Dos
Adriana
Podría decirse que todos mis encuentros con Jimin, eran de esa forma, sensuales he indiscretos, pero nada más allá en la mañana nunca despertaba con el a mi lado, me castigó en ocasiones por pensar que alguna vez me corresponderá como deseo.
Está noche tenía una baile de la compañía que trabajo el odioso de mi jefe había insistido que asistiera incluso se tomó " la libertad " de elegir mi vestido, aunque el baile era algo sencillo para que la gente rica se sintiera más rica, me recuerdo una y otra vez que solo iré a este evento porque soy empleada "privilegiada" por solo trabajar medio tiempo con un sueldo aceptable.
—bueno no esta tan mal como creía, se ve bien— el vestido era blanco, con la espalda descubierta, largo hasta el tobillo, con algo de vuelo, y detalles negros enfrente, tipo vintage, solo recogí mi cabello y me puse pendientes largos, tome un taxi hacia esa tediosa fiesta.
Estando ahí, tenía que sonreír y saludar a gente que no conocía, era horrendo, juro que mi jefe casi me presentaba como su amante o algo así, en cuanto tuve la oportunidad me escondí de todos, había una sala de música, en el centro estaba un enorme piano blanco, el ambiente era tranquilo ahí dentro, cerré mis ojos para tranquilizarme, en eso el piano se escucho, mi pulso se acelero, esa canción en el piano era tan familiar, era su canción predilecta
—¿Qué haces aquí?— logre verlo sentado tocando con una cara apacible, vestía de traje, al parecer estuvo en la fiesta todo el tiempo pero nunca lo note.
—Tenia hambre, fui a tu casa pero lógicamente no estabas ahí, así que me pareció buena idea cenar fuera—
Tome el pomo de la puerta la abrí lo más rápido que pude, pero mi fallido intento por salir de ahí solo lo provocó más con una sola mano me sujeto por la cintura, el solo hecho que de me tocará me hacía rendirme de manera instantánea, sus labios rozaros los míos, podía sentir su aliento tan cercas, relamí mis labios esperando el ansiado beso, pero el solo sonrió tomando mi barbilla sin darme lo que pedía.
—Te castigare por ser tan mala niña
Saco una navaja de su bolsillo para hábilmente meter la mano debajo de mi vestido cortando mi ropa interior, la retiro para guardarla en el bolsillo de su saco junto con la navaja, se alejo lentamente de mi, abrió la puerta guiñándome ojo y lanzandome un beso, para dejarme sola en la habitación.
¡Desgraciado hijo de puta!
NO PODIA CREERLO, me dejo ahí sin tocarme y sin beber, además encima se lleva mi ropa interior, no podía estar en otra situación mas incomoda ¿Cómo iba a salir ahora?; cerré los ojos suspirando. El quiere pelea ambos podíamos jugar ese juego, si el me provocaba también lo pagaría, además no es el único hombre de la fiesta.
Con todo el valor que pude reunir salí de la habitación, su cara de curiosidad y mirada desafiante no se hicieron esperar, pase a su lado ignorándolo, me acerque a la mesa de bocadillos, no solo atraje la atención del mesero que me atendía con emoción mientras me coqueteaba, pronto se acercaron otros hombres para sacarme conversación.
Estuve un rato rodeada de atención pero ya estaba muy aburrida la verdad estos sujetos no aportan nada interesante y solo me ven con morbo. Además creo que Jimin estaba a dos minutos de asesinar a alguien.
—Bueno señores me tengo que retirar, fue un placer estar con ustedes— otra persona más se acercó a mi, pero este joven llamo mi atención.
—puedo llevarla a casa si gusta— al tomar mi mano sentí como mi piel se erizaba, me pareció conocerlo de algún lado.
—No es necesario, llamare un taxi, no tiene por que preocuparse.
—Insisto, después de las molestias que le ocasiono mi socio es mi deber llevarla a casa
¿Socio?
—¿Disculpe?, usted es el otro dueño de la empresa, no tenia el placer de conocerlo, Señor Jeon
—No me digas señor, me haces sentir muy viejo—
Es verdad solo se ve un poco mayor que yo.
