Ella se desplomó,
cayendo dolorida e impactando contra el cemento.
Sus huesos aullaron.
Su voz se perdió.
Sus párpados protestaron.
Sus labios temblaron.
Su garganta escoció.
Su alma se escabulló.
Sus ojos se entrecerraron.
Su lengua no reaccionó.
El dolor le susurró en la oreja,
y la ansiedad le tiró de la ceja.
Sus piernas no la salvaron,
y el corazón le advirtió, que quería ir a tomar un trago.
Los pulmones le fallaron,
le faltaban aire y tejido.
Las costillas se rompieron,
sollozando se disolvieron.
Ella se bloqueó,
mirando a los alrededores, esperando el momento.
Su mente se perdió,
con su maleta viajó.
La sangre la abrazó,
sintiéndose desnuda, a Dios le rogó.
No quería irse hoy,
pero el cuchillo la perforó.