xxvi.
Isagi sale de la habitación, pidiendo en su interior que ojalá no pase nada grave mientras no esté, porque aunque sabe que sus amigos no son malos, también es muy consciente de lo convincentes que pueden llegar a ser a la hora de hacer una locura. Espera que Rin esté lo bastante sobrio para no caer en alguna provocación en lo que tarda en volver.
El pasillo oscuro con algunas luces de fiesta es aquello que lo recibe, puede ver gente conversando apoyadas en las paredes, otros besándose como si el resto del mundo les diera igual y al llegar a la sala común puede ver al dj tocando una canción y a montones de gente bailando. Por un segundo se había olvidado completamente que estaba en una casa llena de personas en medio de una fiesta y no eran solo él y sus amigos jugando en una habitación.
Busca por los alrededores pero no puede ver a Bachira por ninguna parte, solo ve gente desconocida festejando como si no hubiera un mañana y eso le parece bien, aunque es lo que menos le importa justo ahora.
Llega hasta la puerta y decide salir al patio porque conociendo a su mejor amigo, sabe que en ese momento lo único que buscaba era un lugar tranquilo para estar. También hay personas en el jardín, desperdigados por los alrededores algunos nadando en la piscina mientras que otros solo bailan alrededor de la misma. Isagi busca pero no puede encontrarlo y se pregunta porque carajo en la televisión es tan fácil encontrar a una persona en una fiesta y justo ahora parece más perdido que al principio.
Yoichi suspira, mirando hacía arriba en busca de una ayuda divina que parece golpearlo repentinamente, pues puede ver un par de zapatos que conoce bastante bien colgando desde los barrotes de uno de los balcones del piso de arriba.
El de ojos azules sonríe con alegría, entrando a la casa una vez más para subir las escaleras con velocidad, no recuerda exactamente cuál habitación era la correcta y termina entrando a una donde había un par de chicas besándose antes de salir corriendo y entrar a la siguiente, donde por suerte, logra encontrar a su mejor amigo, quien está sentado en el piso del balcón con los pies colgando hacia la parte exterior y la cabeza recostada contra los barrotes.
—Bachi... ¿Todo bien?
—Todo perfecto. —responde. Así que el mayor decide acercarse para luego tomar asiento junto a su amigo. —¿Seguro que fue una buena idea dejar a Rin junto a los demás?
—Rin estará bien... —contesta, aunque la duda en su tono es bastante obvio para ambos. —Eso no es lo que importa. ¿Qué sucedió allá, Bachi? ¿Hice algo malo? Lo siento si me excedí con el reto, no era mi intención...
—Deja de disculparte tonto. El reto no fue para tanto. —Meguru lo interrumpe con una sonrisa suave para calmar el naciente sentimiento de culpa de su amigo. —De hecho, perdóname tu a mí. Me excedí con las bromas que hice sobre tu relación con Rin. Debí parecer un patán.
—No es para tanto. Bueno, sí fue algo incómodo pero... Tampoco fue tan grave, así que no te mortifiques por eso, Bachi. Gracias por disculparte. —Isagi golpea con suavidad el hombro de su amigo correspondiendo la sonrisa antes de cambiarla a una mueca un tanto preocupada. —Pero no me cambies el tema, idiota. ¿Por qué saliste huyendo?
—No salí huyendo. —bufa con los brazos cruzados.
—Oh, cierto. Solo saliste de la habitación con muy poca gracia.
Isagi se burla con obviedad de la situación, ganandose un golpe por parte su mejor amigo. Ambos ríen porque honestamente, no hay mucho que hacer más allá de eso. Yoichi sabe perfectamente que a su amigo le pasa algo y no se irá de ahí hasta saber qué es lo que le molesta, Meguru lo sabe y tiene claro que no puede escapar del interrogatorio.
—Solo me sentí... Sobrepasado. ¿Sabes? —dice después de unos segundos de silencio, el mayor voltea a mirarlo con curiosidad.
—¿A qué te refieres?
—Kurona y yo siempre hemos tenido este estúpido juego de coqueteo. Tu mejor que nadie lo sabes. —Meguru habla, recogiendo sus piernas hasta pegarlas al pecho, Isagi solo lo mira con atención. —Y no tenía problema con eso porque solo era una broma, incluso cuando él estaba interesado en Niko, no había nada de malo porque no era nada serio. Solo bromas como las que tengo contigo, yo sabía dónde estaba el límite. Y ahora yo... Lo besé. ¡Lo besé, Isagi! Acabo de pasar el puto límite.
—Pero él te besó primero. —comenta el de ojos azules.