—Disculpe
—No se preocupe señorita Adriana entonces ¿Acepta mi propuesta?
—¿Cómo sabe mi nombre?
—Trabajas en mi empresa, es lógico que sepa como te llamas, mas si eres el centro de atención de mi socio.
—Me siento halagada, pero sin ofender, a su socio le interesan todas las chicas de la oficina.
Su sonrisa era algo adorable para su apariencia.
—Tiene razón, por eso dejemos que se concentre en las demás, aunque viéndola bien, creo que su obsesión hacia usted es muy bien infundada—era todo lo contrario a mi jefe, el era alto y joven tenia los ojos negro, cabello negro un poco ondulado bien peinado, su tez blanca, un lunar perfectamente posicionado en su labio inferior, era muy guapo además de amable.
¿Por qué el no me acosaba?
¿Qué clase de pensamiento estás teniendo Adriana?
—¿Sucede algo?—intente llevarme un mechón imaginario de mi cabello a la oreja, eso hacia mas notorio mi nerviosismo—tranquila, no planeo acosarla como mi socio, prefiero conquistarla—
Antes de que contestara, sentí como me tomaban de la mano fuertemente, voltee y era Jimin, tenia la cara furiosa, pero hablo tranquilamente.
—Ya llegue por ti, vámonos, dile al joven que es muy amable de su parte el que quiera llevarte, pero no es necesario—
—Jimin espera yo— tartamudee, tenia miedo mucho miedo, su presencia furiosa me estremecía hasta la médula.
—Descuida Adriana, te veré en la oficina— Salí de la fiesta muy apenada, Jimin me llevo casi arrastrando
—¡Suéltame, me lastimas!— me libere de su mano, y lo mire con temor
—Eres muy ingenua Adriana—golpeo uno de los autos que tenia cercas, hundiendo su puerta, la fuerza que poseía era brutal
—No hice nada malo—la voz se me quería quebrar —además solo soy tu alimento no eres nada mío
—Puedes hacer lo que se te pegue la gana con quién desees, pero esa basura no, ese sujeto no
—No entiendo, ¿Por qué estas tan molesto?— ya estaba llorando, sentía un dolor enorme, de que el estuviera furioso conmigo, estos no eran los celos que deseaba, se acerco a mi, al verme a los ojos su ira desapareció, y por primera vez vi algo de ternura en su mirada, me beso tiernamente
—No quiero que lo vuelvas a ver— abrió la puerta de un coche negro para que entrara
—No está en mi no verlo, es mi jefe Jimin, no es una opción.
—El puede ser tu jefe pero quiero que recuerdes que yo soy tu dueño Adriana.
—¡No por mucho!, el contrato está a punto de terminar, y por fin me liberare de ti—cubrí mi boca, no quería decir eso, ¿o tal vez si?, me metió al coche a la fuerza en el asiento trasero, subiendo al del chofer y sin decir mas condujo.
—Es bueno saber que es lo que piensas.
—Jimin no es lo que quería decir—
Se freno de golpe a mitad de camino, abrió la puerta de atrás dándome la mano para salir, me arrinconó contra el auto, pasando su nariz sobre mi cuello.
—Aunque te vayas de mi lado siempre serás mía Adri— me levanto para que me sujetara a su cintura con mis piernas, mordió mi cuello, yo me aferraba a su sus hombros apretando fuertemente, comenzó a acariciar mis muslos, me apretaba mas contra la puerta del carro, podía sentir su deseo entre sus piernas, en ese punto ya no me importaba si estábamos en mitad de una carretera y con la posibilidad de que alguien pasara y nos viera, yo solo quería ser suya, que el me tomara ahí mismo, adivinando mi pensamientos se abrió paso a mi interior de manera salvaje, sin mencionar que le facilito el hecho que ya no tuviera ropa interior, sus embistes me llevaban a la locura, el placer de su miembro dentro de mi así sentir que mi corazón estallaría. El es una tormenta que se lleva todo de mi a su paso, pero es mi decisión seguir este camino de placer que no me llevará a nada más que a mí destrucción, mientras lo que siento sea unilateral, la única dañada seré yo, lo peor es que estoy dispuesta a pagar el precio.
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