❦Hipotéticamente lo haría❦

N/A: ¿Hay alguien aquí con vida? Yo espero que sí, pero han pasado 84 años desde que no actualizo ésta historia, que me siento oxidada. Perdona mi demora y la calidad de esto, cariñito (╥﹏╥)🌻

Para aclarar, esta historia es adaptación de otra historia, la cual también es mía pero de otra pareja y cuenta. Hago esto porque últimamente me he sentido alejada del NorEmma, sin embargo, no quiero dejar de crear historias para ustedes, que me hacen muy feliz. Espero entiendan y puedan disfrutar, porque lo hago con mucho amor ଘ(੭ˊ꒳​ˋ)੭🌼

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Hay luces de colores brillando y decorando la oscuridad de su noche... Como también su casa, mientras la música rápida y a todo volumen retumba en sus oídos de forma violenta y hace que ella apenas menee su cabeza. No le gusta, pero le distrae.

Sinceramente, Emma estaría feliz de aquella fiesta organizada olímpicamente por Gillian si tan solo le hubiese avisado antes, no obstante, era su cumpleaños y no podía negarle nada, tampoco es que le moleste, en realidad, le gusta mucho las fiestas, pero es muy distinto cuando donde se realiza esta es en tu casa, además, no estaba Norman.

Y vale, Norman es un chico al cual conoce recién ese año de universidad, sin embargo, a ella le gusta él, y a él le gusta ella, ambos están conscientes de eso, por lo que su relación es algo... Peculiar, entre coqueteos dulces, besos cerca de los labios de vez en cuando y miradas cómplices y deseosas, junto a sus manos siempre entrelazadas sin querer. A Emma le gusta mucho, de verdad que ningún chico había tenido ese efecto en ella, y es que Norman es encantador y adorable cual niño travieso, con un bonito sentido del humor y, lo más importante, es que siempre ha estado allí para ella.

Aunque bueno, sería lindo si él estuviera en esos momentos allí, a su lado, de esa forma Emma se dignaría a bajar para disfrutar un poco de lo organizado por Gillian, pero no había rastro alguno de él en aquella pintoresca fiesta, y a la de hebras cálidas no le extraña su ausencia, debido a que ese día Norman había faltado a clases por mera flojera y parece que nadie le había avisado... Ni ella. Y es que tenía mucha pena de hacerlo, era ridículo, no sentía pena al momento de coquetear, pero una simple llamada, ¡Un horror!

Sus pensamientos se detienen abruptamente al sentir su celular vibrar, haciendo que sus ojitos verdes se abran y dirijan hacia el aparato.

Su pecho palpita con fuerza, es él.

—Hey, Norman.— pronuncia apenas, esperando haber sonado normal.

—Hola bonita.

Emma suelta una sutil risa ante ello, recostándose en su cama y retorciéndose tiernamente en esta.

—¿Me llamas porque... Sabes de la fiesta, o porque quieres hablar conmigo?— interroga con gracia, haciendo que el joven haga un ruidito de sorpresa.

—¿Había una fiesta?

—Sip, definitivamente querías hablar conmigo.— juega, escuchando de pronto la bonita y profunda risa del de orbes azules.

—No te he visto en todo el día, sentí que iba a morir y era necesario para mí contactarte, ¿tú no querías verme o hablarme?— pregunta, y la pelirroja cree que en la carita blanca del atractivo chico se dibuja un puchero adorable.

—Bueno, tal vez...— respondió, bostezando larga y suavemente, con un pequeño chillido de por medio.

Una estela de silencio nace entre ellos, Emma no sabe qué hizo mal para que aquello se forme.

—¿Qué fue eso?— preguntó entonces el muchacho, haciendo que la pelirroja vuelva en sí y parpadee confundida.

—¿Hmmm?, ¿qué cosa?

—Eso.

—¿Qué?

—¿Te estás masturbando?

—¿Qué?— soltó Emma entre risas, retorciéndose en su cama al tratar de imaginar la expresión de Norman —. ¡No, idiota!

—¿Y qué fue lo que escuché entonces?— preguntó nuevamente.

