Parte seis.

Ambos rubios escucharon la pelea al igual que todo el restaurante del hotel, alguna gentusa de importancia de por allí murmuraba y otras se miraban anonadados por el hecho qué estaba ocurriendo en el segundo piso.

Pero los rostros de todos los comensales se habían desfigurado al ver al mismísimo Albert Einstein bajar de las escaleras, con una seguridad qué era extraña de ver y una mueca dibujando tristeza y melancolía en su cara. Todos estaban igual de sorprendidos o asustados, algunos se habían levantado de sus sillas y otros querían seguir sus venas como si nada hubiese pasado. Pero, en cambio, una discusión entre dos cabelleras rubias se estaba llevando a cabo a unas mesas de distancia del reconocido científico.

ㅡ ¿Sabés cariño?, creo qué es mejor irnos. ㅡ Sugirió Ken.

ㅡ Espera, ¿por qué lo dices?. ㅡ Volteó a verlo Barbie, un poco confusa.

ㅡ No me gusta qué estemos compartiendo nuestro tiempo con estos locos, por supuesto. ㅡ Indicó Ken con una de sus típicas sonrisas coquetas.

ㅡ ¿Locos?. ㅡ Inquirió Bárbara, susurrando con molestia contenida. ㅡ ¿Si sabes quién está bajando por esas escaleras?. ㅡ Siguió.

ㅡ Oh, Mi amada Barbie. ㅡ Remarcó, provocando qué la ojiazul rodase los ojos. ㅡ ¿Por qué alguien como yo tendría que saberlo?, no se vé qué sea uno de nosotros.

ㅡ Ken. ㅡ Bárbara elevó un poco su voz, sintiéndose avergonzada cuando unas cuántas personas voltearon a mirarla curiosas.

ㅡ Tesoro, voy a buscar la cuenta para pagar e irnos de aquí. ㅡ Espetó él rubio, ignorando la mueca de negación y confusión de Barbie. ㅡ Espérame justo aquí.

Él rubio procedió a levantarse de la mesa para irse y perderse entre las demás personas qué se encontraban disfrutando de sus comidas. Una vez sola y en silencio, la rubia quiso gritar y desgarrar su garganta hasta más no poder, sintiéndose impotente sobre cómo Ken ignoró todo lo qué había dicho y simplemente quería irse. La idea de no entenderse del todo con él rubio le producía una malestar demasiado incómodo de digerir.

En realidad estaba cansada de él, durante todo el día habían estado haciendo actividades promocionales para su nueva película, a pesar de qué la cinta estaba en post-producción todavía, los productores estaban convencidos de qué la película iba a ser exitosa, así qué muchos inversores estaban involucrados prestando su dinero y convocandolos a diferentes lugares para filmar cosas.

Sabía que no era correcto desquitarse con él, pero su corazón estaba pensando en como deshacerse de la presencia de Ken y borrar de su mente todas las veces que la trataba como una niña inocente, una que debía ser cuidada y protegida del exterior qué la rodeaba, justo como ahora. La idea de irse del bar no estaba en sus planes, pero Ken no la escuchaba.

Sólo podía hacer una cosa, que por supuesto era un poco arriesgada y absurda si se detenía a pensar con más detalle, pero el benefició de escabullirse de Ken calmaba más su corazón qué cualquier otra cosa en ese preciso momento. Barbie se levantó de la mesa, y a pasos rápidos se encaminó directo al segundo piso del bar.

No le sorprendió darse cuenta qué él científico reconocido ya no estaba allí, suponía que durante su intercambio de palabras con él rubio ya le había dado tiempo de transportarse a otro lugar lejos de aquel bar, lo qué la decepcionó un poco, puesto qué desde hace ya mucho tiempo estaba ansiosa de conocer a alguien tan importante e interesante como solo era Albert Einstein. Por momentos culpaba al rubio de haber perdido dicha oportunidad de conocerlo.

Pero aún tenía algo más interesante que descubrir, y aquello era la persona con la que estaba discutiendo Albert en el segundo piso, pensó qué debía de ser alguien muy importante para poner el tal estado al científico. Quería comprobar con sus ojos quién era esa persona, y cómo decía siempre su madre, no le importaba quedar de chismosa, puesto qué lo único interesante qué tenía para hacer era dar un pequeño paseó por el bar mientras escapaba de la protección enfermiza de Ken.

Subió las escaleras con un dejé de emoción contenida, su respiración se cortó por un pequeño período de tiempo y sus pies se movieron de forma rápida sin importar los tacones rosados que llevaba puestos en esos momentos pudieran romperse o la hicieran caer. Su primer vistazo hacía el segundo piso se fue revelando a medida qué subía los escalones con rapidez, y no mentiría qué con lo qué se encontró al terminar de subir las escaleras, la dejó por demás sorprendida.

Robert Oppenheimer se encontraba a unas cuántas mesas de distancia hacia donde estaba ella. Inicialmente ella lo observó pasmada y confundida, quedándose quieta casi al final del recorrido de las escaleras al no querer perturbar el silencio que reinaba en la sala, al darse cuenta qué también él científico era él único qué ocupaba el salón. Barbie se contuvo nuevamente.

Unos cuántos minutos pasaron, en los qué la rubia no sabía muy bien como moverse o darse la vuelta sin hacer tanto ruido como el qué había hecho para subir, pero lo intentó, quiso darse la vuelta lentamente para irse del lugar, pero no contaba con qué Robert la interrumpiría.

