03. Su maldita luz

¡Buenos días, alegría!

Gretel Williams sostenía un megáfono sobre sus manos mientras entraba por la habitación de Sofía hablando a través de el.

El sonido particular de una sirena de policía hizo que Sofía abriera los ojos y se levantara asustada de la cama cayendo de bruces al suelo.

—¡MAMÁ!

—La primavera, una de las estaciones más lindas del año nos da la bienvenida en el amanecer del día de hoy —su madre narra como si estuviera en una galería de arte exponiendo y dando vueltas por toda la habitación —Son las 7:45 de la mañana, el sol brilla, las aves cantan y tu padre nos cocina su famoso omelet de huevos a la italiana antes de irse al trabajo.

Sofía dejó de escucharla. Había tomado lentamente el borde de la sábana que colgaba de la cama y la arrastró junto con ella al piso y se hizo un ovillo allí.

Su madre al no verla rodeó la cama para ver la cómica escena de su hija durmiendo en el suelo. Se arrodilló junto a ella y presionó uno de los botones del megáfono. Este emitió ahora el sonido de una sirena de ambulancia.

—¡AH! —Sofía se tapó los oídos y abrió los ojos casi llorando de la impotencia —Mamá, déjame dormir, por favor, siento que literalmente cerré los ojos hace cinco minutos.

Gretel le arrancó de un tirón la sábana y la colocó en la cama riendo.

—Negativo, bebé troll —le respondió por el megáfono haciendo que Sofía se tapara con más fuerza los oídos y se sentara erguida. Su madre volvió a ponerse de pie y a caminar por la habitación de un lado a otro —Déjeme informarle que está castigada lo cual también le prohíbe siestas hasta después de las 7:45 de la mañana.

—¡Mamá! —chilló.

—Hora de bañarse, bebé troll, el desayuno está casi listo.

—Pero...

Su madre no la dejó hablar ya que volvió a oprimir el botón del sonido de ambulancia. Sofía se puso de pie rápidamente para ir en dirección a las gavetas y sacar ropa limpia. Salió de la habitación con muchas ganas de poder estrellar una puerta que no existe. Bajó las escaleras de mala gana y se adentró al baño de invitados de la sala de estar ahora si estrellando la puerta.

—¡Buenos días a ti también! —le gritó su padre desde la cocina.

❁❁❁

—Mamá, ¿puedo ir a dormir? Hice todo lo que me pediste.

Lo cierto era que Gretel había planeado todo un día lleno de quehaceres para su hija, ella era fiel creyente de que los castigos debían ser cumplidos.

Su hija no la había dejado feliz al haber reprobado varias materias, se tomaba los castigos muy en serio y el trabajar aquella semana desde casa le daba la oportunidad de monitorear absolutamente cada movimiento de Sofía. Eran las 8:15 pm y la pobre se caía del sueño.

—Regué las palmeras de la sala de estar —comenzó a contar con los dedos.

—Y te dormiste en la palmera que está al lado de la escalera —le responde su madre.

—Ordené los libros de tu oficina.

—Y también te dormiste sobre mi escritorio.

—Sacudí el polvo de las maquinas del gimnasio...

—¡Y te dormiste en el levanta pesas de tu padre!

—Y cada una de esas veces sonaste la sirena de ambulancia en mi oído con ese estúpido megáfono —dice Sofía rodando los ojos —Mamá, por el amor de Dios déjame dormir, te lo imploro. ¿Quieres que me arrodille? Porque lo hago.

Gretel rio.

—Está bien, puedes ir a dormir. Buenas noches, hija.

Sofía sonríe y abraza a su madre dándole besos en el rostro. Jamás en la vida había estado tan agradecida por poder dormir temprano.

Su madre no la había soltado en todo el día. ''Has esto aquí y luego esto acá''. Ella solo quería tomar una ducha y dormir.

Al entrar a su habitación notó que estaba totalmente iluminada, pero no por haber dejado la luz puesta, de hecho, no había entrado a su cuarto desde que su madre la levantó en la mañana.

Era el vecino y la luz provenía de allí, así como la noche anterior.

Trató de no pensar en eso y fue directo a su armario sin puertas para sacar su pijama. Bajó nuevamente al primer piso y fue al baño de invitados el cual ahora sería su baño permanente mientras no tuviera puerta en el suyo.

Una vez preparada para dormir subió casi de manera lastimosa las escaleras. Sofía tiene demasiado sueño. Cruzó por el marco de la puerta, apagó la luz y se abalanzó hacia la cama de un solo brinco cayendo desparramada con los brazos y piernas extendidas a lo largo del colchón, había esperado ese momento durante todo el día y ahora por fin iba a dormir.

Cerró los ojos unos segundos y los volvió a abrir.

"¿Qué pasa?" pensó molesta.

Pasa que la luz le incomodaba, no podía dormir por muy cansada que estaba. Daba vueltas y vueltas. Se colocó incluso una almohada sobre la cara y a la larga no podía respirar.

No podía cubrirse con las sábanas ya que hoy todo parece ir en su contra y el calor es insufrible.

Desde su cama miraba por la ventana y junto a ella al reloj cucú también.

"¿Qué tanto hace ese chico?"

Fueron las 3:00 am en punto cuando finalmente todo se sumió en oscuridad. Lo supo porque miraba el reloj marcar esa hora exacta cuando la luz se apagó.

—Ojalá se le queme ese maldito bombillo —susurró seria antes de golpear la almohada un par de veces y acomodarse mejor para dormir.

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