Capítulo 23: No quiero olvidarlo
Apenas cruzamos el umbral de la cabaña, algo helado recorrió mi espalda. Allí estaba ella. Una vampira encadenada, atrapada bajo gruesas cadenas de acero que se entrelazaban como un macabro nudo alrededor de sus extremidades. Pesadas anclas adornaban sus tobillos, lo suficientemente robustas como para sujetar a un gigante. Su cuerpo estaba reclinado sobre una vieja silla de madera, con la cabeza ladeada y el cabello negro azabache cayendo como un velo desordenado sobre su rostro. A primera vista parecía inconsciente. Las sombras de la habitación jugaban sobre su figura, resaltando los cortes y hematomas que adornaban sus brazos desnudos.
—¿Cómo fue que lo lograste? —preguntó Zac con evidente asombro en su voz mientras avanzaba con cautela hacia la vampira.—literalmente Derek estuvo buscando por horas.
—Le tendí una trampa. No es demasiado inteligente.
—Tiene un aspecto terrible —comentó Derek mientras se acercaba para inspeccionarla.
Mi corazón latía frenéticamente. Temía que despertara de un momento a otro y pudiera hacerles algo, ellos estaban realmente cerca.
—Necesito saber si fue ella quien atacó a la hermana de Adam —respondí con más valentía de la que realmente sentía.
Tres pares de ojos me miraron como si acabara de proponer algo absurdo.
—Por favor —supliqué, sintiendo cómo mi garganta se cerraba—. Necesito saber qué le ocurrió.
Hunter gruñó algo ininteligible, claramente frustrado. Zac bajó la mirada, y Derek, con un suspiro teatral, se acercó a la vampira y le soltó una sonora bofetada.
El sonido resonó en la cabaña, haciendo eco entre las paredes.
—Despierta, bestia horrenda —dijo Derek, con su característico tono burlón—. Tenemos preguntas antes de que abandones este mundo.
La vampira se sobresaltó, sus ojos oscuros se abrieron de golpe. Eran como dos pozos sin fondo que destilaban odio puro.
—¡Suéltame, asqueroso lobo! —chilló con una mezcla de indignación y desesperación, retorciéndose bajo las cadenas que la mantenían inmóvil.
Derek sonrió, sin molestarse en disimular su diversión.
—¿Te gusta matar por placer, vampirita? —se burló mientras apretaba más las cadenas, haciendo que estas chirriaran.
Ella soltó una risa siniestra, sus colmillos brillaron bajo la tenue luz de la lámpara que colgaba del techo.
—¿Comida en este lugar? Qué bien... —murmuró, dirigiendo su mirada directamente hacia mí.
El aire en mis pulmones se detuvo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, pero antes de que pudiera procesarlo, Hunter avanzó y le soltó un fuerte golpe en la mandíbula.
El impacto sonó seco, pero ella apenas pareció inmutarse.
—Serás comida de lobo si no cooperas —advirtió Derek, endureciendo la voz—. ¿Quién eres y qué haces aquí?
La vampira escupió sangre en el suelo, riéndose entre dientes.
—Tu asquerosa sangre híbrida me repugna como no tienes idea. Mátame de una maldita vez.
—Ah, ya basta. —Derek la giró bruscamente para que lo mirara de frente, sus ojos bicolores brillaron con intensidad—. Vamos a amplificar un poquito tu honestidad, ¿te parece?
Ella lo miró confundida, pero poco a poco su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y miedo.
—¿Qué clase de perro asqueroso eres tú?
—Uno que tiene muy poca paciencia. —Derek sonrió de medio lado—. ¿Quién eres y qué haces aquí?
—Los Convertidos... —La palabra salió entre balbuceos mientras intentaba resistirse a la influencia de Derek—. El gobernador... nos ordenó matarlos a todos. Convertidos como tú... como él... —Miró a Zac con desdén.
Derek apretó los dientes.
—Entonces eres parte de su cacería anual —murmuró con desprecio—. Definitivamente no vale la pena que sigas con vida.
Volvió su atención hacia mí.
—Abby, ¿tienes una foto de la chica?
Mis manos temblorosas buscaron en mi teléfono hasta encontrar una imagen de Adam, su hermana y yo. Hice zoom en el rostro de la pequeña. Hunter se acercó a recibir mi teléfono y se lo enseñó a la Vampira.
—¿Atacaste a esta chica? —preguntó Hunter, mostrando la pantalla a la vampira.
Ella arrugó el entrecejo, visiblemente molesta.
—El maldito lobo apareció antes de que pudiera alimentarme. Perdí algunos dedos por su culpa.
Mi corazón desenfrenado encontró un poco de calma en aquella confesión. Adam no había sido el responsable del ataque a Sophia.
—¿Qué hacemos? —preguntó Derek, mirando a Hunter, quien parecía absorto en sus pensamientos.
Hunter suspiró, cruzando los brazos con firmeza.
—La matamos.
La vampira soltó una carcajada.
