10. Curiosidad

Jehiel se lo había planteado toda la tarde y finalmente se decidió, iría a conocer a su vecina.

Era un demonio, escabullirse y molestar a la gente era lo suyo.

Así que entrar a la habitación de la chica no fue tan difícil, después de todo, él seguía siendo un espíritu y podía aparecer en donde se le antojara.

—¿Cómo rayos entraste a mi habitación? —le preguntó Sofía aún sin moverse del umbral del baño. —Digo, no es que me moleste —la chica sonríe algo nerviosa —Pero ¿acaso entraste por la ventana?

—¿Por dónde más si no? —es lo que le responde mintiendo.

—Diablos, ¿debería asustarme? —Sofía bajó el cepillo de cabello colocándolo en su escritorio y recorrió los pocos pasos que la separaban de su vecino hasta quedar frente a él.

—Quizás —le respondió viéndola.

Era más alto, debía bajar la mirada para poder observarla. Le parecía curioso el cómo en otras instancias cualquiera en su sano juicio mantendría una distancia de él, pero ella simplemente lo observa de cerca.

—Ojos grises —le dice ella notando el color en los ojos del chico.

Él la mira fijamente.

—Ojos cafés —responde retrocediendo dos pasos lejos de la chica. No le molestaba tenerla cerca, pero era extraño para él como ella seguía observándolo.

Cuando eres un demonio de primera jerarquía comprendes que los mortales no tienen aquella capacidad de ver a un demonio o incluso a un ángel, sin volverse locos. Los inconclusos son otro tema aparte, esos usualmente después de muertos se asustan aun más ante la presencia de su mejor amigo Zaek y la hermana de este.

Al final de cuentas cualquiera sea el caso, a los humanos les cuesta creer que algo fuera del mundo al que están acostumbrados es real.

Curiosidad, se repetía él cada vez que observaba el rostro de alguien que podía verlo. Era como si una fuerte curiosidad los atrajera a él, como el encanto de una serpiente a punto de morderte.

—Si mis padres entran por esa puerta y te ven aquí van a matarme.

—Yo no veo una puerta —sonríe burlón. Sofía solo rueda los ojos y se aleja para sentarse en la esquina de su cama —De hecho, esta habitación no tiene ninguna.

—Sí, bueno... Larga historia —la chica sube los hombros.

—Es gracioso el cómo todas las noches me gritas por un megáfono diciendo incoherencias, y ahora que estoy aquí en persona no quieres hablar.

—Supongo que el hecho de que hayas entrado a mi habitación me hace considerar el que quizás le estaba hablando a un lunático.

Ella bromea y él lo nota. Comienza a agradarle la chica.

—Creo que la única lunática que está en la habitación eres tú y no está en discusión.

—Eso puede que sea verdad, pero ¡oye! —levanta las manos y luego lo señala —Yo no entré a tu habitación.

—Poco te faltaba —bufa haciéndose el ofendido.

Sofía sonríe al verlo. Era como si de alguna manera esperaba que algo así llegara a pasar. Una amistad.

—Oh, cielos, no te he presentado a Explosiva. —exclama poniéndose de pie y camina al escritorio.

—Cierto, necesito conocer a la famosa flor amarilla —responde.

Sofía toma la pequeña maceta en sus manos y hace su camino de vuelta al chico, se la entrega y él sonríe.

—¿Y cuál es su historia? —pregunta —Si estás tan obsesionada con esta flor es porque algo debe tener de especial.

—Mi madre me la obsequió hace un par de días luego de haber limpiado mi habitación. Al principio no quise quedármela, pero ahora no puedo dejar a la pobre flor en paz —ríe —Estoy segura de que si hablara hace rato me hubiese dicho que me aleje de ella.

Jehiel miraba la flor en silencio mientras Sofía lo observaba de manera sigilosa, pero tampoco era como si le importara mucho que la descubriera observándolo.

El chico es alto, de tez pálida y tiene el cabello castaño, quizás lo hace lucir desarreglado a propósito, pero llegó a la conclusión de que él solo se levantaba así por las mañanas y no le daba importancia a aquello.

Viste de negro y eso le llama la atención, cuando veía personas vestidas de negro se preguntaba cuál era la razón.

"Nadie viste de un solo color por moda..."

—Sofía, ¿por qué estás castigada? —Jehiel le preguntó luego de unos segundos y la chica amó la manera en la que decía su nombre.

—Salí mal en algunas materias y también soy una desordenada extrema, supongo que llegué al límite de la paciencia que poseen mis padres y ahora no me dejan salir.

—¿Y qué hay de las puertas? —sonrió viendo el cuarto nuevamente.

—No soy merecedora de privacidad.

—Es el castigo más extraño que he visto.

—Mi familia es extraña.

—Eso explica mucho —bromeó.

Jehiel le devolvió la pequeña maceta a la chica y ella la tomó en silencio.

Sus manos se rozaron.

Ella sintió un frío recorrer todo su sistema.

Él sintió una calidez dulce al tacto.

—Debo irme —susurró él a la vez que se alejaba nuevamente de ella.

Sabía que no era una de sus mejores ideas el entablar una amistad o siquiera una charla con una mortal.

Aunque después de todo, lo expulsaron del cielo por hacer lo que se le daba la gana y jamás estuvo preocupado por el que pasaría si rompía las reglas.

—¿Hablaremos luego? —ella no quería sonar insistente, pero no podía evitarlo.

—Compré un megáfono por ti —alzó los hombros —Creo que podemos gritarnos cosas mutuamente por la ventana.

Sofía sintió una revolución ante aquello. Jehiel sintió algo parecido a náuseas.

—¡Bebé troll, baja a comer!su madre le gritó desde lejos y vio como Jehiel caminaba hasta la ventana para irse.

—¡Ya voy! —respondió de vuelta y caminó hasta la salida sin mirarlo y saliendo totalmente de la habitación.

Y por primera vez en años sonrió sonrojada a causa de un chico desconocido.


Si para este punto de la historia la duda sobre quién es el vecino sigue circulando por sus mentes entonces eso significa que no pusieron atención a la introducción del libro que literalmente se llama: ''Antes de leer''

Este libro es un spin-off.

Como diría Joshua Ryder, personaje de Elegida Por La Muerte y Destinados Por La Muerte: "Jehiel es un demonio, ¡¿de esos del infierno?!''

La respuesta es que sí, ¿acaso hay otros?

-Cute.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top