Capítulo 23

Cuando Jisung por fin llega a su casa luego de un largo día en el instituto, lo primero que hace es ir al sofá y desplomarse allí. Extrañamente se había quedado dormido y había llegado tarde a clases, gracias a Ricky que lo estuvo entreteniendo con mensajes de texto hasta altas horas de la madrugada.

En todos su años como estudiante jamás le había pasado algo como quedarse dormido, esa mañana pidió muchas disculpas al profesor, aunque no fuese estrictamente necesario. Por lo tanto, después de pasar por tanto, en ese momento lo único que quería hacer es descansar.

Pero al parecer todo estaba en su contra, puesto que al instante que sentía dormirse, su madre le habló.

— Ve a ducharte cariño, saldremos.

Negó con la cabeza y no formuló palabra alguna, estaba demasiado cansado.

— Mina me ha llamado para que vayamos a cenar, pero si quieres puedes quedarte, no es necesario que vayas si no quieres...

— ¡No! Voy a ir.

Se levantó de un salto, cogió su mochila y subió las escaleras corriendo para llegar cuanto antes a su habitación, dejando a su madre con las palabras en la boca.

Al parecer todo el cansancio se le había ido de repente, ya que de maquillaba alegremente frente al espejo. Cuando terminó buscó sus mejores prendas, una camisa morada y pantalones de jeans negros. Se colocó unos pendientes y bajó a su sala, donde sus padres lo esperaban.

Estaba nervioso por algún motivo, en el camino intentó distraerse con su móvil pero aún así no lo logró. Mordió sus labios, inquieto. Los recuerdos de la noche de hace dos días se le vino a la mente una vez más, Minho acariciando sus labios contra los suyos le había pegado tan fuerte, puesto que no podía pensar en otra cosa que no sea en eso.

De verdad que intentaba sacárselo de sus pensamientos, pero todo en su interior se negaba ante esa idea y se le era imposible. Y es que ¡se supone que ellos dos deberían estar odiándose! No lanzándose miradas indiscretas y tener acercamientos que a esas alturas se le era prohibido.

Cuando mira a su alrededor, ve que han llegado y se arregla discretamente el cabello.

Últimamente había estado pensando en cambiarlo a gris, quizá le sentaría bien un
cambio de look.

Mina y el señor Lee los reciben cálidamente, Sunghoon y Gaeul se escabulle a algún lugar de la casa tratando de pasar desapercibidos; y sin su hermana que era la única que le daba conversación se siente aburrido. En la sala de los Lee, mientras sus padres charlan esperando la cena, vuelve a sacar su móvil para entretenerse, fallando en el intento nuevamente.

En eso levanta la vista y pilla a Minho bajando las escaleras, al parecer recién salido de la ducha ya que lleva el cabello mojado. Evita mirarlo pero es una misión imposible, la camisa blanca que el pelinegro está usando se le pega al cuerpo y le hace lucir un pecho fuerte y duro.

Jisung se da una cachetada mental y saluda a Minho verbalmente, maldiciendo porque éste se vino a sentar a su lado. Puede oler la fragancia corporal del pelinegro y se atreve a pensar que es deliciosa, huele a limpio, a hombre...

La conversación de sus padres empieza a ir en terreno peligroso y quiere hacerse bolita en el sofá.

— En dos semanas es su cumpleaños y haremos una fiesta familiar, claramente ustedes están más que invitados querida... — escuchaba a su madre susurrarle a Mina.

Odiaba cuando su madre organizaba cosas así y no le avisaba. Bufó e interrumpió antes de que el tema se haga conocer más.

— ¿Puedo pasar a tu baño, Mina? Por favor.

— Por supuesto, Minho te guiará, cielo.

Eso es todo y vuelve a ser ignorado por cotilleos. Se resigna y se levanta seguido de Minho, mientras es guiado va mirando todo a su alrededor, la casa era grande y él solo conocía una parte. Se le hizo gracioso ver cuadros de Minho cuando era pequeño, era tierno pues en algunas el pelinegro salía sonriendo y no tenía dientes frontales.

— No te rías, tenía sólo cinco años. — se quejó Minho al verlo sonreír burlón mientras admiraba la fotografia.

— Te veías muy tierno. — soltó sin pensarlo.

Lee alzó una ceja.

— ¿Ah, sí?

El tono de voz del pelinegro lo sacó de su ensoñación, solo asintió y siguió caminando apresuradamente. Se metió a la puerta indicada y se encerró bajo la atenta mirada del contrario.

Se arregló el cabello y estuvo rondando alrededor del baño por unos minutos largos, rascándose las manos debido a los nervios.

"Te odio Lee, no te soporto, no te quiero ver..." se repetía una y otra vez, queriendo creer en sus mismas palabras.

Al salir, creyó que Minho ya no estaría, pero por lo contario, éste lo estaba esperando
apoyado en la pared.

— ¿Terminaste?

— Hmm, sí... — contestó, tratando de no mirarlo a los ojos, caminando en dirección a la sala.

Pero Minho tenía otros planes.

Jisung sintió una cálida mano agarrar la suya con posesión mientras era arrastrado por los pasillos, subiendo las escaleras del lado contrario de la casa para que sus padres no lo vean.

— ¿Qué crees que haces? — le gritó en un susurro, con su cara deformándose en una mueca que pretendía ser de enfado. — Debemos volver Minho...

— ¿Para qué? Está aburrido allí abajo.

Bien, quizá en eso si tenía razón.

Se detuvieron en una puerta de madera marrón y en menos de dos segundos ya estaba viendo el mundo de Minho. Éste soltó su mano y se vio tentado a protestar, ahora su manita se sentía vacía. Empezó a observar la habitación ajena, asombrándose por lo ordenado, ya que pensó que Lee era de esos que vivían entre la mugre.

