01|El último lazo.
Akira, 16 años cumplidos, 13 días para que la maldición la alcance.
—Completaste tu entrenamiento mucho antes de lo planeado—
Hiroshi, padrastro de Akira, le había enseñado todo lo que era posible en su estado, confiaba en que su pequeña lograría pulir sus técnicas con la práctica.
—Aún me quedan cosas por aprender— Akira se aferró a la ropa del hombre frente a ella —Quiero estar contigo un poco más—
—El tiempo se ha agotado, esta noche debe regresar— Ryaku interrumpió.
Actualmente el demonio, después de probar con diferentes formas, lucía más humano de lo que nunca fue, al parecer estar en aquel lugar le había permitido recuperarse parcialmente y tomar la forma que tenía antes de la masacre del clan.
—Necesito más tiempo, mi maldición no se ha roto— Akira soltó un leve suspiro.
Hiroshi arrugó el entrecejo, ciertamente su pequeña niña aún estaba atada a aquella maldición que no la dejaría avanzar, incluso si ella daba el primer paso tratando de estirar los lazos que la unían a su pasado, aún si la peli plata había decidido aferrarse a su nueva vida, ella aún permanecería forzada a seguir el camino que habían elegido para ella.
—Tiene que haber una forma— Ryaku ladeó un poco la cabeza pensando, aunque en sus recuerdos no había nada que pudiese ayudar.
Akira se dejó caer en el piso levantando un poco de polvo en el acto, habría tenido miedo antes de pasar por todo ese entrenamiento, antes de fortalecer su alma, pero justo ahora estaba bastante tranquila, para su mala suerte estar tranquila no le salvaría la vida.
—Lo único que sé de esta maldición es que podrías librarte de ella cuando cortaras tus lazos con el clan, lo has hecho, entonces no sé porque la marca sigue— Hiroshi temía irse antes de poder ayudar a su pequeña.
—Tampoco lo entiendo— Akira admitió.
—Tal vez...— el demonio comenzó, con cuidado de no decir una tontería bastante obvia—... Hay algo que aún te mantiene unida al clan, algo que hemos olvidado—
Era la respuesta obvia, pero en medio de ese pequeño grupo no podía surgir una respuesta concreta, ese algo que aún Akira no había dejado atrás.
La noche no podía ser mas fría, incluso si Akira estaba cubierta con diversas mantas aún así sentía tanto frío que le dolían los huesos. Al final desistió de tratar de dormir, era, para su mala fortuna, imposible en aquellos momentos. Su padre se había marchado, el tiempo de ellos se había agotado y ella sentía que incluso todos estos mese no fueron suficientes para que su cabeza formulara una buena despedida.
—Deberías estar durmiendo, mañana partimos— Ryaku apareció entre la gélida neblina.
Akira asintió, había salido de aquella pequeña casa que Ryaku construyó para ella en medio de las cenizas de lo que alguna vez fue una esplendorosa aldea, ya que había decidido no dormir, le pareció una buena idea tomar algo de aire fresco, cuando dio la primer respiración profunda sus pulmones sufrieron debido a el aire helado, pero pronto se acostumbró, mientras su cuerpo dejaba de temblar sus mejillas se entumecieron y tornaron rojizas.
Ryaku tomó entre sus no muy bien definidas manos una varita, se sentó al lado de Akira y comenzó a hacer diversas figuras en la tierra humedecida. La forma de Ryaku era alargada, como un hombre de piernas flacuchas y espalda ancha, su cara al igual que sus manos no tenía forma definida, era como ver llamas danzantes de un color carbón.
—Ryaku— le llamo— Si muero cuando la maldición cumpla su plazo ¿Qué harás? —
La verdad es que a Akira le había comenzado a preocupar el hecho de dejar a Ryaku solo, no sólo era que el demonio tendría que atravesar por la pérdida de su amo de nuevo, sino también le preocupaba la estabilidad mental de este, cada día que permanecía en el mundo de los vivos parecía ir en decadencia.
—Creo que iré con ustedes, al otro mundo—
— ¿Puedes? Si muero ¿Puedes ir conmigo? —
—Así es, puedo ir contigo—
Akira lo pensó unos segundos.
— ¿Por qué no te fuiste? ¿Por qué no estás en el otro mundo? —
Ryaku paró de hacer sus figuras perfectamente simétricas en la tierra mientras se sentaba recto.
—Yo estaba en el otro mundo, dormía todo el tiempo— explicó lentamente— Pero tu me llamaste, me necesitabas y el lazo que me une al clan me hizo ir a ayudarte—
La niebla poco a poco se hizo cada vez más espesa, tanto que simplemente respirar costaba más trabajo del que debería.
—Quizá...— Akira sonrió ampliamente, como últimamente lo hacía— ...Sólo deberías dejar de cuidar de mí, estoy bien ahora—
—Lo que te ata...—
Akira lo interrumpió mientras negaba con la cabeza.
—No es eso, sólo que quizá estés mejor allá— giró la cabeza hacia la criatura— No quiero que te vayas, sinceramente no quiero, pero sé que estarás mejor en aquel lugar—
¿La despedida?
—Te esperaré— Ryaku se levantó de su asiento— Pero tómate tu tiempo, toda una vida si es necesario—
Akira dejó salir una risa leve.
Mientras la niebla se dispersaba, la figura del demonio parecía irse con ella. Y pronto, Akira sintió el vacío de la soledad incrustado en su pecho.
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