Capítulo 18: Quédate conmigo

Él apenas podía hablar. Nunca antes lo había visto tan devastado, y no era para menos; la vida de su hermana pequeña estaba en peligro.

Mientras lo abrazaba, Adam se aferraba a mí con desesperación, como si yo fuera su único refugio. Su cuerpo temblaba con cada sollozo, y su voz se quebraba al repetirse una y otra vez que era su culpa, que no merecía perdón.

—¿Dónde están tus padres? —pregunté en un susurro, acariciando suavemente su cabello para calmarlo.

—En la sala de espera…—murmuró, con los ojos clavados en el suelo, como si cargar con mi mirada fuera demasiado para él.

—Tenemos que ir con ellos —dije, con un tono suave, mientras le acariciaba la mejilla húmeda por las lágrimas.

Adam negó lentamente con la cabeza, apretando los labios.
—Soy un monstruo... No puedo volver con ellos.

—Adam, necesito que me cuentes lo que ocurrió—intenté con todas mis fuerzas que mi voz sonara firme.

—Yo... No estoy seguro… no lo puedo recordar…—Su voz se quebró de nuevo, y sus manos cubrieron su rostro.

—Ven. —Tomé su mano con delicadeza y lo guié hacia un sitio más solitario. Su resistencia era mínima; parecía roto, más vulnerable de lo que jamás imaginé. Me dolía verlo así, tan deshecho y  ajeno al Adam que conocía.

—No puedo ver a mis padres. No... no todavía —susurró, mirando hacia algún punto invisible.

Suspiré con tristeza.

—Entonces iremos a mi casa.

━━━━━━━━━※━━━━━━━━━

—¿Qué ocurrió? —La voz de papá resonó en la entrada, cargada de preocupación.

Era sábado y tenía el día libre. Su presencia me hizo sentir un poco más segura para manejar la situación.
Adam seguía cabizbajo, con el semblante ligeramente más tranquilo que antes, pero aún distante.

—Espérame en la cocina, ¿sí? —le pedí en voz baja. Asintió sin protestar y se alejó como si arrastrara una pesada carga.

Cuando ya no pudo oírnos, me giré hacia mi padre.

—La hermana pequeña de Adam está grave en el hospital—le solté de golpe.
Papá llevó una mano a su barbilla, visiblemente impactado.

—¿Qué pasó?

—No sé los detalles. Adam no me ha contado mucho... está realmente afectado.

—¿Y sus padres?

—Están en el hospital —respondí.

Papá no lo pensó dos veces antes de decidir que iría a verlos. La madre de Adam y mi padre habían sido compañeros de clase en la escuela durante muchos años, manteniendo una relación cercana, seguramente querría estar allí para apoyar en la situación.

Cuando se fue, la casa quedó en silencio. Solo estábamos Adam y yo.

Fui hasta la cocina, donde lo encontré de pie frente al fregadero, sosteniendo un vaso de agua con manos temblorosas. Sus nudillos estaban blancos por la presión que ejercía sobre el cristal.

—¿Quieres hablarme de lo que pasó? —pregunté, con un tono suave, tratando de no hacerlo sentir más vulnerable de lo que ya estaba.

Adam inhaló profundamente antes de responder, como si las palabras fueran espinas que desgarraban su garganta al salir.

—No sé cómo pasó. Solo sé que desperté en su cuarto... y ella estaba... estaba completamente herida —dijo, apretando los labios al recordar—. Había tanta sangre... por todos lados.

Sus ojos se nublaron, y su voz se quebró.

—¿Cómo crees que sucedió? —pregunté con cautela.

—¡Por supuesto que debí ser yo! De alguna manera… Aunque no entiendo cómo.

Mi pecho se contrajo al escuchar aquello. Algo no cuadraba. Adam estaba llevando un tratamiento. Derek lo estaba vigilando de cerca, además, ¿cómo pudo fallar algo así?

