Capítulo 32: Descontrol

Me acerqué a él con cautela, esperando alguna reacción de su parte, pero no se movió, y eso me asustó. ¿Podría ser que Derek se hubiera excedido con el golpe? Esperaba que no fuera eso.

La posición en que Hunter finalmente había quedado parecía bastante incómoda. Con cuidado, me puse de rodillas junto a él y lo acomodé, asegurándome de que estuviera correctamente recostado.

Respiraba, parecía dormido. Su rostro, sereno y perfecto, despertaba en mí una urgencia que no podía ignorar. No me contuve: acaricié su mejilla con suavidad, sintiendo su piel cálida bajo mis dedos. El contraste entre su vulnerabilidad y lo que sabía que era capaz de hacer me estremeció.

Suspiré pesadamente, pensando que pronto tendría que enfrentarme a él. O bueno, eso suponía, por lo que Derek había dicho acerca de que Hunter se revelaría ante mí tal como era y... ¡Un momento! ¿Y si ahora sus verdaderas intenciones eran matarme? ¿Qué tal si ahora estaba en verdad molesto con lo que había ocurrido? Me distraje acariciándolo, pero un murmullo bajo rompió el hechizo.

—Qué suave... —Su voz me sobresaltó, pero lo que hizo después me dejó aún más inmóvil.

Tomó mi mano con delicadeza y la presionó contra su mejilla, guiándola en un movimiento suave, haciendo graciosos movimientos como si siguiera acariciándole.

—No pares... por favor.

Mi corazón se desbocó. Quise retirarme, pero no pude. Sus ojos se abrieron lentamente, y cuando su mirada se clavó en la mía, una sonrisa ladeada apareció en sus labios.

—Hunter, ¿estás bien?

—¿Cómo es posible que un ángel pronuncie el nombre de un demonio? —murmuró, aún perdido en un estado confuso.

Cielos, realmente parecía fuera de sí.

—Hunter, he dicho tu nombre un montón de veces antes.

—Y deseo que lo digas un montón de veces más—dijo mientras se levantaba ágilmente del suelo.

Imité su movimiento, quedando de pie frente a él.

—¿Fue Derek, verdad? —preguntó, acercándose lentamente hacia mí.

—¿Por qué dices eso?

Hunter soltó una pequeña risa que me resultó demasiado coqueta.

—Ahora mismo, no tengo mucho ánimo para hablar... preferiría hacer otra cosa, ¿sabes?

Se acercó más, invadiendo mi espacio personal, pero cuando estuvo demasiado cerca, puse una mano entre nosotros. No debía ceder tan fácil.

Él rió bajo, con un mohín que mezclaba coquetería y frustración.

—¿Esto es tu venganza por lo mal que me he portado? Bien, me lo merezco.

—Realmente no es eso, pero está bien que lo tomes como venganza, porque aun no entiendo por qué actúas como un idiota conmigo.

—Tengo mis razones... —masculló, inclinándose hacia mis labios.

Lo aparté nuevamente, y él soltó un gruñido exasperado.

—Bésame, por favor —suplicó, y su voz tenía un filo que casi me desarma.

—Ayer te besé, y desapareciste. No pienso arriesgarme a que hagas lo mismo.

Hunter bajó la mirada, pero sus ojos no tardaron en volver a recorrerme con descaro.

—Es difícil alejarme de ti. Siempre hay algo... algo que me arrastra de vuelta

—Pues aprende a controlarte —respondí, pero mi tono carecía de fuerza.

Y entonces, con una rapidez que me tomó por sorpresa, me alzó por la cintura y me depositó sobre la cama. Antes de que pudiera protestar, ya estaba sobre mí, su rostro a centímetros del mío, llevando consigo una sonrisa que parecía hecha para destruir mi voluntad.

—Abby... —susurró cerca de mi oído, dejando que su aliento cálido rozara mi piel—, me gustas tanto... Me vuelves loco, ¿sabes? ¿Por qué no me das solo un pequeño beso?

Su mano trazó un camino por mi costado, mientras sus labios se acercaban a mi cuello. Un cosquilleo me recorrió, y sentí cómo mi cuerpo respondía a pesar de las indicaciones de mi mente.

—Hunter, no... —Intenté detenerlo, buscando sus manos para que no siguieran avanzando. Pero él rió suavemente, como si mi resistencia no fuera más que un juego.

