Perdón
Título: OWACHY
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU Avengers (Post Civil War)
Parejas: Angustioso Stony
Derechos: Marvel se queda con todo como en la pirinola.
Advertencias: historia de terror, no apta para corazoncitos tiernos susceptibles de historias de horror con sustos a la vuelta de la esquina. Basado en la antología de cuentos del maestro Stephen King "Pesadillas y alucinaciones", y la película "Babadook", principalmente. Sobre aviso no hay engaño.
Gracias por leerme.
Perdón.
Perdóname
si pido más de lo que puedo dar
si grito cuando yo debo callar
si huyo cuando tú me necesitas más...
Perdóname
si no soy quien tú te mereces
si no valgo el dolor que has pagado por mí
a veces...
Y no busques un motivo o un por qué
simplemente yo me equivoqué...
Si hay algo que quiero
eres tú...
Perdóname
Perdóname, Camilo Sesto.
-Tony... perdóname, perdóname... –repitió sin cesar una Wanda que no podía con sus lágrimas- Todo fue mi culpa... yo te lastimé... fue mi culpa...
-Wanda, Wanda –Tony parpadeó, más asustado por las caras de todos- Montana, ¿qué...?
-Han televisado el video de tus padres, Tony –respondió en voz baja Marcus- Cadena nacional.
Peter casi lo tiró al abrazarle con fuerza, escondiendo sus hipos de llanto en su pecho al ocultar su rostro. El millonario tardó varios minutos en reaccionar, sintiéndose de pronto en otro lugar, en otro tiempo, fuera de aquella realidad. Montana le observaba muy atento, cerca de él pero el guante no se accionó esta vez. Stark estaba por hablar pero ahora Natasha fue quien le abrazó, iniciando una reacción en todos los demás, de pronto estaba envuelto en una maraña de brazos con varias voces suplicando su perdón. Marcus se volvió al Marshal quien esperó paciente a que todos se recuperaran lo suficiente para hablar, especialmente Tony, el cual se removió, zafándose del agarre de todos, casi tropezando porque Scott le había sujetado por las piernas, una escena chusca que le sacó una media sonrisa, alzando sus manos en alto.
-Yo...
Había imaginado en muchas noches de insomnio, luego de pesadillas, un escenario parecido. Todos ellos pidiendo perdón, diciendo cuan equivocados estaban, pronunciando palabras que moría por escuchar. Ahora que la tenía enfrente ya no la deseaba, las lágrimas, los rostros descorazonados y la ausencia de Steve eran demasiadas cosas. Recordó las palabras de T'Challa y no pudo evitar darle la razón justamente en esos momentos tan contradictorios en los que había esperado una oportunidad para hablar con ellos sobre sus opciones para deshacerse de Owachy. Eso quedaba fuera de la orden del día, porque lo que tenía frente a sí era más importante. Algo tenía que suceder, abogando por su mente de genio que supo sacarle del atolladero en que cayó, parpadeando de nuevo antes de buscar a Phoenix con la mirada.
-¿Qué cadena lo transmitió?
-Viastone.
-Es de Tiberius.
-Hijo de puta... espera... ¿cómo infiernos obtuvo el video?
-Ross –murmuró, volviéndose a los demás- ¿Dónde... um... está Steve?
-En el infierno –masculló Peter con ojos hinchados.
-Peter, no... -el castaño se talló su rostro- Esperen, esto no está bien. Se siente algo bien pero no está nada bien. Escuchen, escuchen todos. Yo sé... no, así no... -jaló aire- Zemo... él es quien sabía de esto y le dijo a Tiberius para que el General Ross le consiguiera el video. ¿No lo ven? Zemo quiere separarnos de nuevo, sabe que Carol no está para unirnos, el siguiente en la línea de mando es Steve y acaba de asestar un golpe contra él.
-¡Pero, Tony...!
