xxxvii.
—¡Quedate quieto! Voy a clavarte esto en el ojo si te sigues moviendo.
Isagi se queja con un tono enojado en su voz, mientras sostiene con su mano el pequeño pincel del delineador, su novio lo mira con una ligera sonrisa en los labios, intentando no reírse.
—¿Es una advertencia o una amenaza?
—Ambas. —responde el mayor, frunciendo el ceño. Rin solo bufa con algo de burla antes de volver a enderezar la espalda, haciendo todo lo posible para no moverse. —Deberías agradecerme por tener tan buen pulso. Joder. Eres un modelo terrible.
El Itoshi tiene que morderse la lengua para evitar responder algo que no debería. La última oración lo agarró desprevenido, causando un pequeño escalofrío a su cuerpo. No es la gran cosa, piensa. Isagi solo lo está diciendo porque no puede quedarse quieto, sin saber que Rin se mueve solo por molestar, pues el de ojos turquesa sabe perfectamente como mantener la serenidad en este tipo de situaciones.
—El frío del delineador me da escalofríos. No lo puedo evitar. —contesta debido a que una mentira a medias no es necesariamente algo malo. Es cierto que le desagrada la sensación del pincel contra su párpado, aún cuando no es algo que odia por completo.
—Y listo. —dice Yoichi con una sonrisa, antes de tomarlo de la mano y llevarlo hasta quedar frente al espejo de cuerpo completo que tiene cerca del closet.
Rin mira la imagen que tiene frente a él, y aunque es un estilo un tanto diferente al que acostumbra, no puede negar que se ve bastante bien.
Por lo general, viste con ropa formal, siendo este un estilo que le ha gustado y favorecido desde la adolescencia, dándole el porte de alguien maduro, lo cual le ayudaba al momento de dar una buena impresión ante los modelos, los directivos y las personas en general, ya que al verlo junto a las cámaras profesionales que usaba, nunca nadie ponía en duda la veracidad de su trabajo como fotógrafo como era el caso de Nanase, a quien pocas veces tomaban en serio al verlo como alguien un poco más infantil por su cara de niño y ropa de colores pasteles.
Rin siempre ha vivido en un ambiente de moda y ropa, siendo que Sae entró a ese mundo desde muy jóven. De esa forma, era imposible no notar lo obvio que era todo lo que se podía lograr si se tenía en cuenta la forma en que el estilo de ropa podía afectar al criterio de las personas. La ropa es una carta de presentación, es de las primeras cosas que causan una impresión que puede desencadenar una opinión en las personas que te observan, y aunque claro que la ropa no te define, no deja de ser algo que habla demasiado de la persona que la porta.
La ropa no lo es todo, pero sin darnos cuenta, es algo que explica más de lo que pensamos.
Siendo consciente de esto, Rin se amoldó a un estilo que pueda permitirle obtener los resultados que deseaba con mayor facilidad. El hecho de que en sí mismo, aquel estilo semi-formal le guste naturalmente, es solo un plus a todo el asunto.
Justo ahora, no está muy seguro de qué estilo está usando. Una extraña mezcla entre lo elegante con la camisa y el reloj, pero rompiendo con las formalidades al tener los botones desabrochados, las rasgaduras en las rodillas del pantalón y el collar de cuero que apreta su cuello con la pequeña medalla en forma de corazón.
—¿Te gusta?
Cuando aparta la vista de su propia imágen para enfocar su visión en el reflejo de su novio, puede ver a Isagi detrás de él con las mejillas algo sonrojadas mientras aprieta sus manos entre sí, en un pequeño gesto nervioso al esperar su respuesta.
Rin vuelve a mirar su reflejo, sus pestañas se ven incluso más llamativas de lo común luego de que el mayor les aplicó una máscara para resaltar un poco más su volumen, y el delineado es algo simple, una línea fina que apenas notable, pero que realza la forma y el color turquesa de sus ojos.
—Me gusta. —responde. Apreciando la hermosa sonrisa que se forma en los labios de su novio tras la respuesta. -Gracias por ayudarme con esto, Yoichi.
—No es nada.
El mayor le resta importancia, moviendo su mano como si no fuese la gran cosa, el Itoshi solo lo observa a través del reflejo sin contener la pequeña sonrisa que se forma en sus labios.