Sin pensarlo mucho, me acerqué y lo rodeé con los brazos, buscando darle algún tipo de consuelo.

—Creo que lo mejor es esperar a ver qué dicen en el hospital. Si fue un ataque, ellos lo sabrán, pero también puede que haya sido alguna otra cosa.

—Les conté a mis padres lo que soy —dijo de repente, su voz ahora apenas era un murmullo.

—¿Qué dijeron?

—No me creyeron. Pensaron que estaba delirando por ver a mi hermana en ese estado.

Me apoyé en su pecho, sintiendo el ritmo desbocado de su corazón.
—Lo siento mucho, Adam.

Estuvimos un rato más en la cocina. Fue difícil convencerle para que tomara un descanso y se recostara en mi habitación. Su apariencia de cansancio y desgano era monumental.

Cuando finalmente logré que se recostara en mi cama, me miró con ojos cargados de dolor y vulnerabilidad.

—¿Te quedarías conmigo? No quiero estar solo...

Por un instante, dudé. Pero luego asentí. Este no era el momento para debates internos.

Me acosté a su lado. Su brazo rodeó mi cintura mientras su calor envolvía el frío que llevaba por dentro. Dibujé pequeños círculos en la palma de su mano, buscando calmarlo, hasta que finalmente su respiración se volvió más lenta y profunda.

El agotamiento terminó ganándome también, y pronto, el sueño me llevó junto a él.

━━━━━━━━━※━━━━━━━━━

Desperté a regañadientes. No porque quisiera abrir los ojos, sino porque algo o alguien no me dejaba en paz. Mis protestas iniciales murieron rápidamente cuando un pensamiento aterrador cruzó mi mente: ¿y si era mi padre? ¿O peor aún, Katherine? Estarían en llamas si descubrieran a Adam y a mí juntos en mi cama, sin importar que no hubiera ocurrido nada más allá de un inocente sueño compartido.

—Veo que te estabas divirtiendo —escuché una voz conocida que, como siempre, sonaba tan molesta como su dueño. — Si ya despertaste ¿Puedes prestarme atención y salir de ahí ahora?

Fruncí el ceño al reconocer a Hunter, quien me observaba con los brazos cruzados y una evidente expresión de molestia.

—¡Guarda silencio! —espeté en un susurro apurado—. Podrías despertarlo.

Él rió suavemente, como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.

—¿Despertarlo? Por favor, está roncando. Ni una estampida lo sacaría de ese estado. Y bueno, supongo que al lado tuyo, estaba durmiendo bastante bien.

Suspiré y rodé los ojos. Hunter se comportaba como un insoportable, pero mi prioridad del momento era mantener la calma y evitar que Adam despertara y se encontrara con el Vampiro.

—¿Qué quieres, Hunter? ¿Por qué vienes justo ahora? —le pregunté, tratando de no perder los estribos.

Su respuesta fue un bufido acompañado de una mirada severa.
—Hablaré contigo cuando salgas de esa cama y los asquerosos brazos de ese perro no te estén tocando.

Con otro suspiro rodé los ojos. A este paso, terminaría mareada de tanto hacerlo, pero no me quedó más remedio que obedecer. Si Hunter seguía fastidiando, Adam podría despertar, y eso sería un desastre mayor. Me levanté con cuidado y me acerqué al Vampiro, quien no ocultaba su desdén.

¿Acaso me estaba haciendo una maldita escena de celos?

—¿Ya está mejor, mi señor? —dije con sarcasmo, acompañando mis palabras con una exagerada reverencia.

Hunter ni siquiera se molestó en responder a mi burla.

—¿Qué pasó con Derek? —espetó, directo al punto.

Mis ojos se abrieron de golpe y el corazón se me aceleró.

—¿De qué estás hablando? —intenté fingir desinterés, pero mi voz sonó demasiado tensa.