-Rhodey, Rhodey, lo sé... no lo sé... espera... -Tony cerró sus ojos, alzando más sus manos- Vamos a hablar, ¿de acuerdo? Pero no así... yo... yo ni siquiera sé cómo sentirme... necesito hablar primero con Steve.
-Eso...
-Quédense aquí, ¿entendido? Si van a aportar... solo no salgan.
-¡Tony! ¡TONY!
Éste ya no escuchó el llamado del coronel ni de Peter, buscando ansioso al capitán en los pasillos, su recámara. Tuvo que pedirle a Viernes que le dijera dónde estaba y casi amenazarla porque su IA se negó a revelarle el paradero de Rogers.
-Vamos a dejar las venganzas para después, ¿te parece?
-"Me preocupa su bienestar, Jefe."
-Y no sabes cuánto aprecio eso, linda, pero de verdad, en estos momentos realmente necesito hablar con él.
-"¿Está consciente de lo que desea hacer?"
-Bueno –el millonario se detuvo en sus pasos- Ni siquiera lo sé. Me siento como si acabara de bajar de una montaña rusa. Y te aseguro que algo sucederá a menos que lo encuentre.
-"..."
-Viernes.
-"En el gimnasio."
-Te quiero, preciosa.
Casi corrió al piso del gimnasio no queriendo racionalizar sus acciones. Le había dicho la verdad a Viernes, no encontraba causa o motivo para buscar así al Capitán América, pero algo le decía que debía hacerlo. Aceleró al divisar por entre las paredes de cristal que daban hacia las reforzadas de metal del gimnasio una luz tímida. Pero cuando iba a abrir las puertas, éstas se cerraron de golpe. El reflejo del cristal le devolvió un muy serio Montana cruzado de brazos con una mirada que pedía sangre. Tony pasó saliva, volviéndose hacia su protector.
-Montana, por favor...
-¿Qué intentas?
-No sé.
-Sí lo sabes.
-No... yo no... no sé, ¿okay?
-No.
-Por favor.
-Es justo lo que merece.
-Sí, pero...
-¿Pero qué?
Tony abrió y cerró su boca, mirando hacia las puertas entreabiertas del gimnasio por donde se colaba esa luz. Frunció su ceño, jugando con sus manos que llevó a la altura de su pecho.
-Escucha, Montana, tengo que hacerlo –le miró suplicante pero el Marshal no se inmutó. El castaño tomó aire, armándose de valor- De acuerdo, de acuerdo... no me alegra lo que pasó, ¿sí? Tal vez en algún instante de mi vida hubiera dado todo por verlo hacerse realidad, pero ahora no me gusta nada. Nada. Nada... es que... Montana, tú sabes... tú lo sabes bien, lo que... -Stark cerró sus ojos porque sintió las traicioneras lágrimas que había estado reteniendo- No puedo verle así, porque yo sé lo que es sentirse de esa manera, que todos de pronto te desprecian por tus errores, que te das cuenta que no puedes remediarlo y que por más que te esfuerces jamás vas a lograr nada porque simplemente la buena suerte decidió abandonarte. Sé lo que es sentirse indigno, sentirse la basura más vil sobre el universo y que nadie esté ahí para ayudarte... para protegerte... que tu mundo se viene abajo sin que mano alguna pueda rescatarte... no puedo verle así...
-¿Por qué? –la voz de Montana bajó una octava.
El millonario le observó, apretando sus labios. –Por favor...
-Responde.
Tony miró al techo, tallándose sus ojos. –Porque... porque es un hombre fuera de su tiempo, que vivió luchando por un mundo mejor hasta perder todo lo que le era amado y cuando volvió a la vida que creyó perdida, se dio cuenta que ese mundo por el que tanto peleó se convirtió en algo peor donde ya no encontró cabida, y trató con todas sus fuerzas de entender, pero estuvieron usándole una y otra vez hasta que un maldito día decidió tomar una decisión egoísta en lugar de ser el héroe que todo mundo creyó que era y ahora está ahí adentro, rompiéndose en mil pedazos. Yo estoy más que consciente de lo que me costó su decisión, llevo este guantelete y mi tiempo se agota, pero no puedo verle así.
