05. Cuido una vida
—Se va a morir.
—Entonces encárgate de que eso no suceda.
—¡Mamá! —chilla en dirección a ella —Con ayuda y casi puedo cuidar de mí misma.
—Bueno, menos mal que no te compré un animal.
—Es lo mismo —Sofía bufa y voltea a ver la pequeña maceta que está sobre su escritorio.
Una nueva noche cae por la ciudad de New York, una nada agradable para Sofía Williams.
Como parte de su arresto domiciliario su madre decidió dejarla todo el día en casa mientras ella atendía asuntos de la empresa familiar que requieran su atención inmediata.
La dejó sola confiando en que la chica no haría nada estúpido y eso intentó Sofía.
Si espiar por la ventana cada veinte minutos al vecino no cuenta como estúpido, entonces no hizo nada.
Para cuando menos lo esperó su madre entró en la habitación con una pequeña maceta en la mano, en ella había una pequeña flor amarilla rodeada de hojas verdes, era muy bonita.
—¿Qué hiciste hoy, Sofía?
—Espié al vecino de al lado todo el día —suspira señalando la ventana y alzando los hombros de forma despreocupada —Nunca se apareció.
Gretel miró a su hija de manera escandalizada y se llevó una mano a la sien frotando levemente la zona.
—Pudiste peinarte el cabello mientras jugabas a la espía —camina hasta sentarse en la cama junto a Sofía y acaricia su cabello —Cariño... ¿Cuántas veces te he dicho que esa enemistad con las peinillas y cepillos debe acabar?
—Mamá, sería más fácil raparme el cabello al estilo... —Sofía mira para todos lados y luego coloca una mano cerca de su boca y susurra —Del que no debe ser nombrado.
—¿El que no debe ser nombrado? ¡SOFÍA! ¿de qué rayos estás hablando?
—Jamás entiendes mis referencias, te pasé la de Monsters Inc, pero una de Harry Potter es inaceptable, mujer.
—Estás un poco loca, bebé troll —su madre ríe dándole un beso en la frente y se levanta de la cama —Ya me voy a dormir.
—Es todavía muy temprano, mamá.
—Bueno, Sofía a diferencia tuya, yo estoy levantada desde muy temprano y estuve trabajando todo el día.
—De acuerdo —la chica alza las manos.
Sofía vio a su madre salir de su habitación y se levantó de la cama para mirar de cerca a la pequeña flor amarilla.
—Debería ponerte un nombre...
La contempló un par de segundos y luego se giró para buscar una hoja de papel y un lápiz, seguro se le ocurrirían nombres ingeniosos más tarde.
Se percató de que la luz del vecino se encendió y miró la hora: 8:30 pm.
"Que puntual..."
Tomó la hoja y comenzó a escribir nombres en ella, todos los que se le pudieran imaginar. Luego volvió mirar el reloj, sin haberse dado cuenta ya eran las 9:25 pm.
Se levantó de la cama bostezando y corrió por el pasillo hasta la oficina de su madre para tomar el megáfono.
Abrió su ventana y gritó:
—¡Oye vecino! Mi mamá me compró una flor, estoy pensando en ponerle NASA porque es como una estrella... O tal vez Tinkerbell porque si no tiene atención se muere, aun no me decido.
Sofía esperó unos segundos y vio nuevamente la silueta de su misterioso vecino posarse en la ventana. Como la otra vez, no pudo verle el rostro, él en ningún momento apartó las cortinas blancas.
—Como sea —siguió —Sé que ideas tu plan para dominar el mundo, pero ahora cuido una vida y me gustaría que nos dejaras a mi hija NASA y a mí dormir tranquilas esta noche, ¿podrías por favor apagar la luz?... CAMBIO Y FUERA.
Sofía esperó algún cambio, alguna reacción, incluso deseaba profundamente que su vecino misterioso corriera las cortinas para poder verlo, pero eso no pasó. Él simplemente se apartó de la ventana y apagó la luz en cuestión de segundos.
—Sigo abierta en sugerencias de nombres —habló una vez más —Por si acaso quieres escribirme alguno y pegarlo en tu ventana.
Y la chica sin respuesta alguna se apartó y apagó su luz.
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