Hunter me miró fijamente, sus ojos tornándose a un azul más oscuro me estudiaron con intensidad. La habitación pareció llenarse de tensión mientras él permanecía en silencio, y una horrible sospecha cruzó por mi mente.

—¿Estás tratando de hipnotizarme? —le solté, irritada.

La comisura de sus labios se alzó en una sonrisa satisfecha.
—Así que te habló de mis poderes.

Rodé los ojos por enésima vez.
—Todos los vampiros pueden hacer eso.

Antes de que pudiera responderle, una voz interrumpió nuestro tenso intercambio.

—¿Abby?

Me giré rápidamente, encontrándome con los ojos adormilados de Adam. Mi mente quedó en blanco.

Santa. Mierda.

Hunter seguía allí, parado junto a mí, completamente tranquilo. Si su presencia no le preocupaba, entonces ¿qué demonios estaba pasando por su cabeza?

Adam se levantó con una facilidad desconcertante, colocándose a mi lado. Ahora yo estaba entre los dos. La situación perfecta para que todo se fuera al carajo.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó Adam, con una voz cargada de desconfianza.

Hunter, por supuesto, no pudo resistir la tentación de responder.

—"Él" tiene nombre, gracias por preguntar.

—Oh, claro. Tú eres el imbécil que no dejaba de mirar a Abby en la cafetería, ¿no?

Hunter no hizo más que poner los ojos en blanco.

—Tenía una bonita vista, ¿sabes?

—¡Hunter, basta! —interrumpí rápidamente, intentando calmar las aguas—. Mejor vete, por favor. No es un buen momento.

Pero Adam no estaba dispuesto a dejar las cosas así.
—No, él no se va hasta que ambos me expliquen qué está pasando aquí.

Hunter soltó una risa burlona antes de mirarme con sorna.
—Supongo que tendrás que explicárselo, Abigail. No te pediré ocultar nada.

Ahogué un gemido de frustración. ¿Qué ganaba Hunter al provocarme de esta manera? Además, de acuerdo a lo decía, ¿en serio estaba dispuesto a que le revelara toda la verdad a Adam?
Me giré hacia Adam, cuya mirada se mantenía fija en mí, cargada de expectativas. Inspiré profundamente antes de hablar, sabiendo que lo que iba a decir cambiaría todo.

—Adam...

—Te escucho, Abby.

Tragué saliva, sintiendo que las palabras me quemaban en la garganta. Por otro lado, me impresionaba la actitud de Adam. ¿Cómo no se volvía loco al estar frente a un vampiro? Su comportamiento no coincidía con lo que el sospechaba que había hecho hace unas horas atrás.

—Verás, Hunter es… un vampiro. —Suspiré con fuerza antes de soltar el resto, sabía que cualquier cosa que dijera desataría el caos—. Lo conozco desde hace poco tiempo y… a veces bebe de mi sangre.

Todo salió atropellado, como si escupiera los nervios junto con las palabras. Había sido demasiado directa.

Adam se quedó inmóvil por un segundo antes de ponerse rígido como un tronco.

—Entonces…— Su voz tenía un filo gélido. —¿Él es un vampiro y bebe de tu sangre?

Soltó una risa amarga que me hizo encoger. En serio estaba molesto.

—No me lo puedo creer… ¿Hace cuánto me ocultabas esto?

—Será mejor que tengas cuidado en cómo le hablas —intervino Hunter con su habitual descaro. Adam lo fulminó con la mirada, pero el vampiro apenas se inmutó—. Es más, deberías estar persiguiéndote la cola de felicidad porque, de no ser por mí, Abby jamás habría encontrado a Derek.

—¿Cómo? —Adam alzó ambas cejas con evidente incredulidad—. ¿Entonces… tú fuiste quien realmente la ayudó?

—Por supuesto que fui yo. ¿Quién más? —Hunter sonrió con suficiencia, como si estuviera esperando un aplauso.