-Porque te importa.
-... -el castaño se quedó sin palabras.
Montana entrecerró sus ojos más las puertas se abrieron. Tony le agradeció con un hilo de voz, corriendo de nuevo hacia el gimnasio, entrando con sigilo, agradeciendo que hubiera decidido ponerse tenis en lugar de zapatos para enmudecer sus pasos. Varios de los equipos y aparatos estaban destrozados, había unos rastros de sangre no muy preocupantes que le ayudaron a dar con Steve. El capitán estaba arrinconado entre una pila descompuesta de pesas, tirando de sus cabellos con hombros que se estremecían por un llanto amargo. Al millonario le rompió el corazón verle así, el gran héroe de todos los tiempos destrozado en un rincón. De pronto le recordó más al muchachito de Brooklyn que al soldado que podía ver de frente a la muerte sin temor. Le dolía, como había confesado con Montana, porque seguía siendo para él esa encarnación de las cosas buenas por las que valía la pena salir a pelear.
Así, sentándose sobre sus pantorrillas a un lado de Rogers, se dio cuenta del rencor que había desaparecido de su corazón. Ya no deseaba más venganza en contra del rubio, no más reproches ni momentos de angustia a su lado. Tenía unas ganas enormes de que volvieran a esos viejos tiempos en que Stark hacía bromas, el capitán no las entendía y luego pasaban horas discutiendo a cerca de su falta de cultura popular hasta que terminaban viendo una película juntos. Quería escucharle de nuevo reprenderle por decir palabrotas o desobedecerle, no llorar de tal forma que sus propias lágrimas cobraron fuerza. Estaba cansado de sentir esa división, estaba cansado de estar separados. Una de sus manos fue por sí sola hacia el hombro del rubio, apenas si apretándole para hacerle saber que estaba a su lado. Rogers respingó, dejándole ver su rostro envuelto en llanto. Tony hizo lo que tanto había deseado hacer en verdad. Le sonrió.
De pronto se vio envuelto entre dos fuertes brazos que casi le estrujaron al estamparle contra el propio Steve cuyas lágrimas se duplicaron como sus sollozos, empapando su playera y cuello donde ocultó su rostro. Despacio, las manos del castaño fueron levantándose de sus costados hacia sus hombros que rodeó, comenzando a arrullarle sin dejar de llorar con él. Se permitieron ese gesto al fin, ambos liberando sus penas, esa profunda herida que se había negado a cerrar. El llanto de Stark casi igualó al del capitán cuando le escuchó hablar de forma tan rota. Todos esos miedos, todo lo que se había guardado desde que despertara de su sueño helado sin poderle contar a nadie porque ya no había nadie de su confianza para hacerlo, perdido entre un presente aterrador y un pasado que añoraba.
-Estoy tan cansado... tan cansado –tartamudeó el rubio, apretando contra sí a Tony- Ya no quiero equivocarme... ya no quiero seguir haciéndote daño... quiero sentirme a salvo... quiero saber qué hago bien... que ellos estén orgullosos de mí... poderme ver al espejo... y no avergonzarme de mí mismo... quiero... quiero el hogar que tú me diste... quiero volver... ya no quiero estar solo...
-Steve...
-... perdóname... perdóname... perdóname...
Lloraron hasta que no hubo más lágrimas que derramar, quedando en un silencio adolorido, abrazados así en el suelo del gimnasio. Habían necesitado de un evento tan espantoso como aquel video para tocar fondo, para mirar sin evadir la raíz de todo aquello. Tony se había jurado que de llegar ese día iba a perder la vida, pero estaba ahí, sosteniendo contra su pecho al Capitán América, dándole un lugar que tanto había necesitado desde que volviera, sintiendo sus brazos aferrándose a él como si temiera perderle en cualquier momento, frágil, desorientado, roto. Él comprendía a la perfección ese estado, que había vivido por largos años hasta que Montana llegó y lo cambió todo. Una de las manos del castaño subió a esos cabellos rubios, palmeándolos suavemente antes de acariciarlos de forma inconsciente, dándose más tiempo a recuperarse.