—Un bostezo.

—Mentirosa.

—¡Hey!— se queja entonces la chiquilla, dibujando un puchero y levantándose de su cama, como si él la fuera a ver con su expresión molesta y manitas apretadas.

—¿Sabes qué? Quiero ir a tu fiesta.— alega simple, como si hubiese olvidado el tema... O como si este le hubiese motivado a querer ir allá.

Emma suspira.

—No estaré en la fiesta, francamente no tenía idea de esta, pero sabes cómo es Gillian.

—¿Y? Solo voy para verte.— sincera el muchacho, sonriendo como bobo con su celular en el oído.

—No mientas, apuesto que en la fiesta hay varias chicas bonitas, ¿no quieres verlas a ellas?

—Me gusta más la chica con la que estoy hablando.

—Ajá, sí Romeo, ¿no te ibas a morir?

—Me moriría si no te viera, además, antes de morir quiero hacerlo contigo.

—Tonterías, ¡y no me estoy masturbando!— vuelve a quejarse, causando las carcajadas de Norman, quien ya estaba saliendo de su hogar para ir por la linda pelirroja.

—Eso no me dijo el gemido que escuché.— canturrea.

Emma siente su carita arder y pintarse en dulzura frambuesa.

—¡Bostezo raro, idiota!

—¡Estoy en 10 minutos, preciosa!

—Como quieras.

Al terminar la llamada, la pelirroja suelta una risa y se lanza a su cama, sonriendo a la nada.

Cuando el bonito chicos de hebras plateadas le había dicho que estaría en minutos, Emma nunca esperó que así sería, pero Norman apareció veloz en la puerta de su cuarto, con una amplia y adorable sonrisa decorando su rostro blanco.

—Me sorprendes, Ratri.

—Todo por estar a tu lado.

—Tan cursi.

—Pero te hago feliz.

Emma rueda sus ojos y lo deja pasar, recostándose en su cama y sintiendo como el chico de cabellos despeinados hacía lo mismo con confianza. Al pasar el tiempo y entre conversaciones que causan risas y pequeños golpes o empujones por parte de la pelirroja hacia él, ambos acaban tocando el tema que tuvieron hace una semana en la universidad, y que siempre quedaba como una coqueta broma.

Pero esta vez Emma no quería jugar y Norman quería que esa broma sea real, por lo que, dejando su vergüenza de lado, la chica decide ser más osada y habla.

—Bueno, hipotéticamente te besaría.

Norman abre sus ojitos cielo en grande, para después de unos segundos sonreír con sorna y acercarse peligrosamente hacia ella.

—Hipotéticamente, te dejaría hacerlo, y también dejaría que metieras tu lengua.— continúa él, risueño.

—Hipotéticamente, te golpearía por eso.— admite, fastidiada pero riendo.

—Hipotéticamente, dejaría que me golpees, pero luego te quitaría la ropa.

—Hipotéticamente, dejaría que lo hicieras, y yo también haría lo mismo.

—Te diría que tu cuerpo es hermoso. — sincera entonces, causando que la de orbes esmeralda lo observe sorprendida, con ambas mejillas pintadas de dulce carmín.

—No lo has visto.— murmura.

—No necesito hacerlo.— admite lacónico, acercándose un poco más a la chiquilla que retuerce sus manos y se niega a verlo. Norman cree que esa actitud es linda, que le adora mucho.

Por otra parte, la pelirroja, miedosa ante la sinceridad que se ha escapado con facilidad de los labios del chico, ríe nerviosa y lo empuja.

—Entonces... ¿cuándo deberíamos hacerlo?— habla, tratando de recuperar su confianza perdida.

—¿Cuándo quieres hacerlo tú?

—Bueno, siempre imaginé que si te murieras...

—¿Qué?, ¿morir? Eso es aterrador.— se queja el muchacho.

—Déjame acabar, trato de decir que si tuvieras cierto tiempo de vida, lo haría contigo sin dudarlo.

