Capítulo 16

Suspiré mientras le quitaba el envoltorio a otro triangulito de queso blando y me lo llevaba a la boca. Si mi médico personal fuera un poco inteligente notaría que la vache qui rit era como una droga para mí. Eso y el Nutella, los pains au chocolat, el helado, las Pringles, la pizza. ¡Bendita actividad física! Tenía una buena dieta en lo que implicaba las cuatro comidas básicas, sobre todo porque tres de ellas eran preparadas en el departamento por Stelle, pero como cualquier adolescente no dudaba en comer lo que me gustaba cuando tenía la oportunidad.

Continué mirando el techo y... nada. A pesar de estar en buenos términos, en más que muy buenos términos, eso no había impedido que Jack y yo tuviéramos el mismo problema que siempre teníamos al cambiar de lugar. Esta vez él había sido más rápido y había ganado, se había quedado con el dormitorio y la cama por lo que tendría que dormir en el sillón. De todos modos no era algo que me importara mucho, mi victoria no fue absoluta pero el sillón se hacía cama y una bastante confortable según mi pasada experiencia. Era prácticamente un empate esto, no sufría muchas pérdidas.

Estaba bien. Excepto porque había encontrado el bolso con ropa de mi hermano en el dormitorio. Este había sido el último lugar en el que él había estado y sabía que no entraría por la puerta para tomar el bolso que había dejado atrás. Ropa, nada más que eso. Ningún celular, ninguna computadora portátil, ningún artefacto electrónico, nada. Solo ropa. No habíamos encontrado nada que pudiera sernos útil pero yo aún seguía recuperándome del shock. Jack me había preguntado varias veces si estaba bien pero había dejado de insistir al saber que yo solo quería silencio.

Y ahora, tirada boca arriba mirando el techo y comiendo lo que había encontrado en el refrigerador, no estaba haciendo nada productivo. Al menos Ethan me había dejado algo rico para comer. Unos pocos minutos, eso me había dicho que serían. Solo un descanso, un respiro. Mi hermano había estado allí, había salido una vez y no había vuelto, alguien se había ocupado de que no lo hiciera. Y ese alguien tendría que lidiar con una versión muy cabreada de mí. ¡Si perdía a Ethan perdía con él mi dotación siempre disponible de dulces!

Respiré profundamente, me puse de pie y comencé a revisar el lugar. Se trataba de un departamento pequeño en el que el amigo de Josh había invertido. Una sala que con suerte era más grande que el único dormitorio, dos baños, una diminuta cocina que apenas tenía lugar para estar de pie. Había ropa pudriéndose en la lavadora, objetos personales en el baño, un abrigo y un par de zapatos en el placard de la entrada. Puse los ojos en blanco al encontrar una hebra de cabello rubio en el abrigo y fruncí la nariz al olfatear apenas el rastro de un perfume de mujer. Ricci Ricci. Bien, al menos mi hermano no la había pasado mal estando en París y tampoco tenía que dudar de su relación con las mujeres.

Nada estaba fuera de lugar, nadie había entrado allí. ¿Cómo lo había sabido? Fácil, el cabello en la puerta principal cuando entramos. Un truco sencillo que Ethan me había enseñado y yo también utilizaba. Por lo tanto éramos los primeros en estar aquí desde que mi hermano había partido y dudaba mucho que él se fuera por propia voluntad dejando todo aquello atrás. ¿Entonces debía suponer que aquí, junto con todas sus pertenencias, también estaba el programa Pandora? Al menos aquello nos reducía notablemente el margen de búsqueda. ¡Pero estábamos hablando de Ethan! ¡Los dibujantes de Buscando a Wally eran menos complicados que Ethan! ¡Buscar algo que él había ocultado en este pequeño departamento era como buscar un oasis en un desierto! Ni siquiera sabía exactamente cómo lucía lo que estaba buscando. Un CD hubiera sido lo más lógico pero ya no podía asegurar nada de antemano en este mundo.

