Cazador.

Escuchar multimedia.

La observé con insidiosa intensidad mientras miraba su teléfono. El frío de su palidez repentina, llegó hasta mí. Todos sabían que en un lugar como éste no debías permanecer hasta muy tarde en las calles,  y  para eso había un porqué del toque de queda. 

La joven lo sabía, pero no tenía otra opción.

La vi también mientras recogía sus cosas, y como sus manos se movían temblorosas que una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios. Sabía que no era el único vigilandola, porque podía sentir la presencia de los otros; podía sentir eso que me indicaba que, sin duda, alguna calle del pueblo pronto quedaría adornada con el bello color rojo de la sangre.

Teníamos una competencia desde hacía algunos años (muchos), ya que la gente había entendido como funcionaba todo aquí , haciendo casi imposible atrapar a cualquiera vagando tan tarde fuera de sus casas.

La joven cogió sus llaves y salió a la calle, mirando sigilosamente hacia todos lados, como si creyera que, ante alguna advertencia de movimiento, correr le fuera a ser suficiente para escapar. ¡Que mujer tan ilusa!

Comencé a seguirla desde el otro lado de la acera, oculto entre los arbustos, sin quitarle los ojos de encima ni por un segundo. Debía esperar el momento indicado, porque definitivamente me la quería quedar. Rogaba que, de alguna forma, doblara alguna esquina o se metiera por algún recoveco estrecho, lejos del resto de cazadores. Pero ella solo seguía caminando en línea recta, intentando parecer tranquila, aunque su corazón la delataba por completo.

Los latidos retumbaban por todas partes, alertándonos que dentro de ese cuerpo corría sangre tibia y espesa,  puesta en bandeja de plata para nosotros; o al menos para el que la cazara de primero.

Me desplacé junto a ella unos cuantos metros más, hasta que de repente se cumple lo que estaba esperando: dobla por un callejón y yo me salgo de mi escondite, siguiéndola con cautela para no perder su rastro. Casi pude sentir el sabor metálico de la sangre correr dentro de mí, pero cuando ya estaba a punto de atraparla, escuché su grito desgarrador a unas cuantas calles.

—¡Auxilio! —rogaba la mujer, y unos segundos después su fina voz empezó a perder fuerza, y finalmente, se apagó.

La habían cazado. Y no había sido cualquiera. Supe que había sido un superior; alguien mucho más hábil que el resto, ya que si yo no sentí su presencia,  era probable que los otros tampoco lo hubiesen hecho. El sonido de la pobre chica siendo vaciado de su líquido vital, me enfureció. ¡De nuevo había perdido! Y ahora, me tendría que resignar a aguantar el hambre hasta mi próxima oportunidad. 

A todos. 

Cabizbajo y cansado, caminé hasta toparme con el cuerpo, desparramado en suelo, completamente blanco y con los ojos abiertos. El único rastro de sangre que había, era el que había quedado en los múltiples agujeros de mordidas, en sus piernas, cuello, brazos y pecho. Me consolé, relamiendo las costras con pesar.  El suelo estaba limpio, hasta su ropa estaba limpia, confirmando mi sospecha de que el cazador era alguien realmente impecable. 

La pobre lucía tan seca, tan blanca y tan muerta...

—Lástima —me lamenté, poniéndome en cuclillas y cerrando sus ojos con mis dedos.

Me puse de pie y caminé de vuelta para refundirme en mi escondite, esperando por el próximo incauto.

Capítulo dedicado a: Damisxd

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