Bufé, por cuarta vez consecutiva.

Mi nombre es Marco Díaz, tengo 14 años. Ahora soporto el nuevo apodo de muchos de mis compañeros.

¿De cuál hablo?

Chico Seguridad.

¡No soy el chico seguridad! Puedo ser irresponsable si me lo propongo. Puedo correr riesgos si quiero. Puedo hacer muchas cosas, no es necesario que me pongan ese apodo.

Marco: No me gusta. –Afirmé, a la chica que iba a mi lado–.

Su nombre es _____, tiene mi misma edad y estatura. Es de cabello (c/d/p) y ojos color (c/d/o). Al contrario de mi, _____ disfruta del ser totalmente irresponsable.

Ella es una gran amiga, –claro, junto a Star–.

_____: Creo que... La mayoría de las veces, tu no escoges tu apodo, Marco.

Revolví mi cabello desesperado. Odio que las cosas no salgan como planeo.

Marco: ¡Lo sé, lo sé! –Suspiré resignado–.

_____: Supongo... Que es cuestión de tiempo. Tal vez se cansen de decirte así o tú te termines acostumbrando.

Marco: Ansío por que pase la primera.

Un par de chicos pasaron. No me moleste en verlos, pero fruncí el ceño, al escucharlos gritar: ¡Hey, chico Seguridad!

Marco: ¡No soy el Chico Seguridad!

_____: Tranquilo, Marco. –Rió–.

Marco: ¡No soy el Chico Seguridad! ¡Soy un chico malo! ¡Irresponsable! No estoy todo el día preocupado por... –Mire como había agua en el suelo. Detuve a _____ y la móvil a un lado con delicadeza–. ¡Cuidado, _____! Hay agua en el suelo, te puedes resbalar.

Me sonrojé, con el ceño levemente fruncido. Dejé escapar un pesado suspiro, mientras que mi acompañante reía.

_____: ¿Decías?

Marco: No soy el chico seguridad... –Afirmé–. ¡Y lo voy a demostrar! Seré irresponsable.

Ella negó divertida y proseguimos nuestro camino a casa, aunque todo el trayecto, estuve cuidando que no se lastimara con nada.