𝘛𝘰 𝘮𝘺 𝘣𝘳𝘦𝘢𝘵𝘩 𝘢𝘯𝘥 𝘥𝘳𝘦𝘢𝘮𝘴.

Querido Ed,

Si estás leyendo este mensaje, significa que ya me habré ido a un viaje sin retorno. No sabía cómo expresar mis sentimientos de manera que estos llegasen a ti exitosamente, me parecía demasiado frío decir todo lo que guardo en mi corazón por teléfono, por eso te escribo esta carta.

Tengo tantas cosas que decirte, que no sé siquiera por dónde comenzar, ¿por el principio? Sí, vamos allá.

Es un detalle del que tal vez no te hayas percatado, pero me hubiera gustado que aunque sea una vez, me llamaras por tu nombre al dirigirte a mí. Me llevo conmigo las ganas de escuchar un "te amo, señora Crawford".

Lamento comunicarte que ni en mis últimos momentos de vida pude ser honesta contigo. Soy consciente del infierno por el que te hice pasar, pero de nada sirve pedir disculpas, ¿no? Tampoco se me da bien hacerlo.

Como ya sabes, mi salud se encuentra en un estado delicado. Recuerdo haberte dicho que estaba bien, cuando no lo estaba. La noche en la que la abuela se quedó con nosotros por primera vez, la doctora le dijo que no me quedaba mucho tiempo de vida. La espera podía ser dolorosa o tal vez un día no despertase. Esa noche Dorothy lloró mucho, tanto que incluso dormida podía escucharla.

Al saber que un día podría no amanecer, supe inmediatamente que debía dejar un mensaje de despedida, un último adiós para mi eterno amante. Por eso te escribo mis sentimientos en papel.

Siempre me sorprende tu habilidad para que logre encariñarme de la vida, cuando tú no aprecias ni un poco la tuya. Me dijiste que no eras nada especial, pero, para mí lo eres.

Todo este tiempo decidí mentir, contar verdades a medias, porque así soy yo; por más que las cuatro estaciones cambien, yo no puedo. Seguiré siendo la misma mentirosa testaruda que conociste en abril, aunque ya no esté contigo.

Entonces, decidí hacer la vida de todos un poco más tranquila durante el poco tiempo que me quedaba. Con la ayuda de mi doctora, Martha, conseguí que me permitieran continuar la terapia asistida desde casa. Si debía morir, que fuera mientras aún quedaba algo de mí, en mi casa, con mis amigos y familia.

Sé que te saltabas clases por venir a verme, ¡eso no estuvo bien!

Deseo que sepas que no todo lo que te he dicho es una mentira. El cómo nos conocimos, el por qué me aferro a ti son afirmaciones en las que puedes apostar decía la verdad. Sé que nunca leíste mi diario, bobo.

Probablemente todavía te preguntes por qué te forzaba tanto a socializar con otros, pues... bien, la verdad, es que no quería morir sin que hubiera alguien que velase por ti una vez me fuera. Pero siendo totalmente egoísta, prefiero ser la única persona que ronde con regularidad tus pensamientos. A la vez, no quería dejarte solo.

No soy perfecta, pero hice mi mayor esfuerzo para amarte.

Así es, Edward Crawford: te amo. Te amo, te amo, te amo y te amaré allá donde vaya.

No tengo ningún derecho a decirte cómo vivir tu vida, por lo que mi siguiente petición es un deseo egoísta de alguien que te ama con locura. ¡Vive! ¡Respira! Quiero que te enamores, que cometas errores y que vivas feliz.

A tu lado los gestos más pequeños alargaban mi vitalidad, me ilusionaste con una vida que yo misma había aceptado no sería armoniosa. Cuando te veía disfrutar de mi comida, el que te durmieras en mi regazo las tardes libres en las que íbamos de picnic. Amé especialmente pasar tiempo con tu familia. Hablando de tu familia, hice un libro de recetas para tu madre, tiene los platillos que más te gustan.

¿Te puedo contar un secreto?

Mi padre nunca me envió una luciérnaga, pero yo te enviaré una. ¿Entiendes? ¡Atento! Cada primavera, durante la noche, una luciérnaga llegará a ti a través del alféizar de tu ventana — para recordarte lo mucho que te amo.

Me hubiera gustado llevarte nuevamente al campo de amapolas y tener el coraje suficiente para explorar el sabor de tus labios.

Tú eres valiente, no yo.

Además de todo esto, no quiero molestarte con mis inseguridades, pero tengo un recado para ti. Espero que hayas llegado hasta este punto de la carta, porque este mensaje no se lo puedo confiar a una luciérnaga: no me olvides nunca.

Por favor, no quiero que me olvides. ¡No te atrevas a olvidarte de mí! Yo te sonreiré desde ese lugar que solo nosotros conocemos, viviré para siempre en tu corazón.

Pido desesperadamente a Dios haber tenido un impacto significativo en tu vida que te permita recordarme.

¿Crees en mí?

Me gustaría creer que existe una tierra fantástica en donde los sueños rotos de los corazones jóvenes se hacen realidad. Allí viviríamos, Norah, Daisy y Horace Jr. Estaríamos esperando por ti.

Ah, otra cosa. ¡Es mi último pedido! Cuida de Yoona. A la abuela no le gustan los gatos, sé que no querrá conservarla y se la dará a cualquier persona. Al final de mi diario tienes una lista de cuidados que ella necesita.

No creo tener nada más que decirte, vida mía. Lograste que para mí, respirar no fuera un proceso doloroso.

¿No te lo he dicho nunca? ¡Pues te lo digo ahora! Más que el aire que realmente necesito, tú eres quién me permite respirar.

Cumpliré mi promesa, deja abierta tu ventana, porque llegará una luciérnaga para iluminar tu noche oscura.

Irene.

Nota de la autora: Skinny love, cuando dos personas se aman pero son demasiado tímidos como para admitirlo.

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