Capitulo dos

Capitulo editado 18 de julio 2023

Su departamento tenía dos habitaciones que contaban con un baño cada una de ellas, una sala de estar y una cocina. No era muy grande, pero para dos jóvenes que casi ni se veían, estaba bien. Nunca se imaginaron que terminarían en una situación así, usando su cerebro para descifrar cómo dormirían con los recién llegados.

— Hagamos esto, tú y yo jugamos piedra, papel o tijera. El que pierde tiene que ceder su habitación para que duerman los niños — propuso Boun levantando una ceja en clara señal de provocación — ¿O tienes miedo de perder?

— ¿Y dónde duerme el perdedor? — pregunto Prem.

— En el sillón.

— Nosotros podemos dormir en el sillón — aseguró Khai viendo cómo los jóvenes se miraban como si estuvieran a punto de pelear la tercera guerra mundial.

— No, tranquilo, a nosotros nos encanta hacer apuestas — respondió Prem. Por supuesto que amaban cualquier situación que significara dejar al otro como un perdedor.

Boun perdió. El rubio claramente se arrepentía de proponer eso, pero ya no podía cambiar de opinión. Además, su cama era más grande que la de Prem, los tres chicos podrían dormir cómodos ahí mientras él dormía en el sillón.

— Mis clases siempre son por la tarde y mayormente trabajo desde aquí, así que yo podré cuidarlos en las mañanas. Y Boun tiene que cuidarlos en las tardes — Coordinó Prem, el rubio asintió conforme. No tenía problemas con ese acuerdo ya que se encontraba a unas semanas de recibir su título y egresar, por lo que la universidad casi dejaba de ser una preocupación para él.

— ¿No se supone que nos tienen que cuidar juntos? — pregunto Khai.

— Créeme que es mejor que estemos separados — murmuró Prem viendo cómo Shin comenzaba a dormirse en el sofá.

— Él no soporta ver mi hermosa cara porque la suya es muy fea — se burló el rubio recibiendo una rápida mirada de muerte del pelinegro.

— Bien, creo que es mejor que se vayan a dormir — dijo. Había sido un día agotador para todos y no sabía si los niños habían podido descansar adecuadamente.

Antes de ir a la cama decidieron ir al departamento de los niños para buscar sus pocas pertenencias, no había más que unas cuantas prendas de ropa y útiles de aseo personal. No había juguetes ni ningún objeto de valor. Hizo una nota mental de que necesitaba comprar alguna cosa que les recordara a los niños que seguían siendo niños. Luego de eso los guiaron a la habitación del rubio, pero él decidió entrar en primer lugar para chequear la habitación.

— Esperen, quiero verificar algo — dijo pidiéndoles que se quedarán afuera, Boun lo siguió confundido, pero los niños obedecieron esperando en la puerta.

— ¿Qué quieres verificar? — pregunto Boun viendo cómo Prem observaba toda la habitación en busca de algo.

— Que no tengas condones o revistas porno por ahí — respondió concentrado.

— ¿Qué clase de degenerado crees que soy? — intentó sonar ofendido, pero se notaba el sarcasmo en su voz.

— El peor de todos.

Cuando se sintió satisfecho de su análisis y se dio cuenta que no había nada fuera de lugar, les pidió a los niños entrar. La cama era grande, los tres podrían dormir cómodamente ahí. Para su desagrado toda la habitación olía a Boun, por supuesto que nadie más lo noto, porque él era único capaz de notar esos pequeños detalles. Ni siquiera el propio Boun sabía cuál era su olor específico.

— Si quieren ducharse, háganlo. Mi habitación está al lado y Boun estará en la sala, si necesitan algo no duden en hablarnos — dijo Prem con una pequeña sonrisa. Los niños asintieron sin decir ni una palabra.

Ambos adultos salieron de la habitación para dejar que los chicos se acomodaran, sabían que la situación sería incomoda mientras se acostumbraran a sus compañías y debían darles el espacio necesario para que confiaran en ellos. Él también estaba cansado, así que decidió que sería un buen momento para irse a su habitación.

— Que disfrutes el sofá — se burló Prem antes de entrar a su habitación. No podía evitar burlarse de Boun, el rubio le debía muchas bromas que no le había podido devolver. No esperó una respuesta y cerró la puerta de su cuarto.

Prem se puso su pijama, se acostó mirando el techo para poder reflexionar sobre ese loco día. Había estado unas pocas horas con los niños y ya podía decir que les tenía cierto cariño, incluso reconocía pequeños detalles de sus personalidades. Él siempre ponía atención a esos detalles. Khai aún desconfiaba de ellos, probablemente sólo había aceptado su ayuda por el bien de sus hermanos, aun sus ojos los miraban con miedo y preocupación. Sabía lo difícil que sería ganarse su confianza, pero suponía que el tiempo les daría la oportunidad de que el chico aceptara sus buenas intenciones. De cierta manera le recordaba un poco a Boun, era raro y le causaba miedo, él no podía manejar a dos como el rubio. Por su parte, Oak era un niño curioso, nunca había recibido tantas preguntas en un solo día, de los tres era el que más hablaba. Suponía que su curiosidad era más fuerte que el miedo porque, aunque se notara el miedo en sus ojos, no dudaba en acercarse a ellos en busca de saciar esa curiosidad. Por último, Shin, era el niño más adorable que sus ojos habían visto, pero tenía tanto miedo que ni siquiera se atrevía a hablar. Eso rompía su corazón en mil pedazos.