—Vale... Entonces me voy a morir el lunes, por lo que debes hacerlo conmigo mañana.— bromea, acariciando su cintura y riendo ante el temblor que le acaba de obsequiar su menudo cuerpo.

—Por favor, no seas ridículo... No te lo haré de esa forma, y no te puedes morir el lunes.

—¿Por qué no?— pregunta, con un puchero molesto.

—Porque quiero hacerlo contigo toda la semana, no en un simple día... No tendría gracia.— sincera Emma, haciendo que el rostro del chico se coloree dulcemente. Ella sonríe por eso, victoriosa después de una corta noche de suspiros y sonrojos de su parte —. ¿No quieres hacerlo conmigo toda la semana?

—Como si lo fueras a hacer...— murmura, inseguro ante la actitud de la chica, quien se coloca encima de él sin dudarlo.

—Me gustas, claro que lo haría.

Después de dichas palabras, todo abundó en silencio, incómodo y tormentoso silencio fugaz que murió con el choque de sus labios y miles de suspiros desastrosos. Primero fue Emma, quien estando encima de él, lo único que hizo fue acercar su rostro para que Norman la siguiera, y claro que lo hizo. Sus manos entre sus cabellos, su lengua moviéndose ágil dentro de su boca, a la de hebras rojizas le encantaba aquello, y con los orbes vidriosos en lujuria, tan solo dejó que el de hebras platinadas siga gobernando sobre su cuerpo, de tal forma que ahora es él quien está encima suyo.

No obstante, curiosa por todo lo nuevo que ha nacido entre ambos, Emma decide buscar con sus pequeñas manos la piel del chico, metiéndolas en su camisa para recorrer su espalda, acariciándola suavemente hasta que los labios del ojiazul descienden desde su pequeña boca rosa hasta su cuello. Emma suspira por la caliente sensación y el cosquilleo en su piel, gimiendo de pronto al sentir los dientes del chico marcando su piel. Avergonzada, tapa sus labios rojos y brillantes.

—Mmm, eso sonó diferente a lo de la llamada.— bromea con sorna, quitándose por completo su camisa.

—Te dije... Te dije que fue un bostezo.

—La idea de que te masturbaras con mi voz era demasiado encantadora como para que fuera real.

—¿Qui-quieres que lo haga?

—No, ahora no.

Contestó, divertido pero no dejando de verla con cariño, embelesado ante la imagen de Emma suspirando bajo él y por él, así que cuidadosamente coloca sus manos bajo la blusa que llevaba puesta, acariciando su piel blanca y subiendo hacia sus pechos, sin embargo, la chica lo detiene y se levanta de inmediato. Aquello le preocupa, le hace temblar al creer que la incomodó o lastimó de alguna forma, pero sus pensamientos murieron con una rapidez monstruosa al ver como la chica se quitó la blusa.

Norman siente su erección apretar más en sus pantalones, adolorida, por lo que trata de cruzar las piernas, pero aquello fue interrumpido por la chiquilla de bonita sonrisa, quien sensualmente se subió encima de él de nuevo, divertida por la expresión excitada que se pinta en el rostro del chico.

—Joder...— jadeó pesado al sentir la calidez de la chica sobre su sexo aún vestido, como si tratase de estimularlo más de lo que ya está —. ¿Eres consciente de lo loco que me estás volviendo?, ¿de lo mucho que me gustas?— susurra apenas, haciendo que la pelirroja sonría muy tenuemente para echar su cabeza hacia atrás por la deliciosa sensación, gimiendo de pronto por el agarre del chico en sus piernas y luego en su pequeña cintura, clavando sus uñas y acurrucando su rostro en el espacio de su cuello y hombro, suspirando fuertemente.

—Claro que soy consciente de eso.— sincera entonces, sintiendo nuevamente los labios del chico junto a los de ella, moviendo su lengua con suavidad y deshaciéndose a la vez del brasier, bajando hasta tomar uno de sus pechos en su boca caliente. La pelirroja gime por eso, por la sensación de los labios de Norman en aquella sensible zona y la presión que ejerce sobre ella. Naturalmente Emma, invadida por el placer y su corazón golpeando su frágil ser, desciende su mano desde el rostro del muchacho hasta su pecho y torso, y de allí, con una agilidad ridícula, logra meterse entre sus pantalones, acariciando la intimidad dura del de orbes cielo, frotándola hasta que él ya no puede más y gime sobre su piel.

