Capítulo 19: Inconvenientes
Derek y Zac llevaban rato hablando en susurros sobre un nuevo vampiro en el pueblo. La conversación parecía intensa y, por alguna razón, ambos se mantenían a cierta distancia de mí, como si quisieran excluirme deliberadamente.
Mi paciencia se estaba agotando. ¿Qué problema habría en que me enterara? Después de todo, ya sabía bastante sobre ellos. ¿Qué podía cambiar con un poco más de información? Pero, a pesar de mi creciente curiosidad, decidí no insistir.
De pronto, Zac se acercó al sofá donde yo estaba recostada. Me enderecé un poco, dejando espacio para que se sentara. Noté que Derek había desaparecido, como siempre, con esa velocidad inhumana que hacía parecer que se desvanecía en el aire.
—¿Qué ocurre? —pregunté, cruzándome de brazos.
Zac me miró con una sonrisa algo tensa.
—No es algo bueno... —respondió, aunque su expresión contradijera sus palabras.
—Entonces, ¿por qué sonríes? —arqueé una ceja, desconcertada.
—No lo sé, creo que es mejor así.
Sus respuestas vagas empezaban a irritarme, pero me contuve.
—¿Qué es lo que pasa? —insistí.
Zac bajó la mirada, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado.
—Ya lo escuchaste, hay un nuevo vampiro en el pueblo —confesó—. Y no ha venido con buenas intenciones.
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Su tono cambió de ligero a sombrío, llenando la habitación de una tensión palpable.
—No está siendo discreto. —Zac suspiró y continuó—. En el hospital han llegado pacientes con heridas extrañas, completamente desorientados. Algunos ni siquiera logran sobrevivir. Niños, adultos, ancianos... Está haciéndose notar a propósito.
El relato me dejó helada. Mi mente no pudo evitar conectar los puntos: ¿podría el nuevo vampiro estar relacionado con el ataque a la hermana pequeña de Adam?
—No tienes que preocuparte —intervino Zac, suavizando su tono al notar mi expresión. Me dedicó una sonrisa tranquilizadora que, sin embargo, no logró calmarme del todo—. Derek fue tras él, y estoy seguro de que Hunter no dejaría que te pasara nada.
—La hermana de Adam fue atacada de forma misteriosa. Adam cree que ha sido su culpa, pero... ¿es posible que haya sido el Vampiro y que él haya intentado defenderla?
Los ojos de Zac se abrieron con asombro. Lo vi tragar saliva con dificultad.
—Es posible. Podremos comprobarlo cuando lo atrapemos.
—¿Aún sigues aquí? —interrumpió una voz familiar y, para nada amable.
Hunter apareció en la entrada, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Sin esperar respuesta de mi parte, ordenó:
—Vamos, te llevaré a tu casa.
Zac se levantó de inmediato, interponiéndose.
—No es necesario, yo puedo llevarla.
—No. —Hunter no dejó espacio a discusión—. Es tarde, y no debería estar aquí.
—Hunter, si estás así por lo de antes yo... —empecé a decir, pero él me cortó de inmediato.
—Calla, Abigail. No pasa nada.
Quedé boquiabierta. ¿En serio se había atrevido a callarme? Antes de poder responder, algo me distrajo: una mujer entró en la cabaña. Pero no era cualquiera, era la aquella misma que había visto en el bus la primera vez que vi a Zac, la misma que desapareció de forma inexplicable. Recordaba su apariencia mucho más aterradora la primera vez, ahora parecía algo más humana, pero algo en su apariencia no dejaba de perturbarme.
—¿Quién es ella? —pregunté, entre asombrada y alarmada.
Hunter y Zac se tensaron al instante. La mujer, con una sonrisa siniestra, parecía disfrutar de su incomodidad. Zac fue el primero en reaccionar.
—¡Fuera de aquí! —espetó, con voz firme y cargada de enojo—. Te advertí que te largaras y no regresaras.
