lii.
—No te pongas la camisa, la vista era tan buena que empezaba a alegrarme el día.
La voz de Isagi lo sorprende, ya que ni siquiera había notado que estaba detrás de él.
Rin recién despierta, para este punto, no sabía si era algo bueno o malo que sus suegros se enteraran de su terrible costumbre de levantarse después de la hora de almorzar, pero ni siquiera Isagi le ha dicho algo sobre que debería levantarse antes para dar alguna buena impresión.
Le dió cierta vergüenza el primer día, se quedó hablando hasta tarde con Yoichi, besándolo suavemente hasta que se durmió y todo el trabajo y esfuerzo de los días anteriores le cobró factura, tenía tanto sueño que ni siquiera notó cuando su novio se levantó de la cama.
Pero al parecer para todos ellos no es un problema y está bien, dijeron que dentro de todo, saben que siguen siendo sus vacaciones así que no les importa que duerma hasta tarde, aún cuando la familia inicia su día al menos unas seis horas antes que se despierte él.
De cualquier forma, siempre que sale de la habitación de su pareja, termina encontrándose con algún miembro de la familia rondando por la casa. Sus suegros siguen saludando de forma efusiva aún cuando ya lleva un par de días ahí.
Al principio lo decía para hacer sentir mejor a Yoichi, pero ahora sin dudas podía decir que verdaderamente le caían bien sus suegros. Tal vez sea porque nunca había convivido realmente tanto tiempo con ningún adulto más allá de con los suyos (que eran dramáticamente distantes y fríos a comparación, y realmente tampoco pasaban tanto tiempo con él) pero sus suegros eran verdaderamente geniales respecto a todo. Hablaban con él sin crear un ambiente incómodo incluso cuando su hijo no estaba presente, lo dejaban ayudar en la cocina (aunque insistían un poco para que no lo hiciera) ya que aceptaban que eso lo hacía sentirse más cómodo, le servían comida justo como le gustaba porque al parecer habían tomado nota de todo lo que Yoichi les dijo sobre él... ¡Y ni siquiera lo molestaban para dormir! No terminaba de creer eso. De casualidad el día anterior escuchó a la mamá de Isagi decirle que lo dejase dormir más tiempo, ya que al parecer se dió cuenta que el idiota tenía la idea de despertarlo de un susto como es común que haga cuando duermen juntos en su apartamento.
No estaba en sus planes terminar con Isagi en un futuro cercano, pero sí esa terrible desgracia llegaba a suceder (ni el universo quiera) mínimo esperaba seguir en contacto con sus suegros.
Ellos dos lo tratan mejor que su propia familia.
Al salir de la habitación al despertar no vió a nadie por el pasillo, lo cual le resultó algo extraño pero lo ignoró, ahora mismo sale de la ducha y se encuentra con los creativos comentarios de su pareja.
Siendo honesto, extrañaba esta forma de iniciar el día.
—Gracias, pero creo que andar por el apartamento semidesnudo sería abusar de la confianza de tus padres. —responde. Yoichi termina de acercarse, lo abraza por la espalda y sus manos se escabullen dentro de los bordes de la camisa que recién se colocó.
—No se van a enterar, ellos no están aquí. —responde, puede sentir su boca contra su espalda y no puede evitar sonreír por eso.
—¿A dónde se fueron? —Y no es que le importe demasiado, pero en todos estos días no los había visto salir de casa más allá de hablar con algún vecino o tirar la basura.
Itoshi se voltea, así que Yoichi se abraza a él, apoyando la barbilla en su pecho mientras mira hacia arriba para hablarle.
—Llamaron a papá para que fuera a una reunión a otra ciudad, volverá mañana y mamá se fué a visitar a su hermana. Tampoco volverá hoy.
Isagi se levanta un poco más para alcanzar sus labios en un beso que el menor corresponde enseguida. Sus manos se deslizan por la espalda de su novio hasta llegar a su cadera, lo junta un poco más a su cuerpo y...
Yoichi se separa del beso, Rin está un segundo aturdido y ve la sonrisa emocionada del mayor antes de decir:
—Vístete ya. ¡Tendremos una cita!
—¿Qué?
Claramente, como siempre, su novio no le da tiempo de procesar lo que está sucediendo, lo empuja de regreso a la habitación y le cierra la puerta. Rin solo puede maldecir por lo bajo mientras se empieza a vestir y sigue manteniendo esa expresión fastidiada mientras come una manzana de camino al auto.