Y aún peor que eso. No dejaba de dar vueltas en el departamento pero hasta el momento no había encontrado ninguna pista, nada que Ethan pudiera haberme dejado para guiarme. Los sujetadores estaban bien, todos y cada uno de ellos normales como se suponía que debían estar. El polvo indicaba que nada había sido movido de lugar ni el orden de los libros en un estante alterado. Los cuadros estaban todos derechos. Las perchas en el placard de la entrada colgadas todas del mismo modo. Se trataba de uno de los juegos de Ethan pero este iba mucho más allá del nivel experto.

—Dime que tuviste más suerte que yo —dije apoyándome contra el marco de la puerta del dormitorio y Jack levantó la vista.

—¿Nada?

—Nada del primer vistazo. Con algo de suerte quizás no tenga los mismos resultados con el segundo y más tiempo —respondí y suspiré—. ¿Tú?

—Tu hermano lleva dos semanas desaparecido —dijo él—. O al menos aquella es la fecha de su último mensaje.

—Lo sé, no tienes que recordármelo. Llevo la cuenta perfectamente —dije—. Y van once días desde que estamos en París.

—Once días y aquí estamos. Tú nos trajiste aquí. Lograste seguir el rastro de tu hermano hasta este punto, ninguna otra persona lo hubiera hecho. Si logramos recrear sus últimos pasos es posible que sepamos quién lo capturó y lo encontremos. Sé que no confías en nosotros en cuanto a ese asunto.

—Sé que le tienen más prioridad a encontrar Pandora que a mi hermano. Lo sé, y lo entiendo. Un agente desaparecido no es tan importante como un programa que pone en riesgo la seguridad mundial. Y me están utilizando para lograr eso.

—Encontraremos a tu hermano, no solo al programa —dijo Jack antes que pudiera continuar—. He visto esto pasar durante años. No se olvidarán de él. Una vez que logras armar los últimos pasos es fácil encontrar a alguien. Tarde o temprano lo encontrarán, o nosotros. Hay otras personas buscándolo, de los buenos, no solo nosotros. Le deben haber pedido una mano al Servicio Secreto Francés también ya que desapareció en París y ellos lo estuvieron vigilando.

—¿Saben que estamos aquí?

—Sí. Parte del informe. Mi tarea escolar de cada día. Ya sabes, avisar del progreso, decir si encontramos algo importante, aclarar que hasta el momento no metiste la pata.

—Casi había olvidado que soy considerada una persona de riesgo y todo el mundo está esperando que meta la pata.

—Eres una Bright, no dejaremos de tener cuidado solo porque hasta el momento no lo hayas hecho —dijo Jack—. Hiciste que me involucrara contigo, así comenzó tu prima.

—Tú me besaste —dije.

—Tú me besaste primero en el Moulin Rouge.

—No es cierto, tú en el puente.

—Y no me escuchaste cuando te dije que esto no era algo que me pudiera permitir —dijo él y se pasó una mano por el cabello—. Estaba intentando mantenerte a un lado de todo esto, no meterte más en este mundo de lo que ya estabas. Nadie puede saber de esto, es peligroso para ti.

—Es peligroso para mí que mi hermano sea lo que es. Mira dónde terminé por eso. No sé tú pero yo no veo modo de que esté más metida en vuestro mundo —dije—. Y nada de lo que hagas o no hagas cambiará eso. Porque siempre sabré.

—Los hombres de traje no estarán nada contentos si saben de esto alguna vez.

—¿No lo saben? ¿No se supone que les tienes que decir todo lo que pasa o algo así?

—Quiero ayudarte a encontrar a tu hermano Bright. Si los hombres de traje saben de esto me sacarán de la misión y mandarán a otro que no creo que vaya a ser nada amable por la reputación que tienen las mujeres de tu familia y que no le importara tu hermano, solo querrá el programa Pandora —dijo Jack—. ¿Quieres eso?