Pero en lugar de asustarse, la mujer comenzó a cambiar. Sus ojos se tornaron blancos, y su piel, antes suave y pálida, se deshizo, dejando a la vista un esqueleto aterrador. Sus labios se movieron, murmurando palabras incomprensibles mientras avanzaba hacia mí.
Me quedé paralizada hasta que Hunter tiró de mi brazo, pegándome contra su pecho.
—No la mires a los ojos —me susurró al oído.
Intenté apartarme, pero él me sujetó con fuerza.
El ambiente se llenó de un chillido ensordecedor, y luego, como si nada, la mujer desapareció. Todo quedó en un silencio inquietante, interrumpido solo por mi agitada respiración.
—¿Qué ha sido eso? —pregunté, alejándome por fin de Hunter.
—Un fantasma —respondió Zac con naturalidad.
Abrí los ojos como platos.
—¿¡Fantasma!? ¿Cómo es posible? Yo... yo no debería poder ver fantasmas.
—Quizás sí lo has hecho, pero no lo notaste —explicó Zac—. Algunas personas tienen la habilidad de verlos, aunque no sean conscientes de que lo hacen.
—Suficiente charla —interrumpió Hunter—. Vamos, te llevaré a tu casa.
Caminamos en silencio por el bosque. Hunter parecía más molesto de lo normal, y yo no sabía si debía preguntarle qué le pasaba. Al final, fue él quien rompió el silencio.
—¿Quieres que te cargue? —preguntó, aunque sonaba más como una orden.
—No, gracias.
—Llegaríamos más rápido.
—No es una gran distancia, está bien.
—Bien —me interrumpió, acelerando el paso—. Pero apúrate. Serías una presa tentadora para el nuevo vampiro.
—¿También sabes sobre él? —inquirí, tratando de mantenerme a su ritmo.
Hunter me lanzó una sonrisa de lado.
—Sé que le gusta morder chicas curiosas, bajitas, castañas y que nunca paran de hablar.
Gruñí, acelerando el paso.
—¡Pues tienen gustos parecidos! —murmuré.
Hunter rió, y yo no pude evitar sonreír. Idiota.
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No tuve problemas para llegar a casa, afortunadamente. Papá trabajaría esa noche y no había nadie más en casa. Bárbara llevaba unos días quedándose donde una de sus amigas y Katherine difícilmente se asomaba para saber de mí, así que prácticamente era como estar a solas.
Subí a mi habitación y entré directamente al baño para darme una ducha rápida. El agua caliente fue un alivio, relajando la tensión acumulada en mis músculos. Me cambié al pijama, lista para finalmente descansar, pero al regresar al cuarto, me llevé una sorpresa.
Hunter seguía allí, cómodamente instalado en el pequeño sillón junto a la ventana.
—¿Por qué no te has puesto el pijama de ositos? —dijo, mirándome de pies a cabeza.
Rodé los ojos, cruzándome de brazos.
—No me hables de ese pijama —murmuré, sintiendo cómo mis mejillas ardían al recordar aquella humillación—. Por cierto, ¿por qué sigues aquí?
—Vine a quedarme —contestó con demasiada tranquilidad—. No voy a arriesgarme a que el nuevo vampiro se acerque a ti.
¿Se estaba preocupando por mí... o simplemente no quería perder su fuente de alimento? Sentía un revoltijo de emociones en ese instante.
Cuando volví a mirarlo, él estaba hojeando una de las revistas que tenía esparcidas por el suelo. Eran revistas antiguas que tenía desde niña, y que me gustaba mirar antes de dormir. Era una nueva costumbre que había adquirido para evitar quedarme con el celular hasta hartas horas de la noche.
—Hasta que Derek lo atrape, me quedaré contigo —añadió, pasando una página como si nada. Luego señaló algo en la revista—. Oh, mira, es un chiste de vampiros. ¡Y aquí está tu querido Edgardo Cullen!
Puse los ojos en blanco, exasperada. ¿Por qué le mencioné le había mencionado a Hunter la película de vampiros? Había sido un grave error.