-Vamos a estar bien –dijo tanto para Steve como para sí mismo.
Fue extraño porque sentía como si un calorcillo fuese inundando todo su cuerpo, esfumando la permanente frialdad que había dominado su ser desde Siberia. Paz. Curioso que la encontrara justamente entre los brazos del capitán, y éste a su vez, hallara la redención en su pecho, teniéndole lo suficientemente cerca para escuchar los latidos de su corazón que le aseguraran que seguía vivo, que no le había perdido como a Peggy, como a Erskine... o como a Bucky. Únicamente T'Challa sabía de las tristes palabras que el sargento pronunciara y que fueran la razón para que Rogers le dejara volver al sueño helado. James no le reconocía como su amigo, por más que lo intentaba, no sentía en ninguna parte de su mente ni de su corazón algo cercano a la amistad, solo estaban los recuerdos con sensaciones agradables, momentos tímidos de felicidad pasajera frente a las horribles torturas de HYDRA y los recuerdos de todos los crímenes que cometió.
Bucky ya no era su amigo, y James no podía prometerle que lo tendría de vuelta.
Steve había leído y releído el diario de Barnes, no sin lágrimas en los ojos al ver sus anotaciones, esos intentos por descubrir quién era y darse cuenta que la persona que una vez conoció allá durante la Segunda Guerra Mundial, estaba muerta. Memorias incompletas no podían hacer a un hombre, mucho menos crear un amigo. Lo que Bucky había tratado de decirle pero que él no escuchó, por miedo a perderle, a quedarse solo en un mundo donde no se sentía en casa por más que lo intentara. Había destruido con sus propias manos el camino que pudiera haberle dado un hogar en ese tiempo presente, al elegir la sombra del pasado. Olvidó lo que una vez juró a un hombre moribundo, lo que una vez prometió en la tumba de su madre, la promesa hecha a su mejor amigo. Se había convertido en todo lo que odiaba, permitiendo que un monstruo apareciera para quitarle a la única persona que le quedaba para no volverse loco. Para recuperar la senda.
-Te fallé, Tony.
Éste negó, palmeando su espalda a la que luego se aferró. –Estás aquí.
-No soy quien creíste que era.
-Lo eres. Siempre lo serás –Stark le empujó apenas para tomar su rostro entre sus manos, notando que podía verse en esos ojos azules sin dolor- Los héroes no dejan de ser héroes porque cometan errores.
-No quiero perderte.
-Pues... estoy aquí, ¿no?
-Perdóname, Tony –Steve posó sus dedos sobre sus labios al verle replicar- No, dirás ahora que me perdonas porque siempre haces eso. Quiero ganarme esas palabras.
-Okay.
Se miraron uno al otro un par de minutos hasta que el millonario intentó zafarse de su agarre al recordar a los demás esperando en la sala.
-Hay que vol...
Le fue imposible terminar la oración con el capitán estampando sus labios contra los suyos de una manera que le dejó primero cual estatua de piedra, aunque no se podía mover mucho de todas maneras. Corto circuito. Tony cedió ante la insistencia de aquella boca demandante, todavía buscando darle sentido a lo que sucedía, cerrando sus ojos al responder al fin al gesto, sus manos sujetándose de los hombros anchos de Rogers. Quien tuviera la osadía de afirmar que el Capitán América era un inocente hombre de besos castos, estaba muy equivocado. El castaño hizo nota mental de hablar más tarde con Natasha porque definitivamente ésa no era la clase de beso que le hubiera contado en alguna ocasión sobre Steve, cuya lengua parecía haber recibido la misma gracia del suero porque le fue imposible mantenerle el juego.