—Ahora necesito un poco más de tu ayuda. —dice el de ojos turquesa, girando sobre sus talones para quedar enfrentado al más bajo quién parece confundido antes de sonrojarse con mucha más fuerza que antes.
—¿Es realmente necesario, Rin?
—Mira quien lo dice, el tipo que la última vez me pidió andar por ahí durante una hora sin ropa para que poder practicar anatomía.
—¡Sí era para practicar anatomía! ¡Tu mismo viste los bocetos donde no aparece tu cara! —Isagi habla en voz alta debido a la vergüenza. —Además estabas en ropa interior!
—La más ajustada de mi closet porque dijiste que era importante ver todas las formas.
—No me lo eches en cara, idiota. —Se queja el mayor, golpeando en el hombro a su novio.
—No te lo echo en cara, solo pido un favor equivalente. —responde el más alto, acercándose hasta la caja negra.
Rin saca el labial de la caja, quitándole la tapa y mostrando de nuevo el color rojo escarlata del mismo con una sonrisa divertida, bajo la mirada nerviosa de su novio.
—Oh vamos. Solo es labial, no es la gran cosa. —dice el de ojos turquesa con un bufido aburrido. —Además nadie más que yo te lo verá puesto. Solo necesito que me beses.
—Es que lo haces parecer la gran cosa o la parte más vital de toda tu obra. Me pones de los nervios. —contesta Isagi, quitándole el labial de las manos, con una seguridad repentina apoderándose de su cuerpo.
—Es una parte importante de la imágen que quiero mostrar. Así que agradezco tu colaboración.
Rin sonríe con diversión, mientras que Yoichi rueda los ojos, antes de acercar el labial a su boca y empezar a pintarse los labios.
Cuando termina, Isagi frota sus labios con el dedo, viendo si verdaderamente dejaba marca, y al notar que sí lo hacía, volvió a dirigir la vista al menor quien se había quedado quieto en su lugar sin apenas respirar.
—¿Qué?
—Justo ahora no sé si reírme de tí o besarte. —responde Rin, sin apartar la vista de los labios de su novio.
Yoichi no tenía unos labios gruesos, y tampoco tenía el famoso arco de cupido, además de que el color rojo tampoco le favorecía, pero eso daba igual, porque eran suyos y seguían siendo aquellos labios que le habían enseñado una nueva forma de apreciar los besos, y para él, eso los hacía perfectos.
—Bésame y después dime dónde besarte para cumplir con tu visión, idiota. —contesta el mayor con una sonrisa ladeada.
Rin hace caso a sus palabras, abrazando por la cintura a su novio para atraerlo a su cuerpo y besarlo.
Sus labios se juntan, y se separan por cortos segundos, el de ojos turquesa se toma el atrevimiento de abrirse paso con su lengua en la boca de mayor, aumentando así la intensidad del beso hasta que tienen que separarse por falta de aire.
Al hacerlo, Rin da un paso hacia atrás, lleva la punta de su dedo por sus labios, para ver una ligera mancha de labial en ellos. No recordaba la última vez que había besado a alguien que trajera puesto labial hasta el punto de poder sentir ese sabor en su boca, el cual nunca había sido su favorito, pero justo ahora no tiene ningún problema porque es Isagi. Y eso lo hace sentir que vale la pena.
—¿Ahora dónde? —pregunta el de ojos azules después de lograr calmar su respiración.
—Donde quieras. —contesta Rin, relamiéndose los labios.
—¿Qué? Pero... —Isagi duda, mirando a su novio con algo de confusión, pero el más alto solo sonríe, volviendo a abrazarlo por la cintura.
El Itoshi camina hasta caer sentado sobre su cama, jalando a Yoichi por la cadera para lograr que se siente sobre su regazo. Por costumbre, el mayor pasa sus brazos alrededor del cuello de su novio, mirándolo con algo de curiosidad.
—Solo bésame. No importa el lugar, y no importa cuántas veces. Bésame todo lo que quieras. Bésame hasta que sientas que es suficiente. —pide Rin con la voz ronca, mientras roza el cuello de su novio con la nariz y acaricia su cadera con los dedos.
—¿Qué pasa si no tengo suficiente? —pregunta el de ojos azules con el mismo tono.
—Entonces, bésame hasta que el labial ya no pueda dejar marcas.