—No cambies de tema, Hunter. No creo que sea buena idea que te quedes aquí... será incómodo, ¿entiendes?
Él ni siquiera levantó la vista.
—¡Un test para saber qué tipo de vampiro soy! —exclamó sarcásticamente—. Al fin sabré la respuesta después de siglos.
Su tono de burla me hizo sonreír a pesar de todo. Suspiré, resignada, y apagué la luz principal, dejando encendida solo la lámpara de la mesita de noche antes de meterme en la cama.
Mientras me acurrucaba bajo las sábanas, un pensamiento cruzó mi mente. Hunter no había bebido sangre en todo el día; después de lo que pasó con Adam, yo no se lo había permitido.
—Hunter... —dije, mi voz apenas un murmullo—. Tú vas a... ¿beber mi sangre?
Me removí incómoda, cubriendo mi rostro con las sábanas.
Hubo una pausa antes de que él soltara una risa baja, dejando la revista en el suelo.
—Ya tomé un poco prestada del banco de sangre—respondió con una sonrisa ladeada—. Estoy bien por ahora. Además, tu noviecillo ha dicho que no debería morderte o enfermarás. Es lo único elocuente que ha salido de su boca.
Hunter seguía pensando que Adam era mi novio. ¿Era ese el momento adecuado para aclarar la situación? Estuve a punto de hacerlo, pero me interrumpió.
—No has dejado de mirarme, ¿qué pasa?
Era verdad. Me había distraído en mis pensamientos, y también en observarlo a él.
—Por nada...
—Dilo.
—Bueno... es que tengo una pregunta.
—¿Qué pregunta?
Su disposición a escucharme me tomó por sorpresa. Normalmente no era tan accesible.
—¿Qué sientes al beber mi sangre?
Hunter frunció ligeramente el ceño.
—¿Por qué la curiosidad?
Me removí bajo las mantas, exponiendo solo la cabeza.
—Puedes beber la sangre de cualquiera. Y sé que tenemos el pacto, pero también sé que eres un cazador... podrías conseguirlo de otras maneras.
Él desvió la mirada, como si mi pregunta lo hubiera incomodado, aunque su expresión seguía siendo inescrutable.
—En lo que he vivido hasta ahora, creo que he hecho todas las cosas que te podrías imaginar para conseguir sangre directamente de una persona. Sin embargo, sobre tu pregunta... la respuesta es, placer.
Su respuesta me dejó helada por más de un motivo. No sería fácil para mí conciliar el sueño esa noche. Sentía que había dicho mucho, pero a la vez nada.
ㅡY por cierto, en cuanto al vampiro nuevo, no te preocupes. Derek lo encontrará pronto. Y sobre los fantasmas... Has vivido toda tu vida hasta ahora sin saberlo, así que no creo que eso cambie mucho ahora que lo sabes.
Mi mente divagó por un momento. Probablemente esa era la razón por la que, las pocas veces que había visitado un cementerio, había visto a tantas personas deambulando. Probablemente hasta había charlado con algunos de ellos sin darme cuenta.
ㅡ¿Te puedo pedir algo estúpido, Hunter?ㅡlevanté la vista hacia él, buscando su mirada.
ㅡ Dime.
Mordí mi labio, dudando. Era una idea algo infantil, pero, ¿qué podía perder? Además, él estaba particularmente accesible aquella noche.
ㅡCuando era pequeña y no podía dormir, mi hermano solía contarme cuentos. ¿Podrías... leerme algo? O inventar una historia.
Se hizo un silencio que se sintió eterno. Estaba casi segura de que se negaría.
ㅡ ¿Qué tienes en tu biblioteca?
Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Aunque la verdad, mi "biblioteca" dejaba mucho que desear. La mayoría de mis libros eran digitales, cortesía de mis largas noches en aplicaciones de lectura. En mi cabeza, claro, soñaba con una biblioteca inmensa y polvorienta, llena de historias atrapadas en páginas desgastadas.
ㅡPreferiría que inventaras algo tú, vamos, eres un Vampiro que ha vivido casi de todo, ¿no?ㅡme burlé.