Stark juntó sus cejas cuando una mano subió a su nuca, inclinando más su cabeza, quedando a merced del rubio quien parecía decidido a robarle hasta la última partícula de su aliento, gimiendo por sorpresa debido al tirón en su cintura que le pegó por completo al regazo –y cadera- de Steve. Cero timidez, cero torpeza. Él, en cambio, sintió sus mejillas calientes y su corazón latiendo tan aprisa que temió sufrir de un infarto si continuaba así. Una de sus manos bajó al pecho del capitán, empujándole apenas con el fin de hacerle saber que necesitaba urgentemente volver a respirar porque ya no podía hacerlo entre tantas sensaciones e invasiones que no se imaginó de alguien tan correcto y educado a las antiguas maneras. Para su fortuna, Rogers se tomó una pausa, liberando sus labios que sintió punzarles, abriendo sus ojos para verle, parpadeando para enfocar porque tuvo la vista nublada.
-...l-los demás... -pudo carraspear- ... e-están...
-Que esperen.
Todos sus escenarios posibles sobre las actitudes de Steve en un momento así se desplomaron, el capitán era todo menos pudoroso. O quizá sí pero en otros aspectos, la mente del millonario ya estaba delirando para el segundo beso que vino, más posesivo que antes. Había una efervescencia extraña, una sensación que había dado por bien muerta que volvía a nacer. El deber golpeó por última vez su concentración, logrando desviar lo suficiente su rostro para romper el beso, jadeando pesadamente al volverle a faltar el aire que necesitaba para hablar. Escuchó un ligero rugido en su oído antes de que sintiera los labios de Rogers morder su mandíbula, pasando saliva. Habían dejado a los demás en la sala, tenían un asunto pendiente que arreglar lo más pronto posible porque estaba seguro que Zemo no iba a contentarse con eso.
-Steve, tenemos que hablar con los demás –soltó rápidamente, usando sus manos para separarse lo suficiente de él y verle- Es en serio, no podemos quedarnos así.
-"Jefe, Capitán, el director Fury está en la sala con el resto del equipo." –Viernes siempre tan puntual, vino a ayudarle.
-Vamos –asintió el rubio luego de mirarle fijamente.
Tony hizo mil y un conjeturas sobre lo sucedido entre ellos, si aquello había sido únicamente producto del momento, con tantas emociones en subida y bajada. Afortunadamente Montana no provocó al capitán cuando salieron del gimnasio, aunque sí se interpuso entre ambos. Su mente estaba más clara al volver a la sala, listo para hablar sin problemas de lo ocurrido como poner orden entre todos. Fury le apoyó junto con Coulson quien también llegó para ser mediador entre las rencillas que aparecieron, no tan graves como lo creyera. Sus amigos ya también se habían calmado para cuando el director de las Fuerzas Conjuntas fue a verles, enterado por Viernes de la situación. La victoria mayor fue que aceptaran hablar con Steve sobre el sargento y aquel infame video que Marcus juró sobre su alma que vería rodar cabezas por ello.
-Espera –le detuvo el millonario- Si demostramos que no hizo el efecto que Zemo esperaba, hará algo peor o los propios Restauradores atacarán con mayor fuerza.
-¿Qué estás sugiriendo, Tony? –quiso saber Fury.
-Bueno, ¿nosotros también podemos jugar su juego, no?
-¿Hacerles creer que tuvo éxito? –Phoenix alzó sus cejas, viendo a Montana quien asintió- Oh, vaya, esto me gusta.
-Siempre fuiste bueno para los melodramas –sonrió Stark.
-Wow, estábamos a punto de matarnos entre sí y ahora estamos armando una obra de teatro–comentó Peter, rascándose su nuca.
-Es culpa de mi Patito –el Marshal abrazó al castaño, besando sus cabellos- Tiene el don del pegamento.
-Gracias por el halago.
-Siempre, Patito.