—No. Tampoco quiero que tú te vayas —dije y él sonrió apenas—. Ahora que ya me he acostumbrado a un espía no pueden cambiármelo por otro. Sería molesto empezar todo de cero otra vez. Tú estás bien, aún con todo lo que eso implica.

—Tú tampoco estás nada mal. Tan solo me hiciste hacer exactamente todo lo contrario de lo que debería.

—Eso no es mi culpa.

—Estaba seguro que esto terminaría así.

—No es como si yo te hubiera seducido sin dejarte opción como una chica mala.

—Pues no me dejaste mucha opción para serte sincero.

—Había llamado tu atención antes. Yo y mis encantos de chica loca sobre el escenario —dije—. Solo porque así haya empezado el asunto de mi prima no significa que meteré la pata. No soy como ella. Sí, me gustas, pero soy consciente de cual es nuestra prioridad y sé que tengo que encontrar y entregar el programa Pandora aún si es a costa tuya. ¿Es eso lo que te preocupa? ¿Que tome una mala elección? ¿Que cometa un error?

—No —dijo él—- Tú nunca cometerás un error. Tú harás lo que consideres correcto. Y eso está bien.

Su voz sonó resignada, como si fuera un hecho inevitable. Apreté los labios retractándome de mis palabras. Si para completar la misión debía dejarlo morir entonces tendría que hacerlo, Pandora era prioridad. Y él debía ser consciente de lo mismo. Ok, no era una buena situación. Si eso llegaba a suceder tendría que hacer lo que considerase correcto y él también. Esta era tan solo otra faceta de la complejidad y sacrificio que implicaba este mundo.

—No pude agradecerte ayer —dije y él levantó la vista para fijarse en mí—. Por alejar a Raphael de mí. No es por nada pero tus hermanos son inquietantes.

—Sí, lo son. Estoy aquí para defenderte de idiotas como ellos. No eres un objeto, algo de utilidad que llevar a casa para ganar una recompensa por eso. No conviene andar cerca de ninguno de ellos, no son como yo. Con suerte no te cruzarás con ningún miembro de mi familia nunca más —dijo Jack.

—¿No tendrás problemas por esto en la próxima reunión familiar? Ya sabes, ya que ellos parecen verme como un lindo juguete que llevarle a vuestro padre.

—Posiblemente pero me tiene sin cuidado. Quizás debería haberte dicho antes que esos eran mis hermanos.

—Sí, hubiera sido mejor que saberlo de ese modo --—dije y me enderecé—. ¿Crees que muera si salgo a caminar un poco? Necesito despejar mi mente, quizás así encuentre algo para la tarde.

—Si hay alguien que puede descifrar este asunto y encontrar lo que tu hermano robó esa eres tú —dijo Jack mirándome—. ¿A dónde irás?

—No me alejaré demasiado, quizás solo baje a comprar algo y vuelva —respondí--. Además sigo teniendo el rastreador encima. ¿Está en el bolso o en los zapatos?

—¿Cuál sería la gracia de responderte a eso? —preguntó él sonriendo con diversión.

—No le veo la utilidad. No es como si vaya a reunirme con mi problemática prima metida en la mafia —dije.

Juro que estaba bromeando. Realmente. Broma. Nada más. No lo decía en serio. Pero eso fue exactamente lo que pasó. Así que no llegué muy lejos. Apenas había hecho unos pocos metros y estaba sobre la Rue Mouffetard cuando noté que un hombre me estaba siguiendo y me observaba. Bronceado mediterráneo, traje, lentes oscuros, guante en la mano derecha. Me recordaba perfectamente al hombre que había visto en el primer hotel observándome desde la ventana de un edificio vecino. Mi primer instinto fue volver pero eso solo lo llevaría al departamento y delataría donde me estaba quedando lo cuál no era muy inteligente de mi parte. Así que tomé la mejor decisión, intentar perderlo.