Hunter se encogió de hombros, su expresión era neutral pero algo entretenida.
ㅡ ¿Te sabes el de Los tres Vampiros y Ricitos de Oro?
Lo miré incrédula, pero divertida.
ㅡ ¿Es en serio?
Él asintió, con una pequeña sonrisa.
ㅡNo prometo que tenga un final feliz.
ㅡ Ya veo... me gustan ese tipo de historias. Pero prefiero una de vampiros más realista. Contada por un vampiro de verdad.
ㅡ Tienes gustos extraños...
ㅡPor favor, ¿puedes hacerlo?
Hunter me observó fijamente, con esa expresión suya que siempre me hacía preguntar qué pasaba por su cabeza.
ㅡ De acuerdo...
Me acomodé un poco más en la cama, expectante.
ㅡEsta historia empieza hace muchos años, en un lugar frío y bastante lejos de aquí. El único lugar en el mundo poblado solo por vampiros...
ㅡ¿Cómo se llama el lugar?
ㅡPuede tener el nombre que quieras, no es importante.
ㅡPero en una historia todo ha de tener nombres...
ㅡPuedo determe, lo sabes, ¿no?
ㅡBueno, ya me callo... por favor, continúa ㅡ dije con una sonrisa divertida, acomodándome mejor en la cama.
Hunter me lanzó una mirada de ligera exasperación antes de retomar la historia, como si estuviera considerando qué tanto debía contar. Finalmente, se aclaró la garganta.
ㅡPonle el nombre que quieras al lugar, lo importante aquí es la historia de un vampiro... uno sumamente idiota e inexperto. Su nombre era...
Miré a Hunter expectante, esperando que soltara un nombre, pero parecía que la tarea realmente le estaba costando.
ㅡWillㅡsolté. Hunter asintió.
ㅡEntonces...Will... Will estaba rodeado de vampiros que lo querían y apreciaban mucho, pero él era demasiado estúpido para darse cuenta de lo que tenía a su alrededor. Siempre buscaba más, nunca era suficiente.
La historia de un vampiro ambicioso. Eso sonaba interesante. Pero lo que añadió a continuación en la historia me sacó de mis casillas por completo.
ㅡWill iba en su quinto divorcio cuando se dio cuenta de que nunca amó a nadie de verdadㅡMe tapé la boca para contener la risa. Su tono, aunque serio, no podía esconder lo absurdo del relatoㅡ. Lo único que se sentía suficiente para él era destacar... de la forma en que fuera posible. Así que trabajó duro y se volvió muy poderoso, pero eso trajo graves consecuencias para las personas que quería, y él fue muy desconsiderado.
Acaba de descubrir algo nuevo sobre el Vampiro; Hunter realmente era pésimo contando historias y tratando de usar su imaginación.
ㅡ ¿Y qué pasó al final? ㅡ pregunté suavemente.
ㅡ¿Al final de todo? Pues...ㅡse quedó en silencio unos segundos, tratando de buscar las palabras adecuadasㅡ, tuvo su merecido. Cuando conoció a una humana llamada...
ㅡ¿Walda? ㅡsugerí. Me estaba divirtiendo bastante.
ㅡWalda... sí... Se enamoró de alguien que jamás podría merecer. Además, Walda ya estaba en una relación... con... un... Hombre Unicornio.
Cielos. Hunter era realmente increíble.
ㅡ¿Esto es... una especie de confesión?ㅡ musité, entre nerviosa y segura a la vez.
Hunter no pareció sorprendido por mi deducción. Tampoco se molestó. En lugar de responder, se levantó del sofá y caminó hacia la cama, acuclillándose a mi altura. Su mirada, intensa y llena de algo que no podía descifrar, se encontró con la mía.
ㅡYa deberías estar dormidaㅡfue todo lo que dijo antes de desaparecer de mi vista, tan rápido que apenas pude parpadear. Pero, aunque no lo viera, sabía que aún estaba ahí, cuidándome desde las sombras.
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