El mayor sonríe con diversión debido a las palabras de su novio, así que hace caso a su petición. Sujeta al más alto por la barbilla, y se acerca hasta besarle con cariño la mejilla. El de ojos turquesa sonríe sin poder evitarlo, pues realmente no se esperaba que el primer beso fuera tan tierno.
—Prometo que yo siempre te haré sonreír así, Rin. Aunque a veces sea porque te estás riendo de mí... —dice Isagi con cariño. —No me molesta porque amo cuando sonríes. Eres muy hermoso.
Rin siente un escalofrío en su interior. Una especie de dejavú que no entiende del todo, pues aunque siente que ya ha escuchado esas palabras no recuerda exactamente cuando ni dónde, pero sin importar eso, esas palabras logran estremecer su corazón de una forma que no se esperaba, pues le encanta la forma que tiene Isagi para decir las cosas y hacerlo sentir atesorado de una forma que nunca antes había sentido.
—También me gusta verte sonreír. —comenta Rin, sin pensar en lo cursi que suena y dejándose llevar por la calidez del momento. -Me encanta que sea tan fácil que sonrías, porque así puedo verte todo el tiempo hacerlo.
Isagi vuelve a acercarse dejando un beso cerca de la barbilla del menor, para luego bajar sus labios hasta dejar un camino de besos en el lateral de su cuello un poco por encima de la cinta del collar. El de ojos turquesa puede sentir un pequeño pinchazo, un dolor repentino que nada tiene que ver con un beso, debido a que es un dolor al que se ha ido acostumbrando desde que empezó a llevar su relación con el mayor a un camino más físico.
—¿Era necesario morderme el cuello? Hasta eres un vampiro, nunca antes me habías mordido el cuello. —Se burla el menor.
—Nunca me prohibiste hacerlo. —contesta Isagi con una risa, besando un par de veces más alrededor de la marca de mordida, para luego pasarse al otro lado del cuello y empezar a succionar, dejando una marca que con el pasar de los minutos, se oscurecería hasta dejar chupetón muy obvio.
—No me molesta que lo hagas.
—Siempre te burlas de mí, pero dentro de todo...
—Me gusta que dejes marcas. —admite Rin con algo de vergüenza, desviando la vista de los ojos azules que lo miran con diversión luego de que este se enderezó para acariciarle el cabello, despeinandolo un poco.
—¿Al fin lo admites? —Isagi ríe una vez más, esta vez junto a su oído porque lo está abrazando con cariño. —Por supuesto que lo sabía. Eres tan quejumbroso que si no te gustaran las marcas me lo habrías dicho hace mucho tiempo.
—No lo dudes.
Isagi vuelve a separarse, lo mira por algunos segundos con una ceja alzada antes de acercarse y empezar a desperdigar un montón de besos alrededor de la cara del menor, quien no puede evitar reírse un poco, debido a los suaves y rápidos que son.
Se siente un tonto. Maldita sea. Un jodido idiota enamorado.
—Las marcas están quedando más pálidas. —dice Isagi, bajando hasta dejar un par de besos en el pecho del Itoshi que se encuentra descubierto. —¿Me retoco el labial?
—No, así está bien. —contesta el menor, pues la visión de lo que quería para la fotografía estaba casi completa. —Solo necesito que hagas un cosa más.
—Lo que quieras... —responde Yoichi cerca de sus labios luego de haber vuelto a su postura original.
—Necesito que firmes algo.
Isagi se separa, mirando a su novio con una ceja alzada mientras que Rin sonrió de costado.
[...]
Rin dejó caer su mochila sobre la mesa para luego tomar asiento y prepararse para las siguientes dos horas de la clase del hippie.
Más allá de todo, podría admitir que una vez que tuvo clara la idea de lo que quería para la fotografía, se divirtió cumpliendo con la asignatura. Sintiendo de cierta forma que su espíritu artístico y el de Yoichi se reconocieron de una forma que no lo habían hecho antes, aunque suena como una cursilería barata.
Le gustó el proceso mientras se preparaba para la fotografía, y también le encantó lo gracioso que se veía Isagi intentando aconsejarlo sobre como posar o donde mirar, pues aunque Rin sabía perfectamente lo que debía hacer, apreciaba su intención de ayudarlo.