A Emma le ha gustado eso, le ha gustado que él sea ahora quien se muestra vulnerable, por lo que no teme y da un paso más atrevido, metiéndose entre la ropa interior para tocar confiada el miembro caliente de él, quien se retuerce y suspira sin control alguno su nombre, con las mejillas rojas y su mente aturdida ante lo que Emma le provocaba sin tener que esforzarse.

Ella ha seguido así, subiendo y bajando su mano por la longitud del joven de bonitos ojos, y aunque este se encontrase asfixiado en placer, a Norman no le agrada la idea de venirse en la mano de la pelirroja, por lo que con todo el pesar, este la detiene.

La de hebras teñidas por el mismo atardecer parpadea confundida, pensando que hizo algo mal hasta que los labios del de cabellos plateados se unen salvajemente a los suyos, tirando su cuerpo a la cama y haciéndola suspirar en el proceso, mientras poco a poco sus prendas eran arrojadas por algún lugar de su habitación, hasta estar totalmente desnuda bajo los orbes bravos y azules del más alto.

Norman suspira encantado ante la imagen que se ha dibujado frente suyo, y es que Emma con sus cabellos cálidos y alborotados, su boquita levemente abierta y húmeda por el beso anterior, su pecho subiendo y bajando junto a su cuerpo sin prenda alguna... Dios, Norman esa noche conoció lo etéreo.

—¿Puedes... Puedes empezar ya?— su pregunta suave y agitada lo saca de sus pensamientos, así que guiando su miembro en la entrada de ella, la cual desprendía un cautivante calor, el chico lentamente la penetró, y aunque Emma se quejó en un inicio por el dolor y la incomodidad, únicamente tuvo que esperar hasta que el placer sea lo único que reinase.

Y así pasó cuando ella exigió que se moviera, pegándolo a su pecho y arañando su espalda ante el vaivén que Norman brindaba. Sus penetraciones eran tan excitantes, que la asfixiaban en placer puro y causaron que sus gemidos se tornaran cada vez más altos, y aunque a Norman por un momento le preocupó que alguien los escuchara, tan solo sonrío y lo olvidó. En la fiesta de Gillian seguramente ya estaban borrachos y durmiendo.

Ahora el ojiazul únicamente quería centrarse en el placer de la mujer que tenía abajo suyo, la cual con sus piernas rodeó su cadera y arañó más su espalda, causando un ronco gemido de él, quien continuaba drogado en el éxtasis que ella y su calidez le brindaba a toda su alma.

Así que, los movimientos metálicos de la cama resonando casi sincrónicos, los suspiros calientes muriendo para formar una cadena de gemidos, tratando de ser silenciados por besos apasionados y manchados en desesperación, junto con sus cuerpos perlados en sudor, era lo que ahora existía en esas cuatro paredes.

Las penetraciones más profundas y certeras hicieron a Emma perder la cordura, por lo que Norman, sintiendo la llegada del orgasmo de la pelirroja, y la suya por igual, no detuvo el feroz movimiento hasta que escuchó salir de los labios carmín de la fémina un grito de placer, acompañado de un gutural gemido suyo cerca de su piel caliente.

Ambos al fin habían hecho aquello que por tanto tiempo habían reprimido. El anhelo encarcelado de sus pechos al fin había sido liberado en aquella noche de luces y alcohol.

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Perdona por las fallas ortográficas, son las 3 de la mañana en mi país, pero quise darte esto para demostrar que ésta historia sigue viva (´ . .̫ . ')

¡Muchísimas gracias por leer, los amo mucho! Y por cierto, quizá y actualice más seguido esta historia, así que... Espérame, cariñito („ಡωಡ„)

De: una disque masita sexy que te ama ଘ(੭ˊᵕˋ)੭🏵

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