Isagi estuvo insistiendo por todo el camino en el ascensor que lo deje manejar a él, ya que quería mostrarle algunos lugares y no es como que le importe realmente pero molestarlo siempre es muy divertido. Se hizo el difícil hasta que le cedió la llave, luego de abrirle la puerta del piloto, se las hubiera dado antes pero él se había distraído hablando con una de las vecinas del apartamento.
—¿Por qué te ves tan serio?
—Creo que tú y yo tenemos definiciones diferentes de lo que se hace al tener la casa sola. —contesta Rin luego de abrocharse el cinturón.
—Esta es nuestra oportunidad de salir sin la presencia de alguien capaz enredarnos en anécdotas de mi infancia y álbumes de fotos. —comenta el mayor, encendiendo el auto para luego salir lentamente del estacionamiento.
—No es cierto.
—¿No es cierto? ¿Y dime qué has estado haciendo esto últimos días cuando no estás durmiendo?
—Tocarte cuando tus padres no me están viendo. —responde. Sería mentira por parte del Itoshi decir que no se divierte del hecho de que siga siendo tan sencillo hacer sonrojar a su novio.
—¡Rin!
—No estoy mintiendo. Y por favor, mantén la vista en el camino, cariño. —El menor sonríe, recostando su peso en el asiento mientras mira a su pareja conducir con las mejillas rojas mientras lo maldice por lo bajo. Disfruta esto, de cierta forma. No acostumbra a ir en el asiento del copiloto, pero no tiene ningún problema si es al lado de Isagi. Le gusta ir así, y apreciar lo inusualmente guapo que se ve conduciendo.
—¿Qué has hecho? Además de eso...
—Escuchar a tu madre hablar.
—Suena mal si lo dices así.
—No me molesta oírla, aunque sorprende que por más que me hable veinte minutos sin parar aún sigue teniendo mucho qué decir luego...
—Me estás distrayendo para no admitir que sí has visto un montón de álbumes de fotos.
—Quería ahorrarte la vergüenza de que supieras que ya ví tus fotos de bebé sin ropa y tu foto sonrojado con la niña del cuarto grado que era tu crush aunque tú estabas en primero pero ya que insistes.
Se detienen debido a un semáforo en rojo, la oportunidad perfecta para que Isagi haga un pequeño acto dramático de golpearse la cabeza contra el volante.
—¿De verdad te contó eso? —pregunta, claramente avergonzado.
—Ajá. No te juzgo, era una niña tierna. —comenta el Itoshi. —Irónico que ahora en este punto de tu vida, salgas con alguien menor.
—¡Solo es un año!
—Casi dos. ¿Te recuerdo que aún tengo veinte? Legalmente no puedo ni beber en algunos países.
—Irónico que ya te he visto ebrio hasta casi el coma etílico a pesar de eso.
—Detalles.
—¿Qué más te contó?
—Que eras un niño bastante llorón y sensible. Dato que no me sorprende.
—Ay, cállate mejor.
—¿Para qué preguntas si te vas a molestar? —Se burla el más alto, viendo como cruzan cerca de una secundaria. —¿A dónde me llevas?
—Vamos a almorzar a un lugar al que solía ir con mis amigos en la preparatoria.
—¿Estudiaste ahí? —pregunta Itoshi, señalando a la secundaria que acaban de pasar.
—No, mis padres creían que estaba muy lejos de casa y que en secundaria aún era muy pequeño para venir hasta acá. —responde Isagi encogiéndose de hombros. —Aunque la preparatoria queda más lejos, elegí aquella porque era muy popular en todo lo que respecta a sus festivales culturales y artísticos.
—¿Ya a esa edad sabías que querías ser artista?
—¿No te lo contó ya mi madre?
—Quiero escucharlo de tí.
—Lo supe desde que tenía cuatro años y ví en la televisión un documental de Van Gogh. —responde. —Me pareció muy triste ver que nunca pudo ver sus obras ser reconocidas.
—¿Lloraste por eso?
Yoichi se quedó en silencio por un momento, y luego lo golpeó cuando escuchó que se estaba riendo de eso.
—¡No te burles!
—Eras tan adorable. Llorando por un artista que murió cientos de años antes.
—Ya. Cállate.
—Vamos. Continúa con la historia.
—Pues nada, ví varios documentales de diferentes artistas y pedí ir a clases de arte. Así empezó todo. —respondió con una sonrisa pequeña. —Empecé a soñar con tener una exhibición completa con mi arte.
—Me gusta como suena. Lo lograrás, eso lo sé. —contesta él, recostando su cabeza contra el asiento, disfrutando ver la sonrisa tan bonita que adorna los labios de su pareja.
—¿Y tú?
—¿Yo qué?
Isagi rueda los ojos por su respuesta.
—¿No es tu sueño tener algo así? ¿Una galería con tus fotografías?
