005. draco malfoy el hurón
La clase de adivinación era la que a Ruby más le interesaba.
El tiempo que estuvo en el Campamento Mestizo, aprendió a leer las estrellas, con ayuda de los de la cabaña de Apolo, aprendió a, si se esfuerza, poder entender las visiones que de vez en cuando tenía.
Pero Ruby no creía que Trelawney supiera realmente leer el futuro. Ella creía que la profesora no era más que una farsante.
―Buenos días ―dijo la tenue voz de Trelawney y Ruby vio con burla como Harry se sobresaltaba―. Estás preocupado, querido mío ―dijo a Harry en tono lúgubre―. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que habita dentro. Y lamento decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo. Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...
Ruby rodó los ojos.
―No la escuches, Harry ―le susurró Ruby a Harry―. No sabe de lo que habla.
Harry la miró con una pequeña sonrisa.
―Gracias ―le susurró a Ruby.
Ruby miró la ventana con interés. La profesora tenía puestas unas cortinas horrendas que daban un aire de anciana. Mirando la cortina recordó a sus amigos del Campamento Mestizo. ¿Por qué se recordó mirando la cortina? Ni ella sabe.
―¡Harry, Ruby! ―susurró Ron.
―¿Ah?
―¿Qué?
Ruby miró a su alrededor. Toda la clase se estaba fijando en ellos. Ruby se sentó más tensa.
―Estaba diciendo, querido mío, que tú naciste claramente bajo la torva influencia de Saturno ―dijo la profesora con un leve tono de resentimiento.
―Perdón, ¿nací bajo qué? ―preguntó Harry.
―Saturno, querido mío, ¡el planeta Saturno! ―repitió Trelawney―. Estaba diciendo que Saturno se hallaba seguramente en posición dominante en el momento de tu nacimiento: tu pelo oscuro, tu estatura exigua, las trágicas pérdidas que sufriste tan temprano en la vida... Creo que no me equivoco al pensar, querido mío, que naciste justo a la mitad del invierno, ¿no es así?
―No ―respondió Harry―. Nací en julio.
Ruby se tapó la boca con la mano, intentando acallar sus potentes risas. Realmente quería reírse de ella, no era como si le tuviese mucho respeto, pero sabía que eso la metería en problemas y llevaba muy poco tiempo en el castillo como para andar metiéndose en problemas sin sentido.
Media hora después, Trelawney le dio a cada alumno un complicado mapa circular, con el que intentaron averiguar la posición de cada uno de los planetas en el momento de su nacimiento. Ruby no tardó tanto, y cuando estuvo lista, empezó a dibujar en otro pergamino.
―A mí me salen dos Neptunos ―dijo Harry después de un rato―. No puede estar bien, ¿verdad?
Ruby soltó una risita.
―Aaaaah ―dijo Ron, imitando el tono de Trelawney―, cuando aparecen en el cielo dos Neptunos es in indicio infalible de que va a nacer un enano con gafas, Harry...
Ruby se rió con ganas.
―¡Profesora, mire! ¡He encontrado un planeta desconocido!, ¿qué es, profesora?
―Estás más cerca de arreglar tu estupidez que de encontrar un planeta desconocido, Brown ―dijo Ruby sin medir sus palabras.
Por suerte, Trelawney no la escuchó.
―Es Urano, querida mía ―contestó Trelawney.
―¿Puedo echarle yo también un vistazo a tu Urano, Lavender? ―preguntó Ron con sorna.
Ruby golpeó suavemente el brazo de Ron.
―Idiota.
Tal y como Ruby había previsto, Trelawney les dejó mucha tarea.
―Rata vieja ―se quejó Ron mientras descendían la escalera con todos los demás de regreso al Gran Comedor para la cena―. Eso nos llevará todo el fin de semana, ya verás.
―¿Muchos deberes? ―les preguntó Evie alegremente.
―¡La profesora Vector no nos ha puesto nada! ―siguió Hermione.
―Bien, ¡bravo por la profesora Vector! ―dijo Ruby de mal humor.
Llegaron al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía fila para entrar a cenar. Hasta que oyeron una voz estridente a sus espaldas.
―¡Weasley! ¡Eh, Weasley!
Ruby gruñó. Harry, Ron, Hermione y Evie voltearon. Malfoy, Crabbe y Goyle estaban ante ellos, muy contentos por algún motivo. Ruby tenía un mal presentimiento.
―¿Qué? ―contestó Ron.
―¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! ―anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de El profeta y hablando muy alto, para que todos en el vestíbulo pudieran oírlo―. ¡Escucha esto!
MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA
Parece que los problemas en el Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra invitada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.
Malfoy levantó la vista.
―Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? ―dijo exultante.
Todo el mundo escuchaba atentamente, y Ruby contaba hasta mil para no acercarse a Malfoy y darle varios puñetazos.
Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallara de su dueño, una vez más había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó explicar a El Profeta por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.
―¡Y viene una foto, Weasley! ―añadió Malfoy―. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre debería perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia.
