xlv.
Isagi respiró profundo, y sin poder evitarlo, sonrió. Estaba en casa.
Saitama siempre había sido su hogar, era el lugar donde había crecido descubriendo su amor por el dibujo y desarrollando su pasión por el arte, gracias a sus padres que habían hecho todo lo que estaba a su alcance para ayudarlo aún cuando ellos no entendían del todo su forma de ser y de ver el mundo.
Sus padres estuvieron ahí tras cada paso, lo animaron en cada caída y lo apoyaron en cada decisión. Yoichi sabía que cada familia era diferente y que no todos podían decir lo mismo que él, pues cada vez que pensaba en sus padres, solo podía sentir lo mucho que los amaba, recordar la forma tan dulce que tenían de mostrar el amor su amor por él y lo mucho que se esforzaban por ayudarlo a cumplir sus sueños.
Alejarse de ellos fue difícil, claro, tal vez no hasta el punto de llorar por días, pero sí lo suficiente para sentirse decaído por su ausencia y ya no poder verlos cada día al despertar sino tener que esperar para oírlos a través de llamadas.
Era una locura pensar que estaban tan cerca pero tan mejor siendo que el viaje desde ahí hasta Tokio era de poco menos de dos horas, pero la oportunidad de vivir a tan solo un par de minutos de su universidad era demasiado buena para rechazarla y ellos estuvieron completamente de acuerdo con eso. A veces se sentía un pésimo hijo por no ir a verlos en cada fin de semana o feriado, pero las horas se escurrían entre sus dedos de una forma que no lograba comprender, llegando a tener que trabajar en sus proyectos de arte y actividades hasta altas horas de la noche. Perder dos horas de ida, y dos de regreso en una visita donde se preocuparía más por la tarea que por disfrutar la compañía de sus padres sonaba incluso más doloroso que el simple hecho de quedarse en el apartamento, tomarse un descanso y poder hacer largas videollamadas con ellos.
La vacaciones eran su momento.
No había preocupaciones externas, ni tareas que le quiten el sueño, solo debía asegurarse de comprar su pasaje del tren, avisarle a Bachira que se iría y llegar a casa para tener un verdadero descanso.
Aunque ahora había algo un poco diferente...
—Ya llegué.
Isagi se cuelga la mochila al hombro después de bajarse del autobús, arrastrando su maleta por la acera mientras se acercaba poco a poco al apartamento al cual seguía conociendo como su hogar.
—Me alegra oír eso. ¿No tuviste problemas en tu viaje? —La voz de Rin tiene un ligero tono de burla, el cual podría reconocer en cualquier momento y en cualquier situación aún cuando su respiración suena un poco fuerte y errática. Recuerda que es porque el menor se iría al gimnasio luego de llevarlo hasta la estación del tren.
—Ja. Que divertido. —Isagi sabe que se ríe por el hecho de que "el viaje" es realmente corto. Han pasado más tiempo en otras cosas de lo que realmente el mayor tardó en llegar a Saitama. —Me dijiste que te llame al llegar y eso estoy haciendo.
—No te quejes. Estoy siendo un novio atento y toda esa mierda. —contesta, el de ojos azules casi puede sentir la sonrisa ladeada de Rin al otro lado de la llamada. —Me preocupo por tí, necesito saber que estuviste bien y no tuviste ninguna incomodidad, como, no lo sé, dolor de cadera, espalda o algo así. Ya sabes, lo común después de... Ciertas actividades.
—Jodete, Rin. No te preocupaste mucho por eso antes. —Isagi siente la necesidad inconsciente de acariciar su clavícula porque de pronto el chupetón que descansa ahí le da comezón, pero lo evita ya que sus manos están ocupadas. —¿Qué tal te va a tí con tus shorts de gimnasia?
—Honestamente no sé si esto cuenta como indecencia o algo así, pero las miradas no han sido especialmente amables el día de hoy.
—Lindo, seguramente sienten envidia de tus marcas.