—Ser fotógrafo para mí, no fué un sueño de la infancia o algo que siempre quise. —dice el menor, volviendo su vista al frente del camino. —Llegué al mundo de la fotografía ya de adolescente. Me gusta pero nunca me ví más allá de eso.
—Yo creo que sí te lo propones podrías llegar a tener tu propia exhibición, Rin. Tus fotografías transmiten demasiado incluso aunque a veces lo hagas sin ninguna intención de mostrar algo especial.
—Aprecio que pienses así.
Su voz suena plana, una respuesta común, sin mucha emoción, pero la garganta del Itoshi se siente ligeramente apretada. Nunca había escuchado a nadie decir algo así. Lo han felicitado, por supuesto, elogiado su talento por la fotografía, pero siempre se han limitado entonces a qué su trabajo es solo para modelos, revistas y posteos de redes sociales.
No algo digno de una galería.
No algo que sea entonces considerado arte.
—Esa es mi preparatoria.
Isagi señala con un gesto en la cabeza, hay un edificio lo bastante grande para verse desde la distancia, aunque realmente no se encuentran muy lejos.
—Cuando tu mamá me hablaba de cuando estudiabas ahí, me mostró un montón de fotos de tí en exhibiciones y concursos, sentado en un salón de arte y fotos con un montón de chicos que parecían del club ya que estaban igual de sucios de pintura. Tan adorable el pequeño Yoichi adolescente pintando como si no hubiera un mañana. —comenta el menor, inclinándose para ver a su novio una vez más con una sonrisa burlona. —¿Te gustó tu época ahí?
Isagi se mantuvo en silencio. Se metió a un parking cercano, comentando por lo bajo que caminarían hasta el pequeño restaurante que no estaba muy lejos, con la clara intención de pasar por el frente de la preparatoria a pie. Rin no se quejó, suponía eso, había un secreto que le había dicho su suegra de ese lugar, probablemente el propio Yoichi quería mostrárselo por su cuenta.
—No lo odié del todo. —responde encogiéndose de hombros una vez que ambos se encuentran en la acera caminando, la mano de su novio es cálida al contacto. No le importa aunque él verano sea tan caluroso este año.—Probablemente pudo ser mucho mejor. Algo bueno fue que conocí a Bachira en mi primer año, aunque luego él volvió a su ciudad.
—¿Conociste a Bachira por solo un año?
—Básicamente, pero nos llamábamos casi todos los días. E íbamos a vernos en el verano. Por eso en parte mis padres dicen que no paso tiempo con ellos en esta temporada. —dice el mayor con una sonrisa apenada, aunque es obvio que se siente feliz con el recuerdo. —Me gustaba ir a la casa de Bachira en Chiba, porque me pasaba horas hablando con él y cuando no, estaba con su madre en su taller aprendiendo algunas técnicas o escuchando sus consejos para encontrar mi arte y lo que quería plasmar.
—¿Querías a Bachira o a su madre? —Se burla Rin.
—Admito que lo quise mucho más cuando conocí a su madre. Y ni te molestes en burlarte de Bachira, él ya sabe esto. —contesta, picando las costillas de su novio al ver la sonrisa ligeramente malvada que se asoma por sus labios. El menor bufa al darse cuenta que perdió la oportunidad. —Deja de pensar en molestar personas y camina. Te mostraré algo, aunque seguramente mi madre ya te lo mostró.
—Me dijo que era un secreto. No debía decirte que lo sabía.
—Sí, pero ya habrás notado que Iyo no es especialmente la mejor persona para guardarlos.
Rin se ríe porque es obvio que su novio bromea con la situación. No es que sea entonces un secreto, o algo por el estilo, simplemente es algo que Isagi aparentemente le quería mostrar desde que supo que vendría a Saitama. Pero por error entre el montón de álbumes, el menor vió la fotografía y ya no era tan sorpresa.
Isagi saluda a uno de los guardias de la entrada, y lo conduce por el patio de la preparatoria directamente hasta quedar frente a una pared enorme. En este mismo hay un mural, un árbol de cerezo con un niño sentado en sus raíces, dibujando en un cuaderno que se encuentra entre sus manos.
—Aquí está tu firma escondida. —Rin se acerca un poco, y sonríe, rozando el dedo donde su pareja en su momento ocultó la firma entre las hendiduras del tronco. —Es hermoso.
—Creo que nunca dejará de sorprenderme tu vista. —dice Isagi entre risas. —Gracias.
—¿Cuando lo hiciste?