La calle estaba llena de personas por lo que no fue difícil mezclarme entre la multitud. Noté su reacción al saber que me estaba perdiendo. Él no dejaba de avanzar y abrirse paso entre las personas pero yo no dejaba de deslizarme hacia adelante. Años de ballet y yoga y también de ser tan delgada y pequeña hacía fácil deslizarse entre la multitud sin ningún tipo de retraso a diferencia del hombre que me seguía. Podría perderlo, y luego tomar algún pasadizo o algo para volver al departamento. O quizás debería permanecer en vía pública, él no podría hacerme nada con tantas personas presentes. ¿Y cómo sabía que tenía malas intenciones exactamente? Quizás no era alguien malo, quizás el MI6 tan solo había decidido ponerme otro ojo encima por ser una Bright o podía ser el Servicio Secreto Francés o...

Un fino brazo se entrelazó con el mío y me estrellé de frente contra una chica. Perfume Prada, costoso e italiano. Pero no era solo de mujer, también podía sentir el rastro del de hombre, había estado muy cerca con un hombre antes. Genial, realmente comenzaba a actuar como un espía. Tan solo me había chocado con una joven y ya estaba analizando completamente a la chica. La escuché reír y aquel sonido fue un golpe más fuerte que cualquier otra cosa. Levanté la vista para encontrarme con unos oscuros ojos marrones y unas cejas perfectamente definidas.

—Hola prima —dijo ella.

Cuando te dicen que Alice, tu problemática prima Alice escapó de casa hace un año y nunca más volvió a aparecer no es algo que te sorprenda. No si la conoces desde siempre. De hecho, es algo que te esperas. Cuando un espía te dice que Alice, tu problemática prima Alice que escapó de casa, ahora sale con el hijo del padrino de la familia Difaccio y por lo tanto está metida en la mafia... Bueno, eso sí es algo que te sorprende. Alice había llevado el concepto de chica problemática a otro extremo.

La miré completamente en blanco durante unos segundos sin poder creerlo. Era más alta que yo. Aún si ninguna de las dos hubiera tenido sus costosos zapatos puestos ella hubiera sido más alta, media cabeza o más. Me llevaba dos años también, tenía dieciocho. Su piel siempre había sido bronceada aunque ahora era a causa del sol del Mediterráneo. Sus rasgos eran finos y sensuales. Su precioso cabello castaño oscuro caía por su espalda en ondas perfectamente definidas. Sus finos labios eran de un rojo natural por lo que un poco de gloss le bastaba. El delineador en sus ojos no hacía nada más que favorecerle, sus gruesas pestañas eran naturales.

Mi prima era hermosa, siempre lo había sido al igual que yo. Ambas sabíamos perfectamente cómo destacar lo mejor de nosotras y lucir perfectas. Era como mirarme al espejo en cierto modo solo que mi reflejo era todo lo contrario. Y ella estaba allí, de pie frente a mí, con sus varios centímetros más y su costosa ropa de Dior. Chica mala, definitivamente. Por primera vez Alice y yo no parecíamos iguales, miembros de la misma familia y categoría. Chica normal, chica metida en la mafia, la diferencia era notable.

Miré sobre mi hombro con preocupación. Ok, ella era una criminal seguramente y estaba metida en la mafia italiana pero seguía siendo mi prima, parte de mi familia, y no quería que nada malo le sucediera. Maldición, no quería que el MI6 la atrapara si la veían y eso era exactamente lo que pasaría. Genial, todo este tiempo diciendo que no haría exactamente lo que se esperaba de mí por ser una Bright y aquí estaba queriendo protegerla.

—Tranquila, Lucio no te hará daño y me avisará si alguno de tus nuevos amigos se acerca —dijo Alice y sonrió con astucia—. Te has metido en aguas desconocidas Em. Quiero hablar contigo un poquito si no te molesta, quizás te sea de ayuda.