—No me hagas rogar demasiado, Abby. —Su tono tenía una mezcla peligrosa de dulzura y provocación.

Cuando finalmente detuve sus manos, me miró con una intensidad que me hizo dudar. Luego, en un movimiento inesperado, giró nuestros cuerpos, quedando él debajo y yo encima.

—Vaya, esto no estaba en mis planes, pero no me quejo. —Su risa baja vibró bajo mis manos, y me sentí atrapada en el vaivén de su mirada.

—¿Qué haces? —pregunté, intentando sonar molesta, pero mi tono apenas alcanzó a sonar firme.

—Debería preguntarte lo mismo. ¿Intentas calmarme... o todo lo contrario? —replicó, y su sonrisa se ensanchó al notar mi incomodidad.

Mi cara ardía, y detuve mis movimientos de inmediato, causando que él soltara otra risa suave.

—Aún no entiendo por qué me resistes tanto, Abby. —Sus ojos atraparon los míos, llenos de una mezcla de deseo y ternura. —¿Será que ya no te gusto?

—No seas ridículo.

Me incliné ligeramente hacia él, dejando que algunos mechones de mi cabello rozaran su rostro. Sus manos, que hasta entonces habían permanecido en mi cintura, se soltaron, dándome una falsa sensación de control.

—Eres peligrosa... —susurró, más para sí mismo que para mí. —Pero por favor, quédate conmigo. Aunque sea solo déjame dormir a tu lado esta noche.

—¿Dormir? ¿Eso es lo que quieres? —pregunté, intentando esconder mi incredulidad.

—Sí. Nada más que eso... por ahora. —Sus ojos brillaban con una promesa velada, y su sonrisa tenía un toque que me hacía dudar de sus intenciones.

Quizás fuera una locura, pero asentí.

—Está bien. Dormiremos juntos.

Hunter sonrió y, acto seguido, se quitó la camisa frente a mis ojos con una rapidez que me dejó inmóvil, todavía sentada sobre sus piernas.

—¿¡Hunter, qué haces!? —exclamé impactada, intentando procesar lo que veía.

—No voy a acostarme con ropa, no sería cómodo —respondió con total naturalidad, como si no acabara de hacer algo completamente inapropiado.

Me aparté de él bruscamente, sintiendo el calor subir a mis mejillas. Me puse de pie y retrocedí un par de pasos mientras lo veía, sin inmutarse, empezar a desabrocharse el pantalón.

—¡Basta, Hunter! ¡No te quites eso!

—Abby, traigo ropa interior debajo —dijo en un tono despreocupado, como si eso resolviera el problema. Aun así, me planté frente a él antes de que siguiera con su misión—. No voy a quedar desnudo tampoco... a menos que tú quieras, claro.

—¡Oh, eso no es necesario! —me apresuré a responder, desviando la mirada de su torso perfectamente definido—. Te... te prestaré algo.

Me giré rápidamente, buscando algo en el armario que pudiera usar. Sentía mis manos temblar levemente mientras sacaba el pijama más grande que tenía, que resultó ser un conjunto de estampado de gatos.

—Es el pijama más grande que tengo —dije, algo avergonzada, entregándole las prendas. Él no comentó nada, solo las miró con curiosidad antes de dirigirse al baño.

Seguro, desnudarse frente a mí estaba bien, ¿pero vestirse no?

Aprovechando que estaba sola, busqué apresuradamente mi propio pijama y me lo puse en menos de un minuto. El conjunto con estampado de vacas no ayudaba a mi ya frágil dignidad.

Escuché el sonido de la perilla del baño y di un pequeño salto, apresurándome a meterme bajo las mantas. Entonces, Hunter salió, llevando el pantalón holgado que le quedaba corto y dejando su torso al descubierto.

—Lo siento, Abby... pero rompí la camiseta del pijama cuando intenté ponérmela —explicó.

—Des... descuida, tampoco lo usaba mucho —mentí, aunque en realidad ese conjunto era uno de mis favoritos.

—Veo que ya te has acostado —dijo con una sonrisa traviesa mientras avanzaba hacia la cama—. ¿Será que tienes prisa por dormir conmigo?

Estaba enfocada en los gatos del estampado del pantalón que no reaccioné hasta sentir cómo se acomodaba junto a mí bajo las mantas.

—¿Qué pasa? Luces preocupada —comentó mientras ajustaba las cobijas.

—No..., no es nada —mentí torpemente.