Hunter, es suficiente—gruñí entre dientes, sin atreverme a mirar a Adam.
Adam no tardó en volver su atención hacia mí.

—¿Hay algo más que se te haya olvidado contarme, Abby?

Sentí una punzada de culpa clavándose en mi pecho. Me llevé una mano a la frente y negué con la cabeza. Claro que tenía razón para sentirse molesto. Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? Solo intentaba protegerlo.

Hunter no dejó pasar la oportunidad.
—Ya te lo dije, cuidado con cómo le hablas. No es culpa de ella que me fascine su sangre. Además, ¿quién te crees tú para increparla? Ella no ha hecho nada malo. ¿Mentirte? —bufó con desdén—. Eso no es nada comparado con lo que tú le has hecho.

Adam soltó una risa seca. —¿Por qué tengo la impresión de que a ti no solo te interesa su sangre? —Suspiró pesadamente antes de agregar—: Está bien, resolvamos esto ahora mismo, vampiro. Y que te quede claro: no quiero que te acerques a Abby. Si sigues bebiendo de ella, terminará enfermándose. Así que aléjate de ella por las buenas… o te las verás conmigo.

Hunter se cruzó de brazos y dejó escapar una carcajada burlona.
—¿Disculpa? Pues tendrá que ser por las malas, porque yo no pienso dejarla.

—¡No! —interrumpí con voz firme, deteniéndolos antes de que se lanzaran uno contra el otro—.Escucha, Adam. Hunter y yo tenemos una especie de pacto. Él me protege y yo le dejo beber… No es malo, relativamente. Pero el caso es que no tienes que involucrarte en esto. Estaré bien.

Adam apretó los puños, su mirada se encontraba oscurecida por una furia que no podía distinguir si era para Hunter o para mí.

—Tal vez sea mejor que me marche ahora. —Su voz era tensa, apenas un hilo entre sus labios apretados.

—Por favor, no te molestes… —Intenté sujetarlo por el brazo, pero se soltó con rapidez.

—No estoy enojado contigo, Abby. —Su expresión se suavizó, pero sus palabras seguían cargadas de emoción contenida—. Solo… necesito un momento para procesarlo, y honestamente, no continuará bien si me quedo aquí ahora. Nos vemos.

Antes de irse, me abrazó por la cintura y me plantó un beso en la cabeza. Su agarré duró bastantes segundos, y aunque no podía verlo, estaba segura de que él mantenía una ridícula mirada fija en el Vampiro mientras me sostenía.
Cuando finalmente salió, Hunter bufó desde la esquina.

—Al fin se marchó. No soportaba su asqueroso olor a perro.

—¡Hunter te has comportado como un completo idiota! —exploté al girarme hacia él.

Hunter frunció el ceño, claramente desconcertado.
—¿Y ahora a qué viene eso? Es un maldito hombre lobo, ya conoce a Derek. No le sorprendió en lo más mínimo que fuera un vampiro.

Cruzándome de brazos, le solté lo que tenía acumulado.
—La hermana menor de Adam está grave en el hospital. Está destrozado. Hasta piensa que fue su culpa. Vino conmigo porque se sentía realmente mal.

La respuesta de Hunter fue una daga fría.
—Claro. Y tú tenías que consolarlo acostándote con él, ¿no?

—¡¿Qué?! —Le miré, horrorizada—. ¡No digas estupideces! ¿Podrías intentar ser un poco más sensible, por una vez?

Él bufó, y su mirada cambió a esa chispa depredadora que me ponía los pelos de punta.

—Hazte a un lado el cabello.

—¡¿Qué?!

—Voy a beber. No será mucho.

Di un paso atrás, manteniendo la mirada fija en él, con una furia que quemaba mis palabras.

—No. Hoy no vas a beber ni una gota de mi sangre.

