ú n i c o
Era una tarde fría y nevaba en grandes cantidades. Los niños jugaban en sus patios delanteros y hacían ángeles o muñecos de nieve. Todos parecían muy felices, ¿y por qué no estarlo? Era Navidad, ¡la época más feliz del año!
Solía ser una de sus festividades favoritas. Siempre iba con él a algún parque, tomados de la mano, bebían café o chocolate caliente en su caso. Luego iban a la casa de los Yang y tenían una bonita noche, juntos.
Suspiró y fue a la ventana. Se sentó en el pequeño banco frente a ella, y apoyó su frente en el ventanal. Se quedó viendo a los risueños niños, al camino, a la lenta caída de la nieve, a la gente pasar, a lo felices que lucían. ¿Por qué no podía tener él la misma felicidad? ¿Qué había hecho para ganarse todo ese terrible sufrimiento?
Se quedó aproximadamente una hora así, justo cuando sonó su teléfono. Corrió a responderlo, pero al escuchar una voz de una tía simplemente sintió una enorme desilusión. Respondió tan amigable como podía, tratando de que su voz no sonase apagada, y respondió afirmativamente a sus preguntas.
Al colgar, se dirigió a la cocina, donde su madre y su padre preparaban con esmero la comida de esa noche.
— Mamá — llamó con voz débil. Su progenitora volteó a verle, esbozando una pequeña sonrisa.
— ¿Si, cielo?— interrogó suave, limpiando sus manos con un pañuelo cercano.
— Tía Na dijo que vendrían al rededor de las ocho, y que traería el Soju ella— informó con voz suave, como un suave murmullo, pero devolviéndole la sonrisa a su madre. No quería que supieran cuan triste y frágil se encontraba.
— Increíble, cariño. Gracias— se acercó a acariciar su mejilla, y luego volvió a lo que hacía con su marido. El mayor volteó a verle también.
— ¿No quieres ayudarnos, cariño?— preguntó su padre con suavidad, señalando con la cabeza los vegetales que picaba. Él negó de forma sutil.
— No, lo siento. Debo... Ha-Hacer otras cosas— sonrió roto y rápidamente se retiró de allí. Subió a su habitación y en el camino recogió su celular. Al encerrarse allí, solo esperó a que el tiempo pasara, mirando a cada rato la hora en su celular.
Ni un mensaje.
Ni una llamada.
¿Es que acaso nunca sabría lo que pasó?
De pronto estaba llorando y solo lo permitió. Quería una estúpida respuesta para dejar de sentirse tan inútil en la vida. Todo era color gris desde que él se fue. ¿Por qué lo hizo? Demonios, él también quería saber.
Rápidamente se hicieron las 7:30, y debía ayudar a su madre a la llegada de sus familiares. Sus padres sabían de su estado, aunque él intentara ocultarlo, y por eso su mamá planeó una cena familiar, solo para que se sintiera cálido y en casa.
Él no sabía de eso, pero lo suponía. Normalmente solo eran los tres, y luego los cuatro agregándolo a él. No quería verse rodeado de personas y tener que fingir una sonrisa, solo quería estar solo y llorar el resto del día.
Se vistió, se arregló y bajó. Vio a su madre y apenas le pidió algo él lo hizo. Realmente no tuvo mucho que hacer, todo estuvo listo en menos de veinte minutos. Se sentó en el sofá y esperó, jugando a algo en su celular para distraerse.
Llegaron sus familiares. Hubieron besos, abrazos, halagos y demás. No se sentía cómodo en ese ambiente, se sentía muy incómodo.
La cena pasó con normalidad. Charlas en medio de la comida. Preguntas incómodas. Chismes. Halagos por la comida. Se acabó más rápido de lo que hubiese pensado y se sintió feliz de eso.
Fue a lavar los platos y se mantuvo allí todo el tiempo posible. Al terminar solo se dirigió a una esquina de la sala y se sentó por allí, envidiándolos un poco porque, demonios, se veían muy felices.
Era una época de felicidad, si, su padre no se cansaba de decírselo. Todos los años tenía una sonrisa en su rostro y era notorio como a él le faltaba algo de eso, y no solo era una sonrisa, sino la felicidad y la calidez característica que solía transmitir todos los años.
Eran las 11:50. No faltaba nada para otro incomodo momento. No quería más besos, ni más abrazos, no sino eran de él.
Se puso de pie cuando notó la mirada suplicante de sus padres. No quería contagiarlos con su tristeza y negatividad. Se paró al lado de ellos y torció los labios. Hablaban y reían, cantaban y chillaban, pero él no los acompañaba. ¿Por qué debería hacerlo si no se sentía como ellos? No estaba obligado a compartir esa felicidad.
De tanto pensar no se dio cuenta de que ya era Navidad sino hasta que los fuegos artificiales hicieron pitar sus oídos y sus padres se le tiraron encima.