—O estarán pensando que estoy en peligro. —contesta Rin con un tono algo fastidiado. Isagi se ríe, porque ni siquiera fingirá que no fue completamente a propósito.
—Mi entrenador dijo que puedo hablar con él si mi integridad física está en riesgo.
—¿Y qué le dijiste?
—Tenía más ganas de recibir estás marcas que de venir aquí, entrenador. —El de ojos turquesa lo dice como si fuera la respuesta más obvia del mundo, en otra situación, probablemente el mayor se sentiría avergonzado, pero nadie de ese gimnasio lo conoce, así que no le queda más que reírse por lo ocurrente que puede llegar a ser su novio. —Y el entrenador se alejó luego de mirarme mal. Son tan mojigatos en este lugar.
—Entrenas con gente mayor, no sé qué esperabas.
—Que no fueran tan metiches. —Itoshi alza un poco la voz en esas palabras, Isagi puede imaginarse perfectamente a su novio hablando de forma pasivo-agresiva con la única finalidad de que las personas a su alrededor dejen de mirarlo. —No me pueden juzgar solo porque ellos no saben como divertirse.
—Es en parte tu culpa por ir para allá mostrando las mordidas, cariño.
—No lo es, es culpa de ellos por mirar lo que no deben. —comenta el menor, puede oír el sonido de una pesa siendo dejada en el suelo. —¿Por qué no me tomas una foto mejor? Dura más.
—¿Con quién peleas ahora?
—La chica nueva que te dije que me estaba coqueteando la semana pasada. —contesta como si fuera algo de mínima importancia. —Acaba de irse corriendo junto a su amiguita a los baños.
—Con tu increíble amabilidad cualquiera huye, idiota. Aunque eso es bueno, supongo, creo que ahora le quedó claro que no estás disponible.
—Créeme, eso le quedó clarísimo hasta al guardia de seguridad del edificio.
Isagi ríe, además, puede escuchar la risa ronca pero baja del menor casi como si estuviera junto a su oído y no a kilómetros de distancia. Sigue caminando y ya puede ver la fachada de su edificio, cada vez más cerca de su hogar.
—Tengo que colgar. Estoy a punto de llegar a casa. Te llamaré en la noche.
—Hablaremos luego entonces. Adiós.
—Adiós, cariño.
Isagi cuelga, guardado el teléfono en su bolsillo para poder abrir fácilmente la puerta del edificio. El portero lo saluda con una sonrisa amable, preguntándole como han estado las cosas en los últimos meses, el de ojos azules no tiene ningún reparo en iniciar una amena conversación con el hombre.
Saitama siempre se ha sentido especial. Tal vez sea por el hecho de haber vivido allí gran parte de su vida hasta el punto de que se ha acostumbrado a la forma en la que se mueven las cosas por ahí, amoldandose a una comodidad que se formó a través de los años y marcando una rutina de la cual le costó desapegarse. Tokio es una ciudad hermosa pero demasiado ajetreada, demasiado veloz y demasiado movida, corriendo de la universidad al apartamento, limpiando el lugar, haciendo tareas, proyectos, investigaciones, visitando museos, bocetando personas. Le gusta Tokio, por supuesto, pues ahí es donde empezó a seguir el camino que eligió para su vida y no se arrepiente de su decisión pero una parte de su corazón siempre le pertenecerá a ese pequeño apartamento en una calle suburbana de Saitama.
Solo han pasado un par de meses (Increíble pensar que no había vuelto desde año nuevo) pero el simple hecho de volver siempre logrará remover algo muy dentro de su ser capaz de hacerle sentir conmovido y emocionado.
Toca la puerta, ni siquiera logra dar el segundo toque cuando está es abierta y debe reaccionar rápido para recibir a su madre en un gran abrazo.
—¡Yo-chan!
—¡Mamá!
Mierda, es un jodido cursi pero se siente tan bien estar en casa.
—Oye, pero no acapares a mi Yo-chan.