—En la primavera de mi último año. Venía aquí después de clases casi cada día para poder terminarlo antes de la graduación. Una buena forma de distraerme y no ahogarme en el estrés de pensar si me aceptarían o no en la universidad. —responde, acercándose a su lado. —El profesor a cargo del club de arte elige a un alumno de tercer año para que haga un mural. Al que considere el mejor.
—Suena bien.
—Más o menos. No podemos elegir qué dibujar, se nos dan opciones y el diseño debe ser aprobado por la junta directiva. —explica. —Me rechazaron unos tres diseños antes de este, que creo honestamente que habrían sido mejores.
—No puedes esperar mucho de un montón de ancianos rígidos.
—Es cierto, aunque, de cualquier forma aún ahora, aprecio mucho la oportunidad que tuve.
—Serían unos estúpidos de no haberte elegido. —Rin dice, su pareja se cruza de brazos. —No me mires así. Es el mejor mural que hay en estas paredes.
—No necesitas menospreciar los demás.
—No lo hago, también son lindos pero, la diferencia de nivel es obvia y... No hay espacio para otro mural.
Su cerebro se distrajo por un momento al notar ese detalle, Isagi ríe al oírlo decir lo obvio.
—Borrarán ese mural al final del verano. —responde el mayor, señalando al que se encuentra junto al suyo, en el cual hay un libro abierto con un poema que no se esforzaría en leer por las letras borrosas por el paso del tiempo. —Son borrados cuando pasan cinco años.
—Entonces...
—Sí, el mío lo borrarán el próximo verano.
No importa que haya una sonrisa pequeña en su rostro, Rin nota la melancolía en su voz, Yoichi suena decaído aunque es claro que es algo que ya tenía más que aceptado en su mente.
—Siento que fue mi primer gran trabajo artístico. —comenta, acariciando la parte donde está firmado. —Vengo a verlo todos los años. Me alegra tener compañía sí es esta la última vez. Y... ¿Qué estás haciendo?
Rin lo mira, y vuelve a bajar la vista al celular, apretando el opturador de la cámara de su celular.
—Ya que fuiste muy egoísta al traerme aquí sin avisar y sin darme la oportunidad de traer mi cámara que descansa cómodamente en tu casa cuando podría estar aquí tomando fotografías pues, no queda más que trabajar con lo que tengo a la mano. —contesta, tomando otra fotografía. —No podría perdonarme el que borren esta obra de arte y no tener ni una sola prueba de su existencia.
—Pero... Claramente tengo fotos del mural en su mejor momento, no ahora que está desgastada la pintura y...
—Cállate. No seas idiota. Yo no pude verlo así, yo lo estoy viendo ahora. Desgastado o no, el tiempo no es más que algo inevitable. Este mural soportó lluvia, nieve y demás. ¿Cómo no apreciarlo ahora que después de tanto tiempo aún mantiene la escencia del día que lo pintaste?
—¿Cuál escencia?
—La tuya. —Su voz tiene un tono hasta ridículo, como si estuviera expresando la mayor obviedad del universo. —La del Yoichi de dieciocho que anhelaba estudiar artes. La del Yoichi actual, el que está cada vez más cerca de cumplir su sueño.
Las mejillas de Isagi obtienen un tono rosa una vez más mientras se cubre el rostro con sus manos, probablemente nunca se acostumbre a lo facil que es hacer que su pareja se sonroje, puesto que nunca hace mucho más que decirle lo que piensa sin ver qué tanto suena eso como un halago.
—Yo sabía.
—¿Qué cosa?
—Yo...
—Isagi ¿Eres tú?
Las palabras de su novio se detienen, se voltea en dirección a la voz de la mujer pero la sonrisa que tan bonita que tenía se borró. Rin se preocupó entonces al notar que el sonrojo desapareció, dando paso a una palidez que no le gustaba en lo absoluto. Guía su vista en la misma dirección a la que mira su pareja, y está ignora de forma deliberada a la chica de cabello rosa que le habló hace un segundo, mirando fijamente a un castaño detrás de ella.
—Isagi-chan, ha pasado un tiempo desde la última vez que te ví. —dice el hombre de ojos castaños.
—Tada...
Agradece entonces a su suegra por las horas que pasaron viendo fotografías y el tiempo que se tomó explicando la relación de cada persona con su hijo porque ahora con solo tenerlo al frente. Rin no necesita explicaciones, aunque incluso sin saberlo supone que habría adivinado que justo ahora están frente a la unica persona que causa tal reacción en Yoichi. El maldito bastardo de su ex.
[...]
No se molesten, la duda les hace bien, les da más emoción para el próximo capítulo.
Perdón por la tardanza. No me odien que yo los quiero.
¡Gracias por la espera y por leer! ✨
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