Capitulo cuatro

Capitulo editado 18 de julio 2023

Despertó alrededor de las once A.M debido a que sintió un líquido tibio que empapaba las sábanas y lo mojaba levemente. Abrió los ojos lentamente para averiguar qué era lo que mojaba la cama, cuando levantó las sábanas pudo darse cuenta que Shin se había orinado. Suspiro y luego miró al niño llevándose un gran susto cuando este comenzó a llorar desesperadamente. Prem quedó sorprendido e intentó acercarse al niño para calmarlo, pero esa acción pareció asustarlo ya que se alejó, temeroso de su tacto. Eso logró ponerlo aún más nervioso mientras intentaba comprender qué había asustado al pequeño. Solo bastaron unos segundos para que Khai llegara corriendo a su habitación, quien analizó unos segundos la situación y luego suspiró cuando comprendió.

— Uh, él a veces tiene estos accidentes — habló avergonzado tomando a su hermano en brazos, el cual no paraba de llorar.

— ¿Por qué llora? — preguntó Prem al borde del llanto. No podía soportar ver al niño llorar y no poder hacer nada para ayudarlo.

— Es que mis padres solían pegarle cuando esto pasaba, está asustado — respondió Khai mirando al suelo. Prem casi se larga a llorar ahí mismo, de impotencia, de rabia y de una profunda pena.

— Hey, Shin — le habló. El niño se aferró aún más a su hermano.

— Shin, es Prem, él no te hará nada — susurró el hermano mayor. El pequeño levantó su vista con lágrimas cayendo por sus mejillas.

— No te haré nada, tranquilo — le hablo calmado. El niño estiró sus brazos a lo que Prem rápidamente lo cargó y no le importo ensuciarse — Tranquilo, bebé. Esto le pasa a cualquiera.

Se quedó un rato abrazando al niño sintiendo sus ojos aguarse. Eran unos pequeños niños ¿Cómo alguien pudo hacerles tanto daño?

— Khai, ¿Podrías darle un baño? Mientras yo cambio las sábanas y me ducho — propuso Prem.

Khai asintió y aunque el pequeño no quería separarse de Prem este terminó cediendo, dejándose cargar por su hermano. Cuando Prem quedó solo, dejó fluir las lágrimas que tenía acumuladas, él era una persona un poco sensible y cuando alguien lloraba cerca suyo el solía hacerlo de igual manera. Aunque ver a Shin tan asustado por solo mojar la cama le hizo sentir como una mierda, además no poder calmarlo le hizo desesperarse tanto que estuvo a punto de llamar a Boun. Sabía que debía controlar sus emociones y ser más fuerte por los niños, pero había sido una situación difícil de manejar para él.

Cambió las sábanas mientras sollozaba y su cuerpo daba pequeños espasmos por el llanto, hasta que sintió su celular sonar, lo levantó y se dio cuenta que era Boun. Intentó calmar sus lágrimas para contestar.

— ¿Sí? — pregunto en un sollozo.

"¿Prem? ¿Estás llorando?"

¿Cómo mierda sabía que estaba llorando solo con una palabra?

"¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Los niños están bien? Voy a casa inmediatamente".

No, no, no. Espera, solo tuvimos un pequeño accidente — sollozo sentándose en la cama.

"¿Qué accidente? ¿Qué pasó? ¿Están bien?"

— Es que... Shin orinó la cama y pensó que yo lo golpearía por eso, lloraba demasiado. Además, él huyó de mí... — su llanto se hizo más fuerte mientras le explicaba a Boun la situación.

"Oh, ya veo. ¿Cómo están las cosas ahora?".

— Khai lo calmó y luego dejó que lo cargará ¿Te das cuenta? ¿Todo lo que debieron pasar como para que él piense que lo golpearía? — intento secar sus lágrimas.

"Son unos malditos. ¿Estás bien? ¿Estás más calmado?".

— Si, un poco — susurro. Escuchar la voz de Boun lo había calmado, pero no iba a decírselo.

"Eso, mantente tranquilo, yo llegaré pronto. Si Shin ya se calmó tú también tienes que hacerlo ¿Sí? No es bueno que los niños te vean llorar, sé que no estás llorando frente a ellos, pero debemos ser fuerte para ellos ¿Okay?".

— Lo sé, lo estoy intentando, pero soy un maldito sensible — arrugó su nariz mientras hablaba.

"No es cierto. Solo tienes un corazón muy grande que siente mucho".

Quizás eso era lo más lindo que Boun le había dicho desde que se habían conocido.

"En primer lugar te estaba llamando porque estoy en la tienda y no sé qué vaso llevar. Hay de Star wars, pero no se sí a los niños les gustará... ¡No, espera! Acabo de ver los vasos perfectos".

— No vayas a traer alguna mierda rara — le advirtió mientras rascaba su nariz.