—No voy a aprovecharme de ti, si es eso lo que te preocupa —añadió con un tono más serio, aunque con una sonrisa que parecía intentar calmarme.

La ironía de la situación me golpeó de golpe. Si alguien estaba aprovechándose, esa era yo, pues el Hunter que tenía al lado no actuaba como lo haría en condiciones normales, no mientras seguía bajo la influencia del poder de Derek.

—No es eso, estoy bien... —murmuré, aunque sentía que mi voz me delataba.

—¿Segura? Porque si prefieres, puedo quedarme en el sofá... —bajó la mirada—. Estoy actuando sin pensar. Perdona.

—No, quédate. Dijiste que querías intentar dormir, y en el sofá no será muy cómodo.

Sí, definitivamente yo era la que se estaba aprovechando.

—Vale... —murmuró con una sonrisa tranquila—. ¿Qué tengo que hacer ahora?

Le miré confundida. —¿A qué te refieres?

—Pues para dormir, claro. No lo he intentado antes a propósito.

—Oh... entiendo —respiré hondo, intentando controlar mis nervios—. De acuerdo, Hunter... Lo primero es acomodarte.

Hunter asintió y se movió un poco en la cama, encontrando una posición que parecía satisfacerle. Luego, para mi sorpresa, reposó su cabeza sobre mi pecho. Mi cuerpo se tensó por completo al sentir su piel, pero él cerró los ojos como si no hubiera nada extraño en su elección.

—¿Te parece bien así? —preguntó con un tono casi inocente.

—Si estás cómodo..., está bien —respondí, aunque mi voz sonaba débil. Sin darme cuenta, mi mano subió hasta su nuca, y comencé a acariciarlo suavemente. Él suspiró, relajándose aún más.

—¿Cómo lo haces? —murmuró de repente, con voz baja y llena de una dulzura inesperada—. Eres tan suave... Me encanta.

Mientras acariciaba su cabello, no podía evitar pensar en lo mucho que me recordaba a un gato ronroneando bajo mi tacto. Se acurrucaba contra mí bajo las mantas, abrazándome en silencio, y aunque sentía un leve temblor de nerviosismo en mi cuerpo, traté de aparentar tranquilidad.

Estaba a punto de cerrar los ojos cuando unos murmullos me hicieron abrirlos de golpe. No venían de Hunter, quien, al mirarlo, parecía profundamente dormido. Pero al alzar la vista, me encontré con dos pares de ojos curiosos observándonos: Derek y Zac.

ㅡ¿Ves, Zac?ㅡ dijo Derek, demasiado fuerte y con tono de "te lo dije"ㅡ ¡Todo está perfecto! Hunter no le ha hecho nada, y tú aquí con tus paranoias.

Zac parecía desconcertado y tuvo que tomarse un momento antes de responder. Titubeó varias veces: ㅡYo... bueno, es que pensé que podría ser peligroso, pero... ya veo que no.

Derek resopló, claramente molesto. ㅡ¡Por no confiar en mí, claro! ¡Siempre piensas que miento! ¿De verdad creíste que Hunter iba a hacerle algo? ¡Dios, Zac! Últimamente pasas más tiempo con él que conmigo.

Zac puso los ojos en blanco y suspiró. ㅡSi lo que quieres es que pase más tiempo contigo, sólo dímelo.

ㅡ¡Ah, no vengas con eso!ㅡ le interrumpió Derek, alzando la vozㅡ Haz lo que quieras, porque yo haré lo mismo.

No pude evitar encontrar la escena un poco divertida. Parecían una pareja discutiendo. Pero aun así, decidí intervenir.

ㅡChicos...ㅡ murmuré, tratando de sonar firme, aunque sabía que no me escucharíanㅡ ¿Pueden bajar la voz? Hunter está dormido.

Ambos dejaron de discutir para mirarme con incredulidad. Zac fue el primero en hablar.

ㅡ¿Hunter? ¿Dormido?

Derek soltó una carcajada tan fuerte que me sobresaltó. ㅡ¡Por favor, Abby! Este hijo de puta no está dormido. Está fingiendo.

Parpadeé, confundida. ㅡ¿Fingiendo...?

Zac, que ahora me miraba con cierta compasión, asintió. ㅡSí. Es prácticamente imposible que Hunter duerma así, Abby.

Me quedé boquiabierta. ¡Había sido engañada! Pero... bueno, si soy honesta, tampoco me molestaba tanto.