―Métetelos por donde te quepa, Malfoy ―dijo Harry―. Vamos...
―¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? ―dijo Malfoy con aire despectivo―. Dime, ¿su madre tiene el natural aspecto de cerdito o es solo la foto?
Ruby no lo pudo evitar.
―¡¿Y qué te metes tú, pedazo de imbécil?! Además, ¿cómo te enteraste que Harry pasó el verano allá? ¿Ahora te dedicas a espiarlo? Consíguete una vida, Malfoy, y deja de ser tan pendejo.
Soltó cada una de las cosas que se ocurrían. Malfoy la miró con el rostro rojo de furia, pero Harry habló:
―¿Y te has fijado de tu madre, Malfoy? Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando tú estás cerca?
Malfoy parecía más enojado que antes.
―No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
―Entonces tú no insultes a la de Ron ―espetó Ruby antes que Harry pudiera hablar.
¡BUM!
Hubo gritos. Ruby frunció el ceño. Luego, otro ¡BUM! ¿Qué estaba pasando?
―¡AH, NO, TÚ NO, MUCHACHO!
Harry y Ruby se voltearon. Moody bajaba cojeando la escalinata de mármol. Había sacado la varita y apuntaba con ella a un hurón.
―No me digas que... ―susurró Ruby.
―¡DÉJALO!
―Está loco, Evie ―susurró Ruby a la pelinegra.
―¿Deberíamos hacer algo? ―contestó Evie.
―No sé ―dijo Ruby―. Tal vez McGonagall pueda hacer algo... Mira ahí viene.
―¡Profesor Moody! ―exclamó McGonagall, acercándose.
―Hola, profesora McGonagall ―saludó Moody como si nada.
―¿Qué... qué está haciendo? ―preguntó McGonagall, viendo fijamente al hurón.
―Enseñar ―explicó Moody.
―Ens... Moody, ¿eso es un alumno? ―gritó McGonagall, y Ruby comprendió su histeria.
―Sí ―contestó Moody como si lo que hiciera no estaba mal.
Ruby apretó sus puños. Sí, no le caía ni un poco bien Malfoy, pero Moody se pasó de la raya.
―¡No! ―vociferó McGonagall. Y usó su varita para transformar el hurón a Malfoy━. ¡Moody nosotros jamás usamos la transformación como castigo! Supongo que el profesor Dumbledore se lo ha explicado.
━Puede que lo haya mencionado, sí ━dijo Moody con tanta calma que Ruby sintió una furia hervir en su interior. ¿Como alguien tan... así puede enseñar?━. Pero pensé que un buen susto...
━¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor!
Y Ruby le dio la razón.
━Entonces haré eso.
Ruby ya tuvo suficiente y se alejó de allí con Evie, y entraron al Gran Comedor. Segundos más tarde llegaron Harry, Ron y Hermione.
━No me hablen ━dijo Ron.
━¿Por qué no? ━preguntó Hermione sorprendida.
━Porque quiero fijar esto en mi memoria para siempre ━contestó Ron━. Draco Malfoy, el increíble hurón botador.
Harry, y Hermione se ríeron, pero Ruby y Evie no.
━Lo que pasó fue completamente inaceptable ━espetó Evie cruzándose de brazos.
━Puede que no les caiga bien Malfoy, pero, ¿a ti te gustaría pasar por esa humillación? ━añadió Ruby, cruzándose de brazos también.
━Ruby y Evie tienen razón, chicos ━dijo Hermione.
━¡Hermione, Ruby, Evie, no me estropeen el mejor momento de mi vida! ━exclamó Ron.
━¿No me digas que vas a volver ahora, por la noche, a la biblioteca? ━preguntó Harry incrédulo cuando vio a Hermione comer más aprisa.
Cinco minutos después, Hermione ya había dejado el plato limpio y había salido. Su sitio fue usado por Fred Weasley.
━¿Qué me dicen de Moody? ━exclamó━. ¿No es guay?
━Más que guay ━dijo Goerge.
━Superguay ━afirmó un chico cuyo nombre Ruby no recordaba━. Esta tarde hemos tenido una clase con él.
━¿Qué tal les fue? ━preguntó Ruby con interés.
━Nunca hemos tenido una clase como ésa ━aseguró Fred.
Ruby y Evie se miraron y las dos supieron que pensaba la otra. Moody está loco.
━Ése sabe, tío ━añadió el chico.
━¿Qué es lo que sabe? ━pregutó Evie.
━Sabe de verdad como hacerlo ━dijo George.
━¿Hacer qué? ━preguntó Harry.
━Luchar contra las Artes Oscuras ━repuso Fred.
━Lo ha visto todo ━explicó George.
━Sorprendente ━dijo el chico.
Ron agarró su mochila y buscó su horario.
━¡No tenemos clase con él hasta el jueves! ━concluyó.
Ruby miró a Evie.
━Al fin una noticia no tan mala ━comentó Evie en voz baja.
Ruby sonrió.
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