— ¿Sabes tocar? — preguntó, haciendo referencia a la guitarra.

— Sí, es un pasatiempo.

— Toca algo. — insistió.

Minho solo le miró divertido y aceptó sin protestas, sorprendiendo al menor quien solo esperaba una negativa. Jisung observa atentamente como el pelinegro se sitúa sobre su cama con la guitarra sobre sus piernas y lo invita a sentarse a su lado.

El pobre corazón del rubio se acelera con frenesí cuando Minho comienza a tocar una canción sumamente conocida para él. Quizá que Minho toque y cante Sugar de Maroon 5 lo haya puesto rojo y avergonzado, y quizá que mientras Minho cante y lo mire directamente a los ojos, le haga agachar la cabeza. Se embelesa con la voz del pelinegro, tan dulce y perfecta, exclusivamente para él en esos momentos.

Cuando Lee termina la canción, Jisung solo siente ganas de abalanzarse hacia el y comerlo a besos. Pero sabe que las cosas no son así de simples, así que solo se muerde el labio queriendo acallar a todos los deseos hallados en su interior.

— ¿Te gusta? Me he aprendido los acordes hace muy poco... — comenta Minho, dejando la guitarra a su lado.

— E-es genial, tu voz es... — lo mira y al instante se arrepiente de lo que va a decir, no quiere sentirse tonto al decir cosas cursis. — Cantas bien.

— ¿Sólo bien? — pregunta el otro, alzando una ceja de confusión.

Va a responder pero su móvil vibra estruendosamente y no puede ignorarlo. Al ver en la pantalla que solo es un mensaje de Ricky vuelve a guardarlo, pero eso no le impide al pelinegro haber visto el nombre del remitente también.

— ¿Ricky es algo tuyo?

Jisung se ríe mentalmente ante esa pregunta.

— Sí, un amigo.

— ¿Muy cercano?

Minho se acerca lentamente hacia su pequeño cuerpo y se siente intimidado. Con ganas de romper todo aquel espacio que los separa...

— Al-algo así.

La tensión vuelve a estar presente entre ellos, la rapidez con la que el pelinegro lo recuesta en la cama sorprende a Jisung, trata de ser más rápido y huir, pero Minho ya se había metido entre sus piernas, apresándolo, dejándolo bajo suyo y a su merced.

— ¿Qué haces? Estás comportándote raro otra vez...

— A la mierda Jisung, deja de actuar como si no te dieras cuenta de nada.

Eso deja pensando al rubio, quién está demasiado perdido viendo los fuertes brazos de Minho a cada lado de su rostro, sintiéndolo cerca y a la vez lejos, queriendo romper con toda esa lejanía.

Pero su orgullo iba primero.

— No sé de qué hablas. — lo enfrentó. — Dijiste que ya no te acercarías a mí de esa manera, no lo arruines.

Minho ríe con arrogancia y se acerca un poco más, sus partes bajas de rozan sin querer y encienden sus cuerpos. Se apoya se un brazo mientras que con el otro baja una de sus manos por la cintura del chico que se encuentra debajo suyo sin dejar de mirarlo a los ojos, sus dedos quieren sentir más, puesto que su mano baja hacia la pierna de Jisung y acaricia lentamente, disfrutando de cómo éste sin darse cuenta empieza a levantar sus muslos, pidiendo inconscientemente más contacto.

— Te deseo ¿entiendes? Y tú me deseas a mí, no lo niegues, tu cuerpo reacciona a mis caricias. — Susurra en su oído, aprovechando para dejar unos cuantos besos en el apetitoso cuello del rubio. — Quiero joderme tanto en ti, Dios, si incluso ya no te veo como a un molesto niño que me toca los cojones...

— ¿Y cómo me ves ahora, Minho? — le interrumpe Jisung.

— Solo veo a un precioso y deseable chico...

— ¿Y qué tienes ganas de hacerme? — le pregunta Jisung en un susurro, llevándolo al límite.

— Te quiero follar, nene. Tu cuerpo en serio me vuelve loco, eres tan hermoso
Jisung...

Con esas palabras necesitadas de ambos se funden en un fogoso beso, Jisung deja de contenerse y se aferra con uñas a la espalda de Le, entre húmedos besos ruedan en la cama, cambiando de posición. Saben que no pueden ir lejos, en cualquier momento vendrían a buscarlos y la magia se iría, no se podían permitir demasiado.

Minho recorre con sus fuertes manos las curvas del rubio con devoción, devorándoselo con su boca, haciendo presencia de lengua y metiéndosela suciamente. Se había puesto caliente en segundos y eso sí que era sorprendente. Siempre era él quién se encargaba de excitar a sus amantes, no al revés. Jisung se movía inconscientemente sobre el, pidiendo más con sus caderas y no iba a negar que eso lo ponía mucho.

Ambos rostros se separaron con rapidez cuando la puerta fue tocada, y detrás de ésta la madre de Minho llamándolo para cenar. La mujer seguramente sabe que Jisung está adentro con su hijo, pero las ideas de lo que ambos están haciendo es incorrecta. Cuando ésta se retira, el rubio se levanta y acomoda su ropa y cabello en el espejo que tenía Minho colgado sobre la pared.

Al momento que ambos están listos y dispuestos a bajar como si nada hubiera pasado, Minho le roba un beso a Jisung, quién ya tenía los labios hinchados de tanta mordida. Éste sólo le acaricia el rostro y le dedica una última mirada cómplice.

Ambos ya tenían un secreto que guardar.

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