ㅡ¡Malditos traidores!ㅡ refunfuñó Hunter, levantándose de repente y apartándose de míㅡ ¿Qué mierda hacen aquí?

ㅡYo sólo quería asegurarme de que Abby estuviera bienㅡ dijo Zac con voz tranquila.

ㅡ¿Bien? ¡Claro que está bien!ㅡ replicó Hunter, mirándolo con furiaㅡ ¡Está conmigo! ¡Yo la amo!

Hunter se quedó callado al darse cuenta de lo que acababa de decir. Yo también me quedé helada, sin saber qué hacer. Derek, en cambio, silbó bajo, como si esperara que todo explotara.

ㅡHunter...ㅡ intenté decir algo, pero no me dejó tiempo.

Se levantó de golpe, caminando hacia Derek y agarrándolo por la chaqueta con evidente enojo.

ㅡTú, Derekㅡ dijo con los dientes apretadosㅡ sabes exactamente por qué pasó esto, ¿verdad?

Derek, con su típica actitud despreocupada, sólo se burló. ㅡ¿Te refieres al pantalón de gatos? No tengo ni idea de lo que hablas, amigo. Pero oye, no te juzgo.

Vi cómo los puños de Hunter se tensaban, y por instinto intenté acercarme, pero Zac se interpuso entre nosotros.

ㅡMe voy a cambiarㅡ dijo Hunter, soltando a Derek con brusquedadㅡ y después resolveremos esto afuera. Zac, tú te quedas aquí.

Derek soltó una risa forzada antes de Hunter hiciera otro movimiento.

ㅡSí, fui yo; usé mis poderes contigo. ¿Estás molesto porque no te hicieron efecto por más tiempo? ¡Qué coincidencia! Yo también lo estoy. Ahora veo lo terco que eres en realidad.

Hunter bufó, visiblemente irritado. ㅡ¿Sabes? También podemos resolverlo aquí, no me importa.

ㅡYa basta, Hunter. Cálmate, no le harás nada a Derekㅡ interrumpió Zac, acercándose con determinación y apoyando una mano en el hombro de Hunter. ㅡNo quiero pelear contigo, pero si no te calmas, me veré obligado a hacerlo.

ㅡ¿¡Por qué lo defiendes, eh!?ㅡ escupió Hunter, furioso. ㅡ¿¡Tienes idea de lo que me ha hecho!?

Era la primera vez que veía a Hunter tan alterado. Su furia no era común; esto realmente lo afectaba. Derek y yo habíamos cometido un error al forzar que revelara sus sentimientos. Después de todo, él tenía razones para no querer hacerlo.

Entonces, su mirada furiosa se posó sobre mí. Me paralicé al instante. Jamás me había mirado con tanto odio, y un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.

ㅡMe llevaré a Derekㅡ dijo Zac con calma, mostrando seguridad en cada palabra. ㅡVolveremos en un rato. Por mientras, intenta calmarte. Cuando estés listo, hablarán.

ㅡ¡Pero Zac! ¡Ven aquí ahora mismo!ㅡ protestó Hunter, pero sus palabras sólo resonaron en el vacío. En un abrir y cerrar de ojos, Zac y Derek habían desaparecido de mi cuarto.

Hunter permaneció inmóvil por un momento, pero su mirada oscura seguía clavada en mí. Nunca lo había visto tan fuera de sí, y esa expresión de ira me provocaba algo parecido al miedo.

ㅡ¿¡Dónde está mi ropa!?ㅡ rugió con una voz tan intimidante que me sobresalté y di un pequeño brinco. ㅡ¿¡Vas a responder!?

ㅡNo... no sé...ㅡ mascullé con torpeza, aclarando mi garganta para parecer menos asustada. ㅡCuando saliste del baño ya no la llevabas... Quizás la dejaste ahí.

Con un bufido, Hunter se dirigió al baño. No tardó en regresar, ahora vestido con ropa normal, pero su semblante seguía siendo sombrío.

ㅡPerdón...ㅡ me apresuré a decir. ㅡNo te molestes con Derek, fue mi culpa.

Hunter soltó una risa vacía y se cruzó de brazos mientras se acercaba. ㅡ¡Ja! Por favor, ¿qué podrías haber hecho tú?

ㅡSé que estás molesto, pero...ㅡ murmuré, mordiéndome el labio nerviosamente. ㅡDerek es tu amigo y sabes que siempre anda haciendo tonterías...

