Cuando era pequeño solía acostarme muy temprano púes le temía mucho a la oscuridad,  pensaba en dormir rápido para que las horas de la noche pasaran en mi inconsciente sueño, y así no tener que enfrentar al monstruo de debajo de la cama, ni al que se escondía en el armario, o la bruja, que según yo; estaba trepada en el árbol que se podía ver desde mi ventana.
Mi hermano mayor que yo unos cinco años, se acostaba unas horas después de mí, pues le gustaba jugar hasta tarde con sus amigos. Aprovechaba la noche para jugar al escondite y besar a alguna niña que le gustaba en medio de la oscuridad.
El era un niño bastante precoz y a sus diez años de edad era muy independiente, además el vecindario era bastante sano. Así que mis padres no veían problema que él jugará hasta tarde siempre y cuando al otro día no hubiera que madrugar a estudiar.
Ese día sábado en la noche...
Cené, me cepille los dientes, me puse una pijama y mi madre me ayudo a conciliar el sueño leyendo una historia, no se en que momento me dormí. Luego de haber dormido un largo rato y sin saber que hora era, sentí un ruido en el cuarto y me desperté, además alguien había encendido la luz...
Cuando logre  despabilar un poco mi mente, vi con mis ojos un poco encandilados por la luz que mi hermano estaba cerca de mi cama y me decía que saliéramos a jugar, yo dije que no entre lloriqueos, que me dejara dormir, que ya era muy tarde.
Él  entre risas y bromas me decía que yo era un bebé, que me asustaba todo, que tenía que crecer.
Luego de molestar un rato me dijo que jugáramos en el cuarto, a lo que finalmente dije que estaba bien... No sabia porque mi hermano, que siempre se quejaba de mi; ahora insistía tanto en que compartiéramos juntos. Aún así me baje de la cama y estuvimos jugando mucho rato con los súper héroes de colección que yo tenía, cuando me dio mucho sueño volví de nuevo a mi cama y mi hermano me cobijó, me dio un beso en la frente y dijo que me quería mucho.
Era la primera vez que él me decía algo así, pero yo sabía que me quería porque siempre me defendía de los más grandes y me abrigaba cuando hacia frío. Esa noche dormí muy bien, pues estaba muy cansado como si algo me hubiera robado mucha energía. Al día siguiente me desperté más tarde a lo que generalmente estaba acostumbrado, así que mi madre fue a nuestro cuarto a levantarme. Yo le pregunte a mi mamá si mi hermanito ya había desayunado; púes quería desayunar con él. Mi madre me dijo: —hijo acuerdate que tu hermanito se fue ayer en la tarde  donde tu tía. Entonces le dije que no, que mi hermano estuvo conmigo en la noche y además le conté que había insistido que saliéramos a jugar y como yo me negué a salir, él había jugado conmigo en el cuarto y hasta le conté que me había dado un beso en la frente diciendo que me quería mucho. Mi madre al escuchar de mis labios eso, corrió donde mi padre y yo fui tras ella, pues quería descubrir el porqué de esa reacción de espanto en su rostro... Cuando llegue a la puerta del cuarto de mis padres estaban discutiendo y mi padre decía: —ya viste mujer, ¡era mejor no ocultar que el gemelo mayor murió al nacer!
Yo no entendí mucho pero creo que él niño con el que jugué esa noche era mi hermano muerto.