Capítulo 5: CIENCIA FICCIÓN + TERROR

Sus pupilas titilan. Las luces del local parpadean, y la música se entrecorta.

El murmullo de la conversación de los clientes se detiene. Cuando vuelvo la vista hacia ellos, los veo mirándome en silencio desde sus mesas. Un hombre alto hunde su tenedor en una masa esponjosa, que al abrirse derrama un líquido escarlata. Un anciano cierra el libro antiguo que tiene en sus manos, sin apartar la vista de mí. Una joven acomoda sus anteojos, una fiel réplica decorativa del artefacto usado en el pasado para corregir la visión.

Por el rabillo del ojo veo acercarse a la mujer del mostrador, que se planta frente a mí y sonríe con amabilidad.

—Buenas tardes, mi nombre es Doris —se presenta—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Vengo por la denuncia de un androide que no está funcionando correctamente —explico, y le muestro mi tarjeta de identificación del Ministerio de Inteligencias Artificiales—. Supongo que se trata de esta unidad —agrego, señalando a Ismael, que se mantiene inmóvil.

—Sí. Es un modelo viejo, y ha estado actuando extraño. Tiene problemas de batería. ¿Podrá tener arreglo?

—Depende de la causa del error. Podría ser una parte defectuosa, o un virus. Tendría que revisarlo para saber.

—Por supuesto, ven conmigo —dice ella. Y luego, tomando la mano de Ismael, se dirige a él—. Vamos, querido.

A mis espaldas continúa el silencio, pero no quiero mirar atrás, así que sigo a Doris por un pasillo que va hacia el fondo del local, esforzándome por ignorar la sensación de incomodidad que me invade. Quien sí se da vuelta es Ismael, que sin detener su marcha gira la cabeza en un ángulo que sería imposible para humano y clava en mí sus ojos opacos. Su boca se abre, pero de ella no sale ningún sonido.

El camino lleva a una habitación con paredes decoradas por telas pesadas. Es entonces que Ismael consigue hablar, al fin:

—No —dice, en un susurro.

Las cortinas de las paredes se levantan, y frente a mí aparece un público que me observa desde cómodas butacas de teatro.

Allí está el hombre alto.

Y el anciano del libro.

Y la joven de los anteojos falsos.

Es solo entonces que entiendo que estoy en un escenario, y soy parte de un espectáculo.

—¡Buenas tardes! —dice Doris, dirigiéndose a la audiencia—. A partir de ahora pueden utilizar sus controladores para manejar a Ismael de forma remota. Les recuerdo que ya ha terminado el plazo para hacer sus apuestas sobre cuánto va a lograr sobrevivir la persona que hemos reclutado hoy, así que suerte con sus pronósticos. ¡Que se diviertan!

Doy un paso atrás para intentar alejarme, pero es inútil.

No hay salida.

FIN.

CIENCIA FICCIÓN + TERROR

Para volver a empezar y probar otro final, pasa al Capítulo 1: INICIO DEL JUEGO

¡Este fue de mis favoritos de escribir, aunque es el más trágico! Afortunadamente, Ismael tiene mucha mejor suerte en otros.

Para leer mis comentarios finales, pasa al capítulo NOTAS DE AUTORA.

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