—Hunter Reynolds... —susurró con una sonrisa siniestra—. El favorito del gobernador. Qué ironía. Cómo no me di cuenta antes de quién eras...
ㅡ¡Hunter, mátala de una vez o lo haré yo! ㅡexclamó Derek, con fastidio.
Hunter se giró hacia él, con una calma inquietante en el rostro.
—No, Derek. Tú mantén tus manos limpias el mayor tiempo posible.
La respiración se me volvió entrecortada, el pánico estaba apoderándose de mí. Todo lo que estaba pasando era simplemente aterrador. La tensión en la habitación era tan espesa que parecía materializarse en el aire, oprimiéndome el pecho. Hunter se acercó más a la vampira, sus movimientos eran calculados, mientras ella lo observaba con una mezcla de desafío y burla. Pero antes de que pudiera dar el golpe final, Zac se interpuso, colocando una mano firme en su hombro.
ㅡ¿Qué haces Zac? ㅡpreguntó Hunter, algo agitado.
Zac lo miró con una serenidad que contrastaba con el caos.
—No querrás que ella te vea hacer esto, ¿verdad? —Señaló con un leve movimiento de cabeza hacia mí. Sus ojos se encontraron con los míos solo por un instante, pero fue suficiente para que sintiera un nudo en el estómago—. Además, ya he matado antes. No será diferente esta vez.
Hunter lo observó durante unos segundos que se sintieron eternos antes de asentir lentamente.
Di un paso atrás instintivamente, pero mi mirada se quedó fija en ellos, incapaz de apartarla. No podía cerrar los ojos ni escapar de lo que estaba a punto de suceder. Todo ocurrió demasiado rápido: Zac golpeó a la vampira con una fuerza brutal, haciéndola gruñir, y en cuestión de segundos, giró su cuello con una facilidad escalofriante, como si fuera una muñeca.
El grito desgarrador de la vampira resonó en la cabaña, pero lo que realmente me estremeció fue el repentino bloqueo de mi vista. Hunter se colocó frente a mí y sus ojos se mantuvieron fijos en los míos, bloqueándome todo lo demás.
—Mírame, Abigail —ordenó, con tono suave pero firme.
Mi corazón latía con tal fuerza que sentía que iba a explotar, y no podía mover un músculo. Solo los gritos y los crujidos a mis espaldas me confirmaban que la escena no había terminado aún.
Cuando todo finalmente pareció acabar, mi cuerpo seguía congelado en el mismo lugar. Estaba en estado de shock, con mi mente intentando procesar lo que acababa de suceder. Escuché pasos alrededor de mí: Derek y Zac movían el cuerpo sin vida, trabajando en limpiar el desastre. Pero Hunter permanecía frente a mí, su mirada no me abandonaba ni por un segundo.
—Hay que borrarle la memoria —anunció de repente.
El ruido de los pasos cesó. Zac y Derek se acercaron, dirigiéndonos su atención.
—No quiero que me borres la memoria... —murmuré casi sin voz, como si las palabras apenas encontraran el camino hacia el aire.
Hunter arqueó una ceja, pero su rostro permaneció impasible.
—No me interesa —espetó sin rodeos—. Sabes demasiado y esto ya es mucho para ti. Es mejor que olvides todo esto.
Negué con la cabeza, sintiendo cómo mis ojos se llenaban de lágrimas.
—Te he dicho que no quiero olvidarlo.
Una risa amarga escapó de sus labios.
—¿Y qué ganas con recordar? Solo mira lo asustada que estás.
Lo miré directamente a los ojos.
—A ustedes... No quiero olvidarme de ustedes. Y quiero recordarlo todo, por favor no me fuerces a olvidarlo.
Hunter parecía debatirse internamente, pero finalmente dejó salir un bufido exasperado.
—Si lo hago estarás mejor; tu vida volverá a la normalidad. Y créeme, una vez que esos recuerdos desaparezcan, será como si nunca nos hubieras conocido. No te dolerá.
—Maldita sea, Hunter —dije, apretando los puños—. He dicho que no quiero olvidarlo.
Él abrió la boca para responder, pero Derek intervino antes.
—¿No crees que estás siendo algo injusto? —preguntó con una media sonrisa irónica—. Ella tiene derecho a elegir. Además, ni siquiera nos has preguntado si nosotros queremos que nos olvide.
Hunter rodó los ojos, claramente irritado.
—Propongo democracia. —Derek levantó una mano como si estuviera en una reunión escolar—. Que alcen la mano quienes crean que lo correcto es que Abby olvide todo.
Hunter levantó una mano... y luego la otra, como si eso fuera válido.
—No jodas, Reynolds, solo vale una —bufó Derek. Miró a Zac y a mí—. Ahora, quienes crean que debe recordar, levanten la mano.
Derek fue el primero en alzarla, seguido de Zac. Tragando saliva, levanté la mía también, sintiéndome como una niña pequeña bajo la mirada fulminante de Hunter.
—Entonces ya está decidido —anunció Derek con una sonrisa de satisfacción—. Borrar memorias queda oficialmente descartado.
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