-Espero por el bien de ustedes que sea la última de las peleas que vea –amonestó Fury aunque se le veía complacido- No voy a tolerar otro desplante de nadie.
-Señor, sí, señor –bromeó Rhodey.
-¿Alguien quiere una taza de café? –invitó Tony.
Hablaron más tranquilos en el comedor, con el castaño siempre haciéndoles entender que si bien el asunto de la muerte de sus padres sería algo doloroso para él, le perturbaba todavía más el verles pelear entre sí con tanto rencor. Nada se podía hacer respecto a esa fecha trágica, pero ahí en esos justos momentos, sí podía hacer una diferencia. Montana solamente miraba sonriente a su protegido comenzar a tomar las riendas de su vida, volver a ser el punto de unión entre todos, incluso permitiéndose una que otra de sus bromas. No era el único dándose cuenta de aquel cambio. El Coronel Rhodes también le observaba con ojos húmedos, Peter no era nada discreto ocultando su amplia sonrisa, emocionado de verle así. Visión le seguía como si estuviera memorizando ese instante en su memoria. Owachy perdía terreno y, contra todo pronóstico, frente a las situaciones en las que había confiado que ganaría.
El día terminó con los Nuevos Vengadores más tranquilos, menos a la defensiva y más abiertos a apoyarse entre sí. La noche de guardia con el millonario correspondió a Romanov, quien esperó ese momento para estar a solas con Stark, ambos tumbados sobre la cama, aun hablando sobre el tema de Zemo, Stone y los Inhumanos, sin faltar la salud de la joven Kamala a quien seguían monitoreando en espera de un signo real de mejoría. Todavía no estaban seguros si soportaría la mutación, o fallecería en el proceso, era algo que también mantenía ocupada la mente del castaño. Había una mirada en la rusa que llamó la atención en Tony, arqueando una ceja al volverse hacia ella, ya listo para dormir.
-¿Qué sucede?
-Tony, ¿por qué regresaste junto a Steve con los labios hinchados?
Aquél tosió, aclarándose su garganta, volviendo su vista al techo. –Lloramos como bebés.
-Dije labios no ojos.
-... se te figuró.
-Tony...
-Argh, está bien. Me besó, ¿contenta?
Natasha sonrió maliciosa. –No fue un beso simple.
-Ya tengo sueño.
-Montana no estará feliz.
-Algo me dice que Montana lo planeó.
-¿Y bien?
-¿Y bien qué?
-Para ser el playboy que tanto presumes, estás huidizo como adolescente con su primer amor.
Tony le miró de reojo, rodando sus ojos después. –No fue nada.
-¿Ah, no?
-No sé quién es más terco, si tú o Montana.
-¿Te gustó?
-De verdad, ya tengo sueño.
-Solo dime.
El castaño se giró, quedando recostado de lado con un largo suspiro. –Sí, me gustó. Ahora cállate.
-Aw –la rusa se irguió apenas para besar su sien- Buenas noches, Tony.
-Buenas noches, Tasha.
Sobre la cornisa del alto techo de ese edificio, un zorrito miraba hacia el horizonte, con sus ojos clavados en la danzarina pero gigantesca sombra que se cernía sobre la ciudad, retando al sagrado guardián. Tal vez hubiera perdido unas cuantas batallas, pero Owachy le prometía ganar la guerra, y un zorro como él no era rival para una entidad más antigua que todos los diferentes universos, más vieja que el tiempo mismo. Esa forma de lobo fantasmagórico mostró sus ojos blancos perfectamente redondos, su carcajada macabra de colmillos rechinando al tallarse entre sí, al tiempo que caía entre unos callejones, burlándose de aquel protector encaramado sobre el complejo de los Vengadores. La protección a Tony iba a costarle al resto del mundo. Montana solamente cerró sus ojos, con su cola cayendo. Nada se podía hacer, había hecho una promesa a María Stark, sabiendo el precio de tal juramento, no había vuelta atrás.
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