Asentí aún tratando de volver a poner en marcha mi cerebro aunque el reinicio estaba tomando tiempo. Seguí a Alice por un pequeño pasadizo que concluía en un patio. Ambas nos sentamos en un banco, los niños jugaban delante sobre el mosaico de colores. Alice, mi prima Alice, aquí. Dios, si el MI6 se llegaba a enterar me matarían. Si Jack se enteraba me mataría aunque no era como si ya no le estuviera ocultando bastante cuando él me había confesado todo. Culpa. Más culpa, genial.

—Quería hablar contigo hace tiempo pero mira que eres escurridiza y no me dabas oportunidad. Por cierto, buen trabajo el que hiciste en el Moulin Rouge —dijo ella.

—¿Cómo sabes? —pregunté y ella sonrió.

—Yo lo sé todo. Tengo poder Em, y no dudo en utilizarlo —respondió Alice—. Soy la nuera favorita del padrino de los Difaccio. Es una posición bastante importante.

—¿Qué estás haciendo aquí? Es peligroso. Maldita sea, verme contigo es exactamente lo contrario a lo que debería hacer

Miré todo el patio casi como si esperara que los agentes salieran de cualquier parte para arrestarla y de paso a mí por esto. Me congelé al ver al hombre de traje y guante derecho firme en un lugar, observándonos. En un rápido vistazo confirmé que no era el único presente y entonces mi cabeza hizo clic al comprenderlo. Mafia. Estaba rodeado por miembros de la mafia. No me sorprendía que Alice no anduviera sin compañía si tenía una posición tan importante.

—Pensé que te vendría bien un poco de ayuda —dijo ella y rió con gracia antes de echar la cabeza hacia atrás y adoptar una elegante pose—. ¿Entonces? ¿Besa bien? Ese espía está más bueno que una porción de pizza recién hecha.

—No tienes modo de saber eso —dije y ella me miró.

—Mi querida prima, te conozco y sé cómo puedes llegar a ser con los hombres. Eres justo como yo. Cuando quieres algo, lo consigues. Un espía, ardiente y excitante, casi tanto como Giorgio. Y recuerda, yo lo sé todo —dijo Alice—. ¿Entonces besa bien o no? Porque es evidente que ya lo has besado. La pregunta es qué pasara con el pequeño espía cuando esta misión termine y vuelvan a Londres.

—Escucha A...

—Alicia —dijo ella y la miré extrañada—. Así es como me llaman ahora. No más A.

—Ok, Alicia. Si acepté hablar contigo es porque al parecer no planeabas dejarme opción pero ya no estamos en el mismo bando. No quiero causarte problemas y no quiero meterme en problemas por ti.

—Siempre fuiste la más buena de las dos, la más sensata y responsable en cuanto a las reglas. Es solo una pequeña reunión entre primas. Vamos, aprovecha. Yo no te mentiré ni te ocultaré información.

Eso era más de lo que podía pedir y más de lo que había hecho el Servicio Secreto conmigo. Así que Alicia simplemente ofreció la manzana como la vil serpiente que era y yo como ingenua e inocente humana la tomé.

—¿Qué sabes? —pregunté.

—Yo lo sé todo Em —repitió ella—. Sé por qué estás aquí y sé que es algo de riesgo por lo que he tenido a mis hombres cuidándote y teniendo un ojo sobre ti. Solo precaución, por si tu querido espía necesitaba algo de ayuda en cuidarte.

—¿Tuviste a la mafia sobre mí todo este tiempo? —dije indignada y ella me sonrió.

—Te cuido primita. Somos familia. La sangre es lo más importante para los Difaccio, no dijeron nada respecto a mi pedido de echarte un vistazo cada tanto para que estés bien —dijo Alicia.

—Podrías haberme advertido, casi sufrí un pequeño ataque de pánico hace unos minutos cuando tu querido sirviente me perseguía

—Es su orden. Giorgio me prometió que se ocuparía de tu seguridad y puso a sus mejores hombres en eso. Es muy amable, le gusta complacerme. Está aquí también, en París. Este asunto de Pandora nos tiene a todos aquí. Deberías conocerlo. De hecho ya lo viste en una ocasión. ¿Recuerdas al misterioso y ardiente extranjero en la fiesta de compromiso de Sebastian?