Suspiro aun mirando el techo ¿En qué se habían metido? Si ya de por sí cuidar de otro ser humano era difícil, cuidarlos junto a Boun sería el doble de difícil. Sabía que tendrían que aprender a soportarse porque pelear constantemente frente a los niños no daba buena imagen y tampoco era bueno para el bienestar de ellos. Pero que difícil seria, ellos ni siquiera se veían mucho. Sus horarios no coincidían, los fines de semanas Boun solía irse de fiesta y no aparecía hasta el domingo por la tarde. Las únicas veces del día que solían verse eran las noches cuando ambos regresaban a casa y muchas de esas veces solían pelear o simplemente ignorarse.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió la puerta abrirse, alguien caminó hacia el interior de la habitación y se acostó en la cama. Al principio creyó que podían ser los niños, pero al notar que la persona a su lado era demasiado grande se dio cuenta que era Boun.

— ¿Qué carajos haces aquí? — pregunto cuando lo sintió acomodarse a su lado. La cama no era ni pequeña ni grande, ambos caían bien en ella, pero los hacía estar demasiado cerca para su gusto.

— El sofá es incómodo y tengo frío, además se supone que ahora somos mamá y papá, es normal que hagamos esto — explicó como si fuera demasiado obvio.

Lo empujo, pero no logró que el rubio se moviera ni siquiera un centímetro así que solo se resignó. Solo por esa noche permitiría que el chico durmiera junto a él, además como había mencionado, la noche estaba fría, así que agradecía un poco el calor de su cuerpo, aunque no lo admitiera. Se giró y le dio la espalda, dispuesto a dormir, no sabía cuáles eran los hábitos de los niños, ni a qué hora solían despertar, pero quería descansar para tener energías suficientes para cuidarlos.

Estaba a punto de conciliar el sueño cuando sintió una mano deslizarse por su espalda hasta llegar a su trasero. No pudo ni quejarse cuando el rubio lo apretó ligeramente y luego lo soltó. Se giró con la cara ardiendo de vergüenza y enojo para encarar al pervertido.

— Boun, maldito, quiero que te vayas ahora mismo — susurro totalmente furioso. No podía ver su cara, pero sabía que tendría esa sonrisa burlona que siempre le daban ganas de golpear.

— Siempre quise hacer eso — susurró Boun como si fuera lo más normal del mundo.

Prem estaba a punto de soltar mil insultos, pero sintieron un llanto que provenía de la habitación donde dormían los niños, lo que los hizo levantarse de un salto. Agradecía haber dormido con ropa y que Boun también lo hiciera. Entraron corriendo al lugar y encontraron a Shin llorando mientras Khai intentaba consolarlo, Oak los miraba con demasiado sueño como para saber qué estaba pasando.

— ¿Pasa algo? — preguntó Prem acercándose cautelosamente, temiendo que su presencia asustara al pequeño. Para su sorpresa Shin estiró sus brazos queriendo que lo tomara, no dudó y tomó el cuerpo del niño para arrullarlo. El pequeño escondió la cara en su cuello y fue calmando poco a poco su llanto.

— Él tiene pesadillas — respondió Khai con los ojos algo hinchados por el sueño. Al parecer esa situación era constante ya que sus dos hermanos mayores parecían acostumbrados.

— Yo a veces sueño que un cerdito intenta comerme, lo peor es que su cara es bastante parecida a la de Prem — se burló el rubio para aligerar el ambiente.

— Espero que algún día logré comerte — respondió Prem sin levantar la voz. Comenzó a mecer al pequeño en sus brazos para ayudarlo a dormir. Noto que el niño no pesaba mucho, por lo que se preguntó si estaba en su peso ideal o tenía desnutrición. Hizo una nota mental de recordarle a Boun que debían llevarlos al hospital para que revisaran su estado de salud física y también mental.

— ¿Comerme en qué sentido? — pregunto Boun mirándolo con malicia. Khai fue el único que entendió el chiste y rodó sus ojos con una pequeña sonrisa en la cara.

— ¿Cuántos sentidos hay de comer? — preguntó Oak confundido queriendo entender la broma de Boun.

— Solo hay un sentido, no le hagas caso a Boun. Él habla muchas tonterías, así que no deberían escucharlo con demasiada atención — les aconsejo mientras miraba de mala manera al rubio. Él estaba acostumbrado a los comentarios con doble sentido del chico, pero debía aprender a no hacerlos frente a los niños.

Miro al niño y por su tranquila respiración pensó que ya se había vuelto a dormir, pero cuando intentó volver a ponerlo sobre la cama el niño se aferró a su cuerpo con intenciones de volver a llorar si se separaba de él.

— Ni modo, él se viene a dormir con nosotros — dijo Boun resignado.

— ¿Ustedes están durmiendo juntos? — preguntó Khai juzgándolos con la mirada.

— El sofá es incómodo — respondió el rubio quitándole importancia.

— Me llevo a Shin conmigo y les dejo a Boun — propuso Prem, el rubio inmediatamente lo miró no contento con el trueque que quería realizar.

— No queremos a Boun — respondió Khai, pudo reconocer sus escondidas intenciones, pero no dijo nada y solo se resignó.

— Bien, yo me quedo con los dos — se quejó comenzando a caminar a su habitación con el pequeño en sus brazos.

— Dulces sueños — dijo Boun y luego caminó detrás de él hacia su habitación.

Khai y Oak volvieron a acostarse.

La cama se hizo más pequeña con Shin haciéndoles compañía, pero al menos podía usar el cuerpo del niño como muralla para protegerse de las manos traviesas de Boun.

No pudo negar que esa noche se durmió pensando en porque Boun lo había tocado y luego había soltado semejantes palabras. 





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top