"Confía en mí. ¿Estás mejor ahora? Tengo que cortar, pero si necesitas que me quedé, lo haré".

¿Por qué se había vuelto más considerado y atento ahora?

— Estoy bien, no te preocupes. Nada de traer vasos raros y tráeme helado, tengo un antojo — pidió.

"Ni siquiera te toqué anoche ¿Cómo es que te embaracé?"

Y ahí estaba el descarado que él conocía.

— No seas imbécil — Prem pensó unos segundos en si decir lo que había pensado y al final decidió hacerlo — Además, yo sí recuerdo que anduviste de mano larga.

Boun guardó silencio un momento.

"Es un tic nervioso."

— Eres... Dios, me tengo que bañar y no tengo tiempo para tus estupideces. Adiós — dijo avergonzado.

"Adiós, trasero lindo."

A Prem no le dio tiempo de insultarlo porque Boun ya había cortado la llamada, seguramente para evitarse el enojo del pelinegro.

Prem hizo lo que dijo que haría, cambió las sábanas y lavo las sucias, luego se dio una ducha y salió de su habitación donde encontró a los tres niños sentados en el sillón.

— ¿Pasa algo? — preguntó al sentir el nerviosismo de los niños.

— Los tres queríamos pedir perdón por lo de hace un rato, Shin está trabajando para que no vuelva a pasar — susurró Khai.

Camino hacia ellos y se inclinó para quedar a su altura.

— Miren, esto que pasó no es un problema, todos mojamos la cama más de una vez cuando niños y estoy seguro que alguien lo hizo hasta incluso siendo adultos — los tres se rieron — A lo que voy es que no me enfadaré, son cosas que pasan y no hay porque hacer un problema por eso.

— ¿No nos abandonaras? — preguntó Oak mirándolo atentamente.

Prem sonrió — Claro que no. Al único que quiero abandonar es Boun, pero lamentablemente lo puedo hacerlo.

Los niños volvieron a reír. Oak fue el primero en abrazarlo para luego hacerlo los demás. El corazón de Prem se llenó de una extraña sensación que no había sentido nunca, era tan reconfortante ser abrazado por esos niños.

(...)

— ¡Familia, llegué! — anunció Boun mientras entraba con bolsas en sus manos.

— Éramos felices...— susurro Prem.

— Entonces me llevó de vuelta este delicioso helado que compré con mucho amor — Boun lo levantó para que Prem viera que era cierto lo que decía.

— Éramos felices... pero ahora somos más felices — lo miró con una sonrisa falsa a la que Boun respondió con una más falsa todavía.

— ¿Cómo están los renacuajos? — pregunto revolviendo el pelo Oak quien le sonrió.

— Tuvimos un accidente, pero está todo bien — respondió Oak.

— Eso está muy bien — dijo Boun sonriendo — Les traje algo...

Saco de una bolsa tres vasos con la forma de los marcianos de Toy Story. Se los entregó a los niños, Oak y Shin los miraron emocionados, mientras Khai solo sonrió levemente.

— También compré estos dos para Prem y para mí — usó ese tono de voz que Prem conocía muy bien que usaba cuando haría una broma o comentario sarcástico. Esta vez sacó de la bolsa dos vasos, uno con forma de la señora cara de papas y su señor cara de papa. Lo miro no muy divertido con el regalo, pero muy dentro de él debía admitir que le había encantado la idea, aunque ellos dos ya no fueran unos niños.

— Gracias — dijeron los cuatro al unísono.

— Nos has salvado, estamos agradecidos — dijo Oak intentando imitar la voz de los marcianos, que lo hizo ver demasiado tierno haciendo que Prem apretara sus mejillas.

— Empacare tus ojos furiosos y tus mejillas de ardilla — dijo Boun burlándose de Prem.

— Sigue y te dejaré sin almuerzo — gruñó Prem mientras cocinaba.

— Si tú haces eso, yo no te doy helado — contraatacó sabiendo que ese sabor de helado era el favorito de Prem, el cual había elegido con obvias intenciones de sobornarlo.

— Okay, paz — respondió el pelinegro demasiado concentrado para seguir peleando.

— ¿Necesitas ayuda? — pregunto. Prem negó, estaba a punto de terminar.

— Solo pon la mesa.

En unos cuantos minutos los cinco estuvieron almorzando.

— ¿Tienes clases hoy? — preguntó Boun.

— Si — respondió limpiando la boquita de Shin que se había ensuciado con la comida.

— ¿Hasta qué hora?

— 5 pm. Pero luego tengo que ir a la librería porque me necesitan ahí.

— ¿Hasta qué hora?

Prem levantó sus dedos indicando las ocho de la tarde. A Boun le molestaba y preocupaba que el trabajo de Prem a veces lo mantuviera ocupado hasta tan tarde, teniendo este que volver en autobús, cosa que no tenía que decir ya que su cara reflejaba la preocupación.