—¿Aquel por el que me dejaste sola y me obligaste a distraer a tu amigo para que tú pudieras ligar? —pregunté.

—Exactamente. Aunque no recuerdo mucho de esa fiesta —dijo Alicia.

—Estabas ebria.

—Estaba drogada

—Peor aún. ¿Qué hacías drogada? Creí que todavía no habías llegado a eso.

—Nunca aceptes una copa de un extraño, ese es un buen consejo y uno que no volveré a ignorar.

—¿Él te drogó? ¿Y ahora es tu novio?

—Todavía no lo he perdonado del todo por eso pero sí —dijo Alicia con total calma y se deshizo del asunto con un indiferente gesto de mano—. Es un chico malo, no es como si se pudiera esperar algo diferente de su parte. Tú por otra parte no te hagas la idiota. ¿Me dirás que tu espía no tiene nada que reclamarle? Espías, son como un molesto dolor de cabeza. No me llevo muy bien con ellos.

—Estás metida en la mafia —dije.

—Y soy buscada en seis países —dijo ella con orgullo y suspiré. Mi querida y problemática prima Alicia, criminal y miembro de la mafia buscada en seis países. Esto estaba cada vez mejor—. ¿Desde cuándo trabajas para el Servicio Secreto? Por lo que tenía entendido era Ethan quien lo hacía, no tú.

—Genial, entonces tú también lo sabías y yo no. —dije y negué con la cabeza—. No, no trabajo para ellos. Mi hermano está desaparecido.

—Eso escuché.

—Quiero encontrarlo. Eso es todo. Él está desaparecido desde hace dos semanas, alguien lo capturó. Por eso estoy aquí, tengo que terminar lo que empezó y quizás lo encuentre. Larga historia, no creo que quieras oírla. Resumiendo unos tipos se metieron a mi casa y luego desperté en el cuartel del MI6, no me dieron opción al meterme en esto.

—Sí, conozco eso —dijo ella—. Tu hermano robó Pandora. Buena jugada aunque no me sorprende que lo hayan atrapado por eso. Le preguntaré a Giorgio si puede hacer algo por eso, quizás lo encuentre. Nunca dudes de lo que está al alcance de él. Ethan no es especialmente de mi agrado, no desde el incidente en Palermo donde escogí bando, pero te ayudaré.

—Entonces Ethan estuvo en Palermo.

—Sí, te imaginarás mi expresión cuando creí reconocerlo aunque era mi primera vez en un enfrentamiento por lo que en el momento no estaba muy segura de que fuera él. El tío John también estuvo. Espía.

—Lo sé.

—Igual de egoísta que cualquier otro. Su sobrino desaparecido y él en Singapur sin darle importancia. Por eso me gustan los Difaccio, en cuanto se trata de la sangre ellos son capaces de cualquier cosa.

—Dijiste que querías hablar conmigo para ayudarme. ¿Qué piensas hacer?

—Te contaré una historia —dijo Alicia simplemente—. Año 1894, la familia Dreyfus está conmocionada tras saber que uno de los suyos había sido acusado de traidor por supuestamente pasarle información a Alemania. Así comienza el caso y escándalo judicial y político que durará doce años. La familia Dreyfus, molesta e indignada por la falsa acusación, decide poner manos en el asunto. Comenzaron una lista.

—¿Una lista de qué? —pregunté y ella me miró.

—Traidores —respondió Alicia—. ¿Sabes a cuánto se puede vender el nombre de un traidor y cuánto se puede pagar por conocerlo? Así ellos empezaron su pequeña lista. Anónimamente alguien les daba un nombre a cambio de una buena suma de dinero y la familia Dreyfus vendía el nombre. Si alguien sospechaba de un traidor entre los suyos entonces iba a ver a la familia Dreyfus, pagaba lo debido y recibía el nombre del traidor que buscaba. El negocio familiar continuó y cada vez fue más importante. Todo el mundo estaba dispuesto a vender y comprar nombres. Puedes delatar anónimamente a un infiltrado y recibes dinero a cambio. ¿Qué mejor?

