadas kayaks, se movían como pequeños insectos de agua generando lentas olas con el bogar de los remos, tratando de llegar a la orilla deseada.
***
Justo en ese momento no había trabajo, le habían dicho. Sin embargo, el encargado le comentó que podría quedarse de manera gratuita (se cobraba por acampar 25 dólares diarios) si dentro de 3 días, se quedaba a cargo de auxiliar al vigilante del lugar. Esto porque el auxiliar de base tendría unos días libres, ya que su esposa estaba por dar a luz. Se llegó a un acuerdo sobre el pago (que no sería mucho pero solventaba comida y sobraba un extra) y el gerente le prometió cederle una cabaña si esta llegaban a desocuparse (si se volvía a requerir, iban para de regreso a la zona de campamento por lo que Steven no se interesó mucho en esa propuesta). Cerraron trato con la mano.
-Bien.- Pensaba Steven. – Tengo algo de tiempo para buscar un portal y hablar con las Diamantes.-
De regreso a la zona de campamento y ya un poco más relajado, Steven notó por fin lo bella que era la zona. El lugar donde levantaría la casa de campaña se encontraba en un lugar alto (arriba de una colina, en una zona tipo explanada) y se alcanzaba a observar el bello y poderoso rio Saint-Croix, partiendo la tierra que se explayaba en follajes verdes, naranja y amarillos. Para alguien crecido en la costa, el tema de la montaña era apabullante. Se permitió respirar profundo y sentir el aire frío del ambiente. Tal vez le vendría bien un tiempo de descanso de la vida a la que se había sometido los últimos dos años.
Spinel, por su parte, no había llegado aún.
Steven se dirigió a descargar su vehículo cuando, de entre los árboles, viniendo un poco más arriba de la colina; escuchó un bullicio extraño. Algo parecido a gritos. No quiso quedarse con la duda así que cerró su carro nuevamente y decidió ir a investigar.
Después de andar un poco, aceleró el paso cuando escuchó que los gritos incrementaban. Le llegó un susto de pronto, pero no quiso ni pensar en eso. Esquivó un par de árboles cuando ya francamente estaba corriendo hasta que divisó en un claro a un buen grupo de gente que reía mientras señalaban a alguien.
En medio de aquel tropel de campistas frenéticos, estaba Spinel haciendo malabares con cinco pelotitas mientras se paraba en una pelota grande, en un solo pie. De vez en cuando giraba sobre su eje subiendo y bajando las manos.
-¡Qué ser más raro! ¿Es un duende?-
-Es una Gema, las he visto en televisión. –
-Dicen que son poderosas. ¿Lo son?-
-¡Ahora has contorsiones!-
-¿Qué hace aquí? Da miedo.- Dijo alguien mientras retrocedía del grupo. -Yo sé que esas cosas son peligrosas.-
Mientras tanto la gema arlequín seguía en su malabar de un solo pie. Entonces, animada, gritó: A que puedo poner dos pelotitas más y una mas grande sobre la que tengo en el pie. ¿Qué dicen? ¿Qué dicen?
-¡Spinel!- Se escucho de pronto y todos se silenciaron.
-¡Steven!- Exclamó la gema quien desapareció todas las pelotas del susto y cayó sentada en el pasto.
El chico caminó con prisa entre los campistas y la tomó del brazo.
-Vámonos. - Le dijo con seriedad. Ella asintió y como un cachorro regañado sus coletas se fueron hacía abajo mientras se ponía de pie.
Por instinto se despidió del grupo con una mano mientras Steven la llevaba del brazo caminando con dirección al auto.
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Y traigo esta entrega. Sinceramente no creo que este mini fic sea popular, pero extrañamente me trae algo de paz escribirlo. Es raro.
Gracias por estar y comentar.
Gendou Uribe
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