Hunter bufó, con esa mezcla de desdén y diversión que tanto me sacaba de quicio. En momentos así, no entendía cómo demonios me atraía ese maldito idiota sin corazón.

—No te estaba pidiendo permiso.

—¡Atrévete a morderme y te juro que te quedarás sin aliento! —le advertí, apretando los puños. Tenía una jugada interesante que pensaba poner a prueba, y Derek me había dado las agallas suficientes para hacerlo.

Él se permitió una sonrisa breve, casi burlona.
—¿Y cómo piensas hacer eso?

Mi ceño se frunció aún más.
—Ya estás advertido. La última vez te pasaste, y después de lo que has hecho hoy, no pienso dejar que me muerdas.

—Tú nunca me dejas morderte —dijo, alzando una ceja con evidente fastidio—. Siempre tengo que suplicarte o hacer algo a cambio. Ya no voy a caer en tu jue...

No lo dejé terminar. Impulsada por un arrebato, planté un beso fugaz en su mejilla. Fue un movimiento rápido, aunque se sintió casi eterno. Hunter se quedó rígido, como si hubiera dejado de respirar y sus ojos se abrieron enormes mirando a la nada.

Vaya. Literalmente lo había dejado sin aliento.

—¿Por... por qué hiciste eso? —logró preguntar tras unos segundos de absoluto silencio, con la voz cargada de incredulidad.

Me encogí de hombros como si no fuera gran cosa.
—Necesitaba hacer algo para dejarte aturdido. Veo que funcionó.

Él me observó, molesto pero aún algo descolocado. Su mandíbula se tensó antes de decidir retomar la conversación.

—¿Qué más pasó con Derek?

—Nada.

Sus ojos chispearon con una malicia que me puso los nervios de punta.

—Bien. Si tú no quieres contarme, Derek tendrá que hacerlo.

Mi mente se aceleró. ¿Qué sería capaz de hacerle Hunter para obtener respuestas?

—¡Hunter! —grité, sin pensar demasiado, y salté sobre su espalda justo cuando comenzaba a alejarse.

Esperaba que se detuviera, pero, por supuesto, no lo hizo. Saltó igualmente, consciente de que yo estaba aferrada a él. ¡Lo hizo de todas formas! Ahora estaba pegada a su espalda mientras corría a toda velocidad, y mi corazón latía desbocado, aterrada de caer.

Él me sujetó. Quizá había querido precisamente que lo siguiera. Había caído directo en su trampa.

No tardó mucho en detenerse. Y en muy poco tiempo ya estábamos en el bosque, frente a la cabaña.

—¿Por qué hiciste eso? —me espetó, visiblemente molesto—. ¿Qué acaso quieres morir?

Por sus palabras entendí que no me había querido traer consigo. Aún así, pudo haberme soltado, o haberse detenido antes para dejarme en el camino. Gruñí, aún aferrada a él.

—Podrías haberte detenido... llévame a casa —suspiré, resignada—. Por favor...

Ese "por favor" salió apenas como un susurro, pero sabía que él lo había oído perfectamente.

—No. Ahora tú y Derek me darán una buena explicación.

Antes de que pudiera insistir, la puerta de la cabaña se abrió de golpe, y Derek apareció corriendo hacia nosotros.

—¡Hunter! —exclamó, sin aliento—. ¿Has visto a Zac? No lo encuentro desde ayer.

Luego me vio y me guiñó un ojo con una aparente sonrisa despreocupada que parecía ensayada.

—Hola, Abby. Qué grata sorpresa tenerte aquí.

—No lo he visto —respondió Hunter, con una seriedad que contrastaba con la actitud relajada de Derek—. Pero tengo una pregunta que hacerles a ustedes dos.

Nos miró alternando entre ambos mientras sacaba un papel de su chaqueta. Lo desplegó con movimientos precisos y lo levantó frente a nosotros.

—¿Me pueden explicar qué significa esto?