—En el primer reto sí, porque era lo que decía la tarjeta pero... Esta vez, él no se acercó, carajo, fuí yo. ¡Fuí yo el que lo besó!
—¿Y por qué eso es algo malo?
—¡¿Por qué mierda lo besé, Isagi?! ¡¿Dónde quedó el puto límite?! ¡¿En qué...?! Carajo ¿En qué momento dejó de ser solo un juego?
Bachira habla en voz alta para luego sacudirse el cabello en un gesto de obvia frustración. Isagi lo escucha con atención mientras mantiene los ojos abiertos por la sorpresa. Lo que el menor dice tiene sentido, porque lo cierto es que Kurona es una persona sociable cuya personalidad logra congeniar fácilmente con el resto del mundo a través de bromas y comentarios divertidos. Con Bachira tuvo una química casi instantánea que por ratos parecían amigos cercanos y por otros parecían unos chicos tonteando en medio del coqueteo, Isagi nunca le vió algo malo, pues para él era de lo más lindo verlos llevarse tan bien y también porque así como dijo el menor, parecía que ambos estaban bastante conscientes del momento en donde parar.
Isagi se pregunta, qué tanto se ha perdido en sus propios problemas como para no darse cuenta de que los sentimientos de su amigo habían comenzado a cambiar.
—Entonces... ¿Te gusta Kurona? —pregunta, porque no hay otra forma de abordar el tema. Para él, parece bastante obvio, porque ignorando la química amistosa, era obvio que esos dos se traían ganas desde hace rato.
—¡No!
—Respondiste muy rápido. Piénsalo un segundo y responde de nuevo.
—Yo... No.
—Dudaste. —acusa Isagi. Ganandose un nuevo golpe de su amigo, bastante más fuerte que el anterior. —¡Oye! No estoy diciendo nada malo, Kurona no es un mal tipo. No veo porqué sería algo malo que te guste.
—Es que... Yo... ¡Agh! Que molesto. —Bachira gruñe con fastidio, ocultando la cara contra sus rodillas.
—Hey, sé que Kurona es un poco... Coqueto con las personas pero... Hay algo en la forma que tiene de tratarte que... No lo sé, es diferente.
—¿Diferente bueno?
—Diferente de, rara vez lo veo sonreír tanto que cuando está contigo. —responde Isagi, porque aunque el pelirrosa es alguien de sonrisa fácil, siempre parece ser por simple cortesía antes de volver a su inexpresiva cara, mientras que, cuando está con el de ojos amarillos, parece haber algo que se apodera de sus labios, tirando de sus comisuras hasta el punto de mostrar sus dientes afilados por medio de su sonrisa. —Y tiene una forma de mirarte que nunca le había visto con nadie.
—No mientas, sus ojos siempre brillaban cuando hablaba de Niko. —Se queja Meguru.
—Lo sé, pero sus ojos empezaron a brillar luego de saber logrado besarlo, pero contigo... Sus ojos brillaron incluso hoy cuando le preguntaste qué mierda hacia aquí. —contesta el mayor con una risa divertida.
—No es para tanto.
—Si no le das importancia, entonces no, pero si decides dársela, entonces puede ser un detalle que lo cambie todo.
—¿A dónde quieres llegar, Isagi?
—Cuando te gusta una persona que rara vez dice lo que siente, los pequeños detalles pueden significar demasiado. ¿Sabes qué? Esa es una estupidez, porque incluso cuando la persona que te gusta es alguien demasiado extrovertido, los pequeños detalles siempre serán vitales, Bachi. —contesta Isagi, tal vez un poco extasiado de forma repentina pero es que a su mente llegan los recuerdos de la inseguridad que sintió hasta hace poco más de dos semanas y las que lleva arrastrando desde incluso antes con su anterior enamoramiento, pensando en ese miedo que quedó desde su última experiencia y cuya cicatriz aún sigue sanando lentamente. —Porque incluso la forma que esa persona tiene de mirarte puede significarlo todo. ¿Haz visto cómo Rin me mira?
Bachira lo observa con atención un par de segundos antes de bufar con una risa divertida.
—Rin te mira como si quisiera fotografiarte a cada oportunidad. —responde. —Lo ví tomarte fotografías en el zoológico un par de veces cuando no estabas mirando. Es adorable para alguien tan aterrador como él.
—Yo también creía que era alguien aterrador pero es más dulce de lo que aparenta —dice Isagi, riéndose en voz baja. —Y no lo habría descubierto de no haberme dado la oportunidad de intentarlo.
—¿No querrás decir de darle la oportunidad a él? —pregunta Meguru inclinando la cabeza a un costado.
—También.