—Muy bien estudiantes, es momento de comenzar la clase. Ya saben la dinámica, las imágenes serán mostradas por orden alfabético y al final de la clase elegiré las tres fotografías que más llamaron mi atención para que podamos escuchar el nombre de la obra y un poco de lo que los inspiró. —habló el hombre desde el fondo del salón junto al proyector con el que mostraría las fotografías.
Rin rodó los ojos, volviendo su vista al frente para ver la primera de unas quizás sesenta imágenes.
La primera foto que apareció fue el de un chico acostado sobre un campo de flores con los ojos cerrados y una sonrisa en su rostro. El Itoshi no estaba seguro si la imágen representaba la calma o la alegría, y tampoco podía entender porque su compañera eligió esa iluminación tan precaria.
La imagen cambió, ahora mostrando a una chica rubia en medio de la noche rompiendo el parabrisas de un auto con un bate de béisbol, y su rostro tenía una expresión furiosa. El de ojos turquesa pudo escuchar a un par de personas felicitando a la chica, y aunque desde su punto de vista, la fotografía pudo quedar mejor de ser tomada en otro ángulo, admitía que era una buena foto que debió costar bastante esfuerzo para ser tomada en el momento exacto que el vidrio se rompía.
El Itoshi recostó la barbilla contra su mano, mirando con poco interés las fotografías que fueron pasando una tras otra. Sin ánimos de llamar la atención en el salón oscuro si llegaba a encender su celular, sus ojos empezaban a cerrarse debido al aburrimiento, hasta que el ligero sonido de sorpresa de sus compañeros volvió a llamar su atención.
Cuando miró al frente, pudo verse a sí mismo devolviendole la mirada.
El Rin de la foto estaba sentando sobre las sábanas negras de su cama con la espalda recostada contra la cabecera, tenía una mano en el bolsillo del pantalón y otra detrás del cuello, con la cabeza un poco inclinada, mostrando un plano perfecto del collar de cuero y la mordida que Isagi le dejó. Su rostro estaba cubierto de besos, sus ojos resaltaban gracias al maquillaje y su camisa azul dejaba al descubierto parte de su pecho donde tenía marcas de besos y como pieza central, justo sobre su corazón tenía una "Y" entrelazadas con una "I" siendo esta la firma de su novio.
Su mirada era difícil de descifrar al estar combinada con su sonrisa ladeada, pues parecía que estaba mirando directamente al público, aunque lo cierto era que no, en ese momento Rin miraba más allá de la cámara, porque sus ojos estaban concentrados en Yoichi, y en lo gracioso que se veía mientras sus manos temblaban intentando no dejar caer la cámara y no arruinar la toma, aunque por esa misma razón tuvieron que repetir la fotografía un montón de veces.
Rin piensa que la pasión es... Entrega.
Es tener a una persona contigo que te haga sonreír al ver su sonrisa, estremecerte por su mirada, temblar bajo su toque y que logre acelerarte el corazón hasta hacerte dudar si realmente sigues vivo y al mismo tiempo, agradecer por el hecho de estarlo.
Las imágenes siguieron pasando, y llegó a ver en medio de la bruma de su aburrimiento un par de fotografías que también representaban la pasión. En una de ellas había poca ropa, y en la otra un rostro tal vez demasiado excitado para su gusto personal.
Y aunque no se arrepintió ni por un segundo de su resultado, pensó que sus compañeros lo vieron desde un punto de vista... Parecido, pero a la vez tan distinto al suyo.
Porque tal vez sí, la pasión es sexo, pero, desde su punto de vista la pasión también es amor.
Amor que te hace desfallecer, y pensar que nunca en tu jodida vida llegarás a sentir eso con nadie más, y aunque sea una mentira, es tan fuerte que te hace creerla hasta un punto que duele, porque te otorga una alegría que es tan adictiva que es imposible tan siquiera pensar en vivir sin ella.
La pasión es una droga. Y, maldita sea, él ya era un adicto.
—Debo felicitarlos a todos por el trabajo que han realizado. Realmente me encuentro muy feliz con los resultados de la mayoría. —La voz del profesor lo sacó de su ensoñación, volviendo a la realidad para así girar el cuello y poder ver al hombre que seguía en el fondo del aula. —Y para todos aquellos que decidieron no traer su proyecto por cualquier razón, desde ya les digo que no habrá otra oportunidad. Recuerden que ustedes están adentrandose en el mundo del arte. Y un artista siempre encontrará una solución para mostrarle sus obras al mundo.