Correspondió el abrazo y les devolvió los buenos deseos de Navidad. Lo hizo con cada miembro de su familia, y apenas ese momento acabó, huyó a su habitación.
Se arrojó a su cama, y se quedó viendo al techo mientras escuchaba el bullicio de afuera.
Fue a cambiarse luego de un rato. Se puso su ropa más cómoda y volvió a recostarse, y vio su celular.
Sus amigos probablemente estaban con su familia y muchos dijeron que estaban en un lugar sin señal, así que prefería saludarlos y desearles una Feliz Navidad apenas pudiera verlos.
Pero una idea se le ocurrió, y si, era descabellada, y estúpida, pero no perdía nada intentándolo.
Marcó su número, y tembló mucho al hacerlo, incluso más cuando lo escuchó repicar. Bueno, por lo visto lo había desbloqueado. ¿En serio fue tan fácil deshacerse de él?
Suspiró y apretó los puños. Podía hacerlo, debía hacerlo, porque sino...
— ¿Hola? ¿Quién es?— interrogó una voz femenina, y tembló. Se le hacía demasiado conocida para su gusto.
— Hm...— tembló mordiendo su labio con fuerza—. ¿Está Christopher Bang?
Sorprendentemente, no titubeó.
— Eh, si. ¿Quién es?— insistió la mujer.
— ¿Podría pasármelo, por favor?— insistió e ignoró sus interrogantes.
Pero al otro lado, pudo escucharlo, a él, a Chris.
— Amor, ¿quién es?— dijo quién creía que era su novio.
"¿Amor? ¿Qué mierda?"
— No lo sé— la mujer parecía frustrada.
— Ven cariño, pásame el celular. Tú ve con el bebé— indicó, y sintió su corazón trocearse. ¿Un bebé?
La muchacha dijo algo como "Bien" e hizo lo que le pidió. Pronto escuchó la voz de su supuesto novio, o el que creyó que tenía, por lo menos hasta seis meses.
¿Qué había ocurrido con el palacio que habían construido?
— Hola, ¿quién es?— interrogó suave, pero él reconocía su seriedad y molestia, y en este momento era una combinación de ambas.
— ...— suspiró, secando sus lágrimas con pesar. No había notado cuando había empezado, últimamente era así, se podría decir que estaba acostumbrado—. Feliz Navidad, Chris.
Y colgó, y sollozó. Hundió su cara en la almohada y solo lloró. ¿Por qué debían hacerlo eso? ¿Por qué debía él hacerle esto? Dios mío, su pecho dolía como si le estuviesen enterrando un cuchillo ardiente.
Todo se hizo más doloroso cuando recordó sus promesas, porque si, le había hecho cientas, miles, ¡millones de ellas! Realmente, cumplió muy pocas de ellas.
Pero algo en específico lo quemó.
"— ¿Volverás, amor?— interrogó el pequeño JeongIn con un lindo puchero. Chris se encargó de asentir y besar el lindo gesto.
— Por supuesto, mi cielo— indicó. Parecía seguro de sus palabras—. En menos de lo que crees, ¡te lo prometo!
In resopló.
— ¿Por la garrita?— murmuró, triste, extendiéndole su dedito meñique. Él australiano rió y asintió, uniendo sus meñiques antes de besar la unión de los deditos.
— Por la garrita, hm— volteó a ver la gran pantalla que informaba la hora de los vuelos, y él suyo despegaría en unos minutos. Suspiros desanimado, y lo besó un montón de veces antes de alejarse. Le sonrió —. Te amo. Volveré pronto.
Se besaron una última vez, se abrazaron y el rubio, sin más, se marchó."
Y fue la última vez que lo vio en persona.
Él creyó en sus palabras, confió en él. ¿Por qué le hizo eso? Quería saberlo...
Pero el temor a que algo peor sucediese le tenía acorralado.
Ahora, por lo visto, tenía esposa e hijo. Debía, entonces, tener una vida escondida, o él era su vida escondida. Un niño no sale en seis meses, tal vez un matrimonio si, pero un niño no. Él ya tenía una vida formada y Jeong probablemente fue un escape.
Tal vez su vida no era lo que quería, tal vez era feliz con In, y se fue y no volvió debido a su vida en Australia.
Se durmió pensando en eso, en todas las canciones que le escribió y cantó, en cada uno de sus momentos privados, en cada "te amo" y todo el tiempo que se dedicaron. Estaba feliz y triste, pero muchísimo más triste que otra cosa.
Ahora solo quedaban las ruinas de ese palacio que construyeron con tanto esmero, y solo tenía recuerdos que atesorar, solo quedaba un fantasma de ese Chris del que se enamoró, y dudaba verlo alguna vez de nuevo.
🏰🏰🏰
aY ME ENCANTÓ HDAKUCNEIFBEJ
sino entendieron algo, dejen sus dudas allí.
Los tqm, ¡gracias por leer! Agradecería mucho que voten y comenten si la historia fue de su agrado (^v^ ).
Nos leemos en otra historia, aaaa 💘💕
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