—El programa Pandora —susurré al comprenderlo—. Eso es lo que contiene. ¿No es así? Nombres. Por eso todos lo desean.

—Se es capaz de hacer cualquier cosa con tal de descubrir un topo. Hay infiltrados en todas partes Em. No podemos confiar en nadie. En este mundo la confianza no existe. Pandora contiene los nombres de todos los infiltrados, traidores y doble-agentes que pueda haber en cualquier tipo de organización. Lo sé porque yo misma he ido a ver a Dreyfus en una ocasión y pagado para que me dé el nombre de un traidor. Giorgio no estuvo nada contento con él al finalmente descubrir quién le había estado vendiendo información a una familia enemiga.

—Y mi hermano robó ese programa. ¿Por qué?

—Los traidores no existen solamente de este lado. ¿Crees que no hay metidos en el MI6 también? No se puede confiar realmente en nadie. Tu querido espía bien podría ser un doble-agente como cualquier otro y nadie lo sabría. Pandora también contiene nombres que están en el Servicio Secreto. ¿No sería genial? ¿Identificar a todos los infiltrados? Es una lista de nombres que todos quieren adquirir —dijo Alicia.

Todo pareció encajar perfectamente en su lugar. Por eso el MI6 limitaba el conocimiento hasta a sus propios agentes, por eso Ethan había actuado en las sombras, por eso se suponía que solo debíamos encontrar Pandora y no saber qué era. Nombres de infiltrados. ¿Cuántos agentes actualmente estaban infiltrados dentro de organizaciones criminales o haciéndose pasar por tales para obtener información o porque aquella era su misión? Pandora contenía sus nombres, si esos criminales los descubrían acabarían con ellos. No solo eso, Pandora también contenía los nombres de los criminales infiltrados en el Servicio Secreto. Era de vital importancia que el programa terminara en las manos adecuadas o muchas personas buenas perderían sus vidas y los doble-agentes continuarían haciendo de las suyas pasándose por hombres de buenas intenciones.

Tal como el mito. Pandora abriría la caja que desataría el caos sobre la tierra.

Y nadie podía saber su contenido. Porque si aquella información llegaba a oídos de un doble-agente este se aseguraría que el MI6 nunca obtuviera el programa. Todos eran sospechosos hasta que se demostrara lo contrario, hasta que Pandora indicara a los culpables. Por eso pocas personas tenían acceso a ese conocimiento, porque el programa debía llegar a salvo y sin sufrir ninguna modificación, ningún nombre borrado de la lista.

—Y se supone que yo debo encontrarla —dije y ella asintió—. ¿Estás aquí por eso también?

—Es un negocio millonario —dijo Alicia sonriendo—. Tranquila Em, no planeo competir contra ti. Que gane quien deba ganar. Sea cual sea el resultado yo no pierdo mucho y tú tampoco. Tú quieres volver a tu vida normal y no tener nada más que ver con esto, si yo termino con el programa Pandora en mis manos eso no te afectará en nada y a Ethan tampoco. Y si tú terminas con el programa Pandora en tus manos eso tampoco me afecta.

—Y no tienes idea de dónde está. ¿Verdad?

—Ni la menor idea. Sino ya lo habría encontrado. Tan solo quería hablar contigo para que supieras lo que estabas buscando.

—Gracias. Lindo detalle —dije simplemente.

—Supuse que estarías agradecida. Para eso está la familia —dijo ella—. ¿Entonces cómo la estás pasando?

—Ya sabes, se suponía que iba a pasar el verano con mi hermano y terminé buscándolo en París con un espía que en ningún momento me puso las cosas fáciles en ningún sentido. No es como si involucrarme con alguien así estuviera en mis planes.

—Los chicos normales dejan de ser interesantes luego de eso —dijo Alicia.