No tiene tiempo de moverse porque puede sentir a su padre unirse al abrazo y cree honestamente que nunca había disfrutado tanto el cariño de sus padres hasta el momento en que empezó a pasar largos períodos de tiempo sin ellos.
—Los extrañé mucho.
—También te extrañamos muchísimo, Yo-chan. —Su padre tiene una voz algo rasposa, seguramente aguantando las ganas de llorar siendo que siempre ha sido un sujeto sensible. —Pero ya, no nos podemos quedar en la puerta, es momento de entrar.
El sentimiento de añoranza aumenta de solo entrar al apartamento. Su corazón se siente cálido, y solo puede pensar en hogar, desde el momento que pone los zapatos en su lugar en la entrada y pisar el suelo de madera.
Todo se ve igual que siempre, tal vez un par de cuadros cambiados de lugar junto a un florero nuevo sobre la mesada, pero se siente demasiado bien el volver.
Su madre lo arrastra a la sala mientras que su papá le arrebata las bolsas de encima para llevarlas hasta su antigua habitación, volviendo enseguida para empezar a hablar.
Ellos le hacen hablar de todo lo que ha hecho en el último tiempo, lo cual es tonto, tomando en cuenta que Yoichi los llama al menos dos veces por semana y prácticamente les envía mensajes casi todos los días.
De cualquier forma, no tiene problemas en hablar de nuevo de todo eso. De lo difícil que estuvieron sus parciales de historia del arte, del proyecto que le hizo desvelarse por varios días, les muestra algunas imágenes de los bocetos que ha hecho, de los que ya entregó, les habla de sus visitas a los parques de Tokio y a los jardines botánicos, sobre su experiencia en el Pride de este año y sobre...
—¿Cuando conoceremos a Rin-chan? —Su madre pregunta dulcemente al momento de ver una de las fotografías del Pride donde aparecían todos sus amigos junto a los modelos y, obviamente, su novio también aparecía ahí.
Claramente la conversación llegaría a este punto en algún momento y no es que quiera evitarlo o escapar pero es extraña la sensación. Una vergüenza que no termina de superar, aún cuando tiene ya veintidós años y se siente apenado de hablar de su romance con sus padres.
—Él vendrá de visita en un par de semanas. Realmente quiere conocerlos.
—¿Por qué no vino contigo? —Su papá se acercó tomando asiento junto a ellos, trayendo algunas tazas de té para compartir.
—Rin... Reprobó una asignatura y tuvo que quedarse a clases de verano. —Isagi se rasca el cuello con nervios, sabe que sus padres no pensaran mal de él, ellos siempre han creído que perder una clase no es el fin del mundo, y siempre han tratado de convencerlo de mantener la calma cuando de calificaciones se trata. —Además iba a tomar turnos extra en el trabajo.
—Es fotógrafo ¿cierto? Disculpa, ya me he olvidado.
—Sí, trabajará en algunas sesiones de fotos para la temporada de verano mientras sigue en Tokio. —responde el más joven del hogar con una sonrisa un tanto orgullosa. Rin puede ser un idiota irresponsable en cuanto a la universidad se refiere pero es trabajador y perseverante al momento de trabajar para así seguir mejorando cada vez más en la fotografía.
—Dile que lo estamos esperando. Ya queremos conocerlo ¡Y así ver si realmente es bueno para nuestro Yo-chan! —Su papá habló con voz fuerte, fingiendo una postura seria que realmente nadie creyó. Su mamá y él se rieron de la falsa actitud intimidante del mayor, ya que realmente era el más dulce de los tres.
—Se lo diré. No te preocupes. Rin también quiere conocerlos.
Yoichi realmente quería ver qué clase de actitud tendría frente a sus alguien tan particular como lo es su novio.
[...]
La intención era terminarlo en fin de semana y también que fuera más largo... Pero me gusta así, con suerte tendré el siguiente pronto.
Aunque también estoy trabajando en una sorpresa para ustedes por Halloween. Así que esperen noticias.
¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top