ㅡ¿Podrías solo callarte ya?ㅡ me interrumpió con brusquedad.

ㅡ¿Disculpa?ㅡ repliqué, frunciendo el ceño.

ㅡPerdona si no soy el caballero que esperabas...ㅡ dijo con burla, sus palabras cargadas de sarcasmo.

ㅡEstás actuando muy raro...ㅡ intenté mantener la calma en mi voz, aunque él me hacía sentir cada vez más nerviosa.

Fue entonces cuando entendí: Hunter seguía bajo los efectos del poder de Derek. Sus emociones estaban distorsionadas, y su ira parecía amplificada. Tenía que calmarlo antes de que algo peor sucediera.

Hunter me miró fijamente, su respiración era entrecortada, como si una batalla interna se desatara dentro de él. Sus ojos, oscilando entre un azul celeste y destellos carmesí, parecían incapaces de decidir si debía controlarse o dejarse llevar.

Me armé de valor y me acerqué un paso, poniendo una mano en su pecho. Podía sentir la fuerza de su latido, irregular y frenético.

ㅡHunter ㅡsusurré, tratando de anclarlo a la realidadㅡ, quiero que me beses.

Él cerró los ojos, dejando escapar un bufido cargado de frustración. Cuando volvió a abrirlos, su mirada estaba teñida de deseo. Me estremecí, aunque no aparté mi mano.

Se inclinó hacia mí, acortando la distancia entre nuestros rostros. Mi corazón latía desbocado, pero intenté mantener mi compostura. Alzó una mano, rozando con sus dedos mi mandíbula, y un escalofrío recorrió mi espalda.

ㅡ¿Estás segura de lo que estás pidiendo, Abby?ㅡ susurró, su voz baja y ronca, estaba cargada de una tensión que electrizaba el aire entre nosotros.

Asentí.

Una sonrisa torcida apareció en sus labios, oscura y deliciosa. Su mano bajó por mi espalda, deteniéndose justo donde podía sentir su fuerza contenerse, como un depredador jugando con su presa. Y entonces, sin previo aviso, cerró la distancia, capturando mis labios con los suyos.

El beso era feroz, desesperado, como si estuviera volcando toda la batalla que ardía en su interior. Su otra mano enredó mis cabellos, tirando suavemente para alzar mi rostro hacia él mientras su cuerpo se inclinaba más cerca, envolviéndome. Cada caricia, cada roce, era como un incendio que amenazaba con consumirnos.

De repente, Hunter se apartó apenas unos centímetros, con sus ojos brillando con una intensidad peligrosa.

ㅡEsto... no debería estar pasandoㅡ murmuró, pero sus acciones desmentían sus palabras mientras volvía a buscarme, esta vez con menos control.

Sin previo aviso, me tomó de la cintura y, con una suavidad que contrastaba con su urgencia, me guió hacia el suelo. Apenas noté el frío del piso porque su cuerpo, firme y ardiente, se posicionó encima del mío, envolviéndome por completo. Su boca encontró la mía con un fervor desmedido, como si temiera que cualquier interrupción pudiera arrebatarnos ese momento.

Sus manos se deslizaron por mi costado, trazando cada curva con una mezcla de adoración y desesperación. Mi respiración se volvió errática al sentir el roce de sus dedos en mi piel, apenas separados por la tela de mi ropa, mientras sus labios abandonaban los míos para explorar con suavidad mi cuello, dejando un rastro ardiente a cada paso.

En ese instante, la puerta se abrió de golpe, estrellándose contra la pared. Derek y Zac entraron con urgencia, rompiendo el momento en pedazos.

¡Hunter, aléjate de ella!ㅡ exclamó Zac, su voz fue firme, pero con un atisbo de incredulidad al vernos.

Derek cruzó la habitación con pasos largos y decididos. Sin vacilar, sujetó al Vampiro por el brazo con una fuerza que hizo que este gruñera, más por el desafío que por dolor. Hunter se giró hacia él con los dientes apretados, sus ojos oscilando nuevamente entre ese azul etéreo y el carmesí ardiente.

ㅡVoy a llevarte a la Antártida a que te des una maldita ducha con hielo junto a los pinguinosㅡsoltó Derek.

Bueno. Lo caótico ya había terminado. Aunque no estaba segura si estaba realmente feliz por ello.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top