Pincelando el destino y ensuciando el camino

Se escuchan ecos por el pasillo,
hay alguien vociferando,
pidiendo auxilio.
Todos hacen oídos sordos,
distraídos,
miran al cielo
sumidos en sus propios quehaceres,
pero teniendo en mente,
rezar sus plegarias.
La castaña se agobia,
se asfixia,
pero a nadie le importa.
¿La salvarán?
¿Ella sufrirá?
¿Sentirá
el dolor en todas sus facciones?
Se supone que debía estar en casa,
pero la pillaron esos hombres
entrando sin preocupaciones.
Ella debió estar atenta,
y oler las intenciones.

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