—Ya me perdí. —dice el de ojos amarillos, ganandose una carcajada totalmente honesta por parte de su mejor amigo.
—Bachira, no es tan difícil. Por supuesto que yo le dí a él la oportunidad de estar conmigo, más allá del sexo, le dí la oportunidad de conocerme, mostrarle una parte de mi arte, de mi personalidad, de mi vida. Pero también me dí a mi mismo la oportunidad de disfrutar su cuerpo y de conocer su vida tal cual él estaba dispuesto a mostrarla. Me dí a mi mismo la oportunidad de ver a donde podíamos llegar aunque estaba jodidamente asustado de terminar con el corazón destrozado de nuevo, porque quería sentir mi corazón latir de enamorado una vez más.
Isagi habló, sintiendo que estaba mostrando una parte de su corazón ante su amigo, admitiendo en voz alta aquello que llevaba pensando desde algún tiempo y que ni siquiera a Rin le había dicho.
—Ya somos novios y no dudo de él. No tengo dudas que me quiera, pero aún existe la posibilidad de que me rompa el corazón. Maldita sea, lo quiero tanto que si quisiera, el idiota de Rin podría destrozarlo en mil pedazos.
—¿Y por qué le das ese poder, Isagi? ¿Se lo das solo porque estás enamorado?
—Poco a poco le estoy dando a él, el mismo poder que tú tienes desde hace mucho.
Su respuesta parece descolocar completamente a su mejor amigo quien lo mira con una expresión de completa sorpresa y algo de miedo.
—Quita esa cara, imbécil. No estoy enamorado de tí. —contesta Isagi, ganandose otro golpe de su amigo, pero esta vez, el de ojos azules no duda en corresponder el golpe. —Te amo como amigo obviamente, pero no deja de ser amor. Te amo tanto que me duele cuando discutimos y eres tan importante en mi vida que no tengo dudas que si llego a perderte, tendría que recoger los pedazos de mi corazón roto del suelo, mientras me pregunto ¿Cómo podría yo seguir sin tí?
Yoichi suspira mientras aprieta el puño, pues siente que quedó totalmente expuesto y aunque confía en Meguru, no deja de ser un sentimiento aterrador.
—Puedo vivir sin tí, Bachi pero no me gustaría hacerlo. —dice el de ojos azules. —Yo creo que de eso se trata el amor sin importar del tipo que sea. Atreverse y estar dispuesto a que te rompan el corazón, porque aunque da miedo. ¿No es más aterrador estar solo? Por supuesto que, podemos estarlo, no todas las personas son fundamentales en nuestras vida, pero es lindo tener en quienes confiar y a quienes amar...
Las palabras de Yoichi se ven interrumpidas por el repentino golpe que recibe en el pecho, cuando baja la vista, puede ver que es el cuerpo de Meguru que chocó contra el suyo en un fuerte abrazo que no tardó en corresponder.
—Yo también te amo, Yoichi.
—Bachi... ¿Estás llorando?
—¡¿Cómo quieres tú que no llore después de tremenda filosofía del amor?! Me llegó al corazón, joder. Debiste estudiar literatura y no arte. Se supone que eras malo con las palabras.
—Supongo que a veces puedo superar esa torpeza. —responde el mayor con una pequeña risa.
—Rin tiene demasiada suerte de tenerte.
—Lo sé y yo también tengo suerte de tenerlo.
—Si ese imbécil llega a arruinarlo le voy a partir la cara...
—Y si algún idiota te rompe el corazón, yo también le partiré la cara. —contesta Yoichi. Meguru se separa de su cuerpo, viéndolo con algo de sorpresa, a lo que el mayor sonríe con diversión. —No puedo permitir que ningún maldito bastardo se atreva a tratarte mal.
—No serías tan cruel como para romperle la cara a Kurona... —responde Bachira con diversión.
—No, él necesita su cara para tener presencia en el escenario, pero no necesita un brazo, puedo romperselo sin sentirme culpable.
Isagi sonríe con inocencia, recibiendo una carcajada escandalosa por parte de Bachira.
—Creí que era tu amigo.
—Lo es pero tú siempre serás mi alma gemela. —dice Yoichi en voz muy baja, pero aún así, el de ojos amarillos es capaz de escucharlo.
—¡¡Lo dijiste!! ¡¡Lo dijiste!! ¡Realmente te adoro, Isagi! —Bachira chilla de la emoción, abrazando a su amigo una vez más quien solo suspira mientras niega con la cabeza.