Rin bufó, podría decir que era la primera vez que estaba de acuerdo con las palabras del hippie.
—Ahora sí, es momento de mencionar a los estudiantes que más me impresionaron el día de hoy. —comentó el profesor, dejando el proyector a cargo de uno de los estudiantes mientras caminaba al frente del aula. —Y esos son Shishida, Itoshi y Nanase. Pasen al frente, por favor.
El de ojos turquesa se levantó colgándose la mochila al hombro, ya que seguramente se irían a casa después de la absurda presentación que desde su punto de vista era algo innecesaria. La fotografía mostraba lo que debía, y la interpretación quedaba a libertad del espectador, debido a que las palabras del fotógrafo simplemente afectarían la percepción de la imágen.
—Shishida ¿Puede usted comenzar?
La chica rubia asintió encantada, luciendo mucho más alegre e inofensiva a comparación de su apariencia en la fotografía donde parecía capaz de lastimar a cualquiera con el bate.
—Tu fotografía era realmente genial, Rin.
El nombrado desvía la vista, junto a él, Nanase le sonríe con alegría, seguramente emocionado por ser llamado al frente por primera vez.
—Gracias. También lo hiciste bien. —contesta el de ojos turquesa con honestidad, ya que realmente le gustó la imagen del más bajo. La cual era una fotografía de él sentado a la orilla de un edificio mirando al vacío con rastros de lágrimas en sus ojos, transmitiendo con bastante fuerza un sentimiento de tristeza y desolación capaz de descolocar a cualquiera. —Fue uno de tus mejores trabajos.
—¡Es la primera vez que dices algo bueno de mi trabajo! —Nanase prácticamente chillo de la emoción aunque en voz baja para no interrumpir a la rubia que estaba explicando algo.
—No te acostumbres.
—Por supuesto que me voy a acostumbrar. Ahora que sé que sí es posible recibir una felicitación de tu parte, daré mi mejor esfuerzo para que reconozcas mi trabajo de nuevo. —dice el más bajo con un gesto de seguridad. Mientras que el de ojos turquesa niega con la cabeza junto a un bufido.
—Más vale que te esfuerces. No te lo diré tan fácilmente de nuevo.
—¡Lo haré!
El chico de la bandana apretó el puño con convicción antes de dar un paso al frente y empezar a contestar las preguntas del profesor. El Itoshi en cambio, se dió cuenta que, reconoció el trabajo de Nanase.
Y es que... Mierda. Sí, se pasó gran parte de la clase desprestigiando y encontrando errores en las fotografías de sus compañeros, pero justo ahora estaba dándose cuenta de que no solo aceptó el éxito de Nanase, sino que también le gustó su trabajo.
El Rin de inicios de semestre no habría hecho más que rodar los ojos y llamarlo un suertudo. Así que era un golpe que lo desestabilizó el darse cuenta de que, su forma de pensar estaba cambiando.
“—No debes ser tan duro con todos, Rin.
—¿Por qué?
—No sabes el esfuerzo que hay detrás de cada obra. Así que, aunque tenga errores, no eres quien para criticarlas, si tus palabras causarán más daño que bien.
—Suena a algo que diría alguien débil.
—Te lo dice alguien que recibió muchas críticas. —responde Isagi, dejando un beso en la mejilla del menor. —No seas tan duro con las personas, o al menos, no lo seas en voz alta. A veces, quedarse callado es lo mejor.
—¿Dices que me calle lo que pienso?
—Digo que, si no vas ayudar, entonces lo mejor es que te calles, idiota.”
Rin chasqueó la lengua.
Isagi, Isagi, Isagi. El idiota tiene la culpa como siempre.
—Itoshi, es su turno. ¿Podría decirnos a todos el nombre de su obra, por favor?
El de ojos turquesa dió un paso al frente, y sin necesidad de voltear supo que su fotografía estaba justo detrás de él. Desde su lugar pudo ver a algunos de sus compañeros murmurar en voz baja, mientras que otros estaban atentos a lo que diría.
—¿Por qué pensó eso? —respondió.
—¿Perdón? —preguntó el profesor con algo de confusión.
—Así se llama “¿Por qué pensó eso?” —repitió el de ojos turquesa con algo de indiferencia.