Luego del almuerzo, Prem se preparó para ir a la universidad.

— Me voy. Se cuidan y no le hagan mucho caso a Boun — dijo dándole un beso a cada uno.

— ¿Y el besito de Boun? — pregunto esté estirando sus labios. Prem le hubiera lanzado un golpe si los niños no hubieran estado ahí.

— Adiós.

— ¡Me avisas cuando salgas del trabajo! — le gritó Boun antes de que Prem desapareciera.

Los cuatro se quedaron en silenció hasta que Shin habló.

— ¿Qué es esto? — preguntó refiriéndose a los tatuajes que decoraban el brazo de Boun.

— Son tatuajes ¿Quieres uno? — preguntó.

Shin no debió responder "si".

(...)

Prem realmente amaba su carrera, desde adolescente le había apasionado la lectura y la escritura, por lo que estudiar Literatura siempre había sido su meta, incluso si eso significaba aguantar los comentarios de sus compañeros de clases. A veces se preguntaba si realmente estaba en la universidad, porque nunca creyó capaz vivir situaciones como esas siendo ya un adulto. Sus compañeros muchas veces se dedicaron a hacer comentarios estúpidos sobre su persona, los cuales había logrado ignorar por demasiado tiempo.

— Así que ¿Tu eres su madre y Boun es el padre? — Bromeo su amiga Samantha e inmediatamente se arrepintió de haberle contado sobre los niños.

— No hables tonterías.

— No son tonterías, además si por fin sales con Boun le puedes pedir que golpee la cara al maldito de Duang.

Duang era un dolor de culo. El chico era su compañero de trabajo y estaba obsesionado con que aceptara salir con él, se lo pedía siempre que tenía oportunidad y aunque lo había rechazado muchas veces, algunas con no muy buenas palabras, él seguía insistiendo.

— Yo mismo le partiré la cara si intenta besarme otra vez — gruñó recordando la última vez que intento forzarlo a besarlo.

— Tu le das un puñetazo y yo lo pateó — sonrió por las palabras de su amiga. Sammy era la única persona en el mundo que consideraba su amiga, además de sus padres a quienes siempre había sido cercano. Sus padres vivían alejados de la ciudad en un tranquilo pueblo y aunque Prem los adoraba, quiso abrir sus alas para cumplir su sueño. Su relación era buena, pero con su padre era superior, ese hombre era lo mejor de su vida.

Cuando la clase inició dejó de escuchar las palabras de su amiga para dedicar toda su atención a la explicación de su profesor. Esa era una buena razón para ignorar los comentarios que sus compañeros hacían sobre él y su cuerpo, a veces estaba tan concentrado en sus clases que ni siquiera tenía tiempo para que esos comentarios afectarán su autoestima, aunque ya lo hubieran hecho anteriormente.

Al finalizar las clases se despidió de su amiga y tomó rumbo hacia su trabajo. Si no fuera por el ambiente laboral del lugar el realmente iría todos los días a la librería, le gustaba atender al público y tener el acceso a nuevos libros antes que el resto del mundo. Por supuesto que todo ese ánimo se terminaba arruinando cuando la primera persona que veía al entrar era a Duang.

— Hola, Prem — sonrió.

No le molestaba la idea de que Duang estuviera enamorada de él, podía vivir con eso, lo que no podía soportar era su instancia. Incluso muchas veces los amigos del chico habían ido a presionarlo con la idea de que aceptara salir con él, lo hacían cargar con la culpa por no aceptarlo. Se sentía dentro de una caja muy pequeña que cada vez se encogía más, que terminaría por aplastarlo.

— Hola, Duang — saludo cortésmente y siguió caminando hacia la oficina de su jefe para que le indicara que debía hacer. Para su mala suerte debía trabajar junto al insoportable muchacho.

Mierda, mierda, mierda. Ese sería un turno muy largo.

Decir que había sido un fastidio era poco, el chico prácticamente estaba encima suyo, preguntándole cosas y queriendo coquetear cada segundo. Cuando había hablado sobre el tema con su jefe la única respuesta que había recibido era que el chico era inofensivo, así que no podía hacer nada. ¿Era inofensivo un hombre que lo seguía a todos lados e intentaba besarlo a fuerza? Su jefe nunca tenía en cuenta su incomodidad y el acoso que estaba recibiendo.

Al terminar su hora de trabajo salió rápidamente del lugar, le dolía la cabeza y lo único que quería era llegar a la seguridad de su hogar. Al entrar encontró a Boun, Oak y Shin en posiciones extrañas mientras Khai los fotografiaba. Al mirar más tiempo pudo darse cuenta que los niños tenían dibujos en sus cuerpos que parecían tatuajes, demasiado bien hechos como para haber sido dibujados por ellos mismos.

Boun, desgraciado Boun. 




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