—Está bien si no quieres nada con Kurona, o si no quieres nada con nadie actualmente, Bachi. Eso no tiene nada de malo, incluso si solo quieres salir de fiesta, tener sexo y salidas de una noche. Está bien, no te juzgo para nada. No tienes que obligarte a nada que no quieras hacer pero tienes que ser honesto con él.
—¿Por qué? Seguramente es solo un juego para él. —dice Bachira con la voz algo baja. Isagi lo golpea en la frente. —¡Oye!
—Eres mi mejor amigo, y sabes que siempre estaré de tu lado, pero Kurona también es mi amigo. Y si algo puedo decir de él, es que no es para nada esa clase de persona. Es decir, sí, a Ranze le gusta coquetear y eso, pero nunca juega con los sentimientos de los demás. Él es la clase de persona que frena el juego cuando ve que los sentimientos de la otra persona se ven involucrados y se retira antes de causar más daño. No seas tan duro con él. Si no quieres darle la oportunidad, está bien, pero recuerda que es por decisión tuya. No intentes echarle la culpa a su personalidad o algo así, idiota. Porque teniendo la personalidad que tiene fue que consiguió que sintieras algo por él en primer lugar. Así que si no quieres nada con él, ten el jodido valor de ir y decírselo.
—¿En qué momento maduraste tanto, Isagi? Suenas como un anciano.
—¡Voy a golpearte ahora sí! —grita Yoichi pero es interrumpido por el sonido de su celular. —Espera un segundo.
Cuando lo saca de su bolsillo puede ver que es la solicitud de una videollamada por parte de Rin. Lo cual le preocupa de cierta forma. Mira de reojo a Bachira, quien asiente dando permiso a la interrupción. Al momento de contestar, Isagi puede ver oscuridad por un par de segundos y escuchar la música del lugar donde sea que esté su novio.
—¿Rin? ¿Sucede algo?
—¡Yoichi! ¡¿Dónde estás?! —pregunta Rin con la voz elevada pero no es un grito ni un regaño. El menor ni siquiera parece molesto, porque tiene una sonrisa ladeada en su rostro mientras lo mira con curiosidad.
—Estoy... Con Bachira. ¿Tú dónde estás? —Isagi frunce el ceño con algo de preocupación.
—¡Estoy...! ¿Dónde estoy? —El de ojos turquesa hace una mueca de confusión, antes de encogerse de hombros y tomar un sorbo de lo que sea que esté bebiendo. —Kurona dijo que quería salir así que vine con él luego de tomar esto... Lo que sea que sea. ¡Está delicioso! Lleva cantando desde hace un rato, canciones de k-pop triste. ¿Sabías que hay de esas? Pues yo no sa...
—¡Hola, guapo! ¿Con quién hablas?
Una chica de cabello verde se asoma por la pantalla, acercándose tal vez demasiado a su novio. Isagi apreta los puños con molestia pero no tiene tiempo de hacer nada porque Rin contesta:
—¡Estoy hablando con mi novio, maldita entrometida! ¡Largo de aquí!
—¡¿A quién le dices entrometida?!
—¡A la estúpida que se mete en conversaciones ajenas! ¡¿Qué no ves que estoy ocupado?!
—¡Eres un imbécil!
—¡Solo con las entrometidas! —contesta Rin mientras parece mostrarle el dedo corazón a la chica.
Isagi puede escuchar a Bachira reírse junto a él, mientras ambos ven con mucha sorpresa la extraña actitud de Rin.
—Rin, amor, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mareado? —Yoichi se preocupa, pues aunque se fue hace un rato, duda mucho que el menor fuera capaz de emborracharse hasta ese punto con tanta facilidad.
—Estoy bien, no te preocupes, cariño. —Rin sonríe de nuevo, aunque al acercarse el teléfono al rostro Isagi puede notar sus pupilas algo dilatadas. —Te llamé porque te extraño. Y porque Kurona no deja de cantar malditas canciones tristes, carajo. Dile a Bachira que venga a besarlo o algo, joder. ¡Me tiene harto!
—¡Cállate, Rin!
—¿Ese es Kurona? —pregunta Bachira con curiosidad, mientras que Isagi asiente porque también reconoció la voz.
—¡Pues ven y oblígame porque no me da la puta gana de callarme! —grita Rin, quien parece levantarse de su lugar, el teléfono cae y la llamada se corta. Es casi automática la forma en que Isagi y Bachira voltean a verse teniendo ambos la misma cara de preocupación y la misma idea en mente.
—Tenemos que encontrar a esos idiotas y saber qué mierda tomaron.
[...]
Un poco más tarde de lo usual, pero lo escribí bastante de la nada y me gustó mucho el resultado. Ojalá y a ustedes también.
¡Gracias por leer! 💓✨
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