—Totalmente —dije—. ¿Y tú? ¿Cómo terminaste con Giorgio?

—Él me robó. Yo le robé. Tensión sexual. Nos enamoramos. Se suponía que yo estaba con el MI6 y ellos lo atraparían pero no pude hacerlo. No podía hacerle eso a Giorgio. Así que arruiné un importante operativo, lo salvé para que no lo atraparan y ahora estoy donde estoy —dijo Alicia—. ¿Tu chico?

—Se supone que no debería involucrarme con él pero bueno, creo que ya es un poco tarde para eso. No quiero que esto acabe junto con la misión.

—Es un espía.

—Tu novio es el hijo del padrino.

—Buen punto. Pero eso implica una decisión Em. Yo acepté a Giorgio, con todo lo que él implica. ¿Y tú? ¿Estás dispuesta a aceptar un espía con todo lo que eso implica?

Odiaba que Alicia tuviera razón. Ella podía ser como era pero cuando estaba en lo correcto nadie podía cuestionarla. Sabía que mi vida no volvería a ser la de antes, no puedes simplemente ignorar que tu hermano es un espía y tu tío también, o que tu padre lo era y murió por eso. Pero también sabía que involucrarme con Jack era un riesgo. Era un espía. Nada bueno podía salir de que tu pareja fuera un espía. ¿Verdad? Podrían utilizarme a mí para llegar a él y sería su debilidad.

No podía lidiar contra esto, no ahora. Primero debía encontrar a mi hermano y concluir su misión, luego me preocuparía por si realmente estaba dispuesta a aceptar el riesgo que estar con Jack podía incluir. ¿Cuándo elegir salir con un chico o no se había vuelto tan complicado y mortal?

—Supongo que sabré la respuesta al momento de elegir —dije—. ¿Tú lo sabías?

—No hasta que fue el momento de elegir —dijo ella—. Creo que mientras no te arrepientas la decisión tomada es la mejor por más que no sea la correcta.

—¿Y no te arrepientes?

—Para nada aunque no lo creas. Soy feliz con él, con esta nueva vida —dijo Alicia y se puso de pie—. Debería irme. Quedé con Giorgio para el almuerzo y de seguro debe andar preocupado por mí, no le gusta que ande cerca de las autoridades y por más que le dije que tú no me entregarías ni nada de todos modos no se sentía seguro con esto.

—¿Mándale saludos? —dije sin saber exactamente qué decir. ¿Qué se supone que le dices al novio mafioso de tu prima que es buscado en dieciséis países?

—Eso haré. Deberías visitarnos alguna vez, te encantará la mansión en Palermo —dijo ella y me guiñó un ojo—. Y recuerda Em, podemos estar en diferentes lados de la ley pero eso no impide que sigamos siendo familia.

—Estoy trabajando para las personas que quieren atraparte Alicia. ¿Entonces por qué te acercaste hasta mí para contarme lo que sabes respecto a lo que busco? —pregunté y ella me sonrió.

—Porque podemos ser amigas todavía, aliadas si quieres en alguna ocasión. La única diferencia entre tú y yo es que si encontramos un diamante tú lo devolverás mientras que yo lo conservaré. ¿Es muy diferente de cómo fue nuestra relación antes? Seguimos siendo las mismas chicas, jugando los mismos roles, solo que ahora es en un mundo de grandes —dijo Alicia.

Me dedicó una última y deslumbrante sonrisa antes de partir. Me quedé sola, sentada allí unos segundos más. Sabía que no podía verlos pero los hombres de Giorgio Difaccio debían seguí allí en alguna parte, cuidando de mí en secreto. Y todo porque Alicia así lo quería. Así era mi prima. Pero, a pesar de todo, ella seguía siendo la persona más inteligente que había conocido en cuanto a relaciones. Seguíamos siendo las mismas chicas, yo respetando las reglas más que ella, tan solo este era un mundo de grandes y no de niños. Sonreí, ella tenía razón.

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