—Interesante nombre, Itoshi. Tan interesante como su obra. ¿A qué se debe el nombre?
—¿A qué se deben los pensamientos que tuvo usted al momento de ver mi fotografía? —contestó Rin, dando un paso más cerca del profesor. —¿Acaso pensó que tengo una novia?
—Pues yo, realmente no pensé eso. —respondió el hombre algo apenado.
—¿Entonces qué? ¿Pensó que conseguí una chica que me bese para conseguir las marcas?
—No, yo no...
—¿Entonces qué pensó usted al ver la fotografía? —habló Rin una vez más con una voz firme. —¿Y por qué pensó eso? Aprovechandome de la inútil fama de chico misterioso que me precede, hice una fotografía que está hecha para aumentar el morbo que crea la curiosidad de saber quién es el dueño o la dueña de los besos que tengo marcados.
—¿Está diciendo que los besos los pido haber hecho un chico? —preguntó una chica en voz tal vez más alta de la esperada, pues enseguida se disculpó al tener la mirada de Rin sobre ella.
—Yo solo lo estoy infiriendo. Ustedes sin embargo, lo están suponiendo en base a mis palabras. —contestó el de ojos turquesa, antes de volver su atención al profesor. —¿Lo ve? Usted quería una fotografía que genere un impacto. De una u otra forma lo conseguí, pues más allá de mis palabras, seguramente nadie en esta aula se esperaba ver algo como esto de mi parte.
Ni siquiera yo. Piensa. Porque a él le parecía una completa molestia mostrarse de esa forma ante los imbéciles de sus compañeros que seguramente crearían un rumor o compartirían la imagen por ahí, pero eso ya da igual.
—Realmente yo... —El profesor no pudo continuar sus palabras, porque Rin lo interrumpió levantando su mano para pedir silencio. Dentro de su bolsillo, el teléfono empezó a vibrar, y al ver de quién se trataba la llamada, no dudó en contestar.
—¿Qué?
—Amo lo dulce que eres para responder.
—Deberías apreciarlo. Eres la única persona a la cual le contesto siempre.
—No lo dudes. Yo realmente lo aprecio mucho. —responde Isagi con una pequeña risa.
—¿Qué sucede?
—Vine a comprar unas pinturas al óleo y me dí cuenta que estoy bastante cerca de tu universidad. ¿Quieres que pase a recogerte?
—Lo dices como si tuvieses auto.
—¿Quiere que vaya para allá y tengas el honor de llevarme a tu apartamento? —La voz de Isagi es una insinuación obvia mezclada con un tono de voz divertido. —Quiero saber como te fué en la presentación, además me gustaría pasar al menos esta noche contigo, ya que el resto de la semana estaré muy ocupado con mi proyecto de final de semestre.
—Ven entonces. Te estaré esperando en la entrada, luego iremos a cenar.
—¡Eres un novio fabuloso!
—Lo dices porque te compro cosas. —contesta con burla el Itoshi.
—No, lo digo porque te quiero, Rin.
El menor ni siquiera necesita verlo para saber que Isagi está sonriendo, así que no puede evitar la sonrisa que se escapa por un segundo de sus labios, antes de volver al rostro serio de antes.
—Ya. Yo igual, cariño. Nos vemos.—responde Rin antes de colgar el teléfono, para regresar su atención al profesor. —¿Ya me puedo ir? Me están esperando.
—Claro. Ya pueden retirarse. —dice el profesor con una mueca que Rin no se da el tiempo de interpretar pues ya se encuentra caminando fuera del salón ignorando completamente a sus compañeros.
Porque sí la pasión es una droga, Rin tiene una adicción con alguien llamado Isagi Yoichi. Porque peligrosa o no, ha causado un cambio en su vida que apenas puede asimilar y del cual no se arrepiente ni un poco.
[...]
AAAAAAAAAAAA. SE SUPONÍA QUE ESTABA LISTO AYER PERO WATTPAD ME ELIMINÓ LA MITAD DEL CAPÍTULO (ಥ╭╮ಥ)
Me duele porque me había encantado el resultado anterior, hice lo posible pero algunas cosas quedaron diferentes y si notan algún error, pues es que Wattpad no me anda colaborando mucho.
Aún así, ojalá lo hayan disfrutado.
¡Gracias por leer y feliz inicio del Mes del orgullo! ❤️🏳️🌈
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