Dicotomía | LUHAN

En un tiempo indeterminado y en un reino desconocido, existía un joven príncipe atormentado por un terrible mal.

Antes de cumplir dieciocho años, Lu Han era un dulce y bello soberano que resplandecía por su inigualable personalidad. Él adoraba ser un príncipe, vestir con los inmaculados trajes blancos que representaban su Casa Real. Era un muchacho sonriente, amable, humilde; el heredero perfecto para la corona y el más apto gobernante para su reino.

Pero no más. Él había cambiado.

Ahora se recluía así mismo por aquel secreto que lo perturbaba. Lu Han había perdido su brillo, su alegría, su vida... El príncipe blanco ahora tomaba el color negro como su estandarte. Los sirvientes le temían, sus progenitores estaban avergonzados y sus súbitos lo desconocían.

Pero eso no era su culpa. Lu Han no podía controlarlo. Dentro de él, la bondad y felicidad estaban recluidas. A veces salían y le daban lo mejor de los días al príncipe, pero la maldad y el rencor se daban cuenta y de nuevo las encerraban, arrojando a Lu Han al vacío oscuro y solitario. Él no soportaba vivir así. Lu Han siempre añoró sus días buenos, antes de que se convirtiera en aquel príncipe dividido entre el blanco y el negro.

Y peor fue el momento cuando el día de su coronación llegó. El lado blanco y bueno del joven príncipe estaba desesperado: había intentado abdicar a su derecho, pero no había otro sucesor más que él.

Temía que, en el momento en que tomara lugar en el trono, el lado oscuro y malévolo lo poseyera por completo e hiciera del reino un lugar hostil. Pero nada se pudo hacer, su destino estaba escrito y su vida condenada. Cuando la corona fue puesta sobre su cabeza, lo poco de blanco que quedaba en Lu Han se esfumó. El ahora rey portaba una corona oscura, como el cielo en penumbras que predominaría en el reino.