ㅡ Barbie.

Su nombró sonó raro en la boca de aquel hombre, no le gustaba. Tampoco sabía cómo es qué la reconoció tan rápido, para su mala suerte.

ㅡ Que gustó verte por aquí.

Aquello le parecía más raro qué lo anterior y eso era mucho decir.

La ojiazul se congeló por un tiempo cortó, soltando una respiración pesada y sintiendo cómo su cuerpo se tensaba por completo al recibir las palabras qué por el momento, pertenecían a alguien qué nunca creía iba a llegar a conocer, mucho menos de una forma tan poco convenciobal y extraña en todos los sentidos de la palabra.

Enseguida se dió la vuelta para encarar al hombre a unos pocos metros en frente suyo, encontrándose con aquel rostro tan simétrico y acentuado qué conocía perfectamente, unos escalofríos recorrieron por su cuerpo al hacer contacto visual directo, observando con atención aquellos ojos azules iguales a los de ella. Sólo qué éstos ojos transmitían tristeza, monotonía y miedo, mientras qué los de ella irradiaban curiosidad, duda y extrañeza.

ㅡ Oh, Lo siento mucho la interrupción Señor Oppenheimer, creí qué...

ㅡ No es necesario. ㅡ Detuvo él hombre levantando su mano acompañando sus gestos. ㅡ No estás interrumpiendo nada.

Los ojos de la rubia se abrieron un poco más de lo normal antes de volver a querer disimular qué la presencia del hombre no la estaba haciendo sentir desnuda, atacada y sobre todo, transparente a sus ojos oceánicos en los qué ella se veía reflejada hasta ese momento. El nerviosismo qué tenía era notable, tanto qué a Oppenheimer le causaba diversión verla.

ㅡ ¿Te gustaría sentarte?. ㅡ Ofreció él hombre con un hilo de voz, acomodándose en su asiento correctamente.

Barbie pensó qué todo lo que estaba pasando a su alrededor era un sueño, pues le costaba concebir la idea de qué un escenario como el qué se estaba dando fuera si quiera real. Le costaba conectar sus palabras para formar una frase que tuviera un poco de sentido, sintiéndose mucho más vulnerable y expuesta qué hace unos momentos.

ㅡ Yo...

ㅡ ¡Barbie!.

Un llamado ajeno la saco de su ensoñacion, provocando qué su cuerpo se girará de forma inconsciente al borde de la escaleras, enfocando su vista al primer piso. Ken parecía preocupado en su tono de voz, la estaba buscando.

ㅡ No puedo, tengo que irme ahora. ㅡ Se apresuró a decir Barbie, dejando a Oppenheimer un poco desconcertado ante la situación.

La rubia se acercó a Robert sin ningún tipo de cuidado, tomándolo por sorpresa y cada uno de sus movimientos eran seguidos por los ojos de éste. Barbie parecía sacar un pequeño papel de su bolso rosa pastel de cuero estilizado, abriendo y cerrando sin delicadeza el costoso bolso para entregarle en la mano el misterioso papel a Robert, que yacia entretenido observando detalladamente su rostro maravillado por sus facciones tan refinadas.

ㅡ Nos vemos. ㅡ Espetó Bárbara, dejando con las palabras en la boca a Oppenheimer quién sé había levantado se su asiento al instante, notando qué la rubia parecía estar apurada por huir de allí.

ㅡ Espera...

Pero no pudo terminar de decir su frase. Bárbara corría en dirrección a las escaleras con un aura de desesperación pura, en dónde nuevamente no pareció importarle qué sus tacones pudieran romperse y caer desde una gran altura, pues Ken no paraba de decir su nombre repetidamente, oyendose irritante y estúpido para los oídos de Robert, quién todavía no conocía al susodicho hombre qué la esperaba con tal impaciencia.

Oppenheimer quiso acercarse lentamente para ver de forma disimulada lo qué estaría pasando allí abajo, pero se contuvo, oyendose unos murmuros fuertes en lo qué parecía ser un regaño del hombre hacía Barbie, fantidiandolo de sobremanera. Después de lo qué parecían ser unos reclamos provenientes de la voz de la rubia, se oyeron unos pasos marcados por los tacones de la mujer, indicando qué ya se estaban marchando del lugar.

Robert había quedado con la duda sembrada en su interior, pues solo permaneció cerca de las escaleras sin querer asomarse demasiado desde el momento en qué perdió de vista a Barbie por las escaleras. Pero así lo prefería mejor, o más bien, eso tranquilizaba un poco más su alma entre la sartada de pensamientos qué lo estaban invadiendo en ese momento sobre él desconocido hombre que llamaba a la rubia.

Después de oír las puertas del bar cerrarse con un poco de fuerza, él científico suspiró saliendo de sus pensamientos. Sólo le limitó a acercarse nuevamente a su mesa para examinar con atención el papel que había recibido de la ojiazul, encontrándose con una sorpresa.

Era el telegrama de Barbie.

Una pequeña sonrisa extraña se escapó de los labios de ojiazul cuándo terminó de observar los carácteres escritos de forma prolija con una costosa tinta negra, siendo conciente en ese momento de lo que significaba tener aquél papel entre sus manos.

(...)

disculpen si ven errores de ortografía, pasá que con la prisa no he revisado correctamente el cap, pero en los próximos días estaré corrigiendo cualquier error del que me percate :3

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