Lágrimas exuberantes y tímidas

Dejarte ir fue la decisión más dolorosa que pude experimentar,
aunque me hubieses visto distante
capaz de superar.
Todos nuestros recuerdos,
se congelaron,
y guardaron
en lo más oscuro de mi mente.
Me podría culpar;
por todo el apoyo que te di,
los consejos que te proporcioné,
el cobijo que te garanticé
y rechazaste,
los abrazos que te ofrecí,
los llantos que te escuché...
Pero prefiero mentalizarme,
de que es culpa tuya por no saber valorarme.
Cuando te vi,
una parte de mí,
deseaba creerte,
aceptar sin más,
pero mi cabeza habló
y calló
a esa voz ingenua,
haciéndome ver;
que tus disculpas estaban vacías,
que tus sonrisas eran fingidas...
Solo estás hecho para fastidiar.
Así que gracias por los bonitos momentos,
que ahora queman cuando los toco.
Gracias por defenderme,
que ahora me corta los dedos cuando me asomo.
Gracias por tu cariño,
que ahora son puñales que se me clavan en los ojos.
Gracias por tu toxicidad,
que lo confundí con amor y protección.
Gracias...
porque es por ti que sentí el pecho hueco
y la cabeza bombardeada.
Es por ti que me aíslo,
que consumo odio
y vivo del rencor.
Fue fácil, ¿verdad?
Porque me jodiste con mucha crueldad,
y yo con excesiva frialdad.
Pero no intercambies papeles,
porque yo no soy la mala,
ya que a diferencia de ti,
yo sí pensé en tu bienestar,
mientras tú me disparabas,
y yo tragaba,
dispuesta a dar mi vida
si eso querías...
para mí.

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