83. Quiero un helado. [Cap. 5].
✨Darliet✨
Daryl cruzó aquella puerta y la cerró, recargándose y soltando un pesado suspiro.
—Wow, ¿Qué pasa, oxigenado? —cuestionó el castaño, acercándose a él.
—Lawliet.
—¿Qué pasa con él?
—Es lento. —frunció el ceño. —Y "heterosexual". —hizo una mueca.
—Tal vez deberías intentar el... Salir con alguien más...
—Hm... —lo miró.
El rubio sonrió. Tomó a Wirt del cuello de su camiseta y lo jaló hacia él, acorralandolo en la pared.
—¿Tal vez tú, Wirt? —cuestionó, acariciando su pecho.
El mencionado soltó una risa.
—¿Y-yo...?
—¿Cómo le dices a alguien que te gusta?
—Pu-pues... solo voy con esa persona y le digo "me gustas".
Daryl sonrió y se acercó al rostro del contrario.
—Me gustas...
La piel de Cone se erizó por completo.
—¿Daryl?
—¿Así le digo?
—Cla-claro, aunque... no.
—¿Ah?
El castaño tomó las manos del rubio y lo jaló hacia él.
—Toma sus manos así, mantén el contacto visual y dile lo mucho que te gusta. —asienta. —Luego bésalo.
—¿Y si me rechaza?
—Ambos sabemos esconder un cádaver. —ambos sonrieron.
—Al día siguiente—
Wirt se sobresaltó, provocando que casi se le cayera su café, cuando escuchó a Daryl gritar y maldecir.
—¿Te golpeaste en el dedo chiquito de nuevo? —cuestionó, cuando su compañero comenzó a bajar las escaleras. —Te he dicho que uses zapatos.
—¡No me golpee nada! —se cruzó de brazos y se sentó. —Phill Cipher esta interesado en Carl. —le quitó el café y bebió un poco. —Fear me dijo que ayer salieron y el mal-nacido, estuvo a un pepino de besarlo, ¡UN PEPINO, Wirt!
El mencionado rio por lo bajo.
—¿Y? Deja que Carl tenga sus relaciones.
—Phill tiene 25.
Wirt lo miró sorprendido.
—Llama a la policía.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Es el jefe de Lawliet. —echó su cabeza hacia atrás. —No quiero que lo despida o algo parecido.
—¿¡Dejarás que tu hermano salga con un hombre mayor para que Lawliet conserve su trabajo!?
—Carl sabe defenderse. —lo miró. —Marco le enseñó Karate. —suspiró.
El castaño hizo una mueca. Se acercó a él y lo levantó.
—Aún mueres de sueño, Daryl. Ven, duerme otro rato.
—Claro, papi. —rio.
Mientras tanto, en aquella heladería. Lawliet tenía la mente puesta en Daryl y es que, después de la conversación anterior, había tenido cierto sueño, que lo hizo despertar sudando y jadeando.
Necesitaba a Daryl. Necesitaba aclarar todo.
[...]
Tocaron la puerta, haciendo que Wirt y Daryl se miraran. Ya había anochecido y ambos disfrutaban de frituras y buenas películas.
—Te toca, Daryl.
El mencionado lo pateó, para luego levantarse y abrir la puerta.
—¡Daryl!
El rubio lo miró sorprendido, pues su primo tenía el cabello desordenado, las mejillas rojas y la respiración acelerada.
—¿¡Estás bien, Lawliet!?
El peli-azul se abalanzó hacia él.
—¡Bésame!
—¿¡Qué!?
—¡Dame un beso! ¡Todo lo que quieras! ¡Bésame!
Wirt se puso los zapatos.
—¡Me voy con Beast! —exclamó. —No quiero escuchar el rechinar de la cama en la madrugada. —se retiró.
El mayor examinó a Lawliet.
—¿Qué ocurre, azulito?
El mencionado lo tomó de la mano y subió las escaleras, entrando a la primera habitación que vio, la de Daryl.
—¡Dame un beso!
Pines lo miro sin creérselo, Lawliet no olía a alcohol o algo parecido. Estaba completamente consciente, pero Daryl sabía que no estaba pensando bien.
—Lawliet... —se vio interrumpido.
—Vamos... —se le acercó. —Bésame.
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