—Oh, mierda... —musitó Derek, con un brillo de asombro en los ojos—. ¡Salgo tan guapo!

Yo, en cambio, pasé del asombro a la confusión. ¿Cómo habían publicado la revista tan rápido? ¿Y por qué Hunter tenía una copia?

Leí el encabezado: "Ven a vivir el amor en las playas de Panamá".

No podía ser. Allí estaba la foto, en portada. ¡De portada! Justo esa donde salía riéndome mientras miraba a Derek, como si fuéramos una pareja de ensueño. Pero, en realidad, me reía de las caras ridículas que él había puesto.

—Vamos a tener que reclamar esos cupones, Abby…—comentó Derek, todavía con la mirada fija en la revista.

—Y bien, ¿qué van a decir al respecto? —preguntó Hunter, con el ceño fruncido. Su voz estaba cargada de algo más que simple curiosidad.

Derek soltó una risa breve.
—¿Estás celoso?

—¿¡Celoso!? —Hunter puso los ojos en blanco con exageración—. Por supuesto que no. Solo quiero saber qué pasó.

Derek se encogió de hombros, aparentemente despreocupado.
—Ah, pues si ese es el caso, no hay problema en que te lo cuente. ¿Estás de acuerdo, Abby?

Lo miré horrorizada. ¿Qué pensaba decirle?

—¿Estás seguro? —pregunté, con la esperanza de que reconsiderara.

—Por supuesto. Hunter es como un hermano para mí y tiene que saber la verdad.

Derek adoptó una postura solemne, como si estuviera por entregar un discurso importante.

—Abigail y yo fuimos a la playa la noche anterior y bueno, las cosas se dieron y terminamos cogiendo... Fue algo que pasó, no pudimos evitarlo. Además, mírame, soy tan sexual, ¿cómo no hacerlo?

Mis ojos se abrieron como platos. ¿Qué acababa de decir? Si no supiera la verdad, probablemente habría caído en su actuación.

—¿¡Qué ustedes dos qué!? —exclamó Hunter, furioso, con los puños cerrados.

—Cogimos, Hunter —repitió Derek, imperturbable—. Follamos, en la playa, uno encima del otro, como conejos. ¿Lo entiendes o te hago un dibujo?

Antes de que pudiera intervenir, Hunter empujó a Derek contra la pared, sujetándolo por el cuello. El aire en la cabaña se cargó de tensión.

—¡Maldita sea! —grité, acercándome.

Tenía claro que con aquella broma Derek estaba buscando probar un punto, pero en serio, se había pasado.

—¿No que no estabas celoso, Hunter? —se burló Derek, como si no estuviera siendo asfixiado. Luego agregó, con tono casual—. La verdad es que no pasó nada. Fue una broma, pero si no me crees, pregúntale a ella.

Hunter giró su mirada hacia mí, esperando una confirmación.

—No hicimos nada —respondí, con el corazón acelerado—. Lo juro. Fue solo una estúpida broma de Derek.

Hunter finalmente soltó a Derek, pero no sin antes golpear la pared, dejando una grieta visible en el lugar del impacto.

—¡Sabías que actuaría así! ¡Lo hiciste a propósito! —le gritó a Derek antes de salir de la cabaña.

Quedé en silencio, perpleja, mientras Derek reía con total desenfado.

—¿Cómo puedes tomártelo tan a la ligera? —le reclamé.

Él negó con la cabeza.
—Por si te quedaba alguna duda, fui yo quien consiguió la revista. Tenía que tomar medidas, preciosa—no cabía lugar a dudas, Derek estaba demente—. Además, gracias a esto, Hunter acaba de confesar, a su manera, lo que siente por ti, ¿no? Ahora es tu turno.

Apenas podía procesar lo que Derek decía cuando Zac irrumpió en la cabaña, visiblemente alterado.

—¡Derek! —exclamó—. Malas noticias: hay un nuevo vampiro en el pueblo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top