15. Magic night by the pond
Nenúfar | SUHO
Por fin me había escapado de mi acosador de la noche, Byun Baek Hyun. Primero me escondí en el baño de mujeres, pero al cabo de un rato decidí buscar otro escondite en aquel salón de eventos en el que se llevaba a cabo la boda de mi primo Jong Dae y Byun Ah Ra, la hermana del pervertido que me acechaba.
Salí a hurtadillas al jardín y, gracias a todos los Cielos, no había nadie rondando por ahí. Eché un vistazo al lugar, el cual, en esta noche fresca de otoño, albergaba cierto misterio atrayente. Parecía uno de esos jardines amurallados de los castillos europeos: con múltiples pasillos rodeados de arbustos, donde la fragancia de las flores cubría el ambiente como un delicado velo, y podías sentarte y dejar que la tranquilidad te abrazará por un largo rato.
Caminé por los pasadizos hasta que llegué al centro del jardín en donde se encontraba un estanque. Parecía sacado de alguna pintura de Monet: con las aguas verdosas coronadas por flores de loto y nenúfares, y sauces llorones creando una sombra mágica.
Me acerqué a la orilla delimitada por piedras, miré las aguas oscuras y alcancé a observar mi reflejo. No podía negar que el esmero que había puesto en mi imagen había dado un resultado positivo; sin embargo, no me encontraba satisfecha con ello, pues las personas esta noche sólo se acercaban a mí por mi aspecto, ejemplo de ello era el pervertido Byun.
Me puse en cuclillas, coloqué mi mano sobre el agua y observé de nuevo mi reflejo.
—Si tan sólo alguien pudiera valorarme y amarme más allá de lo que es visible.
Después de pronunciar estas palabras, repentinamente se produjo un destello, justo como si un rayo hubiera caído cerca de mí. Tal fue la sorpresa, que caí sentada en el suelo. Cuando volví a dirigir la mirada hacia el estanque, fui sorprendida con un evento extraordinario: sobre las aguas se hallaba recostado un hombre. Tenía el cabello negro, la piel blanca, sus ojos estaban cerrados y su rostro decorado con nenúfares, vestía una camisa blanca y un pantalón de vestir negro. Era joven y aparentemente atractivo.
—¿Quién eres tú y qué haces ahí en el agua? —Pregunté más confundida que asustada.
Él abrió los ojos y se incorporó. Me miró desde su posición y, con tranquilidad, dijo:
—Soy el alma del estanque, tú me has despertado.
—¿Cómo es posible esto? Yo ni siquiera te he llamado —repliqué, pensando en que tal vez estaba alucinando o alguien me estaba jugando una broma.
—Sí lo hiciste, pediste a alguien para amarte y valorarte. Yo escucho los lamentos y frustraciones de las personas. Yo, Su Ho, alma del estanque y príncipe del nenúfar, estoy aquí para hacer realidad tu deseo.
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